NO DEJES DE VISITAR
GIF animations generator gifup.com www.misionerosencamino.blogspot.com
El Blog donde encontrarás abundante material de formación, dinámicas, catequesis, charlas, videos, música y variados recursos litúrgicos y pastorales para la actividad de los grupos misioneros.
Fireworks Text - http://www.fireworkstext.com
BREVE COMENTARIO, REFLEXIÓN U ORACIÓN CON EL EVANGELIO DEL DÍA, DESDE LA VIVENCIA MISIONERA
SI DESEAS RECIBIR EL EVANGELIO MISIONERO DEL DÍA EN TU MAIL, DEBES SUSCRIBIRTE EN EL RECUADRO HABILITADO EN LA COLUMNA DE LA DERECHA

miércoles, 17 de diciembre de 2008

IV DOMINGO DE ADVIENTO - CICLO B: DIOS no viene a vivir en una casa (Lc 1,26-38)

Por A. Pronzato

Contraorden

Entonces, ¿edificamos o no esta iglesia? ¿nos decidimos finalmente a construir este templo, que no nos haga desmerecer frente a las poblaciones vecinas, quienes para sus divinidades no han reparado en gastos levantando obras grandiosas que nos dejan con la boca abierta?

El rey David ya no entendía nada. Tenía un consejero, que merecía todo el respeto, Natán, que en un primer momento había apoyado sus propósitos, facilitándole la garantía definitiva: «El Señor está contigo». Una especie de sello precioso conseguido en las oficinas del cielo para el proyecto de construcción, por lo que desaparecían las pegas burocráticas y se podía dar vía libre a los trabajos. (Y yo no podía entretenerme en pensar: cuántas atrocidades, en el curso de la historia desdichada de los hombres, se han llevado a cabo con ese sello abusivo: «Dios está con nosotros». Y que nadie se atreviese a preguntar: ¿pero cómo estáis tan seguros acerca de la participación de Dios en vuestras empresas? ¿cómo llegáis a saber que el de allá arriba está con vosotros? ¿quién os lo ha dicho? Tampoco nadie que sospechase: y si el Señor, por el contrario, se disgustase, se horrorizase de lo que estáis haciendo y gritase, en un silencio ensordecedor: «¡yo nada tengo que ver con esto! Yo estoy al otro lado, o incluso en ninguna parte...»).

Pero inmediatamente después, Natán volvió sobré sus pasos y anunció que por ahora no era necesario hacer nada, había que suspender las obras (o los deseos), Dios quería otra cosa, es más, él mismo estaba a punto de hacer otra cosa, mucho más importante. Por eso no era el caso de que David se preocupase tanto. Más exactamente, no debía preocuparse de nada. El Señor sólo esperaba que el rey dejase de moverse («cuando hayas llegado al final de la vida y descanses con tus antepasados...»), y entonces él se movería sin estorbos para realizar su diseño divino, que superaba lo imaginable; sin el obstáculo de hombres excesivamente celosos de la gloria de Dios, que hacían coincidir con sus minúsculos pensamientos.

El profeta admite que no ha entendido bien

Dicho entre paréntesis: tener estos profetas que reconocen que se han equivocado, que no han entendido bien, que han confundido las ambiciones del poderoso de turno o sus deseos, con las intenciones de Dios.

Quién sabe si hoy los hombres de la Palabra no están formados también en la escuela de Natán, quien admite que no es fácil interpretar correctamente los caminos del Señor, quien reconoce que el Señor no piensa como nosotros, y deja entender que no es honesto poner desenvueltamente la etiqueta de la «voluntad de Dios» sobre nuestras decisiones.

Tener hoy profetas que tengan el coraje de echar en cara a ciertos directivos complacidos en su eficientismo, a ciertos empresarios de espectáculos religiosos en serie, que él, posiblemente, no agradece, no aprecia, no es en absoluto entusiasta de sus entusiasmos, no considera celo por su causa su efervescencia, que se ríe de sus vanidades cubiertas con la máscara abusiva de la «gloria de Dios».

