Llegamos a un momento precioso, tierno y conmovedor: ¡ha nacido el niño Dios!
En estas fechas todos nos sentimos embriagados de ternura, sincera compasión y abierta solidaridad. Más aun, los creyentes festejamos el regalo de Amor más grande de la historia de la humanidad: Jesús está entre nosotros, frágil, vulnerable..es ¡tan humano!
Nos entran ganas de reír, de llorar, de compartir, de perdonar...
Pero, ¿estamos dispuestos a adorar?, realmente ¿qué es adorar?
adorar:
(Del lat. adorāre).
1 Reverenciar con sumo honor o respeto a un ser, considerándolo como cosa divina.
2. Reverenciar y honrar a Dios con el culto religioso que le es debido.
3. Dicho de un cardenal: Postrarse delante del Papa después de haberle elegido, en señal de reconocerle como legítimo sucesor de San Pedro.
4. Amar con extremo.
5. Gustar de algo extremadamente.
6. Orar (hacer oración).
7. Tener puesta la estima o veneración en una persona o cosa. Adorar EN alguien, EN algo.
Los magos de oriente que nos narra Mateo, vieron salir su estrella, la estrella del rey de los judíos, y fueron a adorarlo.
Nosotros andamos a oscuras, nos resistimos a ver esa estrella, a ver su luz, esa que nos quiere guiar a su encuentro, por que si la siguiéramos, ¿qué haríamos delante de El? ¿adorarlo?.
Los magos, los primeros que según Mateo rindieron honor a Jesús, eran paganos, no judíos y sin embargo, los primeros en ver su luz y en postrarse a sus pies. ¿no es revelador?
Los cristianos, tan inmersos en la Navidad, no vemos su estrella, no sabemos adorar ...o ¿no queremos?
Caer de rodillas ante “alguien”, requiere de mucha humildad, y, sobre todo, de mucho amor.
1 Reverenciar con sumo honor o respeto a un ser, considerándolo como cosa divina, es algo muy duro para nuestro ego, y sin embargo, 7. Tener puesta la estima o veneración en una persona o cosa. Adorar EN alguien, EN algo, es algo que hacemos constantemente.
Hemos perdido la capacidad de asombro, el conmovernos profundamente, la pequeñez ante el MISTERIO. Solo hemos de retroceder en el tiempo para recuperar estas maravillosas capacidades.
Observemos a los niños: cuando se les habla de la Navidad, lo hacemos con un tono de asombro, alegría, milagro y expectación, lo rodeamos de MISTERIO y magia. Provocamos su asombro ante lo mágico, lo divino y los preparamos para un encuentro con lo trascendente en la cotidianidad de un bebé. Les abrimos los ojos a lo DIVINO.
Cuando los acercamos a una celebración y les dan a besar “al niño Jesús” sus ojos miran con una mezcla de asombro, respeto y alegría, y en ese sencillo gesto, todo su ser ADORA al Señor.
Bien sabía Jesús:”Os aseguro que si no cambiáis y os volvéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos”(Mt 18,3)
Si somos capaces de trasmitirlo y hacérselo vivir a nuestros niños, ¿Por qué no sabemos vivirlo nosotros? ¿Por qué no queremos?
4. Amar con extremo. 5. Gustar de algo extremadamente. Quizá lo que hemos perdido a lo largo de la vida no es el gustar, ni el Amor, es hacerlo de modo extremo, extremadamente por que pensamos que nada merece tanta entrega. Pero no es así.
Amamos y gustamos extremadamente de nuestros hijos, nos conmovemos profundamente ante un recién nacido, ante ese milagro de vida al que besamos con inmensa ternura, con ADORACIÓN. Adoramos, pues, la vida que se nos da como un regalo, la que es depositada en nuestras manos.
Así es el regalo de Dios a los hombres: Jesús, la VIDA entregada en nuestras manos.
Seamos como los magos de oriente, dejémonos deslumbrar por la estrella de la vida regalada y volvamos a ser niños para poder, esta Navidad y siempre, ADORAR extremadamente, desde la sencillez e inocencia del corazón, el AMOR entregado en Jesús de Nazaret.
ISAIAS 60, 1 6
¡Levántate, brilla, Jerusalén, que llega tu luz; la gloria del Señor amanece sobre ti! Mira: las tinieblas cubren la tierra, y la oscuridad los pueblos, pero sobre ti amanecerá el Señor, su gloria aparecerá sobre ti; y caminarán los pueblos a tu luz; los reyes al resplandor de tu aurora. Levanta la vista en tomo, mira: todos ésos se han reunido, vienen a ti: tus hijos llegan de lejos, a tus hijas las traen en brazos. Entonces los verás, radiante de alegría; tu corazón se asombrará, se ensanchará, cuando vuelquen sobre ti los tesoros del mar y te traigan las riquezas de los pueblos. Te inundará una multitud de camellos, de dromedarios de Madián y de Efá. Vienen todos de Saba, trayendo incienso y oro, y proclamando las alabanzas del Señor.
EFESIOS 3, 2 3a. 5 6
Hermanos: Habéis oído hablar de la distribución de la gracia de Dios que se me ha dado en favor vuestro. Ya que se me dio a conocer por revelación del misterio, que no había sido manifestado a los hombres en otros tiempos, como ha sido revelado ahora por el Espíritu a sus santos apóstoles y profetas: que también los gentiles son coherederos, miembros del mismo cuerpo y partícipes de la promesa en Jesucristo, por el Evangelio.
