Por Jesus Marti Ballester
Año 1531
CUATRO PERONAJES PARA UN DRAMA DIVINO.
LA VIRGEN SANTA MARIA / JUAN DIEGO / FRAY JUAN DE ZUMARRAGA
EL SIERVO DE DIOS JUAN PABLO II
Año 1531
CUATRO PERONAJES PARA UN DRAMA DIVINO.
LA VIRGEN SANTA MARIA / JUAN DIEGO / FRAY JUAN DE ZUMARRAGA
EL SIERVO DE DIOS JUAN PABLO II
JUAN DIEGO CUAUHTLATOATZIN
De la etnia indígena de los chichimecas, nació en 1474, en Cuauhtitlán del reino de Texcoco; fue bautizado por los primeros franciscanos. Juan Diego era un hombre maduro, como de unos 57 años de edad, y era viudo. Juan Diego era profundamente piadoso, acudía todos los sábados y domingos a Tlaltelolco, barrio de la Ciudad de México, donde se celebraba la Santa Misa y se conocían "las cosas de Dios que les enseñaban sus amados sacerdotes"; para esto, tenía que salir muy temprano del pueblo de Tulpetlac, donde vivía, y caminar hacía el sur hasta bordear el cerro del Tepeyac. El sábado 9 de diciembre de 1531 sería un día muy especial, pues al pasar a lo largo de la colina del Tepeyac, escuchó que provenía de allí un maravilloso canto.
JUAN DE ZUMÁRRAGA
El español fray Juan de Zumárraga, un "humanista, apóstol, hombre de gobierno y hombre de Dios". Nacido en Durango (Vizcaya) en 1475-1476, de familia noble y católica. Ingresó en la Provincia Franciscana, en el convento del Abrojo, Valladolid, fundado por San Pedro Regalado, Allí obtuvo una buena formación franciscana y teológica, se ordenó sacerdote y ejerció como guardián, antes de ser nombrado definidor y provincial. En 1527 celebró los ritos de Semana Santa en presencia del emperador Carlos V, quien, sorprendido por su serenidad y devoción, ordenó que le dieran una abundante limosna, que fray Juan repartió entre los pobres. En diciembre de 1527, el Emperador lo presentó para primer obispo de México, con el título de "protector de los indios".
OBISPO FRANCISCANO
Como buen franciscano, mediante la oración, la consulta del Evangelio y el estudio de la nueva realidad, pensó que su primer deber pastoral debía ser ofrecer a la nueva Iglesia mexicana una organización robusta, tratando de acercar a dos razas y culturas, protegiendo y convirtiendo a unos y poniendo freno a los otros, evitando la rivalidad entre órdenes religiosas y formando un clero secular. Con mirada penetrante, entró en el campo social y económico. Fundó hospitales para los indígenas, pensó en organizar la agricultura y ganadería, creó centros de instrucción para hombres y mujeres, abrió colegios y centros educativos, encargó a Andrés de los Olmos que emprendiera una investigación acerca de las antigüedades mexicanas y asentó las bases para la futura Universidad de México. Influido por los humanistas de Erasmo de Rotterdam, hizo traer de Europa la primera imprenta de América y escribió publicó varios libros que tuvieron gran importancia en el proceso de evangelización. Todo con la ayuda de muchos franciscanos misioneros que vivían con él, algunos con grandes capacidades morales, intelectuales y formación universitaria. Fray Juan de Zumárraga, tenía "un gran amor como el de un padre a sus hijos", a los indios convertidos. Trabajaba, sufría por ellos y no se cansaba de servirlos. A quienes le recomendaban que no se acercara a los indios desarrapados y malolientes "porque su excelencia no es joven y está enfermo y puede hacerle daño tratar con ellos", el obispo fray Juan, con una serenidad franciscana, respondía: "Son ustedes quiénes emanan mal olor y vuestro perfume me provoca rechazo y náusea. Ustedes buscan tanto la vanidad y viven en la molicie como si no fuesen cristianos. Para mí estos indios huelen a cielo y me consuelan y me sanan. Me enseñan a soportar las asperezas de la vida y la penitencia que tengo que hacer, si quiero salvarme".
