1.- Jesús nos prometió que nunca nos dejaría solos. El domingo pasado al ascender a los cielos nos encargaba una misión: guardar todo lo que nos ha enseñado y predicar el Evangelio por todo el mundo. Tarea ardua y difícil, pero a la vez apasionante. Para llevar a cabo el encargo de Jesús no estamos solos, el Espíritu Santo está con nosotros. Es el gran desconocido en la Iglesia, pero su fuerza y su impulso siguen actuando en el interior del creyente. Hoy es el día grande en que Jesús Resucitado nos envía su Espíritu. Es Pentecostés, el punto de inicio de la Iglesia. Juntos, en comunidad y con la fuerza del Espíritu, podemos hacer realidad y mostrar a todos el amor, el perdón la comunión entre todos los hombres.
2.- En la Torre de Babel había separación, confusión y pecado. En Pentecostés, en cambio, hay unión, comunicación y gracia. El Espíritu nos ayuda a vivir la riqueza de la comunión, cada uno con sus carismas y servicios, todo ello orientado a la construcción del Reino de Dios. Los discípulos tienen fe, están juntos, pero tienen miedo a salir fuera por temor a los judíos. Necesitan alguien que les impulse a salir fuera. El fuego del Espíritu les transforma con sus llamas de fuego posadas en la cabeza de cada uno. El Espíritu les sacudió como un vendaval para lanzarles a la misión.
El texto de los Hechos de los Apóstoles dice que "estaban todos reunidos en el mismo lugar". El texto, por tanto, dice "todos". Un poco antes hablaba de "los discípulos", por tanto podemos decir que el Espíritu vino sobre todos los seguidores de Jesús. Sus dones son para todos los cristianos, no son un privilegio único de los ministros ordenados. Todos hemos sido bautizados en el mismo Espíritu, como nos recuerda hoy la Primera Carta a los Corintios. Todos los bautizados somos hijos de Dios e iguales en dignidad y todos recibimos sus dones o carismas. ¿Somos conscientes en la Iglesia de la importancia de los "ministerios laicales", o sólo acudimos a los laicos cuando les necesitamos? El Espíritu actúa en todos, aunque cada uno reciba un don y una función que desempeñar. Todos somos miembros del cuerpo de Cristo. También Jesús otorga a todos el don de la paz y del perdón no sólo a los apóstoles.
3.- Los discípulos salen a la calle y la Buena Noticia comienza a difundirse por todo el mundo, con un entusiasmo que nadie puede parar. El Espíritu en el corazón de cada creyente y en el corazón de la humanidad es más fuerte que toda debilidad y que todo el miedo del mundo. Es más fiel que todas las infidelidades, más cierto que todas nuestras dudas. Nos regala el amor y la vida para siempre. Se tiene que notar nuestro entusiasmo. Nadie va a preguntarnos qué es lo que creemos, sólo se fijarán si somos felices y transmitimos vida y alegría. No apaguemos la llama del Espíritu en nosotros. Colaboremos para que encienda a todos los hombres. Entusiasmarse es llenarse de Dios, que se note nuestro entusiasmo.
2.- En la Torre de Babel había separación, confusión y pecado. En Pentecostés, en cambio, hay unión, comunicación y gracia. El Espíritu nos ayuda a vivir la riqueza de la comunión, cada uno con sus carismas y servicios, todo ello orientado a la construcción del Reino de Dios. Los discípulos tienen fe, están juntos, pero tienen miedo a salir fuera por temor a los judíos. Necesitan alguien que les impulse a salir fuera. El fuego del Espíritu les transforma con sus llamas de fuego posadas en la cabeza de cada uno. El Espíritu les sacudió como un vendaval para lanzarles a la misión.
El texto de los Hechos de los Apóstoles dice que "estaban todos reunidos en el mismo lugar". El texto, por tanto, dice "todos". Un poco antes hablaba de "los discípulos", por tanto podemos decir que el Espíritu vino sobre todos los seguidores de Jesús. Sus dones son para todos los cristianos, no son un privilegio único de los ministros ordenados. Todos hemos sido bautizados en el mismo Espíritu, como nos recuerda hoy la Primera Carta a los Corintios. Todos los bautizados somos hijos de Dios e iguales en dignidad y todos recibimos sus dones o carismas. ¿Somos conscientes en la Iglesia de la importancia de los "ministerios laicales", o sólo acudimos a los laicos cuando les necesitamos? El Espíritu actúa en todos, aunque cada uno reciba un don y una función que desempeñar. Todos somos miembros del cuerpo de Cristo. También Jesús otorga a todos el don de la paz y del perdón no sólo a los apóstoles.
3.- Los discípulos salen a la calle y la Buena Noticia comienza a difundirse por todo el mundo, con un entusiasmo que nadie puede parar. El Espíritu en el corazón de cada creyente y en el corazón de la humanidad es más fuerte que toda debilidad y que todo el miedo del mundo. Es más fiel que todas las infidelidades, más cierto que todas nuestras dudas. Nos regala el amor y la vida para siempre. Se tiene que notar nuestro entusiasmo. Nadie va a preguntarnos qué es lo que creemos, sólo se fijarán si somos felices y transmitimos vida y alegría. No apaguemos la llama del Espíritu en nosotros. Colaboremos para que encienda a todos los hombres. Entusiasmarse es llenarse de Dios, que se note nuestro entusiasmo.
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