MATEO 2,1 12
Jesús nació en Belén de Judá, en tiempos del rey Herodes. Entonces, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando: «¿Dónde está el rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo». Al enterarse el rey Herodes, se sobresaltó, y todo Jerusalén con él; convocó a los sumos pontífices y a los escribas del país, y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías. Ellos le contestaron: «En Belén de Judá, porque así lo ha escrito el profeta: “Y tú, Belén, tierra de Judea, no eres ni mucho menos la última de las ciudades de Judea, pues de ti saldrá un jefe que será el pastor de mi pueblo Israel”». Entonces Herodes llamó en secreto a los magos para que le precisaran el tiempo en que había aparecido la estrella, y los mandó a Belén, diciéndoles: «Id y averiguad cuidadosamente qué hay del niño y, cuando lo encontréis, avisadme, para ir yo también a adorarlo». Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y de pronto la estrella que habían visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a pararse encima de donde estaba el niño. Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra. Y habiendo recibido en sueños un oráculo, para que no volvieran a Herodes, se marcharon a su tierra por otro camino.
PRIMERA LECTURA
En Babilonia se quedaron los que habían prosperado. Sus negocios marchaban bien y no estaban dispuestos, una generación más tarde, a correr riesgos innecesarios. Los desterrados que volvieron a Jerusalén fueron quienes no habían tenido tanta suerte, aquellos a quienes las cosas no les habían ido tan bien y estaban más predispuestos a creer las alabanzas de la “tierra” que contaban entre lágrimas sus padres, junto a los canales de Babilonia.
Pero no estuvieron solos. No faltaron voces proféticas que anunciaron la Nueva Jerusalén y el nuevo Templo. No obstante, la realidad fue que se encontraron con una ciudad arruinada y carecían de medios para reconstruirla. Fue entonces cuando se alzó la voz consoladora del Tercer Isaías (56-66). Reconociendo la pura y dura realidad (“las tinieblas cubren la tierra”), supo infundir a los pobres repatriados la esperanza que necesitaban para salir de su postración.
En primer lugar, y en segundo, y en tercero...: la presencia del Señor glorioso que amanece sobre Jerusalén. Luz y resplandor son las imágenes preferidas por este poeta para describir la acción renovadora de Yhwh. En contraste con la humillación que sufre la ciudad, hundida en la miseria, el resplandor de su Dios atraerá hacia ella a las gentes así como los tesoros necesarios para poblarla y engrandecerla.
El profeta sabe, porque así ha sido a los largo de la historia de su pueblo, que es el Señor quien lo hace. Pero también constata que lo más urgente es que sus compatriotas abran los ojos: “Levanta la vista en torno.... entonces lo verás”.
Después vendrán las exhortaciones: “Edificar las ruinas ancestrales... levantar los lugares de antiguo desolados” (61,4). Pero la condición necesaria es que el pueblo aprenda a ver la mano de Dios.
SEGUNDA LECTURA
Los versículos 2-13 son una disgresión de la oración que comienza en el v. 1 y sigue en el 14- Tratan del misterio de Cristo y del ministerio consagrado a él en términos que recuerdan mucho a Col 1,23-28.
Todo este capítulo está escrito de modo muy personal Da la impresión de que el autor, muy probablemente un discípulo de Pablo y no Pablo mismo, después de haber expuesto de modo más abstracto el misterio de Cristo pasa a indicar la relación entre tal misterio y los predicadores humanos.
El contenido básico de ese misterio, ya mencionado en 2,11-22, es la universalidad del plan salvífico y la consiguiente superación de las distinciones veterotestamentarias, muy extendidas entre los judíos.
Tal es la riqueza de Cristo que se menciona en el v.8 o la manifestación de la sabiduría de Dios a todo el universo (v.10).
Ahora bien, la presencia del ministro en el primer plano retórico, además de hacer más cercano todo el argumento muestra cómo el plan de Dios se realiza mediante seres humanos concretos. Han recibido la llamada y la gracia y han respondido a ella.
La revelación nos ha colocado en la época escatológica o última, dato este importante a la hora de no esperar nuevas revelaciones sino de dedicarnos por entero a la que ya tenemos. El contenido destacado aquí, en coherencia con lo dicho en partes anteriores de la carta, es la universalidad del ofrecimiento divino de salvación y su profundidad.
EVANGELIO
Texto. Está entresacado del cap.2 del evangelio de Mateo. En el cap.1 el autor se ha movido en coordenadas exclusivamente judías. En el relato de hoy, en cambio, las coordenadas se amplían, dando entrada a personajes no judíos, cuya procedencia viene situada genéricamente al este de Israel. El relato no precisa ni las personas ni su lugar de origen. Las concreciones al respecto no pasan de ser curiosidades sin base alguna en el texto.
La atención del texto se centra inmediatamente en Jerusalén y, más en concreto, en el sobresalto del rey Herodes el Grande y de los jerosolimitanos ante la noticia del nacimiento del Mesías traída por los extranjeros llegados.
La cita del profeta Miqueas a cargo de los miembros del Sanedrín o Gran Consejo testimonia el conocimiento institucional sobre el Mesías, al que en la cita se califica de pastor de mi pueblo Israel.
Toda la primera parte del texto es una sutil y continuada paradoja. Herodes es calificado de rey, pero los extranjeros no ven en él al rey de los judíos, título éste que reservan para el Mesías, de cuya llegada nadie en Jerusalén sabe nada, mientras sí lo saben unos extranjeros. ¿No estará insinuando el autor que la realidad de pueblo de Israel está cambiando?
A partir de la cita de Miqueas todo es ventaja y adelanto para los extranjeros llegados, que ven recompensada felizmente su búsqueda. Dos actitudes destaca el autor en los extranjeros: alegría y adoración, dos actitudes características en las previsiones mesiánicas judías.
Comentario. El texto se mueve en una doble dirección de crítica hacia adentro y de esperanza hacia afuera.
Crítica para con un Pueblo de Dios cómodamente instalado en su saber religioso teórico y con capacidad de dar razón de ese su saber teórico, pero por completo desconocedor de la semilla divina que en él germina silenciosamente en tantas y tantas pequeñas situaciones y personas.
Esperanza depositada en gentes no evangelizadas u oficialmente ajenas al Pueblo de Dios, pero que buscan al Dios encarnado que ese Pueblo les vela y oculta. Hace unos años se hizo célebre el siguiente grito: Cristianos de todas las confesiones: ¡Devolvédnoslo! Muchos gritos de aquellos años se han desvanecido; éste sigue resonando, sin que el saber religioso teórico pueda hacer nada por manipularlo
Epifanía= Dios se manifiesta
Una de las actitudes que más frecuentemente se le piden al hombre creyente a lo largo de la Escritura es precisamente la de vivir expectantes. Los que tenemos fe siempre recibimos la invitación de vivir y permanecer en vigilancia, como el centinela; o bien de experimentar en nosotros y dejarnos llevar por la sed y el ansia de Dios que nos hace descubrirle en todas partes; o bien de ser como el sirviente fiel que no sabe cuándo ni por dónde llegará su señor, para así no dejarle escapar pasando de largo por nuestro lado. Incluso más allá de la Palabra de Dios, en muchas palabras humanas, en pequeñas fábulas, nos sentimos invitados por otros creyentes a no descartar que Dios se muestra como quiere y cuando quiere, y que nuestra vida debe ser un esfuerzo constante por abrir bien los ojos. A mi alguna vez me habéis oído contar aquella historia que presencié directamente en la que dos adolescentes de parroquia hablaban sobre dónde encontrar a Dios, y le encontraron en la sonrisa de la sobrina de uno de ellos.
Hoy, que celebramos como fiesta que Dios ha querido manifestarse al mundo, la Palabra que hemos proclamado nos habla precisamente de eso, de cómo en la culminación de nuestras fiestas navideñas, en estos días en que celebramos y nos alegramos una y otra vez porque Dios ha querido plantar su tienda entre nosotros, podemos fijarnos especialmente una vez más en la forma que ha tenido de hacerlo. El pueblo de Dios llevaba mucho tiempo esperando al Mesías. Necesitaban un salvador que triunfante y glorioso bajase del cielo entre grandes manifestaciones teofánicas para liberarles, devolverles su tierra prometida, y restaurar la gracia inicial que habían perdido. Frente a eso, la forma de hacer Dios las cosas es completamente distinta; fijaos en el evangelio de hoy.
-Nos ubica directamente en un lugar: una aldea, que para muchos podría ser la última de las ciudades de Judea por importancia, por riqueza, por demografía... pero que para el curso de la historia va a ser el centro neurálgico de una nueva humanidad, pues será la cuna del Salvador. ¿Por qué Dios elige este lugar para hacerse uno como nosotros? ¿Por qué en aquella humilde casa en la que se encontraban alojados? Quizás porque nuestro Dios quiere que aprendamos a buscarle en lo pequeño. Tan acostumbrados estamos a pensar en ese Dios de la gloria y el poder, de las riquezas y el trono, que saber que los Magos de oriente le encontraron en una ciudad cualquiera nos hace recordar que en cada pueblo, en cada rincón, en cada espacio, podemos encontrar a nuestro Dios, sin necesidad de visitar una ciudad santa o un hermoso santuario.
-Nos presenta a una estrella que sirve de guía para llegar hasta Dios. para muchos será símbolo de catástrofes o de acontecimientos extraordinarios. Para otros seguir una luz en el cielo no será más que la prueba de que más allá de la ciencia no hay nada. Para la mayoría, nos constaría fiarnos de que algo tan simple nos fuera a hacer vivir el mayor descubrimiento de nuestra vida. Pero aquellos sabios de oriente confiaron, aceptaron ser guiados, y pudieron así llegar hasta el niño. Y ahí descubrieron a Dios dos veces: primero, porque es un Dios que como estrella nos guía, nos ofrece un camino a seguir, dándonos libertad, aceptando incluso que podamos perdernos, pero sin desaparecer por ello
-Y lo descubrieron una segunda vez en el niño. Una imagen tierna. A todos se nos ablanda el corazón y nos surge una sonrisa al ver a un niño que acaba de nacer. Nos infantilizamos por un momento y emitimos sonidos suaves, cadenciosos, mientras acercamos nuestros labios a su cabecita o ponemos nuestro dedo en su mano para que lo coja. ¡Todo un milagro! Lo que muchas veces no pueden las palabras o los premios y castigos, lo ha podido un simple recién nacido: ablandar nuestro corazón, hacernos tiernos, hacernos como niños. Dios opta por mostrarse en debilidad, frágil, quebradizo, incluso hasta la muerte llegará a hacerlo. Y romper los esquemas de quienes esperaban un Dios al que no se le puede mirar cara a cara ni estar frente a Él más que arrodillados. Los magos se arrodillan, sí, pero no es por temor, sino como gesto de inmenso amor, como quien reconoce que está viviendo un momento sagrado.
-Añadiría aún un tercer lugar donde le descubren... pues le encontraron con sus padres. Y sus padres también eran manifestación de Dios. ¿Qué es Dios, sino padre, madre, cuidador, educador, progenitor...? Todo eso es Dios también para nosotros, más que juez, castigador, tirano o cualquiera de las cosas que otros pudieran pensar. Quienes hemos pasado por Belén sabemos que ése no es el Dios en el que creemos.
-Y un último lugar donde vieron a Dios. Dice al final el evangelio que los Magos se fueron por otro camino, alertados por un oráculo. Dios les habló directamente a su conciencia, quizás por un mensajero, quizás a través del sueño, quizás en la oración. Otro lugar donde es bueno que recordemos los cristianos que Dios se manifiesta (lo decíamos en el catecismo, 'Dios habla a través de la conciencia')
Nosotros, epifanías
Y a todo lo dicho, habría que añadir: los Magos también eran manifestación de Dios. Le anunciaron, le proclamaron, le reconocieron, le adoraron, y la experiencia vivida les sirvió para regresar con la necesidad de anunciar eso que habían descubierto. Se convirtieron en epifanías para los demás, en mensajeros privilegiados, en transmisores de un Dios que venía rompiendo esquemas; que una vez visto y conocido ha irradiado sobre tí su luz de manera que puedes tú ser para los demás también estrella.
Por eso, a la luz de esta Epifanía, os invito a que lleguemos hasta este Belén en el que nos hemos reunido: aquí, hoy, Dios quiere que le reconozcamos. Que le encontremos en este templo, en esta casa, en esta comunidad. Quiere que le reconozcamos en cosas pequeñas: en la sonrisa del que tenemos al lado, en el gesto de cariño del conocido, en el respeto, en el silencio, en la invitación a ser comunidad. Quiere que su signo distintivo sea la ternura, y que sintamos cómo se nos contagia. Quiere que nos despojemos de esquemas antiguos y le podamos ver en la fragilidad, en la vulnerabilidad, en la necesidad. Quiere que le descubramos como nuestro Padre, como nuestra Madre, con todos los signos distintivos del años de los buenos padres hacia sus hijos. Y quiere que abramos nuestras conciencias y nuestros corazones para dejarle entrar y nacer dentro de ellos.
Y quiere, por último, que aprendamos a ser nosotros estrellas para los demás, que sepamos guiarles para que en nosotros le descubran y así puedan llegar hasta el Dios de lo sencillo que ha nacido para salvarnos.
PARA LA ORACION
Padre bueno, que has querido regalarnos a tu Hijo para ser nuestra Luz y la de todo el mundo: que celebrar hoy esta fiesta, que llamamos de los Magos, nos haga, como a ellos, buscarte siempre en las cosas sencillas y en las extraordinarias, para así vivir iluminados y ser también para los demás estrellas que les guíen hasta ti.
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Como hicieron los Magos, también nosotros queremos presentarte estas ofrendas. El pan, que simboliza el fruto de nuestro trabajo, pero también que necesitamos alimentarnos de ti. El vino, que expresa nuestra alegría, y que tú conviertes en la felicidad más plena. Que siempre sepamos, Señor, vivirlos como tus dones y cuidarlos para podértelos ofrecer.
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La tierra entera se regocija ante este misterio... un Dios tan grande que se hace tan pequeño; quien todo lo puede, renunciando a todo. En un mundo en el que quien más puede y más usa la fuerza termina siendo glorificado, tu presencia en carne como la nuestra nos recuerda cuál es el camino. Por eso queremos cantarte llenos de alegría.
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Tu luz, tu presencia, tu alimento, tu promesa... tenemos tanto que agradecerte que nuestro corazón se queda sin palabras. Te pedimos que nos ayudes a vivir siempre nuestra vida desde el agradecimiento por todo lo que nos das, y con la generosidad de compartirlo con los hermanos.
MONICIÓN DE ENTRADA
Hermanos: si hace unos días celebrábamos con alegría que el Señor había nacido; si una semana después lo volvíamos a celebrar fijándonos en su Madre, María; hoy, de nuevo la liturgia nos invita a celebrar que con su nacimiento Dios ha querido manifestarse a cada uno de nosotros. Que la presencia de los hermanos, que el gozo que nos llena, que la ternura de la fiesta de hoy, nos haga reconocer, además de nuestras emociones, que Dios vive muy cerca de todos y cada uno de nosotros, sus hijos.
ACTO PENITENCIAL
Jesús puede nacer cada día simplemente con el esfuerzo de dejarle sitio en nuestro corazón para que ahí encuentre su pesebre. Preparémosle pues ese lugar pidiendo un momento perdón por nuestros pecados.
-Porque no hemos sabido reconocerte en las cosas sencillas, Señor, ten piedad.
-Porque estos días demasiadas cosas han ahogado el auténtico sentido de la Navidad, Cristo, ten piedad.
-Porque no hemos sabido mostrarte con claridad a quienes te buscaban, Señor, ten piedad.
INVITACION AL GLORIA
Una vez más, y con el corazón lleno de alegría por haber descubierto al Señor, cantemos juntos el himno de gloria y alabanza a nuestro Dios
MONICIÓN A LA PRIMERA LECTURA
Cuando sabemos que vamos a recibir una visita de alguien a quien queremos inmediatamente nos ponemos a prepararlo todo para recibirle. Lo sucio se limpia, lo desordenado se ordena, se arrinconan las penas y se da lo mejor de nosotros mismos. El profeta anuncia la visita más importante, y por eso llega el momento de abandonar la oscuridad, la desesperanza, la tristeza. Alegrémonos, llega nuestra luz.
SALMO RESPONSORIAL (Sal. 71)
Se postrarán ante ti, Señor, todos los pueblos de la Tierra.
Dios mío, confía tu juicio al rey, tu justicia al hijo de reyes, para que rija a tu pueblo con justicia, a tus humildes con rectitud.
Se postrarán ante ti, Señor, todos los pueblos de la Tierra.
Que en sus días florezca la justicia y la paz hasta que falte la luna; que domine de mar a mar, del Gran Río al confín de la Tierra.
Se postrarán ante ti, Señor, todos los pueblos de la Tierra.
Que los reyes de Tarsis y de las islas le paguen tributo. Que los reyes de Saba y de Arabia le ofrezcan sus dones; que se postren ante él todos los reyes, y que todos los pueblos le sirvan.
Se postrarán ante ti, Señor, todos los pueblos de la Tierra.
Él librará al pobre que clamaba, al afligido que no tenía protector; él se apiadará del pobre y del indigente, y salvará la vida de los pobres.
Se postrarán ante ti, Señor, todos los pueblos de la Tierra.
MONICIÓN A LA SEGUNDA LECTURA
Dios es Padre de todos y cada uno de los hombres, aunque muchos aún no lo saben. Los cristianos, ¿seremos capaces de entender por fin aquellas mismas palabras dirigidas a los de Éfeso? Si así fuera entenderíamos que estamos llamados a ser transmisores del amor de Dios a todo hombre, sin distinción de raza, lengua, credo o frontera.
