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martes, 1 de julio de 2008

XIV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO - CICLO A: ¿Escuchar a los sabios o a los sencillos?

Publicado por Pasionistas

El Evangelio de este domingo tendría que cambiar nuestra mentalidad sobre el escuchar. Porque, a decir verdad, hoy sólo queremos escuchar a los sabios, a los que tienen fama. Sencillamente porque tenemos la idea de que sólo los intelectuales, los sabios, los Premios Novel, tienen algo que decirnos.
Cuando llega una de esas figuras que nosotros llamamos “grandes”, tenemos que pagar para poder escucharles. ¿Ustedes se imaginan que por una Conferencia, el 22 de octubre del 2007, en Palma de Mallorca, el Sr. Al Gore se cobró nada menos que 200.000 euros? Cuesta hacerles hablar y cuesta escucharlos. Bueno, y también entenderles.

Sin embargo, el Evangelio de hoy nos dice otra cosa. Jesús no le da gracias al Padre por esas tremendas cabezas que todo lo saben, que entienden de todo y que dicen palabras que nadie entiende. Al contrario, “da gracias al Padre, porque ha escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las ha revelado a la gente sencilla”.

Es posible que todos conozcamos la ciencia y la sabiduría de los grandes intelectuales, sus teorías y sus hipótesis. Pero también es posible que conozcamos muy poco la sabiduría de la gente sencilla. Esa gente que sabe poco, pero sabe mucho. En 1969 participé en un Cursillo de Cristiandad en nuestra selva peruana. El equipo base lo formaban grandes figuras llegadas de Lima. Pero también había gente sencilla de la selva. Uno de ellos, recuerdo le llamaban el Tunchi, no sabía leer ni escribir. Sin embargo, cuando por las noches hacíamos el discernimiento de cómo marchaba el Cursillo, cuando él tomaba la palabra todos nos quedábamos mudos, porque lo que nosotros, gente muy preparada, no veíamos, él lo veía.

Recuerdo que una noche, uno de los sacerdotes que dirigían el Cursillo se puso demasiado serio y preocupado por uno de los participantes que daba la impresión de que todo le resbalaba. El buen Tunchi tomó la palabra y dijo: “¿Acaso su conversión depende de nosotros? ¿Acaso el reloj de Dios coincide con el nuestro? Dejémosle que él siga el horario de Dios en su corazón y veréis que su corazón responde mejor que el nuestro”. Todos guardamos silencio. Nos dimos cuenta de que nosotros nos fiábamos más de nuestros rollos que de la acción de Dios. El último día, el hombre dio un vuelco en su vida que, hasta me atrevería a decir, que fue el único que se convirtió de veras a Dios.


Dios se revela a los sencillos y habla a través de los sencillos.

Dios habla a través de esa abuelita que no sabe leer, pero que siente muy dentro la experiencia de Dios. Estoy pensando en mi abuela de ochenta años que me enseñó a hablar con Dios.

Dios habla a través de esas madres de familia que no saben leer y luchan para que sus hijos sean lo que ellas no pudieron ser en la vida.

Dios habla a través de esa gente que no entiende nuestras homilías y que luego nos cuentan sus experiencias de Dios en el encuentro con su Palabra.

Un día, hablando con un hombre que vendía golosinas en la calle, me decía que él comenzaba el día orando media hora con los Salmos. Yo he rezado los Salmos toda mi vida pero no sé hasta donde hice oración con ellos.

Nos reímos de esa monjita de clausura que no asiste a los grandes Congresos de Teología, pero que se pasa el día en la sencilla contemplación de Dios.

¿Alguien recuerda a aquel analfabeto que no sabía leer ni había aprendido ninguna oración? Un día tenía ganas de orar y no sabía cómo y se le ocurre recortar todas las letras del alfabeto y las echa al suelo y le dice a Dios: “Señor, yo no sé rezar porque no sé leer, pero tú sabes leer. Ahí tienes todas las letras para que tú compongas la oración que más te guste”

Es que la verdadera ciencia no es la que se aprende en los libros, sino aquella que se aprende escuchando a Dios en el corazón. Una es la ciencia humana y otra la sabiduría de Dios. “Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar”.

El Papa tiene sus grandes teólogos como sus asesores. Por esos los Documentos eclesiales son tan difíciles de entender. Parecen escritos para teólogos. Pero el Papa habrá consultado alguna vez a la gente sencilla de la calle?

Los Obispos tienen también su equipo de teólogos y canonistas. ¿Pero alguna vez han llamado a la gente sencilla para saber lo que piensan y cómo ven la verdad del Evangelio en la vida?

Escuchamos a los sabios, pero no escuchamos a aquellos a quienes Dios les ha revelado su propio misterio y el misterio de su Hijo. Cuando Jesús le da gracias al Padre “porque ha escondido el secreto del Evangelio a los sabios y entendidos, y se los ha revelado a la gente sencilla” termina con una frase inquietante: “Sí, Padre, así te ha parecido mejor”.

Y Pablo escribirá a los de Corinto: “¡Mirad, hermanos, quiénes habéis sido llamados! No hay muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos ni muchos de la nobleza. Ha escogido Dios más bien lo necio del mundo, para confundir a los sabios, Y ha escogido Dios lo débil del mundo, para confundir lo fuerte”. (1Co 126-27)

Oración

Señor: Hoy somos todos muy sabios. Nos gusta escuchar a los sabios.
Por eso nos cuesta tanto aceptarte a ti y tu Evangelio.
Nos cuesta aceptar esa sabiduría que es la sabiduría de la Cruz.
Los tuyos tampoco la entendían.
Consultamos a los adivinos que leen nuestro futuro. Y te consultamos poco a Ti.
Consultamos a los grandes sabios. Y preguntamos poco a la sabiduría de la gente sencilla a la que Tú te revelas y manifiestas.
Hazme sencillo, Señor. Revélame tu sabiduría,
esa que la sabiduría humana no entiende.

(Clemente Sobrado C.P.) www.iglesiaquecamina.com

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