Zumárraga fue consagrado obispo en Valladolid en 1533, publicó una exhortación solicitando misioneros para México y pidió al Consejo el envío de religiosos. Consiguió llevar al nuevo continente tres barcos cargados de familias de artesanos y maestras para las niñas indias. Consiguió la prohibíción de la esclavitud de los indios y la moderación de sus tributos..
El papa Pablo III reconoció la validez de los bautismos colectivos, pero ordenaba que se observasen todos los ritos litúrgicos. El pontífice reguló también los matrimonios entre los indios, suprimiendo la poligamia a favor de la primera mujer. No pudo resolver la falta de clero secular, que le obligaba a apoyarse en las órdenes religiosas, muy eficaces apostólicamente. Murió el 3 de junio de 1548.
APARICIÓN DE LA VIRGEN EN GUADALUPE.
Un sábado de 1531 a principios de diciembre, el indio Juan Diego, iba muy de madrugada a la ciudad de México a asistir a clase de catecismo y a oír la Santa Misa. Amanecía. Al llegar a las faldas del cerro Tepeyac, de repente escuchó cantos preciosos, armoniosos y dulces que sonaban desde el cerro, le pareció que eran coros de distintas aves que se respondían unos a otros en un concierto de extraordinaria belleza, observó una nube blanca y resplandeciente, y un maravilloso arco iris de diversos colores. El indio quedó absorto y fuera de sí por el asombro y “se dijo: ¿Por ventura soy digno, soy merecedor de lo que oigo? ¿Quizá nomás lo estoy soñando? ¿Quizá solamente lo veo como entre sueños? ¿Dónde estoy? ¿Dónde me veo? ¿Acaso allá donde dejaron dicho los antiguos nuestros antepasados, nuestros abuelos: en la tierra de las flores, en la tierra del maíz, de nuestra carne, de nuestro sustento, acaso en la tierra celestial? Hacia allá estaba viendo, arriba del cerrillo, del lado de donde sale el sol, de donde procedía el precioso canto celestial.” Estando en este arrobamiento, de pronto, cesó el canto, y oyó que una voz como de mujer, dulce y delicada, le llamaba, de arriba del cerrillo, le decía por su nombre: "Juanito, Juan Dieguito".
Subió a la cumbre y vio a una Señora de sobrehumana belleza, cuyo vestido era brillante como el sol, la cual con palabras muy amables y atentas, le dijo: "Juanito: el más pequeño de mis hijos, yo soy la siempre Virgen María, Madre del verdadero Dios, por quien se vive. Deseo vivamente que se me construya aquí un templo, para en él mostrar y prodigar todo mi amor, compasión, auxilio y defensa a todos los moradores de esta tierra y a todos los demás amadores míos que me invoquen y en Mí confíen. Vas donde el Señor Obispo y le manifiestas que deseo un templo en este llano. Anda y pon en ello todo tu esfuerzo". "Ten seguro que te agradeceré bien y te lo pagaré. Vas a merecer que yo te recompense el trabajo y fatiga con que procuras hacer lo que te encomiendo". Él se arrodilló y le dijo: "Señora mía, voy corriendo a cumplir lo que me has mandado. Yo soy tu humilde siervo".
JUAN DIEGO CON EL OBISPO FRAY JUAN DE ZUMARRAGA
Y se fue de prisa a la ciudad a la casa del Obispo Fray Juan de Zumárraga, religioso franciscano. Cuando el obispo oyó lo que le decía el indiecito Juan Diego, no le creyó. Solamente le dijo: "Otro día vendrás y te oiré despacio". Juan Diego se volvió muy triste porque no había logrado que se realizara su mensaje. Se fue derecho a la cumbre del cerro y encontró allí a la Señora del Cielo que le estaba aguardando. Al verla se arrodilló delante de Ella y le dijo: "Señora, la más pequeña de mis hijas, niña mía, expuse tu mensaje al Sr. Obispo, pero pareció que no lo tuvo por cierto. Comprendí por la respuesta que me dio que pensó que quizás que es una invención mía que Tú quieres que te hagan aquí un templo, y que eso no es una orden tuya. Por lo cual te ruego que le encargues a alguno de los principales que le lleve tu mensaje para que le crean, porque yo soy un pobre hombrecillo, el último de todos. Perdóname que te cause esta gran pesadumbre. Señora y Dueña Mía".
PROSIGUE LA VIRGEN
Ella le respondió: "Oye, hijo mío, el más pequeñito, es preciso que tú mismo solicites y ayudes a que con tu mediación se cumpla mi voluntad. Mucho te ruego, hijo mío, y aún te mando, que otra vez vayas mañana a ver al Sr. Obispo. Dile que yo en persona, la siempre Virgen María, Madre de Dios, te envía, para hacerle saber mi voluntad: que deben hacer aquí el templo que les pido".
NUEVA NEGATIVA DEL OBISPO
Pero al día siguiente el obispo tampoco creyó a Juan Diego y le dijo que era necesaria alguna señal maravillosa para que se pudiera creer que sí era cierto que lo enviaba la misma Señora del Cielo. Y lo despidió.
LA VIRGEN LE ANIMA
No es tan importante lo que te asusta y aflige, le dijo la Virgen. No se entristezca tu corazón ni te llenes de angustia. ¿Acaso no estoy yo aquí que soy tu Madre? ¿Acaso no soy tu ayuda y protección? No te aflijas por la enfermedad de tu tío, que en ese momento ha quedado sano. Sube ahora a la cumbre del cerro y hallarás distintas flores. Córtalas y tráelas".
JUAN BERNARDINO, TIO AMADO, ENFERMO, LE IMPIDE ACUDIR A TEPEYAC
Al día siguiente, lunes once de diciembre, Juan Diego no pudo volver ante la Señora del Cielo para llevar la señal al Obispo; pues su tío, Juan Bernardino, a quien amaba entrañablemente como si fuera su padre, estaba gravemente enfermo de lo que los indios llamaban Cocoliztli; buscó un médico para lograr su curación pero no logró encontrar a nadie. Ya de madrugada, el martes doce de diciembre, el tío le rogó a su sobrino que se dirigiera al Convento de Santiago Tlatelolco a llamar a uno de los Religiosos para que lo confesase y preparase porque era conciente de que se moría. Juan Diego se dirigió presuroso a Tlatelolco y habiendo llegado cerca del sitio en donde se le aparecía la Señora del Cielo, reflexionó con candidez, que era mejor desviar sus pasos por otro camino, rodeando el cerro del Tepeyac para no entretenerse y poder llegar más pronto al convento de Tlatelolco, pensando que más tarde podría regresar ante la Señora del Cielo para cumplir con llevar la señal al Obispo.
MARIA LE SALE AL PASO
Pero María Santísima bajó del cerro y pasó al lugar donde mana una fuente de agua aluminosa, salió al encuentro de Juan Diego y le dijo: “«¿Qué pasa, el más pequeño de mis hijos? ¿A dónde vas, a dónde te diriges?»”. El indio quedó sorprendido, confuso, temeroso y avergonzado, y le respondió con turbación y postrado de rodillas: “«Mi Jovencita, Hija mía la más pequeña, Niña mía, ojalá que estés contenta: ¿cómo amaneciste? ¿Acaso sientes bien tu amado cuerpecito, Señora mía, Niña mía? Con pena angustiaré tu rostro, tu corazón: te hago saber, Muchachita mía, que está muy grave un servidor tuyo, tío mío. Una gran enfermedad se le ha asentado, seguro que pronto va a morir de ella. Y ahora iré de prisa a tu casita de México, a llamar a algún de los amados de Nuestro Señor, de nuestros Sacerdotes, para que vaya a confesarlo y a prepararlo; que vinimos a esperar el trabajo de nuestra muerte. Mas, si voy a llevarlo a efecto, luego aquí otra vez volveré para ir a llevar tu aliento, tu palabra, Señora, Jovencita mía. Te ruego me perdones, tenme todavía un poco de paciencia, porque con ello no te engaño, Hija mía la menor, Niña mía, mañana sin falta vendré a toda prisa».”
ROSAS DE CASTILLA
Juan Diego subió a la cumbre del cerro y se asombró muchísimo al ver tantas y exquisitas rosas de castilla, siendo aquel un tiempo de mucho hielo en el que no aparece rosa alguna por allí, y menos en esos pedregales. Llenó su poncho o larga ruana blanca con todas aquellas bellísimas rosas y se presentó a la Señora del Cielo. Ella le dijo: "Hijo mío, esta es la prueba que llevarás de parte mía al Sr. Obispo. Te considero mi embajador, muy digno de mi confianza. Ahora te ordeno que sólo delante del Sr. Obispo despliegues tu manta y descubras lo que llevas. Contarás todo lo que viste y admiraste para que puedas inducir al prelado, con objeto de que se construya el templo que he pedido".
CON LAS ROSAS AL OBISPO
Juan Diego se puso en camino, ya contento y seguro de salir bien. Al llegar a la presencia del obispo le dijo: "Señor, hice lo que me mandaste hacer: Pedí a la Señora del Cielo una señal. Ella aceptó. Me despachó a la cumbre del cerro y me mandó cortar allá unas rosas y me dijo que te las trajera. Así lo hago, para que en ellas veas la señal que pides, y cumplas su voluntad. Helas aquí".
Desenvolvió luego su blanca manta, y así que se esparcieron por el suelo todas las diferentes rosas de Castilla, se dibujó en ella y apareció de repente la preciosa imagen de la Virgen María, Madre de Dios, tal cual se venera hoy en el templo de Guadalupe en Tepeyac. Luego que la vieron, el Sr. Obispo y todos los que allí estaban se arrodillaron llenos de admiración. El prelado desató del cuello de Juan Diego la manta en que se dibujó y apareció la Señora del Cielo y la llevó con gran devoción al altar de su capilla. Con lágrimas de tristeza oró y pidió perdón por no haber aceptado antes el mandato de la Señora del Cielo.
CONMOCION EN LA CIUDAD
La ciudad entera se conmovió y venían a ver y admirar la devota imagen y a hacerle oración y le pusieron por nombre la Virgen de Guadalupe, según el deseo de Nuestra Señora. Juan Diego pidió permiso para ir a ver a su tío Bernardino que estaba muy grave. El Sr. Obispo le envió un grupo de personas para acompañarlo. Al llegar vieron a su tío que estaba muy contento y que nada le dolía. Y supieron que había quedado instantáneamente curado en el momento en que la Sma. Virgen dijo a Juan Diego: "No te aflijas por la enfermedad de tu tío, que en este momento ha quedado sano".
El señor Obispo trasladó a la Iglesia Mayor la santa imagen de la amada Señora del Cielo. La ciudad entera desfilaba a admirar y venerar la Sagrada Imagen, maravillados todos de que hubiera aparecido por milagro divino; porque ninguna persona de este mundo pintó su preciosa imagen. (Del escrito indio Nican Mopohua del siglo dieciséis).
VENERACION DE MEXICO A LA VIRGEN
La imagen de la Virgen de Guadalupe se venera en México con grandísima devoción, y los milagros obtenidos por los que rezan a la Virgen de Guadalupe son tan extraordinarios que no se puede menos que exclamar: "El Poder divino está aquí". El Papa declaró a Nuestra Señora de Guadalupe como "Patrona y Emperatriz de América". Su fiesta se celebra el 12 de diciembre.
REZAR EN ESPAÑOL
Cuando un sacerdote, un cristiano, llega a América y oye hablar y rezar en nuestra propia lengua a Dios y a la Virgen, se le acelera el corazón, se le hace un nudo en la garganta, y sus ojos lloran lágrimas de asombro, de gratitud, de admiración y de fe. Y cuando en la Basílica de Guadalupe, todo el día abierta y siempre llena de mexicanos, que más que rezar, hablan con la Virgen con un hablar continuo, mezclado de sollozos, gritos, palabras ternísimas llenas de íntima e ingenua confianza, muchos de ellos caminando de rodillas, arrastrando los padres a sus pequeños, siente la gratitud y el gozo de ser español.
Me invitaron a comer unos amigos en Monterrey (México). A mitad de la comida, un niño de unos diez años, guapísimo, puesto de pie, dijo: "Lo mejor del mundo es que los españoles hayan venido a evangelizar a América. Me acordé de las palabras de Jesús el domingo de Ramos a los sacerdotes del Templo que le pedían que hiciera callar a los niños sus gritos y hosannas: ¿"No habéis leído en la Escritura que de la boca de los niños has hecho brotar la alabanza"? (Mt 21,16).
ASOMBRO DE LOS CIENTIFICOS
Los asombrosos descubrimientos que se han hecho acerca del Cuadro de la Virgen de Guadalupe en México, tienen pasmados a los científicos. Últimamente se ha formado una comisión de científicos para investigar los fenómenos inexplicables de esta tela que era la ruana o poncho del indio Juan Diego. Lo primero que llama la atención de los expertos textiles es que esta manta se haya podido conservar durante siglos, expuesta al polvo, al calor y a la humedad, sin que se haya deshilachado ni se haya desteñido su bella policromía. Siempre estuvo así expuesta a todo, a la topa tolondra, y sólo desde hace unos años la cubrieron con un vidrio.
La tela está hecha con una fibra de ayate mexicano que se descompone por putrefacción a los veinte años, como ha sucedido con varias reproducciones de la imagen que se han fabricado en esta misma clase de tejido. Y sin embargo este lienzo lleva cuatrocientos cincuenta años desde el tiempo de Hernán Cortés, sin desgarrarse, ni descomponerse, y por causas inexplicables a los expertos, es refractaria a la humedad y al polvo.
LA PINTURA
La pintura que cubre la tela es otro misterio. El sabio alemán Kuhn, premio Nobel en Química, ha estudiado esta pintura, y su respuesta dejó atónitos a los oyentes: "estos colorantes no son ni minerales, ni vegetales, ni animales". Se podía pensar que la tela resistía tanto porque la habían colado y preparado de manera especial como a otras pinturas famosas para que tuviera gran resistencia. El sabio Callagan, de la NASA, de Estados Unidos la ha estudiado con aparatos de rayos infrarrojos y ha descubierto que la tela no tiene ningún engomado ni preservante, y que no se puede explicar cómo esas pinturas han resistido cuatro siglos en un lienzo tan ordinario. Con estos rayos infrarrojos se ha descubierto que la imagen no tiene esbozos previos como se ve en los cuadros de Rubens y Tiziano, sino que fue pintada directamente, tal cual se la ve, sin tanteos ni rectificaciones. La imagen no tiene pinceladas. La técnica empleada es desconocida en la historia de la pintura. Es inusual, incomprensible e irrepetible.
LA PUPILA DE LA VIRGEN LO MÁS INEXPLICABLE
Un famoso oculista, Lauvvoignet, examinó con una lente poderosa la pupila de la Virgen, y la observó maravillado que en el iris se veía reflejada la imagen de un hombre. Esto fue el principio de una investigación que condujo a los más inesperados descubrimientos. La digitalización consiste en que si se fotografía la pupila de una persona, con una máquina poderosa y especial, en la fotografía queda todo lo que esa persona está viendo en el momento de tomar la foto. El Dr. Tosman, especializado en digitalización, o sea en averiguar por medio de fotos lo que la persona está viendo, le ha tomado fotografías a la pupila de la Virgen de Guadalupe. Las amplía miles de veces, y logra captar detalles imposibles de ser captados a simple vista. Y los detalles que aparecen en las fotografías de la Virgen de Guadalupe son: el obispo Juan de Zumárraga, testigo del prodigio. Un franciscano en cuyo rostro se ve deslizarse una lágrima; un hombre con la mano sobre la barba en señal de admiración; otro indio en actitud de rezar; unos niños y varios religiosos franciscanos más. O sea todas las personas que según la historia de la Virgen de Guadalupe escrita hace varios siglos, estaban presentes en el momento en el que apareció la sagrada imagen.
Lo que es radicalmente imposible es que en un espacio tan pequeño como la córnea de un ojo situado en una imagen de tamaño natural, aún el más experto miniaturista lograra pintar todas esas imágenes que ha sido necesario ampliar la sagrada imagen dos mil veces para poderlas advertir.