MONICIÓN A LA LECTURA EVANGÉLICA
Unos sabios lejanos llegan a tierras de Judea. Buscan el significado de una señal en el cielo. Caminan, indagan, preguntan, y como resultado de su larga travesía encuentran a Dios. Aprendamos de ese encuentro, pues tienen mucho que enseñarnos sobre el Dios que andamos buscando.
ORACIÓN DE LOS FIELES
Unidos en comunión con toda la Iglesia, depositemos ante el Señor, ante el recién nacido, nuestras humildes plegarias.
-Para que en este día en que toda la Iglesia celebra el nacimiento del salvador y su manifestación como Luz del mundo, el ponernos de rodillas ante Él como los sabios de oriente nos sirva para buscar más que nunca la unidad de todos los creyentes, roguemos al Señor.
-Para que cuantos se dedican con ternura a la atención de los más necesitados -niños, ancianos, maltratadas, marginados, enfermos, sin techo- vivan el gozo de sentir la presencia del Dios que todo lo transforma dentro de ellos mismos, y eso les dé fuerza para continuar con sus tareas, roguemos al Señor.
-Para que la ilusión con la que niños y mayores hemos vivido esta noche nos haga un poco mejores, y la descubramos también como presencia de la acción del Dios del cielo en cada uno de nosotros, roguemos al Señor.
-Por cuántos dedican su tiempo a ser estrellas para los demás y así llevarles hasta Dios: catequistas, sacerdotes, religiosos y religiosas, misioneros, animadores juveniles... que también ellos vean a ese Dios salvador cerca y les llene de ilusión por continuar con su tarea, roguemos al Señor.
-Por todos nosotros y nuestra comunidad, para que descubramos unos en los otros la manifestación de la luz de Dios y nos hagamos siempre el regalo de ser sus transmisores y sus estrellas, roguemos al Señor.
Oración: Atiende, Señor, estas plegarias sencillas que te presentamos, y llénanos a todos de tu gracia. Por Jesucristo nuestro Señor.
BENDICION FINAL
-Que la luz del Señor que disipa toda tiniebla apague cualquier rescoldo de tristeza, desilusión o desesperanza en vuestros corazones.
-Que su presencia sencilla pero intensa os dé fuerza para el camino de cada día
-Y que el gran amor que os regala desde Belén os haga transmisores de ese mismo amor para cuantos os rodeen.
DESPEDIDA
Con el mandato de ser felices y llevar esa felicidad a los demás, podéis ir en paz.
Entrada: Tres reyes magos del disco "Preparad los caminos"; El Señor es mi luz (1 CLN 505); Cuando llega la luz, de Barja; Vosotros sois la luz del mundo (CLN 406); Adeste Fideles.
Salmo: LdS.
Aleluya: Aleluya, Navideño.
Ofertorio: Caminando desde Oriente, del casette "Nuevos Cantos de Adviento y Navidad".
Santo: de Palazón.
Aclamación al memorial: (1 CLN J 21).
Comunión: Noche de Dios; Pueblo de Reyes (1CLN 401); De rodillas, Señor, ante el Sagrario; Delante de ti, Señor mi Dios del Disco "Cantos para participar y vivir la misa".
Final: Villancicos populares en la adoración del Niño.
En estas fechas todos nos sentimos embriagados de ternura, sincera compasión y abierta solidaridad. Más aun, los creyentes festejamos el regalo de Amor más grande de la historia de la humanidad: Jesús está entre nosotros, frágil, vulnerable..es ¡tan humano!
Nos entran ganas de reír, de llorar, de compartir, de perdonar...
Pero, ¿estamos dispuestos a adorar?, realmente ¿qué es adorar?
adorar:
(Del lat. adorāre).
1 Reverenciar con sumo honor o respeto a un ser, considerándolo como cosa divina.
2. Reverenciar y honrar a Dios con el culto religioso que le es debido.
3. Dicho de un cardenal: Postrarse delante del Papa después de haberle elegido, en señal de reconocerle como legítimo sucesor de San Pedro.
4. Amar con extremo.
5. Gustar de algo extremadamente.
6. Orar (hacer oración).
7. Tener puesta la estima o veneración en una persona o cosa. Adorar EN alguien, EN algo.
Los magos de oriente que nos narra Mateo, vieron salir su estrella, la estrella del rey de los judíos, y fueron a adorarlo.
Nosotros andamos a oscuras, nos resistimos a ver esa estrella, a ver su luz, esa que nos quiere guiar a su encuentro, por que si la siguiéramos, ¿qué haríamos delante de El? ¿adorarlo?.
Los magos, los primeros que según Mateo rindieron honor a Jesús, eran paganos, no judíos y sin embargo, los primeros en ver su luz y en postrarse a sus pies. ¿no es revelador?
Los cristianos, tan inmersos en la Navidad, no vemos su estrella, no sabemos adorar ...o ¿no queremos?
Caer de rodillas ante “alguien”, requiere de mucha humildad, y, sobre todo, de mucho amor.
1 Reverenciar con sumo honor o respeto a un ser, considerándolo como cosa divina, es algo muy duro para nuestro ego, y sin embargo, 7. Tener puesta la estima o veneración en una persona o cosa. Adorar EN alguien, EN algo, es algo que hacemos constantemente.
Hemos perdido la capacidad de asombro, el conmovernos profundamente, la pequeñez ante el MISTERIO. Solo hemos de retroceder en el tiempo para recuperar estas maravillosas capacidades.
Observemos a los niños: cuando se les habla de la Navidad, lo hacemos con un tono de asombro, alegría, milagro y expectación, lo rodeamos de MISTERIO y magia. Provocamos su asombro ante lo mágico, lo divino y los preparamos para un encuentro con lo trascendente en la cotidianidad de un bebé. Les abrimos los ojos a lo DIVINO.
Cuando los acercamos a una celebración y les dan a besar “al niño Jesús” sus ojos miran con una mezcla de asombro, respeto y alegría, y en ese sencillo gesto, todo su ser ADORA al Señor.
