Publicado por Pastoral Vocacional
1. Comentario vocacional
Un año más nos encontramos a las puertas de la cuaresma con la intención de prepararnos a la celebración de la Pascua. El calendario nos ha traído hasta aquí y de nosotros depende aprovechar esta coyuntura para adentrarnos con paso decidido en estos días de penitencia y oración.
Dice el evangelista que “el Espíritu empujó a Jesús al desierto”. El desierto, como lugar de prueba y de encuentro con Dios, se actualiza para nosotros en estos días de cuaresma, días de prueba y días de encuentro con el Padre. Pero sólo sacaremos provecho de este tiempo si vamos empujados por el Espíritu. Es él quien nos tiene que guiar en esta travesía. Si no, correremos el riesgo de perdernos.
También los desiertos de nuestra vida, vivimos la misma experiencia de Jesús: la tentación. Al comienzo de su ministerio el evangelista nos presenta un hecho que estuvo, sin embargo, presente a lo largo de toda su vida. Jesús se encuentra en una encrucijada: optar por el camino del Padre u optar por el camino que le ofrece el tentador. Es cierto que Marcos no nos presenta al detalle este momento como lo hacen los otros sinópticos. Marcos no nos habla de tres tentaciones, porque en el fondo siempre es la misma. Y es, en definitiva, la misma tentación de todo hombre, la Tentación con mayúsculas: llevar una vida de espaldas a Dios, organizarse sin contar con él, vivir sin tenerle como referencia, construir el reino sin él.
A lo largo de la historia de la salvación, los hombres han sucumbido infinidad de veces a la tentación. Los cuarenta días de Jesús en el desierto nos recuerdan los cuarenta años que el pueblo judío pasó ahí. Sin embargo, Jesús supera la tentación que el pueblo judío no pudo o no supo vencer. Jesús se nos presenta como el hombre nuevo que vence al tentador y por ello nos muestra el camino a seguir. El ha querido encarnarse e insertarse en la historia de todo hombre, su historia de divisiones internas, de contradicciones, de duplicidades, de mediocridades… para salir finalmente victorioso. Donde hubo derrota, ahora hay victoria. Así toda su vida fue una superación de esta tentación para decirnos: Sí, es posible vivir como hijo de Dios.
Por eso, se marcha después a Galilea para proclamar el Evangelio de Dios. Es lo normal. Sólo aquel que ha superado y vencido al tentador puede proclamar sin ambigüedades y con autenticidad el Reino. Su vida es ya una realización del Reinado de Dios, porque en ella sólo Dios es el Señor y no se adoran otros señores.
Para nosotros la conversión que Jesús nos pide al comienzo de esta Cuaresma viene urgida por la llegada del Reino. Su venida demanda corazones preparados y sin divisiones, consagrados completamente a Dios. Nos pide además creer esa Buena Noticia que hemos escuchado mil y una vez. Una Buena Noticia que incluso nosotros proclamamos de manera adormilada y tibia, casi pidiendo perdón por molestar.
En nuestro camino vocacional son muchas las tentaciones que tenemos. Bueno, habría que volver a decir que es siempre la misma tentación pero que aparece muchas veces y con disfraces distintos. El peligro está en querer anunciar y hacer un reino de Dios a nuestra manera y semejanza. Es el peligro de querer domesticarlo según los intereses personales. Es el peligro a vivir acostumbrados a la mediocridad y la ambigüedad. Pero ese no es el camino. Guiados por el Espíritu en este desierto cuaresmal, pongamos a Dios en el centro, en el lugar que le corresponde. Hay sitio para la esperanza.
2. Ideas para la homilía
-Para entrar en este tiempo de cuaresma conviene estar guiado por el Espíritu porque la cuaresma se nos presenta como un desierto, es decir, un lugar privilegiado para la prueba pero también para el encuentro con Dios.
-Jesús nos muestra el camino para superar la Tentación con mayúsculas (vivir de espaldas a Dios, querer construir su Reino sin contar con él). Con su ejemplo, Jesús nos dice que vencer al tentador es posible.
-Sólo el que supera la tentación anuncia con credibilidad el Reino de Dios porque en su vida no se adoran a dos señores.
-La presencia del Reino nos pide corazones consagrados completamente a Dios y a su Reino.
3. Preguntas para la reflexión personal o en grupo
-¿Con qué espíritu te presentas a las puertas de la Cuaresma de este año?
-¿En qué sentido el Espíritu de Dios guía tu vida como hizo con Jesús?
-¿En qué situaciones concretas de tu vida se manifiesta la tentación de vivir de espaldas a Dios?
-¿Cómo superas esa tentación?
-¿Cómo resuena en ti la invitación de Jesús “convertíos y creed en la Buena Noticia”?
Un año más nos encontramos a las puertas de la cuaresma con la intención de prepararnos a la celebración de la Pascua. El calendario nos ha traído hasta aquí y de nosotros depende aprovechar esta coyuntura para adentrarnos con paso decidido en estos días de penitencia y oración.
Dice el evangelista que “el Espíritu empujó a Jesús al desierto”. El desierto, como lugar de prueba y de encuentro con Dios, se actualiza para nosotros en estos días de cuaresma, días de prueba y días de encuentro con el Padre. Pero sólo sacaremos provecho de este tiempo si vamos empujados por el Espíritu. Es él quien nos tiene que guiar en esta travesía. Si no, correremos el riesgo de perdernos.
