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jueves, 4 de diciembre de 2008

Comentario Bíblico y Pautas Homiléticas: El camino es el Evangelio

II DOMINGO DE ADVIENTO - CICLO B
Publicado por Dominicos.org

Introducción

Para celebrar el Adviento es necesario tener ansias del Mesías, del que ha de venir. Pero a la vez es necesario tener paciencia, o lo que es lo mismo, mantener la espera. Hemos de esforzarnos en entreverlo en los acontecimientos, en las personas. Juan Bautista lo anuncia. Lo anuncia como mayor que él, y si embargo, nada en Jesús manifestará que es mayor que el gran profeta y más que un profeta, -el mismo Jesus dixit- que es Juan Bautista. ¿Quién descubre en el niño de Belén al Dios encarnado? Ansia en descubrirlo, paciencia y perspicacia para descubrirlo. Así vamos dando pasos para el “encuentro” navideño del hombre y Dios.



Comentario bíblico

* Iª Lectura: Isaías (40,1-5.9-11): El consuelo, camino de nuestro Dios

I.1. La primera lectura es el maravilloso canto de la consolación que el Segundo Isaías lanza en medio del pueblo desterrado en Babilonia. El “segundo Isaías” no tiene nombre, está inserto en el libro que lleva el nombre de un maestro, pero es un profeta nuevo para una situación de nueva. El exilio había tirado por tierra todas las teologías y las seguridades religiosas que hasta entonces se habían hecho sobre el Dios de Israel. Eso significaba poner en entredicho el mismo credo fundacional, en el que se confiesa que Yahvé se comprometió a sacar al pueblo de la esclavitud de Egipto y llega hasta a hacer una «Alianza» con un grupo que no era nada en la historia de la humanidad, ignorando a los grandes pueblos y a las grandes culturas. El Deutero-Isaías, pues, vuelve a poner las cosas en su sitio y se atreve, en medio de aquella situación desesperada de los desterrados, a hacer una promesa y a proponer una teología renovada en la que el Dios de la liberación de Egipto volvía a revocar su Alianza como amor al pueblo.

I.2. Por eso se debe allanar el sendero, para que el pueblo vuelva bajo la experiencia de una nueva liberación que es tan prodigiosa y más que la primera, la del Éxodo de Egipto. Aquí está Dios de nuevo -dice el profeta-, porque no puede resistirse al clamor de los oprimidos y de los que sufren. Dios no falla nunca, aunque el pueblo haya sido infiel. Por eso el Adviento es tiempo de consolación y esperanza. Estas palabras toman cuerpo para una nueva esperanza, que es algo que necesitamos siempre. El camino del Señor (derek yahweh) es como el marco de la nueva liberación. Y por eso ha venido a ser uno de los símbolos decisivos del Adviento. Hay que comenzar de nuevo a andar el camino del retorno, de la nueva liberación y esto solamente puede hacerse con y desde la esperanza.

I.3. En otro momento dirá este profeta, “mis caminos no son vuestros caminos” (Is 55,10-11), porque es verdad que el profeta sabe ver los caminos de Dios con más lucidez que los hombres normales. Todo el mundo entiende qué es el camino de Dios, el que lleva a la vida, a la felicidad. Sabemos que en la mentalidad del profeta esto quiere decir que Dios se compromete, con la vuelta del destierro, a una nuevo Éxodo, el momento mágico y definitivo de la libertad frente a la esclavitud, de la vida frente a la muerte, de la paz frente a la guerra, la justicia frente a la impiedad. No es solamente volver a Jerusalén, tener un templo para dar culto a Dios. Los profetas son más utópicos que todo eso. La humanidad solamente tiene futuro en el camino de Dios que hay que preparar y recorrer.


* IIª Lectura: 2Pedro (3,8-14): El día del Señor, más allá del tiempo

II.1. La segunda lectura está tomada de uno de los escritos más tardíos del NT; conoce las cartas de Pablo y algunas otras. Se piensa que ha sido escrita para afrontar los problemas que suponía la dilación de la venida del Señor, cuando se había esperado ansiosamente. Su mundo conceptual carece de los planteamientos vivos de la primera y de la segunda generación cristianas y asoman en su perfil la trazas apocalípticas frente a doctrinas que pueden ser peligrosas para aquellos momentos (s. II).