Bien sabía Jesús:”Os aseguro que si no cambiáis y os volvéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos”(Mt 18,3)
Si somos capaces de trasmitirlo y hacérselo vivir a nuestros niños, ¿Por qué no sabemos vivirlo nosotros? ¿Por qué no queremos?
4. Amar con extremo. 5. Gustar de algo extremadamente. Quizá lo que hemos perdido a lo largo de la vida no es el gustar, ni el Amor, es hacerlo de modo extremo, extremadamente por que pensamos que nada merece tanta entrega. Pero no es así.
Amamos y gustamos extremadamente de nuestros hijos, nos conmovemos profundamente ante un recién nacido, ante ese milagro de vida al que besamos con inmensa ternura, con ADORACIÓN. Adoramos, pues, la vida que se nos da como un regalo, la que es depositada en nuestras manos.
Así es el regalo de Dios a los hombres: Jesús, la VIDA entregada en nuestras manos.
Seamos como los magos de oriente, dejémonos deslumbrar por la estrella de la vida regalada y volvamos a ser niños para poder, esta Navidad y siempre, ADORAR extremadamente, desde la sencillez e inocencia del corazón, el AMOR entregado en Jesús de Nazaret.
CONCHA MORATA
DIOS HABLA
ISAIAS 60, 1 6
¡Levántate, brilla, Jerusalén, que llega tu luz; la gloria del Señor amanece sobre ti! Mira: las tinieblas cubren la tierra, y la oscuridad los pueblos, pero sobre ti amanecerá el Señor, su gloria aparecerá sobre ti; y caminarán los pueblos a tu luz; los reyes al resplandor de tu aurora. Levanta la vista en tomo, mira: todos ésos se han reunido, vienen a ti: tus hijos llegan de lejos, a tus hijas las traen en brazos. Entonces los verás, radiante de alegría; tu corazón se asombrará, se ensanchará, cuando vuelquen sobre ti los tesoros del mar y te traigan las riquezas de los pueblos. Te inundará una multitud de camellos, de dromedarios de Madián y de Efá. Vienen todos de Saba, trayendo incienso y oro, y proclamando las alabanzas del Señor.
EFESIOS 3, 2 3a. 5 6
Hermanos: Habéis oído hablar de la distribución de la gracia de Dios que se me ha dado en favor vuestro. Ya que se me dio a conocer por revelación del misterio, que no había sido manifestado a los hombres en otros tiempos, como ha sido revelado ahora por el Espíritu a sus santos apóstoles y profetas: que también los gentiles son coherederos, miembros del mismo cuerpo y partícipes de la promesa en Jesucristo, por el Evangelio.
MATEO 2,1 12
Jesús nació en Belén de Judá, en tiempos del rey Herodes. Entonces, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando: «¿Dónde está el rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo». Al enterarse el rey Herodes, se sobresaltó, y todo Jerusalén con él; convocó a los sumos pontífices y a los escribas del país, y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías. Ellos le contestaron: «En Belén de Judá, porque así lo ha escrito el profeta: “Y tú, Belén, tierra de Judea, no eres ni mucho menos la última de las ciudades de Judea, pues de ti saldrá un jefe que será el pastor de mi pueblo Israel”». Entonces Herodes llamó en secreto a los magos para que le precisaran el tiempo en que había aparecido la estrella, y los mandó a Belén, diciéndoles: «Id y averiguad cuidadosamente qué hay del niño y, cuando lo encontréis, avisadme, para ir yo también a adorarlo». Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y de pronto la estrella que habían visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a pararse encima de donde estaba el niño. Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra. Y habiendo recibido en sueños un oráculo, para que no volvieran a Herodes, se marcharon a su tierra por otro camino.
EXEGESIS
PRIMERA LECTURA
En Babilonia se quedaron los que habían prosperado. Sus negocios marchaban bien y no estaban dispuestos, una generación más tarde, a correr riesgos innecesarios. Los desterrados que volvieron a Jerusalén fueron quienes no habían tenido tanta suerte, aquellos a quienes las cosas no les habían ido tan bien y estaban más predispuestos a creer las alabanzas de la “tierra” que contaban entre lágrimas sus padres, junto a los canales de Babilonia.
Pero no estuvieron solos. No faltaron voces proféticas que anunciaron la Nueva Jerusalén y el nuevo Templo. No obstante, la realidad fue que se encontraron con una ciudad arruinada y carecían de medios para reconstruirla. Fue entonces cuando se alzó la voz consoladora del Tercer Isaías (56-66). Reconociendo la pura y dura realidad (“las tinieblas cubren la tierra”), supo infundir a los pobres repatriados la esperanza que necesitaban para salir de su postración.
En primer lugar, y en segundo, y en tercero...: la presencia del Señor glorioso que amanece sobre Jerusalén. Luz y resplandor son las imágenes preferidas por este poeta para describir la acción renovadora de Yhwh. En contraste con la humillación que sufre la ciudad, hundida en la miseria, el resplandor de su Dios atraerá hacia ella a las gentes así como los tesoros necesarios para poblarla y engrandecerla.
El profeta sabe, porque así ha sido a los largo de la historia de su pueblo, que es el Señor quien lo hace. Pero también constata que lo más urgente es que sus compatriotas abran los ojos: “Levanta la vista en torno.... entonces lo verás”.
Después vendrán las exhortaciones: “Edificar las ruinas ancestrales... levantar los lugares de antiguo desolados” (61,4). Pero la condición necesaria es que el pueblo aprenda a ver la mano de Dios.
JEREMÍAS LERA BARRIENTOS
jeremias@dabar.net
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SEGUNDA LECTURA
Los versículos 2-13 son una disgresión de la oración que comienza en el v. 1 y sigue en el 14- Tratan del misterio de Cristo y del ministerio consagrado a él en términos que recuerdan mucho a Col 1,23-28.
