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viernes, 1 de agosto de 2008

XVIII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO - CICLO A: Jesús se retira a un lugar tranquilo para orar


EN RESUMEN

Isaías 55, 1 – 3. El profeta emplea la imagen de un vendedor que ofrece variada mercancía: Leche, trigo, agua, vino…La cual nadie puede comprar, y por eso la da gratis. Es el mensaje de los dones generosos de Dios para todos sus hijos.

Salmo 144, 8 – 9. 15 – 18. El salmista expresa aquí su confianza en el Señor y la explica desde el corazón. Quisiera enumerar todos los beneficios que Dios derrama a diario sobre su pueblo. Lo alimenta a diario, como a los pájaros del cielo, con la ternura que luego explicará san Mateo.

Romanos 8, 35. 37 – 39. Dios Padre nos ha salvado por la muerte y resurrección de Jesucristo. Ya nada puede apartarnos de este Amor, porque la palabra del Señor no puede fallar. Aunque a veces dudemos, la bondad de Dios siempre estará a nuestro lado.

San Mateo 14, 13 – 21. Jesús se retira a un lugar tranquilo para orar. Pero la gente le sigue y Él siente lástima de ellos. El Señor comparte esta necesidad con sus discípulos: ¡Dadles vosotros de comer! Todos necesitamos el alimento material y el pan de la Vida. Pero esto se logra mediante la solidaridad de todos.

REFLEXIÓN

¿Qué hubiera sucedido?

¿Qué hubiera sucedido si aquel día las cosas ocurren al revés? Supongamos que Jesús, quien según san Mateo buscaba por esos días “un sitio tranquilo y apartado”, no sintió lástima de tantos pobres y enfermos que le seguían. Acostumbrado a contemplar tanta miseria, tenía además en su agenda compromisos más urgentes.

Supongamos también que los apóstoles no advirtieron el hambre de la gente, pues guardaban consigo suficientes provisiones. Que no colaboraron con el Señor, presentándole cinco panes de cebada y dos pescados, traídos por un muchacho en su alforja. Que el hijo de esa madre previsiva no hubiera renunciado con generosidad a su merienda. Que los discípulos se hubieran ahogado en el problema sin buscarle solución oportuna...
Resultado: Una multitud – cerca de cinco mil hombres, fuera de las mujeres y los niños, en el texto de san Mateo - que regresa a sus aldeas hambrienta y descorazonada.

Cualquier semejanza de esta hipótesis con situaciones actuales que nos rodean no es mera coincidencia.

Nos toca entonces a los cristianos obedecer diariamente al Señor: “Dadles vosotros de comer”. Lo cual haremos apoyados en el poder de Jesús, quien multiplica diariamente el bienestar y el alimento: “Mandó Jesús a la gente que se recostara en el hierba. Tomó los panes y los pescados, pronunció la bendición y se los dio a sus discípulos para que los repartieran. Y todos comieron hasta saciarse”.

Los evangelios consignan seis veces este acontecimiento. San Mateo y san Marcos lo incluyen repetido en sus relatos, con pequeñas variantes. Pudo ser que ocurrió en diversas ocasiones. O bien que las fuentes llegaron duplicadas a la redacción de los evangelistas.

Sin embargo, cada vez que alguno de nosotros comparte el pan con los necesitados, podemos añadir una página nueva al Evangelio para contar otra multiplicación. Ese día el amor de Dios vuelve a hacerse realidad, por el ministerio de nuestras manos. Se vuelve historia.

Buena enseñanza para los gobernantes, presidentes de empresas, gerentes, miembros de juntas directivas, banqueros e industriales. Pero también para nosotros los del común. A todos se nos ofrece la ocasión de ser generosos, o egoístas. De compartir, o de acaparar.
Para repetir el milagro de Jesús no es necesario fundar una Ong. Basta abrir el corazón y extender las manos. Llega de improviso el momento en que yo tengo provisiones y otro hermano tiene hambre.

Es claro que en este ejercicio se presentan engaños, mentiras, e impredecibles dificultades. Buscaremos entonces que nuestra caridad sea constructiva y no meramente asistencial. Pero que nuestro amor sea parecido al de Cristo, verdadero y eficaz: “Dadles vosotros de comer”.

Por lo demás, convenzámonos de que el hambre no existe meramente en los informes de simposios internacionales, o en las estadísticas de la FAO. Existe y duele en la anatomía de muchos hermanos nuestros, aquí y ahora, bajo el mismo sol y a pocos metros de mi despensa.

¿Cómo podremos entonces descansar satisfechos en una cama tibia, si ese día no hicimos algo evidente y concreto por socorrer a los necesitados? Que el Ángel de los Insomnios nos asista.

CALIDOSCOPIO

Otros posibles temas para la homilía:

• Renovar la importancia del compromiso social de los cristianos, con el fin de promover la justicia y la igualdad, resaltando algunos principios de la doctrina social de la Iglesia.

• Reflexionar en las diferentes hambres que afectan al mundo: El hambre de pan, de autenticidad, de dignidad, de libertad, de salud, de acogida: Iluminar estas circunstancias con la Palabra proclamada.

• Profundizar en esta frase de Juan Pablo II “Es necesario, sin duda, revisar los comportamientos consumistas, es hora de combatir el hedonismo imperante”. Situaciones que generan injusticia, desvían los recursos y crean hambre y división. Conclusiones prácticas al respecto.

• Examinar qué mecanismos de solidaridad existen en nuestras comunidades cristianas.

• Actualizar de nuevo el milagro que el amor puede realiza en la Iglesia y en la sociedad. “El que come, que comparta”. Ya que el pan compartido sabe mejor y se multiplica.


*ASTERISCO

Al Señor le dio lástima

El sitio donde ocurrió este signo de los panes y los pescados los evangelistas lo señalan como “el desierto”. Un lugar alejado de las aldeas. San Juan nos dice que Jesús y su grupo se encontraban “al otro lado" del lago. Tales localizaciones, más que precisiones exactas, son elementos para iniciar la narración.

Jesús regresa de una excursión, donde tratando de huir de la muchedumbre, nuevamente se encuentra con ella. Quería refugiarse en “un sitio tranquilo y apartado” y al desembarcar, ve un gentío del cual sintió lástima.
No apuntan los evangelistas el tiempo del milagro. Pero descubrimos un dato revelador: Había en el sitio mucha hierba. De allí deducimos que comenzaba la primavera y la Pascua está próxima. Además cuando se dice que los beneficiados fueron tantos hombres, fuera de las mujeres y los niños, sospechamos que aquel grupo eran gentes que subían a Jerusalém.

Es interesante además identificar el verbo griego, con el cual los evangelistas señalan que Jesús tuvo lástima. El término equivale literalmente a “conmoverse en las entrañas”. Pero no se trata de una compasión sentimental y estéril. El Maestro avanza de inmediato hacia algo concreto en favor de aquella multitud.

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