También los desiertos de nuestra vida, vivimos la misma experiencia de Jesús: la tentación. Al comienzo de su ministerio el evangelista nos presenta un hecho que estuvo, sin embargo, presente a lo largo de toda su vida. Jesús se encuentra en una encrucijada: optar por el camino del Padre u optar por el camino que le ofrece el tentador. Es cierto que Marcos no nos presenta al detalle este momento como lo hacen los otros sinópticos. Marcos no nos habla de tres tentaciones, porque en el fondo siempre es la misma. Y es, en definitiva, la misma tentación de todo hombre, la Tentación con mayúsculas: llevar una vida de espaldas a Dios, organizarse sin contar con él, vivir sin tenerle como referencia, construir el reino sin él.
A lo largo de la historia de la salvación, los hombres han sucumbido infinidad de veces a la tentación. Los cuarenta días de Jesús en el desierto nos recuerdan los cuarenta años que el pueblo judío pasó ahí. Sin embargo, Jesús supera la tentación que el pueblo judío no pudo o no supo vencer. Jesús se nos presenta como el hombre nuevo que vence al tentador y por ello nos muestra el camino a seguir. El ha querido encarnarse e insertarse en la historia de todo hombre, su historia de divisiones internas, de contradicciones, de duplicidades, de mediocridades… para salir finalmente victorioso. Donde hubo derrota, ahora hay victoria. Así toda su vida fue una superación de esta tentación para decirnos: Sí, es posible vivir como hijo de Dios.
Por eso, se marcha después a Galilea para proclamar el Evangelio de Dios. Es lo normal. Sólo aquel que ha superado y vencido al tentador puede proclamar sin ambigüedades y con autenticidad el Reino. Su vida es ya una realización del Reinado de Dios, porque en ella sólo Dios es el Señor y no se adoran otros señores.
Para nosotros la conversión que Jesús nos pide al comienzo de esta Cuaresma viene urgida por la llegada del Reino. Su venida demanda corazones preparados y sin divisiones, consagrados completamente a Dios. Nos pide además creer esa Buena Noticia que hemos escuchado mil y una vez. Una Buena Noticia que incluso nosotros proclamamos de manera adormilada y tibia, casi pidiendo perdón por molestar.
En nuestro camino vocacional son muchas las tentaciones que tenemos. Bueno, habría que volver a decir que es siempre la misma tentación pero que aparece muchas veces y con disfraces distintos. El peligro está en querer anunciar y hacer un reino de Dios a nuestra manera y semejanza. Es el peligro de querer domesticarlo según los intereses personales. Es el peligro a vivir acostumbrados a la mediocridad y la ambigüedad. Pero ese no es el camino. Guiados por el Espíritu en este desierto cuaresmal, pongamos a Dios en el centro, en el lugar que le corresponde. Hay sitio para la esperanza.
2. Ideas para la homilía
-Para entrar en este tiempo de cuaresma conviene estar guiado por el Espíritu porque la cuaresma se nos presenta como un desierto, es decir, un lugar privilegiado para la prueba pero también para el encuentro con Dios.
-Jesús nos muestra el camino para superar la Tentación con mayúsculas (vivir de espaldas a Dios, querer construir su Reino sin contar con él). Con su ejemplo, Jesús nos dice que vencer al tentador es posible.
-Sólo el que supera la tentación anuncia con credibilidad el Reino de Dios porque en su vida no se adoran a dos señores.
-La presencia del Reino nos pide corazones consagrados completamente a Dios y a su Reino.
3. Preguntas para la reflexión personal o en grupo
-¿Con qué espíritu te presentas a las puertas de la Cuaresma de este año?
-¿En qué sentido el Espíritu de Dios guía tu vida como hizo con Jesús?
-¿En qué situaciones concretas de tu vida se manifiesta la tentación de vivir de espaldas a Dios?
-¿Cómo superas esa tentación?
-¿Cómo resuena en ti la invitación de Jesús “convertíos y creed en la Buena Noticia”?
4.Un poco de poesía
El jugador
Y un día, al cabo, la pregunta llega:
¿a qué jugabas? ¿quién vivió tu vida?
¿sólo esquivar el llanto y la partida?
¿sólo esconderse a la gallina ciega?
Viviste sobre la interior bodega
en un vacío galopar: la huida
no era freno, ni sed, ni ardor, ni herida,
sino algo que ni sacia ni sosiega.
No fuiste ángel ni hombre. Ni siquiera
santo, borracho o bailarín. Pasabas
de un amor a otro, a otro, a otros.
Lo humano y lo divino: Todo era
juegos de azar en los que ni jugabas.
Y hoy te descuartizan tus dos potros.
(José Luís Martín Descalzo)
El jugador
Y un día, al cabo, la pregunta llega:
¿a qué jugabas? ¿quién vivió tu vida?
¿sólo esquivar el llanto y la partida?
¿sólo esconderse a la gallina ciega?
Viviste sobre la interior bodega
en un vacío galopar: la huida
no era freno, ni sed, ni ardor, ni herida,
sino algo que ni sacia ni sosiega.
No fuiste ángel ni hombre. Ni siquiera
santo, borracho o bailarín. Pasabas
de un amor a otro, a otro, a otros.
Lo humano y lo divino: Todo era
juegos de azar en los que ni jugabas.
Y hoy te descuartizan tus dos potros.
(José Luís Martín Descalzo)
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