NO DEJES DE VISITAR
GIF animations generator gifup.com www.misionerosencamino.blogspot.com
El Blog donde encontrarás abundante material de formación, dinámicas, catequesis, charlas, videos, música y variados recursos litúrgicos y pastorales para la actividad de los grupos misioneros.
Fireworks Text - http://www.fireworkstext.com
BREVE COMENTARIO, REFLEXIÓN U ORACIÓN CON EL EVANGELIO DEL DÍA, DESDE LA VIVENCIA MISIONERA
SI DESEAS RECIBIR EL EVANGELIO MISIONERO DEL DÍA EN TU MAIL, DEBES SUSCRIBIRTE EN EL RECUADRO HABILITADO EN LA COLUMNA DE LA DERECHA

miércoles, 17 de diciembre de 2008

LA MUJER EN LA IGLESIA - IV DOMINGO DE ADVIENTO - CICLO B: (Lc 1,26-38)

Publicado por Fundación Epsilón

Se ha hablado mucho en los últimos tiempos del papel de la mujer en la Iglesia ¿Qué papel desempeña? ¿Qué papel debe desempeñar? Hoy el evangelio nos propone como ejemplo a una mujer: María presentada como antítesis de un sacerdote: Zaca­rías

EL EVANGELIO DE LUCAS

El evangelio de Lucas comienza con dos anuncios: el del nacimiento de Juan Bautista y el del nacimiento de Jesús. Al empezar así, el evangelista descubre su propósito: él quiere presentar todo lo que va a contar en su libro como el cumpli­miento de las promesas de Dios. Su libro no es una historia cualquiera, es «historia de salvación» (a propósito de esta palabra salvación, debemos tener bien claro que cuando los evangelios la usan no se refieren casi nunca a la salvación eterna, a la otra vida, de modo exclusivo; la salvación es la liberación de todos los peligros y de todas las situaciones negativas que el hombre padece, desde las más materiales a las más espirituales, y que culminará en la liberación definitiva de la muerte).

Pero, ya desde el principio, Lucas quiere dejar claro que la salvación que Dios ofrece no se va a realizar sin colaboración humana, y que para alcanzarla no valen ni los títulos ni las apariencias: será necesario escuchar su palabra, fiarse de ella y actuar en consecuencia.

Con este propósito inicia su evangelio contraponiendo dos modos distintos de recibir la palabra de Dios: el de Zaca­rías, padre de Juan Bautista, y el de María, la madre de Jesús.


UN ANCIANO SACERDOTE: ZACARIAS

Zacarías tenía todos los requisitos necesarios, según el modo humano de juzgar, para recibir adecuadamente un en­cargo de parte de Dios: era un hombre importante, sacerdote legítimo -descendiente de Aarón- y, por tanto, profesional de lo religioso y miembro de la clase dirigente israelita; además era ya anciano, lo que reforzaba su autoridad. Y, además, era una buena persona: «Hubo en tiempos de Herodes, rey del país judío, cierto sacerdote de nombre Zacarías, de la sección de Abías; tenía por mujer a una descendiente de Aarón, que se llamaba Isabel. Ambos eran justos delante de Dios, pues procedían sin falta según todos los mandamientos y preceptos del Señor» (Lc 1,5-6).

Pues, a pesar de todo ello, cuando Dios le hizo saber que su mujer le iba a dar un hijo y que ese hijo sería el que habría de preparar el camino al Mesías, no se lo creyó. Y empezó a pedir garantías y explicaciones: «¿Qué garantía me das de eso? Porque yo ya soy viejo, y mi mujer, de edad avanzada» (Lc 1,8-19), respondió Zacarías al mensajero que, de parte de Dios, le daba aquella buena noticia. Y Dios le dio una señal: por no fiarse de su Palabra, lo dejó sin palabra durante una temporada: «Pues mira, te vas a quedar mudo, y no podrás hablar hasta el día que esto Leí nacimiento de Juan Bautista] suceda, por no haber dado fe a mis palabras, que se cumplirán en su momento» (Lc 1,20).


UNA JOVEN DEL PUEBLO: MARIA

El ángel le dijo:

Tranquilizate, María, que Dios te ha concedido su favor. Pues, mira, vas a concebir, darás a luz un hijo y le pondrás de nombre Jesús.

En aquella sociedad israelita, machista y jerarquizada al máximo, María no parecía tener ninguna posibilidad de des­empeñar un papel importante en la historia de la salvación: era mujer, joven, prometida a un hombre que, aunque estaba emparentado con la familia del antiguo rey David, era un pobre artesano; una muchacha que posiblemente no tenía ninguna instrucción, que quizá aún no había visitado ninguna vez el templo de Jerusalén y que, cuando iba a la iglesia, tenía que quedarse, como todas las mujeres, en el portal.

Pero... Por un lado, a Dios le pareció bien escoger a esta muchacha para que fuera la madre del Mesías. A Dios le pareció bien concederle todo su favor. Y también a ella le envió un mensajero para que le comunicara su plan. Y ella aceptó confiada.


CUMPLASE EN MI...

Será grande, se llamará Hijo del Altísimo y el Señor Dios le dará el trono de David, su antepasado; reinará para siempre en la casa de Jacob y su reinado no tendrá fin...

El Espíritu Santo bajará sobre ti y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso al que va a nacer lo llamarán «Consagrado», Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel: a pesar de su vejez ha concebido un hijo, y la que decían estéril está ya de seis meses; para Dios no hay nada imposible.

Dios no le impuso su plan a María, se lo propuso. Y dejó que, con libertad, María decidiera.

El mensajero de Dios le dice que va a ser madre y que, en su hijo, se van a cumplir todas las promesas que Dios había hecho a sus antepasados; por medio de él Dios continuará su acción liberadora en favor de su pueblo y en favor de toda la humanidad.

María, por su parte, no aceptó a ciegas: pidió algunas aclaraciones; quería saber cómo iban a suceder las cosas. Pero sin desconfianza. Porque la respuesta que le da el mensajero le pone las cosas todavía más difíciles: ese hijo será efecto de la acción de Dios y, por tanto, será Hijo de Dios y como tal será reconocido [«será llamado»]. Y a pesar de todas las dificultades: «Aquí está la esclava del Señor, cúmplase en mí lo que has dicho.»

La salvación, la radical liberación que Dios ofrece a la humanidad por medio de Jesús Mesías, tuvo que pasar por una mujer que, confiada, creyente, dijo que sí a Dios. Hoy, también en la Iglesia de Jesús, la mujer sigue ocupando un papel secundario. Sin ninguna razón verdaderamente seria que justifique esa discriminación. ¿No estará eso retrasando la salvación?

No hay comentarios: