Por CAMINO MISIONERO
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 9, 32-38
Le presentaron a Jesús un mudo que estaba endemoniado. El demonio fue expulsado y el mudo comenzó a hablar. La multitud, admirada, comentaba: «Jamás se vio nada igual en Israel».
Pero los fariseos decían: «Él expulsa a los demonios por obra del Príncipe de los demonios».
Jesús recorría todas las ciudades y los pueblos, enseñando en las sinagogas, proclamando la Buena Noticia del Reino y sanando todas las enfermedades y dolencias. Al ver a la multitud, tuvo compasión, porque estaban fatigados y abatidos, como ovejas que no tienen pastor.
Entonces dijo a sus discípulos: «La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha».
Reflexión
Queridos Amigos en el Señor, hoy la liturgia nos trae un pasaje del Evangelio, que es una de las provocaciones misioneras por excelencia: “La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos”. Creo que todos cuando escuchamos la proclamación de estas palabras del Señor, se nos viene automáticamente a la cabeza la idea de una actividad apostólica. Y está bien, pero no debemos quedarnos en esa sola concepción e ir un poco más allá.
Un misionero cristiano, es una persona que busca agradar al Padre celestial, como Jesús nos ha enseñado. Que busca cumplir con los mandatos de Cristo. Pero por sobre todo, el inicio de la vocación misionera es sentir lo que Jesús mismo siente. ¡Y eso no es poca cosa!
¿Como hacemos para descubrir a Cristo? No hay una fórmula matemática que nos diga que pasos seguir para obtener el resultado deseado. Pero podemos intuirlo al orar la Biblia. Como primera medida debemos hablarle al Padre para que nos otorgue la Gracia de ir descubriendo nuestra misión en este mundo. Es una tarea larga y bastante ardua, difícilmente se realice de un día al otro. Requiere de mucha paciencia para ir madurando nuestra afectividad y fortaleza espiritual, para ir revisando nuestras falencias que dan lugar al pecado, y también las fortalezas y dones que el Señor nos regaló para ponerlo al servicio del Evangelio y de nuestros hermanos. En segunda instancia es ir aprendiendo de aquellos que nos precedieron en el seguimiento a Cristo, formándonos y conociendo las enseñanzas de la Iglesia, para ir incorporando el conocimiento en nuestra vidas, lo que derivará en el ultimo tramo, que es hacer experiencia todo lo vivido. Les pido disculpa por tan apretada síntesis del caminar misionero, pero creo que sirve para refrescarnos cosas muy elementales, que muy frecuentemente olvidamos.
Ayer decíamos que debíamos pedir la Fe y ejercitar la Humildad, hoy el Señor nos pide algo más que debemos sumarle a esta semana, es un sentimiento muy propio de Jesús, y que hace a las raíces de todo cristiano: compadecerse del hermano. Sentir compasión como Cristo. No lastima o algo parecido. Sino el SENTIR CON... de eso se trata. Buscar sentir lo mismo que Jesús, que a su vez trata de sentir lo mismo que aquellos hermanos sufrientes.
Si buscamos alcanzar este rasgo del Amor, tendremos por seguro que hemos comenzado a transitar el camino hacia el Reino, siguiéndolo a Jesús.
Si cada actividad apostólica (ministerio parroquial, rol en un movimiento, tarea en un grupo misionero, etc.), comienza a ser esbozado desde la compasión cristiana a nuestros hermanos, nuestro servicio estará dedicado a cumplir la Voluntad del Señor, en el lugar que hoy nos toca estar.
Todos tenemos necesidad de la compasión de Cristo, desde el aspecto espiritual, psicológico, afectivo o material. Todo eso no le pasa desapercibido al Maestro, como tampoco debe pasarnos a nosotros. Es por ello que hoy la Iglesia necesita de apóstoles que sientan y vivan como Jesús, lo técnico y estructural, viene después. Solo lo lograremos, como Jesús nos dice en el Evangelio de hoy, rogándole al Padre para que suscite corazones renovados al servicio del Reino. No necesitamos cantidad, ni excelencia de conocimientos. Nos urge contar con personas que ofrenden totalmente sus vidas a sus hermanos en nombre de Cristo.
Si todavía no te decidiste a empezar o estás viendo que te quedaste en la “letra” y no lo hiciste carne, nunca es tarde para comenzar. ¿QUIERES SER UN OBRERO EN LA CONSTRUCCIÓN DEL REINO? Ánimo que Cristo cuenta contigo. Amen.