II.2. Es verdad que todo el texto y mensaje tienen su punto álgido en la afirmación de que para Dios el tiempo es relativo: un día es como mil años. Y, de la misma manera, la apelación a la paciencia de Dios con nosotros supera toda otra afirmación apocalíptica de carácter temporal o catastrófico. Porque después de tanto tiempo, podemos estar en lo cierto, teológicamente hablando, cuando creemos que Dios no consumará la historia por una destrucción, sino por una transformación, en la que debe estar implicada especialmente la transformación de nuestra propia vida personal.

* Evangelio: Marcos (1,1-8): El camino de Dios es el evangelio

III.1. Se inicia en todos los sentidos el evangelio de Marcos. Como prólogo sirve para marcar las diferencias y los vínculos con el AT. Para ello se ha valido de la figura de Juan Bautista, que es una figura señera del Adviento. Históricamente, sabemos que Juan el Bautista predicó la llegada de un tiempo decisivo, que él mismo no podía alcanzar a ver con toda su radicalidad; pero de la misma manera que el AT es la preparación del NT, Juan resume toda esta función. Marcos (quien sea esta figura del cristianismo primitivo) escribe una obra que llama “evangelio”, buena noticia, ¡toda una proeza!. Pero esa buena noticia está en contraste con muchas cosas del pasado, las mejores de las cuales las representa en este instante el profeta del desierto, Juan el Bautista.

III.2. El Bautista era un profeta apocalíptico, y en el texto se nos describe con los rasgos del gran profeta Elías (2 Re 1,8, Mal 3,23), por eso no podrá entender plenamente la grandeza del evangelio que viene, incluso después de haber bautizado a Jesús. Juan está en el desierto, y el desierto es sólo una etapa de la vida del pueblo; es un símbolo de retiro, de penitencia, de conversión. El desierto es lo que está antes de la “tierra prometida”, y así hay que interpretarlo como semiótica certera. Pero también es verdad que es un marco adecuado para anhelar y desear algo nuevo y radical. Eso le sucede a Juan: presiente que algo nuevo está llegando... para lo que pide conversión.

III.3. Pero la conversión cristiana, la que propondrá Jesús, debe llevar también el signo de la alegría. No obstante, los cristianos, cuando tuvieron que revisar la misma predicación de Juan el Bautista, supieron dotarla de los elementos teológicos que marcaban la diferencia entre lo que él hacía y lo que haría aquél al que no era capaz de desatar la sandalia de sus pies. El bautismo de Juan y el bautismo cristiano están diferenciados por el Espíritu; no se trata solamente de penitencia. Los que seguían a Juan debían renunciar a su pasado. Los que siguen a Jesús, además de eso, tendrán un “espíritu” nuevo. Por lo mismo, y aunque Juan representa lo mejor del AT, también la esperanza que mana del mismo queda alicorta con respecto a lo que Jesús ha traído al mundo.

Miguel de Burgos, OP



Pautas para la homilía

* La Esperanza, de rabiosa actualidad

Es curioso como, a veces, se van colando en nuestro propio lenguaje expresiones ajenas que escuchamos a través de los medios de comunicación y que, sin caer mucho en la cuenta de este proceso de transmisión, vamos haciéndolas nuestras. Así, leyendo los textos me venía a la cabeza la expresión “de rabiosa actualidad”, que frecuentemente la encontramos asociada con algo que está muy presente en nuestra sociedad. Me decía yo, que la Esperanza que nos proponen las lecturas de este segundo domingo de Adviento bien podríamos procurar que estuviera de rabiosa actualidad en nuestra vida.

En la primera lectura Isaías habla a un pueblo en el exilio, alejado y sin perspectiva, que se pregunta si acaso su Dios se ha olvidado de ellos. Sin embargo, el profeta les invita a pasar del exilio al éxodo, de la profecía a al sabiduría, porque su Dios ha decidido hablarles al corazón y anunciarles su presencia cercana.