Tener profetas que impongan a hombres de Iglesia siempre atareados, apresurados, preocupados, un poco de calma, para que el Señor pueda actuar a su modo y según sus planes. Si os paráis, quizás logréis entrever la obra de Dios que no siempre corre paralela a vuestras obras.

Tener profetas que insinúen que la acción del Espíritu imprevisible no se puede programar...

Dios necesita personas, no ladrillos

No estoy seguro de haber seguido exactamente los razonamientos del predicador, quien se ha entretenido en disquisiciones sutiles acerca de «casa» y «familia», de «casa» y «descendencia», y después, comentando el evangelio de la anunciación, ha engarzado una serie de fiat puestos en boca de la virgen (y ha saltado, inexorable, el comentario de ese incorregible Santiago: «publicidad gratuita de una fábrica de automóviles que no me es simpática en absoluto»).

Por mi parte, he perseguido algunos pensamientos que me rondaban por la cabeza, como en espera de que los atrapase, y que se han concretado, en la mayor parte de los casos, en inte rrogantes que he dejado a propósito en suspenso, desde el momento en que no tengo ganas de facilitar respuestas inmediatas, ni la pretensión de dar soluciones seguras.

Lo primero. He leído, en alguna parte, que un cardenal ha declarado que, antes de construir iglesias, haría falta preocuparse de construir conciencias. En lo que valga mi punto de vista, estoy de acuerdo.

Y, por mi cuenta, añadiría una serie de preguntas. ¿Por qué, habitualmente, los responsables de las comunidades eclesiales, imponen comportamientos, elecciones prefabricadas, decisiones tomadas desde arriba, en vez de motivar a las personas para que consulten y arriesguen su conciencia?

¿Por qué, con la pretensión de iluminar y formar la conciencia de la gente, se termina inevitablemente por sustituirla? ¿Por qué muchos educadores se empeñan en decir lo que hay que hacer y evitar, y no te explican quién eres?

¿Por qué, con mucha frecuencia, se empieza por el techo, o sea, se comienza por la moral y no por el fundamento de la fe? Pablo, en la segunda lectura, si he entendido bien, hablaba de la «obediencia de la fe». Lo demás vendrá después, como consecuencia necesaria. Por qué no se dice que para que la gente ande derecha debe caminar en la fe.

Todavía pregunto: ¿Acaso ciertas obras realizadas -según se dice- para gloria de Dios, no sirven de soporte a ambiciones y glorias personales?

Se afirma, para justificar desmañadamente ciertas construcciones mastodónticas destinadas al culto, a lo mejor en lugares de miseria y de hambre, que para Dios nunca es demasiado. ¿No pretenderá el Señor ser honrado de otra manera?

He leído en una publicidad religiosa, una frase que me ha dejado perplejo: «Dios necesita ladrillos». Creo que Dios, más que de ladrillos, tiene necesidad de personas. De hecho, al venir a habitar en medio de nosotros, para nada se ha preocupado de elegir una casa, sino que ha puesto los ojos en una criatura de carne. No ha mandado a su mensajero para que intente buscar un palacio digno de él. Le ha enviado a pedir la adhesión de una mujer.

María de Nazaret ha preguntado a Gabriel: «¿Cómo será eso...?». Y el ángel le ha asegurado que no dependía de sus posibilidades, sino de Dios para quien «nada hay imposible».

Recuerdo dedicado a apóstoles atareados, que enarbolan complacidos sus dotes y capacidades: ¿y si Dios, en vez de nuestras capacidades y posibilidades, más bien tuviese necesidad de nuestras incapacidades e imposibilidades?

Ultima reflexión y última pregunta: Pablo hablaba del «misterio mantenido en secreto durante siglos eternos». ¿Por qué el cura, durante la liturgia, nunca nos invita a guardar silencio, al menos durante algunos minutos, frente al misterio?

No hay comentarios: