Viernes Santo: Los colores...

LOS COLORES CONTRADICTORIOS DE UN AMOR MUY GRANDE
Por José María Maruri, SJ

1.- Roja sangre reciente, pecho amoratado en ansia de respirar, blanco-amarillo de labios abiertos en el último grito de muerte, desvaída indiferencia de soldados romano, saña salpicante y blasfema de sacerdotes, luto negro de una madre, verde-negruzco de traidores, y en la oscuridad Dios que se esconde.
¿Hay colores más contradictorios para inmortalizar al amor más grande que ha existido en la Historia? Al amor se le pinta entre luces y flores.
Y sin embargo lo que envuelve la trágica escena del Gólgota, como con el cariño y respeto de aquellas tinieblas piadosas, es la suave luz del amor, del mar amor, que es dar la vida por el amigo. San Pablo, abrumado bajo aquel “me amó y se entregó por mi” cae de rodillas y en su adoración arrastra a toda criatura del cielo, de la tierra y del abismo.


2.- Jesús que habló de dar la vida por el amigo, tal vez no nos quiso decir todo, “porque no lo entendéis ahora”. Porque entre hombres no hay mayor amor que dar la vida por el amigo, pero cuando es Dios el que da la vida, el infinito amor de Dios no se agota en esa manifestación de amor, la mayor entre hombres.
Dar la vida por el amigo es lo más que nosotros podemos entender, pero no es lo más que el infinito amor de Dios está dispuesto a hacer.
Qué se le da al océano por unas gotas perdidas al chocar sus olas contra la roca, si todavía el océano infinito está entero, íntegro, sin estreno. Tras el Calvario y la muerte, el amor de Dios a nosotros está sin estrenar. Por eso tinieblas, temblor de tierra, velo rasgado, tumbas abiertas, es la vorágine de un amor infinito sacudiéndolo todo, en un deseo de manifestación total.
3.- El mismo Jesús fue más allá de dar la vida por el amigo. A Judas los hombres le llamamos el traidor, el Hijo de Dios en el huerto le llama “amigo” y en la Historia debió quedar como el amigo del Señor. A otro traidor, Pedro, que juró y perjuró no conocer al Señor, se volvió Jesús y lo miró, y Pedro lloró amargamente. A un asesino, enemigo de Dios y los hombres, se lo lleva el Señor al paraíso. A soldados crueles e indiferentes, a sacerdotes blasfemos, a la muchedumbre sin corazón, a discípulos huidos y cobardes, el Hijo de Dios los disculpa como a deficientes mentales, que no saben lo que hacen. En el amor infinito de Dios no cabe el odio, el rencor, no tiene enemigos, ni los que se llaman enemigos de Dios.
4.- Amaos los unos a los otros como Yo os he amado, la medida de nuestro amor no es el hombre, es ese Yo que es Dios.
Es de nuevo, la vorágine insostenible del amor infinito de Dios que en su deseo de expresarse azota con su fuerza todos nuestros valores.
--No es amar al que me ama, es amar al que me odia.
--No es defenderme del que me acusa, es pedir por el que me persigue.
--No es ocultar lo mío, es dar al que me roba.
--No es vivir conforme a derecho, es vivir conforme al amor que está sobre toda ley y derecho.
Señor, tu amor infinito nos ahoga. Yo soy la puerta dijo el Señor. Jesús en la cruz es la puerta, es el dintel, el punto cero de un camino hacia el infinito amor de Dios todavía sin estrenar.
Señor, si lo que al verte en cruz intuyo, es tan grande, ¡qué será tu infinito amor sin comprensión!