Todo este capítulo está escrito de modo muy personal Da la impresión de que el autor, muy probablemente un discípulo de Pablo y no Pablo mismo, después de haber expuesto de modo más abstracto el misterio de Cristo pasa a indicar la relación entre tal misterio y los predicadores humanos.
El contenido básico de ese misterio, ya mencionado en 2,11-22, es la universalidad del plan salvífico y la consiguiente superación de las distinciones veterotestamentarias, muy extendidas entre los judíos.
Tal es la riqueza de Cristo que se menciona en el v.8 o la manifestación de la sabiduría de Dios a todo el universo (v.10).
Ahora bien, la presencia del ministro en el primer plano retórico, además de hacer más cercano todo el argumento muestra cómo el plan de Dios se realiza mediante seres humanos concretos. Han recibido la llamada y la gracia y han respondido a ella.
La revelación nos ha colocado en la época escatológica o última, dato este importante a la hora de no esperar nuevas revelaciones sino de dedicarnos por entero a la que ya tenemos. El contenido destacado aquí, en coherencia con lo dicho en partes anteriores de la carta, es la universalidad del ofrecimiento divino de salvación y su profundidad.
FEDERICO PASTOR
federico@dabar.net
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EVANGELIO
Texto. Está entresacado del cap.2 del evangelio de Mateo. En el cap.1 el autor se ha movido en coordenadas exclusivamente judías. En el relato de hoy, en cambio, las coordenadas se amplían, dando entrada a personajes no judíos, cuya procedencia viene situada genéricamente al este de Israel. El relato no precisa ni las personas ni su lugar de origen. Las concreciones al respecto no pasan de ser curiosidades sin base alguna en el texto.
La atención del texto se centra inmediatamente en Jerusalén y, más en concreto, en el sobresalto del rey Herodes el Grande y de los jerosolimitanos ante la noticia del nacimiento del Mesías traída por los extranjeros llegados.
La cita del profeta Miqueas a cargo de los miembros del Sanedrín o Gran Consejo testimonia el conocimiento institucional sobre el Mesías, al que en la cita se califica de pastor de mi pueblo Israel.
Toda la primera parte del texto es una sutil y continuada paradoja. Herodes es calificado de rey, pero los extranjeros no ven en él al rey de los judíos, título éste que reservan para el Mesías, de cuya llegada nadie en Jerusalén sabe nada, mientras sí lo saben unos extranjeros. ¿No estará insinuando el autor que la realidad de pueblo de Israel está cambiando?
A partir de la cita de Miqueas todo es ventaja y adelanto para los extranjeros llegados, que ven recompensada felizmente su búsqueda. Dos actitudes destaca el autor en los extranjeros: alegría y adoración, dos actitudes características en las previsiones mesiánicas judías.
Comentario. El texto se mueve en una doble dirección de crítica hacia adentro y de esperanza hacia afuera.
Crítica para con un Pueblo de Dios cómodamente instalado en su saber religioso teórico y con capacidad de dar razón de ese su saber teórico, pero por completo desconocedor de la semilla divina que en él germina silenciosamente en tantas y tantas pequeñas situaciones y personas.
Esperanza depositada en gentes no evangelizadas u oficialmente ajenas al Pueblo de Dios, pero que buscan al Dios encarnado que ese Pueblo les vela y oculta. Hace unos años se hizo célebre el siguiente grito: Cristianos de todas las confesiones: ¡Devolvédnoslo! Muchos gritos de aquellos años se han desvanecido; éste sigue resonando, sin que el saber religioso teórico pueda hacer nada por manipularlo
ALBERTO BENITO
alberto@dabar.net
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NOTAS PARA LA HOMILIA
Epifanía= Dios se manifiesta
Una de las actitudes que más frecuentemente se le piden al hombre creyente a lo largo de la Escritura es precisamente la de vivir expectantes. Los que tenemos fe siempre recibimos la invitación de vivir y permanecer en vigilancia, como el centinela; o bien de experimentar en nosotros y dejarnos llevar por la sed y el ansia de Dios que nos hace descubrirle en todas partes; o bien de ser como el sirviente fiel que no sabe cuándo ni por dónde llegará su señor, para así no dejarle escapar pasando de largo por nuestro lado. Incluso más allá de la Palabra de Dios, en muchas palabras humanas, en pequeñas fábulas, nos sentimos invitados por otros creyentes a no descartar que Dios se muestra como quiere y cuando quiere, y que nuestra vida debe ser un esfuerzo constante por abrir bien los ojos. A mi alguna vez me habéis oído contar aquella historia que presencié directamente en la que dos adolescentes de parroquia hablaban sobre dónde encontrar a Dios, y le encontraron en la sonrisa de la sobrina de uno de ellos.
Hoy, que celebramos como fiesta que Dios ha querido manifestarse al mundo, la Palabra que hemos proclamado nos habla precisamente de eso, de cómo en la culminación de nuestras fiestas navideñas, en estos días en que celebramos y nos alegramos una y otra vez porque Dios ha querido plantar su tienda entre nosotros, podemos fijarnos especialmente una vez más en la forma que ha tenido de hacerlo. El pueblo de Dios llevaba mucho tiempo esperando al Mesías. Necesitaban un salvador que triunfante y glorioso bajase del cielo entre grandes manifestaciones teofánicas para liberarles, devolverles su tierra prometida, y restaurar la gracia inicial que habían perdido. Frente a eso, la forma de hacer Dios las cosas es completamente distinta; fijaos en el evangelio de hoy.
-Nos ubica directamente en un lugar: una aldea, que para muchos podría ser la última de las ciudades de Judea por importancia, por riqueza, por demografía... pero que para el curso de la historia va a ser el centro neurálgico de una nueva humanidad, pues será la cuna del Salvador. ¿Por qué Dios elige este lugar para hacerse uno como nosotros? ¿Por qué en aquella humilde casa en la que se encontraban alojados? Quizás porque nuestro Dios quiere que aprendamos a buscarle en lo pequeño. Tan acostumbrados estamos a pensar en ese Dios de la gloria y el poder, de las riquezas y el trono, que saber que los Magos de oriente le encontraron en una ciudad cualquiera nos hace recordar que en cada pueblo, en cada rincón, en cada espacio, podemos encontrar a nuestro Dios, sin necesidad de visitar una ciudad santa o un hermoso santuario.
