Publicado por Corazones
Así leemos en el Evangelio: Cuando a Jesús se le pregunta si es él quien tiene que venir en nombre de Dios, responde: “los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan y a los pobres se les anuncia la Buena Noticia”. Respuesta de Jesús que nos debe hacer reflexionar, porque son las señales del Reino (reinado) de Dios, aquí y ahora.
Hoy la medicina hace “milagros”. Así nos solemos expresar al referirnos a los adelantos que hay tanto en la medicina como, sobre todo, en la cirugía. Ciegos que empiezan a ver (cataratas); cojos que puede andar (trasplantes o ortopedia); leprosos que se curan (hoy es una enfermedad que se puede curar con relativa facilidad; sordos que oyen (audífonos sofisticados); los muertos resucitan (resucitan, no “reviven”).
Pero, ¿los pobres son verdaderamente evangelizados? Esta sería la señal más clara de ese reinado de Dios. La respuesta está en lo que entendamos por “evangelizar” Si lo entendemos como “hablarles de Dios, de la Iglesia, etc… habría que concluir que no. En primer lugar, porque no vamos a ellos (llegamos a pocos). Nuestras iglesias no suelen ser frecuentadas por los más pobres; nuestra pastoral y apostolado se suele dirigir a los que vienen (que no son ellos).
Si por evangelizar entendemos acercarnos a los más desvalidos, los más pobres, los marginados, los que no vienen a la iglesia, los excluidos, para decirles que Dios los ama, y nosotros también; para compartir con ellos nuestro amor, y aquello que tenemos y de lo que ellos carecen, todo hecho con sencillez, humildad, y hasta agradecimiento por aceptarnos, entonces sí que podemos ir pensando en que el Reino está cerca. Sólo entonces serán realidad las palabras de Jesús:…”y a los pobres se les anuncia la Buena Noticia”.
Si nos acercamos a cualquiera de las parroquias, veremos en algunas de ellas un fuerte movimiento de pastoral. Pero si analizamos quiénes son los beneficiarios y los agentes de esa pastoral, nos daremos cuenta de que faltan esos”pobres que tienen que ser evangelizados”. Es verdad que a ciertas horas, en ciertos días, junto a cierta puerta de la parroquia, espera un buen número de personas más o menos pobres (y más en la actual crisis), esperando la atención de Caritas: comida, recibo de la luz, del agua, de la casa…). Y se les atiende, en la medida de las posibilidades. Algo es algo; pero no es todo. Faltaría un plus para poder decir que son evangelizados. Sé que no es fácil, pero ¿quién ha dicho que el Evangelio sea fácil?
Necesitamos más entrañas de misericordia, más celo por el Reino de Dios, un amor más fuerte, para poder hacer ciertas cosas, para poder llevar en vivo el mensaje de Jesús.
S cierto que hay lugares donde esa tarea parece ser más fácil, como es en los lugares de misión. Creo que en la mayoría de los casos, los misioneros evangelizan en su doble acción de promoción humana y sentido cristiano.
No sé si es muy posible, o sencillamente posible, pero creo que las parroquias, en general, deberían plantearse otro tipo de evangelización: sin abandonar a las 99 ovejas, ir en busca de la escarriada. Esa parábola de Jesús, algo nos querrá indicar.
Félix González
Hoy la medicina hace “milagros”. Así nos solemos expresar al referirnos a los adelantos que hay tanto en la medicina como, sobre todo, en la cirugía. Ciegos que empiezan a ver (cataratas); cojos que puede andar (trasplantes o ortopedia); leprosos que se curan (hoy es una enfermedad que se puede curar con relativa facilidad; sordos que oyen (audífonos sofisticados); los muertos resucitan (resucitan, no “reviven”).
Pero, ¿los pobres son verdaderamente evangelizados? Esta sería la señal más clara de ese reinado de Dios. La respuesta está en lo que entendamos por “evangelizar” Si lo entendemos como “hablarles de Dios, de la Iglesia, etc… habría que concluir que no. En primer lugar, porque no vamos a ellos (llegamos a pocos). Nuestras iglesias no suelen ser frecuentadas por los más pobres; nuestra pastoral y apostolado se suele dirigir a los que vienen (que no son ellos).
Si por evangelizar entendemos acercarnos a los más desvalidos, los más pobres, los marginados, los que no vienen a la iglesia, los excluidos, para decirles que Dios los ama, y nosotros también; para compartir con ellos nuestro amor, y aquello que tenemos y de lo que ellos carecen, todo hecho con sencillez, humildad, y hasta agradecimiento por aceptarnos, entonces sí que podemos ir pensando en que el Reino está cerca. Sólo entonces serán realidad las palabras de Jesús:…”y a los pobres se les anuncia la Buena Noticia”.
Si nos acercamos a cualquiera de las parroquias, veremos en algunas de ellas un fuerte movimiento de pastoral. Pero si analizamos quiénes son los beneficiarios y los agentes de esa pastoral, nos daremos cuenta de que faltan esos”pobres que tienen que ser evangelizados”. Es verdad que a ciertas horas, en ciertos días, junto a cierta puerta de la parroquia, espera un buen número de personas más o menos pobres (y más en la actual crisis), esperando la atención de Caritas: comida, recibo de la luz, del agua, de la casa…). Y se les atiende, en la medida de las posibilidades. Algo es algo; pero no es todo. Faltaría un plus para poder decir que son evangelizados. Sé que no es fácil, pero ¿quién ha dicho que el Evangelio sea fácil?
Necesitamos más entrañas de misericordia, más celo por el Reino de Dios, un amor más fuerte, para poder hacer ciertas cosas, para poder llevar en vivo el mensaje de Jesús.
S cierto que hay lugares donde esa tarea parece ser más fácil, como es en los lugares de misión. Creo que en la mayoría de los casos, los misioneros evangelizan en su doble acción de promoción humana y sentido cristiano.
No sé si es muy posible, o sencillamente posible, pero creo que las parroquias, en general, deberían plantearse otro tipo de evangelización: sin abandonar a las 99 ovejas, ir en busca de la escarriada. Esa parábola de Jesús, algo nos querrá indicar.
Félix González
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