Le presentaron a Jesús un mudo que estaba endemoniado. El demonio fue expulsado y el mudo comenzó a hablar. La multitud, admirada, comentaba: «Jamás se vio nada igual en Israel».
Pero los fariseos decían: «Él expulsa a los demonios por obra del Príncipe de los demonios».
Jesús recorría todas las ciudades y los pueblos, enseñando en las sinagogas, proclamando la Buena Noticia del Reino y sanando todas las enfermedades y dolencias. Al ver a la multitud, tuvo compasión, porque estaban fatigados y abatidos, como ovejas que no tienen pastor.
Entonces dijo a sus discípulos: «La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha».
Reflexión
Queridos Amigos en el Señor, hoy la liturgia nos trae un pasaje del Evangelio, que es una de las provocaciones misioneras por excelencia: “La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos”. Creo que todos cuando escuchamos la proclamación de estas palabras del Señor, se nos viene automáticamente a la cabeza la idea de una actividad apostólica. Y está bien, pero no debemos quedarnos en esa sola concepción e ir un poco más allá.
Un misionero cristiano, es una persona que busca agradar al Padre celestial, como Jesús nos ha enseñado. Que busca cumplir con los mandatos de Cristo. Pero por sobre todo, el inicio de la vocación misionera es sentir lo que Jesús mismo siente. ¡Y eso no es poca cosa!
¿Como hacemos para descubrir a Cristo? No hay una fórmula matemática que nos diga que pasos seguir para obtener el resultado deseado. Pero podemos intuirlo al orar la Biblia. Como primera medida debemos hablarle al Padre para que nos otorgue la Gracia de ir descubriendo nuestra misión en este mundo. Es una tarea larga y bastante ardua, difícilmente se realice de un día al otro. Requiere de mucha paciencia para ir madurando nuestra afectividad y fortaleza espiritual, para ir revisando nuestras falencias que dan lugar al pecado, y también las fortalezas y dones que el Señor nos regaló para ponerlo al servicio del Evangelio y de nuestros hermanos. En segunda instancia es ir aprendiendo de aquellos que nos precedieron en el seguimiento a Cristo, formándonos y conociendo las enseñanzas de la Iglesia, para ir incorporando el conocimiento en nuestra vidas, lo que derivará en el ultimo tramo, que es hacer experiencia todo lo vivido. Les pido disculpa por tan apretada síntesis del caminar misionero, pero creo que sirve para refrescarnos cosas muy elementales, que muy frecuentemente olvidamos.
Ayer decíamos que debíamos pedir la Fe y ejercitar la Humildad, hoy el Señor nos pide algo más que debemos sumarle a esta semana, es un sentimiento muy propio de Jesús, y que hace a las raíces de todo cristiano: compadecerse del hermano. Sentir compasión como Cristo. No lastima o algo parecido. Sino el SENTIR CON... de eso se trata. Buscar sentir lo mismo que Jesús, que a su vez trata de sentir lo mismo que aquellos hermanos sufrientes.
Si buscamos alcanzar este rasgo del Amor, tendremos por seguro que hemos comenzado a transitar el camino hacia el Reino, siguiéndolo a Jesús.
Si cada actividad apostólica (ministerio parroquial, rol en un movimiento, tarea en un grupo misionero, etc.), comienza a ser esbozado desde la compasión cristiana a nuestros hermanos, nuestro servicio estará dedicado a cumplir la Voluntad del Señor, en el lugar que hoy nos toca estar.
Todos tenemos necesidad de la compasión de Cristo, desde el aspecto espiritual, psicológico, afectivo o material. Todo eso no le pasa desapercibido al Maestro, como tampoco debe pasarnos a nosotros. Es por ello que hoy la Iglesia necesita de apóstoles que sientan y vivan como Jesús, lo técnico y estructural, viene después. Solo lo lograremos, como Jesús nos dice en el Evangelio de hoy, rogándole al Padre para que suscite corazones renovados al servicio del Reino. No necesitamos cantidad, ni excelencia de conocimientos. Nos urge contar con personas que ofrenden totalmente sus vidas a sus hermanos en nombre de Cristo.
Si todavía no te decidiste a empezar o estás viendo que te quedaste en la “letra” y no lo hiciste carne, nunca es tarde para comenzar. ¿QUIERES SER UN OBRERO EN LA CONSTRUCCIÓN DEL REINO? Ánimo que Cristo cuenta contigo. Amen.
Imagen para contemplar
Jesús mira a la gente y se compadece de ellos.
¿Cómo es su mirada? ¿Qué te dice su mirada?
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