¡Inexplicable! Fue lo que exclamaron los expertos al conocer la respuesta del sabio alemán Kuhn cuando comprobó que los colores de esta pintura de la Virgen de Guadalupe no eran ni minerales, ni vegetales, ni animales. ¡Inexplicable! Exclamaron los sabios norteamericanos Smith y Callagan al comprobar que esta pintura carece de pinceladas y que esta tela que ha durado 450 años sin dañarse no tiene ningún preparativo que la conserve así. ¡Inexplicable, radicalmente inexplicable! Exclama el especialista Tonsman al referir en sus conferencias que con su máquina fotográfica de "digitalización" ha logrado encontrar en las pupilas de la Virgen de Guadalupe las imágenes de todas las personas que estaban presentes en el día de su aparición.
LA VOZ DEL CONCILIO VATICANO II
"Hay que respetar las diversas formas de devoción que la Iglesia ha venido aprobando a través de los siglos. Devociones de acuerdo con el temperamento, los sitios, los tiempos y la manera de ser de los fieles. (Concilio Vaticano).
JUAN PABLO II
Gran devoto de la Virgen de Guadalupe, hizo allí su primer viaje al extranjero. Se dirigió a ella como la “Estrella de la Evangelización”, se arrodilló ante su imagen en el Santuario de México, invocó su asistencia maternal y la llamó Madre de las Américas.
En 1992 dedicó una capilla en honor de Nuestra Señora de Guadalupe, en la Basílica de San Pedro en el Vaticano. Beatificó en 1990 al vidente, Juan Diego, y en el año 2002 canonizó a San Juan Diego. Y fijó la fecha de conmemoración las cuatro apariciones de la Santísima Virgen María en el monte Tepeyac, cerca de la actual ciudad de Mexico, a un indio muy humilde, Quauhtlatoatzin, que al ser bautizado, en 1525, obtuvo el nombre cristiano de Juan Diego. "NICAN MOPOHUA", Estos hechos están relatados en el llamado así porque comienza con las palabras "nican, mopohua", que significan: "aquí se narra". Fué escrito en lengua náhuatl entre 1540 a 1545, por el indio noble y erudito don Antonio Valeriano en 1520-1605.
AQUI ESTA EL DEDO DE DIOS
Cada año más de 10 millones visitan su Basílica, haciendo de su casa en la ciudad de México el Santuario Mariano más popular en el mundo. 24 Papas han honrado en forma oficial a Nuestra Señora de Guadalupe. En 1999, Juan Pablo II, en su homilía en la Basílica de Guadalupe, declaró la fecha del 12 de Diciembre con el rango litúrgico de fiesta para todo el continente de las Américas. En esa visita el Papa confió la causa de la vida a su protección, y encomendó a su cuidado maternal las vidas inocentes de los niños, especialmente de los que están en peligro de ser abortados. Ella se presentó en la choza de Juan Bernardino, tío de Juan Diego, para curarle de la mortal enfermedad que padecía, como la "coa-tla-xopeuh", Guadalupe, "la que aplasta la serpiente". Guadalupe, como la Basílica de Extremadura, España, de donde procede el nombre. Los españoles sorprendidos, se preguntaban por qué este nombre español. Pero los indios nativos, conocían bien el sentido de la frase en su lengua madre, pues a esta "serpiente de piedra", el dios-serpiente Cuetzalcoatl, los nativos aztecas ofrecían anualmente millares de sacrificios humanos, entre ellos muchos niños.- Coa significa "serpiente". - tla el artículo "la". - xopeuh "aplastar". Así la "coa-tla-xopeuh", es la que vence (aplasta), la cabeza de la serpiente. Idea, que ya vemos reflejada en el Génesis: "Ella te aplastará la cabeza" – (Gén 3,15). Juan Diego y su tío solo hablaban dialecto nauatl. La Virgen le dijo que ella era: "La siempre Virgen, Santa Maria de Coatlaxopeuh"; y el traductor lo asoció a "Santa Maria de Guadalupe"; pero que significa: "La siempre Virgen, Santa Maria, la que aplasta a la serpiente".
