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viernes, 23 de mayo de 2008

Evangelio del Día Comentado: Sábado 24 de mayo


EVANGELIO
Marcos 10, 13-16

13Le llevaban chiquillos para que los tocase, pero los discípulos se pusieron a regañarles. 14Al verlo Jesús, les dijo indignado:
-Dejad que los chiquillos se me acerquen, no se lo impidáis, porque los que son como éstos tienen a Dios por rey. 15Os lo aseguro: quien no acoja el reino de Dios como un chiquillo, no entrará en él.
16Y, abrazándolos, los bendecía imponiéndoles las manos.


COMENTARIOS
I

v. 13 Le llevaban chiquillos para que los tocase, pero los discípulos se pusieron a conminarles.
Chiquillos, como en 9,36: nuevos seguidores de Jesús, no procedentes del judaísmo, que aceptan plenamente su programa. Los discípulos quieren impedir que se acerquen a Jesús y les conminan como si tuviesen un mal espíritu (como Pedro a Jesús en 8,32). Aparece de nuevo la tensión entre los dos grupos (cf. 9,37).

v. 14 Al verlo Jesús, les dijo indignado: «Dejad que los chiquillos se me acerquen, no se lo impidáis, porque sobre los que son como éstos reina Dios».
Jesús se indigna. Su prohibición: no se lo impidáis, relaciona esta perícopa con la del exorcista (9,39), figura de un seguidor no israelita. Tienen derecho al contacto con Jesús porque, gracias a su opción, Dios reina sobre ellos; de los que son como éstos (lit. «de estos tales»), es decir, de los que se hacen «últimos de todos y servidores de todos» (9,35).

v. 15 Os lo aseguro: «quien no acoja el Reino de Dios como un chiquillo, no entrara en él».
Jesús termina con un dicho solemne (Os lo aseguro): La actitud de estos seguidores es la necesaria para entrar en el Reino, cuya primicia es la comunidad cristiana. Para ellos, el Reino ya no está cerca (1,15): su opción por Jesús ha colmado la distancia que lo separaba y entran en él. Son modelo de aceptación/acogida del reinado de Dios.

v. 16 Y, abrazándolos, los bendecía imponiéndoles las manos.
Como hizo Jesús antes con un «chiquillo» (9,36), también aquí abraza a éstos, mostrándoles su identificación y afecto. Ya se ha notado la correspondencia entre «abrazar» y «ser hermano, hermana y madre» de Jesús (3,35). Al gesto del abrazo se une la bendición de Jesús, la abundante comunicación de vida a los que han producido (4,24s).

II

Santiago finaliza su carta formulando una serie de exigencias a la comunidad desde realidades concretas como enfermedad y reconciliación, en las cuales ella debe tener en cuenta su experiencia con Cristo resucitado. Un elemento primordial que alimenta y fortalece tal experiencia es la oración. Santiago, afirma que la oración hecha con fe, sana. Nuestra oración ha de ser una súplica confiada, no vacilante, que desnude nuestras más profundas necesidades, nuestros más grandes retos y esperanzas. Que nos lleve a vivir un contacto real y vivificante con el Resucitado y nos permita ir creciendo cada vez más en nuestra compenetración con él. El simple hábito de mascullar una serie de rezos con los labios mientras la mente divaga por cualquier parte, dista mucho de ser realmente oración. De ahí el desprestigio que suele rondar a personas supuestamente muy devotas que viven rezando, pero cuya vivencia práctica del mensaje cristiano deja mucho que desear.
Jesús va abriendo en su ministerio caminos de encuentro con Dios Padre que llevan constantemente a que sus discípulos, formados en los ambientes religiosos del judaísmo, se escandalicen por la forma como actúa su Maestro y se resistan a ver y escuchar la liberación que él lleva a cabo en medio de los marginados y excluidos de su momento histórico. Acoger a los niños era acoger la realidad de uno de los tantos grupos que en el judaísmo no contaban para la sociedad, pero que en cuyos corazones ya se comenzaba a intuir la realidad del reino de Dios; porque, dentro de su simplicidad, su sinceridad y su capacidad de amar sin dobleces, en ellos estaba ya presente la esperanza de un futuro en el que tendrían plena participación y significación por su valor supremo como personas. No descuidemos a los que el Señor tanto amó y de quienes «es el reino de los cielos».

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