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martes, 25 de noviembre de 2008

I Domingo de Adviento - Ciclo B: ¿Quieres estar preparado para la venida del Señor?

P. Félix Jiménez Tutor, escolapio

Un rabino preguntó a sus estudiantes: ¿sabe alguno de vosotros cuándo termina la noche y comienza el día?
Un estudiante respondió: “Cuando ves un animal en la distancia y sabes si es una oveja o un chivo.
Otro dijo: “Cuando ves un árbol en la distancia y sabes si se trata de un cerezo o una mata de plátano”
Cada uno de los estudiantes iba dando ingeniosas respuestas hasta que el rabino les dijo, dejadme que os dé yo mi respuesta. La noche termina y el día comienza cuando miras a la cara de cualquier ser humano y ves la cara de tu hermano o hermana. Si no puedes hacer esto, no importa la hora del día, todavía vives en la noche.

Adviento es tiempo de distinguir a Jesucristo, Príncipe de la luz, rostro del hermano, entre los demás príncipes de este mercadillo humano.

Muchos años atrás, había un anuncio que decía: “Un libro ayuda a Triunfar”.
Nosotros, hoy, al comenzar el año litúrgico abrimos el Libro, nuevo ciclo de lecturas, el ciclo B, y decimos:” Un Libro ayuda a Cambiar.”
Este Libro no nos ayuda a triunfar en los negocios, ni nos salva. Sólo el Señor Jesús salva. Y Jesús no es un libro. Pero con este Libro puede comenzar un cambio y una aventura hacia la vida.

Todos hemos visto, alguna vez, uno de esos pintores que hacen retratos rápidos de las personas en la calle. Un día posó un borracho sucio, sin afeitar y con ropas malolientes. A pesar de su aspecto desastroso fingió gran dignidad. El pintor le dedicó más tiempo del normal y cuando terminó le presentó al hombre su retrato.

“Ese no soy yo” dijo, sorprendido, el borracho cuando se vio bien vestido y sonriendo en el retrato. Y el pintor le contestó: “Pero ese es el hombre que usted todavía puede llegar a ser”.

Al comenzar este tiempo de Adviento, en que preparamos la venida del Señor, la Palabra de Dios nos dice a todos y a ti

* que no estás preparado para el retrato porque eres prisionero de las mil trampas de este mundo,
* que estás sucio, desilusionado, sin esperanza, sin amor,
* que buscas soluciones a tus problemas en el periódico, en el horóscopo o en nuevas aventuras.

La Palabra de Dios te dice: tú puedes cambiar, tú puedes llegar a ser otro.

“Tú eres nuestro Padre, nosotros somos la greda y tú eres el alfarero, todos nosotros fuimos hechos por tus manos”.

Este alfarero te dice, ponte en mis manos, déjate modelar y yo te enseñaré lo que puedes llegar a ser.

¿Quieres cambiar? ¿Quieres estar preparado para la venida del Señor? ¿Quiere vivir este tiempo de espera, de Adviento, sin miedo?

Yo sé que son muchos los que no quieren, los que no se ponen a tiro de la Palabra de Dios, los que no tienen tiempo, los que viven abrumados por el trabajo, el cansancio, los hijos..., los que piensan que es imposible.

La Iglesia nos ofrece a todos nosotros un tiempo nuevo, un tiempo de espera y de esperanza: ADVIENTO.

El Adviento nos recuerda que nosotros no tenemos el control de la historia ni de la vida. Dios tiene el control y nosotros, los creyente, dependemos de Dios, de su poder, de su acción y de su amor.

1- En Adviento miramos al pasado y recordamos

Recordamos la primera venida del Señor. Hace más de dos mil años Dios entró en el mundo, nació, como todos nosotros, de una mujer, pequeño y pobre, como todos nosotros, en un pueblecito insignificante como el nuestro.

Miramos al pasado y recordamos el nacimiento del amor, de la esperanza, el nacimiento de Jesús.

Ese pasado, ese ayer lejano, nos suena, es eso que llamamos la Navidad: el pesebre, noche de paz, misa de gallo, regalos, árbol, año cero...

El pasado está lleno de Dios, lleno de Jesús, lleno de gloria. Adviento mira de reojo al día más importante de la historia, el día en que Dios dijo: aquí estoy para vosotros. Ha nacido un niño y es para vosotros.

2- En Adviento miramos al presente y nos arrepentimos y cambiamos

Hoy, miramos no al árbol sino al que cuelga del árbol, hoy es el día de la paz de Dios.

Hoy, cambiamos, hoy es el día cero de mi conversión.

Hoy, dedico mi tiempo a mi Señor.

Hoy, Jesús no es un recuerdo sino un presencia en mi vida.

Hoy, presente, me dejo cambiar por Jesús, vivo y presente en nuestra asamblea.

Sí, el ayer de Dios cambió la historia y el mundo es para que yo cambie en este día de gracia.

3- En Adviento miramos al futuro y ensayamos el juicio final del domingo

El futuro es Dios, el juicio es de Dios, el mundo nuevo y el cielo nuevo es obra de Dios.

Y el futuro acabará con la segunda venida de Jesús en su gloria. El futuro no está bajo el control del hombre y por eso vivimos desconcertados. A Dios nadie lo puede controlar. Nadie, a Dios gracias, tiene el mando para hacerle aparecer en la pantalla a su antojo. Hay muchos predicadores que juegan a adivinar la mente de Dios. No les crean.

“Estén preparados y vigilando porque no saben ni el día ni la hora. Es como el hombre que marcha al extranjero y deja su casa al cuidado de sus sirvientes y les da a cada uno un trabajo.”

Nosotros cuidamos la casa de Jesús y nos manda hacer dos cosas:

* esperen mi llegada: fieles al trabajo.
* estén despiertos: sean mis centinelas.

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