Estando a las puertas de la pascua quiero compartir con ustedes estas reflexiones.
Decía Nietzsche: “¿Cómo voy a creer en la resurrección de Cristo si los cristianos andan con esa cara?”
La frase es contundente. Y si nos ponemos a pensar, los cristianos, solemos asociar la fe al dolor, a lo serio, al cumplimiento de preceptos, la renuncia, la mortificación, pero rarísimamente la asociamos a la Alegría. Generalmente hablar de Dios es “cosa seria”, pero no alegre. Es más, pareciera que la religión, con todos sus preceptos y mandamientos, viene a aguar la fiesta de la vida.
Para los Cristianos, la fiesta de la Pascua –la resurrección de Jesús- es nuestra fuente de alegría. Pablo dice “si Cristo no ha resucitado vana es nuestra fe y somos los hombres más dignos de lástima”.
Pero la Resurrección no es el “happy end” de una película tristísima de sufrimiento, injusticia y dolor, sino que es la confirmación, por parte de Dios Padre, de que el Amor vence a la muerte y que una vida entregada, como la de Jesús, por la vida y la alegría de los demás, es fuente de Vida y Alegría; es decir que vivir como Jesús es fuente de Alegría genuina.
Jesús anunció con su palabra y sus gestos, que Dios está cerca de todos los hombres y mujeres sin importar su condición y que se compadece en particular, de los pobres y los que sufren. Por su parte, se enfrentó decididamente con los que encaraban la religión como un mero cumplimiento de determinadas leyes que terminaba ahogando la libertad y por lo tanto la capacidad de amar.
De hecho son quienes promueven este tipo de religiosidad alienante (los saduceos –sacerdotes- y los escribas -los teólogos-) quienes lo llevan a la muerte. Jesús viene a denunciar que esa religión no es la que le agrada a Dios; que la verdadera religión es la que impulsa a hombres y mujeres a salir al encuentro de sus hermanos y hermanas para ayudarlos a ser felices, a tener Vida en abundancia. Y eso implica poner en su lugar las leyes y preceptos religiosos, como algo relativo que están en función del hombre y no al revés (de ahí la importancia de la frase de Jesús: “el sábado ha sido hecho para el hombre y no el hombre para el sábado”).
Jesús critica fuertemente esta religiosidad centrada en el cumplimiento obsesivo de leyes religiosas, dado que esa espiritualidad del cumplimiento termina siendo una espiritualidad centrada en el propio yo. Si cumplo me siento tranquilo; y por lo tanto termina siendo más importante cumplir que amar.
La Buena Noticia de Jesús anuncia que el Amor al prójimo supera el cumplimiento de todos los preceptos religiosos. Por ser fiel a esa Buena Noticia, Jesús es crucificado a manos del poder político pero a instancias del poder religioso que –a lo largo de la historia lo ha demostrado- no suele tolerar muy bien a los profetas ni a los críticos.
El domingo de resurrección es la confirmación por parte de Dios de que una vida entregada por amor a los demás –como la de Jesús- es el Camino de la Vida verdadera. Y es la invitación a transitar ese camino sabiendo, con lucidez, que el amor, tarde o temprano debe pasar por la oscuridad, el rechazo, el dolor (la Cruz de Cristo); pero que perseverando en la Fe y la Esperanza, en ese mismo camino, nos alumbra la Luz de una Vida Nueva, diferente; eso es vivir como resucitados.
La vida de Jesús de Nazareth fue un pasar dando alegría a los que la necesitaban y a los que la quisieran recibir. Su muerte fue el testimonio de que esa alegría se ofrece, no se impone, y de que el camino para acceder a ella debe pasar ciertamente por la fidelidad en lo cotidiano. Su Resurrección es la señal que nos da Dios Padre de que ese es el Camino de la felicidad.
En Pascua se nos ofrece sumarnos al camino de la Alegría, junto al Dios de la Alegría.
Que Dios los bendiga y tengan una Feliz Pascua.
Con afecto.
