Viernes Santo: El Sacramento del Sufrimiento

EL SACRAMENTO DEL SUFRIMIENTO
Autor: CAMINO MISIONERO


Video: Con estas manos martillé

Señor hemos recorrido un largo camino de preparación para afrontar estos días. Te pedimos en Tú Presencia y con la ayuda de Tu Santo Espíritu, podamos ensanchar nuestros corazones, para dejar entrar el Misterio tan grande y asombroso que estamos conmemorando: Tu Pasión.
Hoy tenemos la gran posibilidad de contemplar en cada momento transcurrido, en cada personaje evangélico y en cada pensamiento volcado por nuestra Iglesia, lo históricamente ocurrido, lo que Tu Carne y Tu Alma sufrió hace más de 2000 años. Si realmente ponemos un poquito de nuestro lado, y solo un poquito, comenzamos a vibrar internamente con la experiencia de buscar sentir como Tú sentiste en ese peregrinar hasta la muerte. Realmente nos moviliza (y esperemos que no sea simple sensiblería) seguir las huellas que fuiste dejando desde que saliste de Betania, hasta que te depositaron en ese sepulcro prestado.
Si nos permitís Señor, podemos imaginarnos algunas cosas que pasaron en esos instantes. No para cambiar lo que nos transmiten los Evangelios, sino para completar, quizás, algunos relatos que se deben haber perdido en el Tiempo. Nos imaginamos las miradas cuando te despedías de Lázaro y de tus hermanas, mezcla rara de alegría por la vuelta a la vida de uno de ellos, pero a sabiendas que era la última vez que se iban a reunir a compartir la amistad que los unía. quizás algunos abrazos y lagrimas. Los corazones ardiendo, y un “nos volveremos a ver”...

O quizás, las conversaciones que se dieron en el Cenáculo, aquellas que no quedaron registradas. Esas palabras que si entendían los discípulos: lealtad, fortaleza, esperanza y la despedida...
quizás esas despedidas, fueron uno de los tantos motivos de sufrimiento que tuviste en el Huerto. Y no precisamente como lo vemos nosotros. No sufrías porque te ibas. Sufrías por los que quedaban y por los que seguimos quedando.
quizás miles de imágenes y sufrimientos que se nos escaparon hasta estos días, pero todas ellas con el denominador en común: EL AMOR.
Si Señor, podemos sabernos de memoria todas las cosas que hay escritas sobre lo que pasó en Tu Pasión y los que muchos suponen que pasaron, pero creemos que ese no es el punto central de esta Semana Santa. Lo que realmente importa, es dejarse ganar el corazón por la Entrega Bestial de Tu Corazón, para con toda la Humanidad.
Si así ocurre, o por lo menos comenzara a ocurrir en nuestras vidas, volveremos sobre nuestros pasos y comenzaremos a contemplar en nuestras propias vidas y en el mundo, que Tu Pasión sigue ocurriendo, con la misma intensidad y entrega, como ocurriera allá en Jerusalén.
Te pedimos Jesús nuestro, que hoy dejemos de lado las palabras. Que nos ayudes a escuchar la Palabra y poder hacer silencio para que Tu Amor nos inunde, nos conmueva, nos transforme y nos lleve a hacer nuestros tus dolores. Que en cada hermano sufriente podamos verte a Ti, no compasivamente, sino sacramentalmente. Si, que los sufrientes sean un sacramento vivo de tu Presencia verdadera en este mundo.
Jesús, te pedimos que mas allá del Pan y del Vino que en cada Eucaristía, por medio de nuestra Fe podemos reconocerte y adorarte, te suplicamos también, que nos des la Gracia para que cada vez que tengamos oportunidad de detener un juicio injusto a un doliente, lo hagamos sin ningún tipo de demoras, ni dobles pensamientos aseguradores de futuros.
Que la Gracia nos lleve a poner nuestras espaldas para recibir los azotes que continuamente reciben millones de hermanos victimas de las guerras y latrocinios hogareños.
Que nos adelantemos a recibir los escupitajos en nuestros rostros, en lugar de aquellas hermanas juzgadas y denigradas en sus dignidades, por haber equivocado de camino ante la falta de oportunidades.
Jesús, que la Gracia nos lleve a ponernos en el centro de todas las burlas, para aliviar así el dolor de millones de niños abusados, mujeres golpeadas, ancianos abandonados y solitarios enfermos.
Y te pedimos también, que seamos nosotros los que recibamos los insultos y pedidos de crucifixión en lugar de aquellos hermanos que hoy cometieron algún tipo de delito o falta a la sociedad, para que ellos tengan el lugar de recapacitar y poder ser perdonados y acompañados a rehabilitarse.
Querido Amigo, que la Cruz del hambre, de la injustica, de la desigualdad social, de la pobreza, de la enfermedad, de los abandonados, de los desocupados y de los excluidos, sea realmente nuestra Cruz. Y no de manera simbólica.
Danos a nosotros esa Cruz, portadora de todos los males del mundo, que con tu ayuda, queremos cargarla y hacerla nuestra.
No es este un pedido heroico y sacrificado, sino que es fruto de haber experimentado el alivio de que seas Tu el que nos ayudó a cargar nuestras cruces.
No es un acto de arrojados paladines, sino es el simple intento de seguir tus pasos. Solo si nos das la oportunidad de que cada nuevo día, sea una nueva oportunidad de llamarnos CRISTIANOS, siendo nuevos cristos en donde nos tocó vivir y con cada hermano que nos tocó tratar.
Señor, ahora nos quedamos en silencio. Esperamos que todo lo que se cumplió en tu vida, también pueda cumplirse en nuestras vidas y en el universo entero. Morimos contigo hoy. La noche nos ha ganado, pero sabemos, creemos y esperamos que esta no es la última palabra, la Luz está por venir, el Reino definitivo estará esperándonos para gustar enteramente lo que es el Amor Infinito de Tu Sagrado Corazón. Amen.