Por CAMINO MISIONERO
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 13, 31-35
Se acercaron algunos fariseos que le dijeron a Jesús: «Aléjate de aquí, porque Herodes quiere matarte».
Él les respondió: «Vayan a decir a ese zorro: hoy y mañana expulso a los demonios y realizo curaciones, y al tercer día habré terminado. Pero debo seguir mi camino hoy, mañana y pasado, porque no puede ser que un profeta muera fuera de Jerusalén.
¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise reunir a tus hijos, como la gallina reúne bajo sus alas a los pollitos, y tú no quisiste! Por eso, "a ustedes la casa les quedará desierta". Les aseguro que ya no me verán más, hasta que llegue el día en que digan:
¡Bendito el que viene en Nombre del Señor!»
A primera vista nos parece un tanto irreverente, por parte de Jesús, llamar "zorro" al Rey Herodes. Se
ve amenazado Jesús, pero no huye. Dice -previendo su muerte- que un profeta no debe morir fuera de
Jerusalén.
Hace primar la libertad y autonomía personal frente a una autoridad, que esclaviza. En nuestra vida y por
desgracia, nos han presentado la obediencia ciega y la sumisión pasiva como las grandes y únicas
virtudes cristianas.
Voces de fuera de la Iglesia, como la Ilustración y la Modernidad, nos han abierto los ojos al
descubrirnos la conciencia de la dignidad y la igualdad de todos los seres humanos. Simplemente
seres humanos, sometidos a la oscuridad y, por ello, con riesgo de equivocarnos.
Podemos y debemos rebelarnos y no obedecer a la autoridad, cuando nuestra conciencia nos
manifieste que no actúa correctamente. No se da entonces irreverencia ni rebeldía, sino más bien
rectitud de conciencia y coherencia ética en la práctica.
Karl Rahner, uno de los más ponderados teólogos del siglo XX, poco antes de su muerte, se lamentaba
y arrepentía de no haber sido más valiente frente a la autoridad eclesiástica.
Como miembros del pueblo de Dios tenemos todos una común dignidad, que debemos asumir con
responsabilidad personal, ya que, al final, tendremos que rendir cuantas a Dios. Y lo más importante
es poder decirle que hemos intentado obrar con coherencia.
El poder tiene muchas armas y puede aparecer bien subido en el carro del triunfo. Pero no
olvidemos que el único triunfo auténtico se llama "fidelidad al amor y a la verdad".
Jesús volverá a Jerusalén, no para orar en el templo, sino para morir en la cruz. Con su muerte se hará
trizas el velo del Templo, para que comprenda el pueblo que Dios no habita sólo allí ni acepta la
maldad (muerte). Es el Sumo Bien y se llega hasta El con la bondad del corazón limpio.
Él les respondió: «Vayan a decir a ese zorro: hoy y mañana expulso a los demonios y realizo curaciones, y al tercer día habré terminado. Pero debo seguir mi camino hoy, mañana y pasado, porque no puede ser que un profeta muera fuera de Jerusalén.
¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise reunir a tus hijos, como la gallina reúne bajo sus alas a los pollitos, y tú no quisiste! Por eso, "a ustedes la casa les quedará desierta". Les aseguro que ya no me verán más, hasta que llegue el día en que digan:
¡Bendito el que viene en Nombre del Señor!»
Compartiendo la Palabra
"No cabe que un profeta muera fuera de Jerusalén"
Autor: Padre Juan José Palomino del Alamo
"No cabe que un profeta muera fuera de Jerusalén"
Autor: Padre Juan José Palomino del Alamo
A primera vista nos parece un tanto irreverente, por parte de Jesús, llamar "zorro" al Rey Herodes. Se
ve amenazado Jesús, pero no huye. Dice -previendo su muerte- que un profeta no debe morir fuera de
Jerusalén.
Hace primar la libertad y autonomía personal frente a una autoridad, que esclaviza. En nuestra vida y por
desgracia, nos han presentado la obediencia ciega y la sumisión pasiva como las grandes y únicas
virtudes cristianas.
Voces de fuera de la Iglesia, como la Ilustración y la Modernidad, nos han abierto los ojos al
descubrirnos la conciencia de la dignidad y la igualdad de todos los seres humanos. Simplemente
seres humanos, sometidos a la oscuridad y, por ello, con riesgo de equivocarnos.
Podemos y debemos rebelarnos y no obedecer a la autoridad, cuando nuestra conciencia nos
manifieste que no actúa correctamente. No se da entonces irreverencia ni rebeldía, sino más bien
rectitud de conciencia y coherencia ética en la práctica.
Karl Rahner, uno de los más ponderados teólogos del siglo XX, poco antes de su muerte, se lamentaba
y arrepentía de no haber sido más valiente frente a la autoridad eclesiástica.
Como miembros del pueblo de Dios tenemos todos una común dignidad, que debemos asumir con
responsabilidad personal, ya que, al final, tendremos que rendir cuantas a Dios. Y lo más importante
es poder decirle que hemos intentado obrar con coherencia.
El poder tiene muchas armas y puede aparecer bien subido en el carro del triunfo. Pero no
olvidemos que el único triunfo auténtico se llama "fidelidad al amor y a la verdad".
Jesús volverá a Jerusalén, no para orar en el templo, sino para morir en la cruz. Con su muerte se hará
trizas el velo del Templo, para que comprenda el pueblo que Dios no habita sólo allí ni acepta la
maldad (muerte). Es el Sumo Bien y se llega hasta El con la bondad del corazón limpio.
1 comentario:
Yo creo que igual pasa hoy con aquellos que promueven el aborto, a nombre de los "derechos de la mujer" o de los adolescente o de quiensabequien. O la eutanasia como "muerte digna".
Falacias para intentar, sin lograrlo, justificar el mal.
Ese mal, que ya ha sido vencido por Cristo, a quien seguimos.
Gracias y bendiciones
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