JUAN DIEGO QUIERE ESTAR AL SERVICIO DE MARIA
Juan Diego se entregó plenamente al servicio de María Santísima de Guadalupe, y le apenaba mucho encontrarse tan distante su casa y su pueblo. Él quería estar cerca de Ella todos los días, barriendo el templo, transmitiendo lo que había visto y oído, y orando; por lo cual, Juan Diego suplicó al señor Obispo poder estar junto a las paredes del templo, y servirle. El Obispo accedió a su petición y permitió que se le construyera una casita junto a la Ermita de la Señora del Cielo. Viendo su tío Juan Bernardino que su sobrino servía muy bien a Nuestro Señor y a su preciosa Madre, quería seguirle, para estar juntos; “pero Juan Diego no accedió. Le dijo que convenía que se estuviera en su casa, para conservar las casas y tierras que sus padres y abuelos les dejaron”.
JUAN DIEGO ES UN SANTO
Juan Diego fue una persona humilde, con una fuerza religiosa que envolvía toda su vida; que dejó sus tierras y casas para ir a vivir en una pobre choza, al lado de la Ermita; a dedicarse completamente al servicio del templo de su amada Niña del Cielo, la Virgen Santa María de Guadalupe, quien había pedido ese templo para en él ofrecer su consuelo y su amor maternal a todos lo hombres. Juan Diego edificó con su testimonio y su palabra; de hecho, se acercaban a él para que intercediera por las necesidades, peticiones y súplicas de su pueblo. Juan Diego nunca descuidó la oportunidad de narrar la manera en que había ocurrido el encuentro maravilloso que había tenido, y el privilegio de haber sido el mensajero de la Virgen de Guadalupe. La gente sencilla lo reconoció y lo veneró como verdadero santo; incluso, como decíamos, los indios lo ponían como modelo para sus hijos, y le llamaban “Varón Santo”. El mismo pueblo fue quien comunicó por todas partes el gran acontecimiento Guadalupano y, con la característica memoria indígena, fue transmitido de padres a hijos, de abuelos a nietos.
También el Santo Padre, Juan Pablo II, transmite con gran fuerza la importancia del Mensaje Guadalupano comunicado por el Beato Juan Diego y confirma la perfecta evangelización que nos ha sido donada por Nuestra Madre, María de Guadalupe; “Y América, –declara el Papa– que históricamente ha sido y es crisol de pueblos, ha reconocido «en el rostro mestizo de la Virgen del Tepeyac, en Santa María de Guadalupe, un gran ejemplo de evangelización perfectamente inculturada». Por eso, no sólo en el Centro y en el Sur, sino también en el Norte del Continente, la Virgen de Guadalupe es venerada como Reina de toda América.”. El Papa Juan Pablo II reafirma la fuerza y la ternura del mensaje de Dios por medio de la estrella de la evangelización, María de Guadalupe, y su fiel, humilde y verdadero mensajero Juan Diego; momento histórico para la evangelización de los pueblos, “La aparición de María al indio Juan Diego –reafirma el Santo Padre– en la colina del Tepeyac, el año de 1531, tuvo una repercusión decisiva para la evangelización. Este influjo va más allá de los confines de la nación mexicana, alcanzando todo el Continente.”
El Beato Juan Diego continúa difundiendo al mundo entero este gran milagro Guadalupano, un gran Mensaje de Paz, de Unidad y de Amor que se sigue transmitiendo también por medio de cada uno de nosotros, convirtiendo nuestra pobre historia humana en una maravillosa Historia de Salvación, ya que en el centro de la Sagrada Imagen, en el centro de Guadalupe, en el centro del corazón de la Santísima Virgen María de Guadalupe, se encuentra Jesucristo Nuestro Salvador.
Reunámonos hoy en oración comunitaria y eucarística, como los Apóstoles con María en el Cenáculo, para dar gracias porque nos ha dado a su Madre, "que nos protege en su tienda el día del peligro, y nos alza sobre la roca" (Salmo 26) y aclamemos a María, intacta en su virginidad, gloriosa en su descendencia y triunfante en su asunción. Que ella sea nuestro gozo y la causa de nuestra alegría porque A TODOS, COMO A JUAN DIEGO NOS ESTA DICIENDO SANTA MARIA: No temas. ¿No estoy yo aquí que son tu madre? ¿No estás por ventura en mi regazo? No te apene ni te inquiete cosa alguna.
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