El Cumpleaños de la Virgen María: 08 de Setiembre

Por Ciudad Redonda

Queridos amigas y amigos:

Hoy celebramos el cumpleaños de María, nuestra madre. El cumpleaños del padre o de la madre siempre es un motivo de alegría que reúne a toda la familia para celebrarlo con profundos sentimientos de gratitud y de amor. A nuestros padres les debemos la vida. Ellos fueron el instrumento de Dios para concebirnos. En esa línea hoy celebra la Iglesia también la Natividad de María. Sabemos de su nacimiento por el evangelio apócrifo de Santiago, según el cual Ana, su madre, se casó con un labrador llamado Joaquín, galileo de Nazaret. Pero lo más cierto de todo es el dato de su nacimiento, que hoy recuerda y celebra la liturgia meditando el evangelio de la genealogía de Jesús y su concepción.

* Los orígenes de Jesús. Decía Pemán que “un hijo es una pregunta que le hacemos al destino”. Y también es una respuesta del pasado. La importancia de la genealogía en la Escritura deriva de la noción de creación. El Dios vivo crea al hombre viviente, portador y donador de vida. Mateo, al enumerar por tres veces a catorce antepasados de Jesús, muestra que su prehistoria forma parte de una unidad mayor, de un organismo que crece lentamente transformando la semilla en flor y la flor en el fruto que es Cristo. Nosotros hemos sido insertados en este gran organismo y en su corriente de vida alcanzamos nuestra identidad más genuina. Ser personas será siempre una manera –deficiente pero auténtica- de ser como Cristo.
* La figura de José. Es el hombre “justo”, según el acertado calificativo de Mateo. Entre los semitas, donde eran rarísimos los contratos por escrito, “justo” no era tanto el que cumplía las leyes, sino el que mantenía su promesa. José era un hombre que cumplía con su palabra. Pero, ante el desconcertante embarazo de María, no hizo uso de su derecho de denunciarla, sino que se comportó misericordiosamente. Su justicia fue, pues, superior a la humana, parecida a la justicia de Dios. Por eso es el primero en ser introducido en la obra de la redención. José, el hombre que tiene los mismos sueños que Dios, es grande por dos razones: no escuchó sus miedos y asumió obediente su oficio de padre: amar a Jesús, sin poseerle. Traer un hijo al mundo es relativamente fácil; pero ser su padre, amarlo, ayudarlo a crecer, hacerlo feliz, enseñarle el misterio de la vida, es otra cosa. Es una aventura.
* La figura de María. El primer episodio de la vida de María mencionado en el evangelio de Mateo es su matrimonio con José. La doncella de Nazaret ya ha pronunciado su primer sí, y antes que a Dios, lo había dicho a un hombre. Pero en el momento adecuado ella supo jerarquizar esos sus dos amores. Ella fue ante todo la esclava del Señor, ¡jamás fue la esclava del José! Dios y su Reino ocupó el centro de su corazón. Cada persona, según las leyes mendelianas de los cromosomas y los genes, hereda de su padre y de su madre. Cuando Jesús proclamó las bienaventuranzas pintaba a su madre: pobre de espíritu, mansa, hambrienta de justicia, paciente, humilde, misericordiosa, trabajadora por la paz. Ambos coincidían en sus actitudes vitales. Jesús predicó las bienaventuranzas porque ya las había vivido en Nazaret. Y las vivió porque las había visto en su Madre, al mujer del Reino.

Vuestro, hermano y amigo
Juan Carlos cmf