En especial Yahveh-Dios se ha propuesto acariciar, de entre todos los corazones, a los más olvidados y ultrajados. Pero para poder acogerle y celebrar su venida hemos de allanar el camino, hemos de rebajar los montes de nuestro complejo de superioridad y elevar los valles del complejo de inferioridad de los insignificantes de este mundo, de los ninguneados, de los que están orillados del camino o sumidos en valle profundo de su soledad…Él/ella viene a invertir el orden, a alterar los criterios que aplicamos en esta nuestra sociedad de la cual todos somos responsables. Sólo cuando seamos capaces de igualarnos unos y otros en dignidad, derechos y oportunidades, sólo cuando la justicia social y la paz sean los ejes de nuestro andar, sólo cuando nos atrevamos a ser hijos de Dios Padre-Madre de una forma auténtica y verdadera y a amar al otro de corazón: “se revelará la gloria de Yahveh y toda criatura a una la verá” nos dice el profeta. Esa es la mejor preparación que del camino podemos hacer, esa es la manera de poner a la Esperanza de rabiosa actualidad.

* Clamar y asumir el reto sin miedo

No lo podremos hacer si no nos lo creemos primero, pero si nos fiamos del profeta, somos invitados a clamar sin miedo, en lo alto y sin esconderlo, cuales son las coordenadas de este nuestro Dios en las que queremos movernos. Esa es la manera que nos transmite Juan el bautista en el evangelio, voz profética que aun en medio del desierto clame y se enfrente a los grandes clamando por la justicia para con los pueblos pequeños. Esta predicación era muy aceptada por las gentes de Jerusalén y de Judea, especialmente los más pobres (luego los evangelistas nos dirán que los fariseos y los doctores de la ley, personas importantes, no creyeron en él).

Aun así, nosotros habremos de perder el miedo de denunciar las verdades incómodas. Tendremos que aprender a no ser políticamente correctos si eso conlleva la supresión de libertad y la falta de reconocimiento y participación de otros seres humanos. Asumiremos el reto que supone proclamar que una Iglesia más identificada con el sufrimiento de los que se encuentran exiliados de la VIDA con mayúscula es posible. Que el germen de esta nueva Iglesia estuvo dentro de la misma durante toda su historia y que sigue también estando hoy para continuar allanando la senda a la venida del Señor, cerca está Yahveh, preparaos…


* Austeros en lo material y generosos en lo humano

Caracteriza a Juan su vestimenta y su dieta, que significaba su talante profético. Se viste a sí porque las tradiciones de la época identificaban con estos rasgos a los profetas.

Llama la atención que es precisamente la ausencia de apego a las cosas materiales el signo distintivo del profeta. En tiempo de crisis quizá nos resulte más sencillo asumir esta necesaria austeridad, sin embargo, la lección de ser austeros en lo material y tremendamente generosos en lo humano es una de las primeras claves a la hora de estar preparados para acoger al que viene a hacerse uno de nosotros, del que quiere caminar junto a nosotros. La venida inminente de quien bautizará en Espíritu, es la Esperanza que el grupo de seguidores/as de Juan arraiga en su corazón.

* Un día es como mil años y mil años como un día

Una última clave. En la segunda lectura Pedro nos recuerda que la lógica del tiempo de la que nos valemos tampoco coincide con la de Dios-Padre-Madre. También esta concepción temporal necesita de un ajuste para preparar un camino recto a la venida de Yahveh. Si Dios, haciendo alarde de su infinita paciencia, concede esa extraordinaria libertad al ser humano para que sea capaz de morir a lo viejo y despertar a lo nuevo: ¿quién somos nosotros para establecer otros ritmos y otras limitaciones temporales? Quizá es tiempo de creer en lo que ayer creímos imposible porque durante mucho tiempo así nos lo pareció. Puede ser que lo que dimos por perdido en el ser humano es hoy recuperado gracias a la confianza y la fe que brotan cuando somos capaces de apostar por el crecimiento y el avance de las situaciones y de las personas que parecían enquistadas y perdidas. En eso conoceremos también su llegada.

Ana Belén Cuenca.
CPJA-El Levantazo-Valencia

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