P. Lic. Rafael Velasco, sj
La frase es contundente. Y si nos ponemos a pensar, los cristianos, solemos asociar la fe al dolor, a lo serio, al cumplimiento de preceptos, la renuncia, la mortificación, pero rarísimamente la asociamos a la Alegría. Generalmente hablar de Dios es “cosa seria”, pero no alegre. Es más, pareciera que la religión, con todos sus preceptos y mandamientos, viene a aguar la fiesta de la vida.
Para los Cristianos, la fiesta de la Pascua –la resurrección de Jesús- es nuestra fuente de alegría. Pablo dice “si Cristo no ha resucitado vana es nuestra fe y somos los hombres más dignos de lástima”.
Pero la Resurrección no es el “happy end” de una película tristísima de sufrimiento, injusticia y dolor, sino que es la confirmación, por parte de Dios Padre, de que el Amor vence a la muerte y que una vida entregada, como la de Jesús, por la vida y la alegría de los demás, es fuente de Vida y Alegría; es decir que vivir como Jesús es fuente de Alegría genuina.
Jesús anunció con su palabra y sus gestos, que Dios está cerca de todos los hombres y mujeres sin importar su condición y que se compadece en particular, de los pobres y los que sufren. Por su parte, se enfrentó decididamente con los que encaraban la religión como un mero cumplimiento de determinadas leyes que terminaba ahogando la libertad y por lo tanto la capacidad de amar.
De hecho son quienes promueven este tipo de religiosidad alienante (los saduceos –sacerdotes- y los escribas -los teólogos-) quienes lo llevan a la muerte. Jesús viene a denunciar que esa religión no es la que le agrada a Dios; que la verdadera religión es la que impulsa a hombres y mujeres a salir al encuentro de sus hermanos y hermanas para ayudarlos a ser felices, a tener Vida en abundancia. Y eso implica poner en su lugar las leyes y preceptos religiosos, como algo relativo que están en función del hombre y no al revés (de ahí la importancia de la frase de Jesús: “el sábado ha sido hecho para el hombre y no el hombre para el sábado”).
Jesús critica fuertemente esta religiosidad centrada en el cumplimiento obsesivo de leyes religiosas, dado que esa espiritualidad del cumplimiento termina siendo una espiritualidad centrada en el propio yo. Si cumplo me siento tranquilo; y por lo tanto termina siendo más importante cumplir que amar.
La Buena Noticia de Jesús anuncia que el Amor al prójimo supera el cumplimiento de todos los preceptos religiosos. Por ser fiel a esa Buena Noticia, Jesús es crucificado a manos del poder político pero a instancias del poder religioso que –a lo largo de la historia lo ha demostrado- no suele tolerar muy bien a los profetas ni a los críticos.
El domingo de resurrección es la confirmación por parte de Dios de que una vida entregada por amor a los demás –como la de Jesús- es el Camino de la Vida verdadera. Y es la invitación a transitar ese camino sabiendo, con lucidez, que el amor, tarde o temprano debe pasar por la oscuridad, el rechazo, el dolor (la Cruz de Cristo); pero que perseverando en la Fe y la Esperanza, en ese mismo camino, nos alumbra la Luz de una Vida Nueva, diferente; eso es vivir como resucitados.
La vida de Jesús de Nazareth fue un pasar dando alegría a los que la necesitaban y a los que la quisieran recibir. Su muerte fue el testimonio de que esa alegría se ofrece, no se impone, y de que el camino para acceder a ella debe pasar ciertamente por la fidelidad en lo cotidiano. Su Resurrección es la señal que nos da Dios Padre de que ese es el Camino de la felicidad.
En Pascua se nos ofrece sumarnos al camino de la Alegría, junto al Dios de la Alegría.
Que Dios los bendiga y tengan una Feliz Pascua.
Con afecto.
P. Lic. Rafael Velasco, sj
1 comentario:
Me encantó su reflexión, en redes sociales he leído muchos comentarios de personas que interpretan mal las celebraciones de Viernes Santo y generalizan que nos quedamos con el Cristo Muerto, le soy franca me ha entristecido y quisiera comentarle a cada uno que no es así pero como no se puede con todos me tomaré la libertad de compartir su reflexión en mi muro subiendo el link, usted muy claramente explica el verdadero sentido de la Resurrección de nuestro señor, Felices Pascuas y gracias por por compartir tan valiosas palabras. Saludos desde Guatemala.
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