Publicado por Sin tapujos
(Mt 25-30)
Jesús alaba al Padre porque las cosas escondidas a los sabios las ha revelado a los pequeños. Afirma que el Padre le ha confiado todo y nadie puede conocer al hijo sino el Padre así como nadie puede conocer al Padre sino el hijo. Llama a todos los afligidos y agobiados para aliviarlos porque su yugo es suave y su carga ligera.
Síntesis de la Homilía
La reacción de Jesús, denota fatiga por la incomprensión que lo rodea de parte de los que consideran sabios y prudentes, incluyendo a los discípulos del Bautista que han ido a preguntarle si él es el esperado o tienen que mirar hacia otro lado. Alaba a Dios ante la dolorosa constatación de que la gente importante no descubre el valor del reino que proclama y, en cambio, sí lo entienden los pobres, ignorantes y pequeños. El mismo se lo explica porque nadie puede penetrar en toda la profundidad de sus intenciones y su plan del reino si no es el Padre Dios que penetra la dimensión del corazón. Pero también afirma que nadie puede conocer realmente a Dios sino por su humanidad, por el conocimiento de su persona que es la revelación que Dios ha puesto a nuestro alcance.
Se trata de una afirmación que muchas veces no es comprendida en la iglesia actual que notifica y amonesta a quienes insisten en la presentación de Jesús como verdadero ser humano. Y es que si solamente lo consideramos como Dios, lo alejamos de su misión fundamental que es revelarnos, descubrirnos al Dios, inaccesible de otro modo para nosotros,
Y aquí encaja la afirmación de las cosas escondidas para los grandes. No porque Dios esté jugando con ellos a ver si lo descubren, sino porque ellos, y en algunos casos también la Iglesia, desprecian su humanidad, haciendo más caso a sus razonamientos e intereses particulares que prefieren refugiarse en su divinidad.
Mirando a los pequeños que lo siguen y quieren conocer al Padre por él, Jesús también resalta la decepción de quienes sujetos a la Ley la están experimentando como un peso que consiste solamente en una serie de prohibiciones y amenazas. A eso se refiere una de sus acusaciones contra los que ponen cargas insoportables. Y ofrece la alternativa de su yugo que, como perspectiva de observancia, es sólo la ley del amor que supone libertad y solidaridad comunitaria. Los dos elementos que han de convertirse en la consigna de los convocados como discípulos y como iglesia.
No es raro encontrarse con quienes reciben las cargas impuestas por leyes eclesiásticas como insoportables. Para ellos también tiene vigencia la invitación de Jesús. Volver a sus palabras, centrar sus preocupaciones en la ley del amor, aceptar las ayudas y criterios comunitarios para así sentirse aliviados y reconfortados.
Buscando coincidencias entre las lecturas
La profecía de Zacarías anuncia la venida del enviado de Dios para quebrar los arcos de os guerreros, terminar con las guerras y establecer la paz.
Las obras de la carne de que habla Pablo pueden resumirse en todas las variedades que abarca el egoísmo humano y las del Espíritu con todas las riquezas contenidas en la ley del amor.
Mateo nos entrega una alabanza de Jesús al Padre porque se ha apartado de los satisfechos con sus propios intereses y prestigio para revelarse a los débiles y pequeños.
Síntesis de la Homilía
La reacción de Jesús, denota fatiga por la incomprensión que lo rodea de parte de los que consideran sabios y prudentes, incluyendo a los discípulos del Bautista que han ido a preguntarle si él es el esperado o tienen que mirar hacia otro lado. Alaba a Dios ante la dolorosa constatación de que la gente importante no descubre el valor del reino que proclama y, en cambio, sí lo entienden los pobres, ignorantes y pequeños. El mismo se lo explica porque nadie puede penetrar en toda la profundidad de sus intenciones y su plan del reino si no es el Padre Dios que penetra la dimensión del corazón. Pero también afirma que nadie puede conocer realmente a Dios sino por su humanidad, por el conocimiento de su persona que es la revelación que Dios ha puesto a nuestro alcance.
Se trata de una afirmación que muchas veces no es comprendida en la iglesia actual que notifica y amonesta a quienes insisten en la presentación de Jesús como verdadero ser humano. Y es que si solamente lo consideramos como Dios, lo alejamos de su misión fundamental que es revelarnos, descubrirnos al Dios, inaccesible de otro modo para nosotros,
Y aquí encaja la afirmación de las cosas escondidas para los grandes. No porque Dios esté jugando con ellos a ver si lo descubren, sino porque ellos, y en algunos casos también la Iglesia, desprecian su humanidad, haciendo más caso a sus razonamientos e intereses particulares que prefieren refugiarse en su divinidad.
Mirando a los pequeños que lo siguen y quieren conocer al Padre por él, Jesús también resalta la decepción de quienes sujetos a la Ley la están experimentando como un peso que consiste solamente en una serie de prohibiciones y amenazas. A eso se refiere una de sus acusaciones contra los que ponen cargas insoportables. Y ofrece la alternativa de su yugo que, como perspectiva de observancia, es sólo la ley del amor que supone libertad y solidaridad comunitaria. Los dos elementos que han de convertirse en la consigna de los convocados como discípulos y como iglesia.
No es raro encontrarse con quienes reciben las cargas impuestas por leyes eclesiásticas como insoportables. Para ellos también tiene vigencia la invitación de Jesús. Volver a sus palabras, centrar sus preocupaciones en la ley del amor, aceptar las ayudas y criterios comunitarios para así sentirse aliviados y reconfortados.
Buscando coincidencias entre las lecturas
La profecía de Zacarías anuncia la venida del enviado de Dios para quebrar los arcos de os guerreros, terminar con las guerras y establecer la paz.
Las obras de la carne de que habla Pablo pueden resumirse en todas las variedades que abarca el egoísmo humano y las del Espíritu con todas las riquezas contenidas en la ley del amor.
Mateo nos entrega una alabanza de Jesús al Padre porque se ha apartado de los satisfechos con sus propios intereses y prestigio para revelarse a los débiles y pequeños.
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