Publicado por Fe Adulta
HERMANDAD
Únicamente se puede amar a Dios
sirviendo a los hermanos
Monición de entrada
Hoy celebramos la fiesta de la hermandad, el día de la caridad bien entendida. Una jornada propicia para renovar nuestro compromiso vital como seres humanos. Tenemos un Dios que nos lo ha dado todo y es justo y obligado que le devolvamos el cariño sirviendo a los hermanos más necesitados. Es el momento idóneo para reflexionar sobre el ámbito de nuestra generosidad y tomar medidas prácticas para ampliarla un poco más.
Silencio.
Oremos.
Dios y Señor nuestro: te agradecemos todo lo que han ido haciendo por la humanidad, a través de los siglos, tanto Jesús como otros muchos líderes religiosos. Ahora nos toca a nosotros sumarnos a cuantos en el mundo colaboran por la justicia y la convivencia en paz, a cuantos entregan vida y bienes para remediar las angustias y problemas de los otros. Contamos con tu ayuda y esperamos que nunca nos falte. Es lo que te pedimos humildemente en nombre de tu hijo Jesús, nuestro guía fiel y nuestro hermano. Amén.
Acción de gracias
A ti, Dios y Señor nuestro, dirigimos esta plegaria
para bendecir tu nombre y darte gracias
porque estás siempre con nosotros
y nos das la vida que disfrutamos.
Queremos proclamar tu bondad ante el mundo,
para que todos sepan que
por encima de tu poder y tu grandeza
está tu amor infinito, incondicional, de Padre y Madre.
Gracias, Dios santo, porque no tenemos por qué temerte
y sólo nos das motivos para quererte.
Uniendo nuestras voces a las de todo el género humano,
entonamos con alegría este himno en tu honor.
Memorial de la Cena del Señor
Te damos las gracias, Padre santo, de modo muy especial,
por habernos dado como compañero a Jesús de Nazaret.
Sabemos, Señor, que esto no es un altar de sacrificios
sino una mesa a la que Jesús, tu hijo, nos ha congregado
para que celebremos una comida de hermandad
y recordemos su vida consagrada al bien de la humanidad.
Vivir conscientemente esta eucaristía nos compromete,
porque ahora nos toca imitar a Jesús
y poner al servicio de los demás todo lo que somos.
Pero es lo que de verdad, de corazón queremos:
ser fermentos de buena voluntad y buen hacer
para que todos los seres humanos nos sintamos amigos
y más que amigos, hermanos.
Invocación al Espíritu de Dios
Te agradecemos, Dios santo,
la presencia de Jesús en medio de nosotros.
Eso creemos, porque es sencillamente lo que nos prometió
siempre que nos reuniéramos como ahora en su nombre.
Dios invisible, pero presente en toda la inmensa creación,
derrama tu espíritu de amor sobre todos nosotros
para que seamos amigos de la verdad
y la verdad nos haga libres,
para que tengamos entrañas de misericordia
y nos duelan las desgracias que sufren tantos hermanos,
para que siempre estemos disponibles para ayudar a otros,
para que seamos entusiastas constructores de tu Reino.
Queremos hacer una gran iglesia, una iglesia sin fronteras,
una comunidad universal, donde tenga cabida
toda la gente de buena voluntad y buen corazón.
Ensancha nuestras miras, que aprendamos de ti
a entender y a querer a propios y extraños. Todos juntos,
como testimonio de la gran familia que formamos en Ti,
invocamos tu nombre y brindamos en tu honor,
por Jesús y con Jesús, tu hijo, hermano y maestro nuestro.
AMÉN.
---------------
COMPARTIÉNDONOS
Vamos a compartir
los abrazos y besos que surgen en este instante,
los gozos tenidos en el camino,
los latidos de nuestro corazón herido
y esta cena tan singular y entrañable.
Vamos a compartir
lo poco que estos años hemos comprendido,
la exigua luz que nos alcanza y no retenemos,
los intentos fallidos por salir del laberinto
y los miedos acumulados de todos los tiempos.
