Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 21, 1-4
Levantando los ojos, Jesús vio a unos ricos que ponían sus ofrendas en el tesoro del Templo. Vio también a una viuda de condición muy humilde, que ponía dos pequeñas monedas de cobre, y dijo: «Les aseguro que esta pobre viuda ha dado más que nadie. Porque todos los demás dieron como ofrenda algo de lo que les sobraba, pero ella, de su indigencia, dio todo lo que tenía para vivir».
«Alzando los ojos, vio a los ricos que echaban sus donativos en el tesoro del templo; vio también a una viuda muy pobre que echaba dos reales» (21,1-2). 'Alzar los ojos', 'ver', son medios estilísticos equivalentes al 'y mira', es decir, son una forma de llamar la atención al lector. Sin embargo, esta vez son los ojos de Jesús los que contemplan la realidad de distinta manera de como lo hace la sociedad. A través de los ojos de Jesús se nos invita a contemplar la distancia abismal que existe entre estos dos personajes: «Esa viuda, que es pobre, ha echado más que nadie, os lo aseguro» (21,3). La fórmula 'Os lo aseguro' sirve para recalcar la importancia de ese dicho. En el reino de Dios los valores se invierten: «Porque todos ésos han echado como donativo de lo que les sobra, pero ella ha echado de lo que le hace falta, todo lo que tenía para vivir» (21,4). La viuda representa a Israel, el pueblo falto de todo, dejado en la estacada por sus dirigentes, pero que lo da todo a Dios, mientras que éstos, representados por los ricos, solamente dan de lo que les es superfluo. La lección va dirigida a los discípulos.
A través de los discípulos se nos invita a dar a Dios, es decir, a poner al servicio de Dios, todas nuestras cualidades y potencialidades. Dios no valora, como hacemos nosotros, lo que aparece -y menos todavía la ostentación de los ricos-, sino las disposiciones interiores de la persona. Israel, a pesar de su indigencia, está bien dispuesto. De hecho, es el pueblo el que impide, con su presencia y avidez de escuchar, que los dirigentes lleven a cabo su conspiración contra Jesús. Lucas insiste en los rasgos positivos del pueblo sencillo. Su situación es desesperada. La alianza con Dios, 'su marido', se ha ido al traste por culpa de la prevaricación de sus jefes religiosos y políticos. Debe hacer una opción por la causa del reino que Jesús le propone. Es la única vía de salvación que le queda si quiere liberarse de esta penuria e indigencia que ya le es proverbial. ¿Lo hará? De momento escucha atentamente. Veremos más adelante hasta qué punto se dejará influir por sus dirigentes.
Levantando los ojos, Jesús vio a unos ricos que ponían sus ofrendas en el tesoro del Templo. Vio también a una viuda de condición muy humilde, que ponía dos pequeñas monedas de cobre, y dijo: «Les aseguro que esta pobre viuda ha dado más que nadie. Porque todos los demás dieron como ofrenda algo de lo que les sobraba, pero ella, de su indigencia, dio todo lo que tenía para vivir».
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Publicado por Fundación Epsilón
DIOS NO VALORA LA CANTIDAD, SINO LA CALIDAD DE LA OFRENDA
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DIOS NO VALORA LA CANTIDAD, SINO LA CALIDAD DE LA OFRENDA
«Alzando los ojos, vio a los ricos que echaban sus donativos en el tesoro del templo; vio también a una viuda muy pobre que echaba dos reales» (21,1-2). 'Alzar los ojos', 'ver', son medios estilísticos equivalentes al 'y mira', es decir, son una forma de llamar la atención al lector. Sin embargo, esta vez son los ojos de Jesús los que contemplan la realidad de distinta manera de como lo hace la sociedad. A través de los ojos de Jesús se nos invita a contemplar la distancia abismal que existe entre estos dos personajes: «Esa viuda, que es pobre, ha echado más que nadie, os lo aseguro» (21,3). La fórmula 'Os lo aseguro' sirve para recalcar la importancia de ese dicho. En el reino de Dios los valores se invierten: «Porque todos ésos han echado como donativo de lo que les sobra, pero ella ha echado de lo que le hace falta, todo lo que tenía para vivir» (21,4). La viuda representa a Israel, el pueblo falto de todo, dejado en la estacada por sus dirigentes, pero que lo da todo a Dios, mientras que éstos, representados por los ricos, solamente dan de lo que les es superfluo. La lección va dirigida a los discípulos.
A través de los discípulos se nos invita a dar a Dios, es decir, a poner al servicio de Dios, todas nuestras cualidades y potencialidades. Dios no valora, como hacemos nosotros, lo que aparece -y menos todavía la ostentación de los ricos-, sino las disposiciones interiores de la persona. Israel, a pesar de su indigencia, está bien dispuesto. De hecho, es el pueblo el que impide, con su presencia y avidez de escuchar, que los dirigentes lleven a cabo su conspiración contra Jesús. Lucas insiste en los rasgos positivos del pueblo sencillo. Su situación es desesperada. La alianza con Dios, 'su marido', se ha ido al traste por culpa de la prevaricación de sus jefes religiosos y políticos. Debe hacer una opción por la causa del reino que Jesús le propone. Es la única vía de salvación que le queda si quiere liberarse de esta penuria e indigencia que ya le es proverbial. ¿Lo hará? De momento escucha atentamente. Veremos más adelante hasta qué punto se dejará influir por sus dirigentes.
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