Vamos a compartir
los borradores de nuestros proyectos no hechos,
el clamor de tantos gritos y silencios,
los balbuceos y suspiros más íntimos
y los sudores del cuerpo y del espíritu.
Vamos a compartir
la palabra que nos nace de las entrañas,
la que nos viene de arriba, como escarcha,
la que nos brota de manantiales inciertos
y la que nos alcanza y puja por salir fuera.
Vamos a compartir
el tiempo de los poemas y las canciones,
del silencio, la danza y la palabra sagrada,
de las tertulias tenidas en la tardiada
y de las noches pasadas bajo la luna.
Vamos a compartir
La pobreza de nuestra historia,
la sabiduría acumulada de los años,
las arrugas y huellas de nuestro rostro
y las yemas que nos quedan de la infancia.
Vamos a compartir
las enseñanzas de nuestros encuentros fraternos,
el calor de nuestros hogares fecundos,
las redes de nuestro trabajo en equipo
y las madejas de todos nuestros sueños.
Vamos a compartir
tus enseñanzas de aquella noche cargada,
el pan y vino que nos dejaste gratis,
tu ejemplo cuando nos lavaste
y los surcos del Espíritu por seguirte.
Vamos a compartir
lo que parecen locas intuiciones,
nuestras pocas e inseguras verdades,
las sendas y caídas yendo al Padre
y las cabañas que nos protegen.
Vamos a compartir
la penumbra de la ciencia y la fe,
de la caridad y de la esperanza,
de la pobreza y de la gracia
del gozo y la risa humana.
¡ Nunca la última palabra,
nunca atisbos de superior sabiduría,
nunca sentar cátedra,
nunca verdades absolutas!
Y así, Señor, somos y nos vamos haciendo,
hijos y hermanos, discípulos y amigos,
en este tiempo de pasión y gloria,
compartiéndonos.
HERMANDAD
Únicamente se puede amar a Dios
sirviendo a los hermanos
Monición de entrada
Hoy celebramos la fiesta de la hermandad, el día de la caridad bien entendida. Una jornada propicia para renovar nuestro compromiso vital como seres humanos. Tenemos un Dios que nos lo ha dado todo y es justo y obligado que le devolvamos el cariño sirviendo a los hermanos más necesitados. Es el momento idóneo para reflexionar sobre el ámbito de nuestra generosidad y tomar medidas prácticas para ampliarla un poco más.
Silencio.
Oremos.
Dios y Señor nuestro: te agradecemos todo lo que han ido haciendo por la humanidad, a través de los siglos, tanto Jesús como otros muchos líderes religiosos. Ahora nos toca a nosotros sumarnos a cuantos en el mundo colaboran por la justicia y la convivencia en paz, a cuantos entregan vida y bienes para remediar las angustias y problemas de los otros. Contamos con tu ayuda y esperamos que nunca nos falte. Es lo que te pedimos humildemente en nombre de tu hijo Jesús, nuestro guía fiel y nuestro hermano. Amén.
Acción de gracias
A ti, Dios y Señor nuestro, dirigimos esta plegaria
para bendecir tu nombre y darte gracias
porque estás siempre con nosotros
y nos das la vida que disfrutamos.
Queremos proclamar tu bondad ante el mundo,
para que todos sepan que
por encima de tu poder y tu grandeza
está tu amor infinito, incondicional, de Padre y Madre.
Gracias, Dios santo, porque no tenemos por qué temerte
y sólo nos das motivos para quererte.
Uniendo nuestras voces a las de todo el género humano,
entonamos con alegría este himno en tu honor.
Memorial de la Cena del Señor
Te damos las gracias, Padre santo, de modo muy especial,
por habernos dado como compañero a Jesús de Nazaret.
Sabemos, Señor, que esto no es un altar de sacrificios
sino una mesa a la que Jesús, tu hijo, nos ha congregado
para que celebremos una comida de hermandad
y recordemos su vida consagrada al bien de la humanidad.
Vivir conscientemente esta eucaristía nos compromete,
porque ahora nos toca imitar a Jesús
y poner al servicio de los demás todo lo que somos.
Pero es lo que de verdad, de corazón queremos:
ser fermentos de buena voluntad y buen hacer
para que todos los seres humanos nos sintamos amigos
y más que amigos, hermanos.
Invocación al Espíritu de Dios
Te agradecemos, Dios santo,
la presencia de Jesús en medio de nosotros.
Eso creemos, porque es sencillamente lo que nos prometió
siempre que nos reuniéramos como ahora en su nombre.
Dios invisible, pero presente en toda la inmensa creación,
derrama tu espíritu de amor sobre todos nosotros
para que seamos amigos de la verdad
y la verdad nos haga libres,
para que tengamos entrañas de misericordia
y nos duelan las desgracias que sufren tantos hermanos,
para que siempre estemos disponibles para ayudar a otros,
para que seamos entusiastas constructores de tu Reino.
Queremos hacer una gran iglesia, una iglesia sin fronteras,
una comunidad universal, donde tenga cabida
toda la gente de buena voluntad y buen corazón.
Ensancha nuestras miras, que aprendamos de ti
a entender y a querer a propios y extraños. Todos juntos,
como testimonio de la gran familia que formamos en Ti,
invocamos tu nombre y brindamos en tu honor,
por Jesús y con Jesús, tu hijo, hermano y maestro nuestro.
AMÉN.
Rafael Calvo Beca
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COMPARTIÉNDONOS
Vamos a compartir
los abrazos y besos que surgen en este instante,
los gozos tenidos en el camino,
los latidos de nuestro corazón herido
y esta cena tan singular y entrañable.
Vamos a compartir
lo poco que estos años hemos comprendido,
la exigua luz que nos alcanza y no retenemos,
los intentos fallidos por salir del laberinto
y los miedos acumulados de todos los tiempos.
Vamos a compartir
los borradores de nuestros proyectos no hechos,
el clamor de tantos gritos y silencios,
los balbuceos y suspiros más íntimos
y los sudores del cuerpo y del espíritu.
Vamos a compartir
la palabra que nos nace de las entrañas,
la que nos viene de arriba, como escarcha,
la que nos brota de manantiales inciertos
y la que nos alcanza y puja por salir fuera.
Vamos a compartir
el tiempo de los poemas y las canciones,
del silencio, la danza y la palabra sagrada,
de las tertulias tenidas en la tardiada
y de las noches pasadas bajo la luna.
Vamos a compartir
La pobreza de nuestra historia,
la sabiduría acumulada de los años,
las arrugas y huellas de nuestro rostro
y las yemas que nos quedan de la infancia.
Vamos a compartir
las enseñanzas de nuestros encuentros fraternos,
el calor de nuestros hogares fecundos,
las redes de nuestro trabajo en equipo
y las madejas de todos nuestros sueños.
Vamos a compartir
tus enseñanzas de aquella noche cargada,
el pan y vino que nos dejaste gratis,
tu ejemplo cuando nos lavaste
y los surcos del Espíritu por seguirte.
Vamos a compartir
lo que parecen locas intuiciones,
nuestras pocas e inseguras verdades,
las sendas y caídas yendo al Padre
y las cabañas que nos protegen.
Vamos a compartir
la penumbra de la ciencia y la fe,
de la caridad y de la esperanza,
de la pobreza y de la gracia
del gozo y la risa humana.
¡ Nunca la última palabra,
nunca atisbos de superior sabiduría,
nunca sentar cátedra,
nunca verdades absolutas!
Y así, Señor, somos y nos vamos haciendo,
hijos y hermanos, discípulos y amigos,
en este tiempo de pasión y gloria,
compartiéndonos.
Florentino Ulibarri
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