-Nos presenta a una estrella que sirve de guía para llegar hasta Dios. para muchos será símbolo de catástrofes o de acontecimientos extraordinarios. Para otros seguir una luz en el cielo no será más que la prueba de que más allá de la ciencia no hay nada. Para la mayoría, nos constaría fiarnos de que algo tan simple nos fuera a hacer vivir el mayor descubrimiento de nuestra vida. Pero aquellos sabios de oriente confiaron, aceptaron ser guiados, y pudieron así llegar hasta el niño. Y ahí descubrieron a Dios dos veces: primero, porque es un Dios que como estrella nos guía, nos ofrece un camino a seguir, dándonos libertad, aceptando incluso que podamos perdernos, pero sin desaparecer por ello
-Y lo descubrieron una segunda vez en el niño. Una imagen tierna. A todos se nos ablanda el corazón y nos surge una sonrisa al ver a un niño que acaba de nacer. Nos infantilizamos por un momento y emitimos sonidos suaves, cadenciosos, mientras acercamos nuestros labios a su cabecita o ponemos nuestro dedo en su mano para que lo coja. ¡Todo un milagro! Lo que muchas veces no pueden las palabras o los premios y castigos, lo ha podido un simple recién nacido: ablandar nuestro corazón, hacernos tiernos, hacernos como niños. Dios opta por mostrarse en debilidad, frágil, quebradizo, incluso hasta la muerte llegará a hacerlo. Y romper los esquemas de quienes esperaban un Dios al que no se le puede mirar cara a cara ni estar frente a Él más que arrodillados. Los magos se arrodillan, sí, pero no es por temor, sino como gesto de inmenso amor, como quien reconoce que está viviendo un momento sagrado.
-Añadiría aún un tercer lugar donde le descubren... pues le encontraron con sus padres. Y sus padres también eran manifestación de Dios. ¿Qué es Dios, sino padre, madre, cuidador, educador, progenitor...? Todo eso es Dios también para nosotros, más que juez, castigador, tirano o cualquiera de las cosas que otros pudieran pensar. Quienes hemos pasado por Belén sabemos que ése no es el Dios en el que creemos.
-Y un último lugar donde vieron a Dios. Dice al final el evangelio que los Magos se fueron por otro camino, alertados por un oráculo. Dios les habló directamente a su conciencia, quizás por un mensajero, quizás a través del sueño, quizás en la oración. Otro lugar donde es bueno que recordemos los cristianos que Dios se manifiesta (lo decíamos en el catecismo, 'Dios habla a través de la conciencia')
Nosotros, epifanías
Y a todo lo dicho, habría que añadir: los Magos también eran manifestación de Dios. Le anunciaron, le proclamaron, le reconocieron, le adoraron, y la experiencia vivida les sirvió para regresar con la necesidad de anunciar eso que habían descubierto. Se convirtieron en epifanías para los demás, en mensajeros privilegiados, en transmisores de un Dios que venía rompiendo esquemas; que una vez visto y conocido ha irradiado sobre tí su luz de manera que puedes tú ser para los demás también estrella.
Por eso, a la luz de esta Epifanía, os invito a que lleguemos hasta este Belén en el que nos hemos reunido: aquí, hoy, Dios quiere que le reconozcamos. Que le encontremos en este templo, en esta casa, en esta comunidad. Quiere que le reconozcamos en cosas pequeñas: en la sonrisa del que tenemos al lado, en el gesto de cariño del conocido, en el respeto, en el silencio, en la invitación a ser comunidad. Quiere que su signo distintivo sea la ternura, y que sintamos cómo se nos contagia. Quiere que nos despojemos de esquemas antiguos y le podamos ver en la fragilidad, en la vulnerabilidad, en la necesidad. Quiere que le descubramos como nuestro Padre, como nuestra Madre, con todos los signos distintivos del años de los buenos padres hacia sus hijos. Y quiere que abramos nuestras conciencias y nuestros corazones para dejarle entrar y nacer dentro de ellos.
Y quiere, por último, que aprendamos a ser nosotros estrellas para los demás, que sepamos guiarles para que en nosotros le descubran y así puedan llegar hasta el Dios de lo sencillo que ha nacido para salvarnos.
RAMON GARCÍA
ramon@dabar.net
ramon@dabar.net
PARA LA ORACION
Padre bueno, que has querido regalarnos a tu Hijo para ser nuestra Luz y la de todo el mundo: que celebrar hoy esta fiesta, que llamamos de los Magos, nos haga, como a ellos, buscarte siempre en las cosas sencillas y en las extraordinarias, para así vivir iluminados y ser también para los demás estrellas que les guíen hasta ti.
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Como hicieron los Magos, también nosotros queremos presentarte estas ofrendas. El pan, que simboliza el fruto de nuestro trabajo, pero también que necesitamos alimentarnos de ti. El vino, que expresa nuestra alegría, y que tú conviertes en la felicidad más plena. Que siempre sepamos, Señor, vivirlos como tus dones y cuidarlos para podértelos ofrecer.
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La tierra entera se regocija ante este misterio... un Dios tan grande que se hace tan pequeño; quien todo lo puede, renunciando a todo. En un mundo en el que quien más puede y más usa la fuerza termina siendo glorificado, tu presencia en carne como la nuestra nos recuerda cuál es el camino. Por eso queremos cantarte llenos de alegría.
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Tu luz, tu presencia, tu alimento, tu promesa... tenemos tanto que agradecerte que nuestro corazón se queda sin palabras. Te pedimos que nos ayudes a vivir siempre nuestra vida desde el agradecimiento por todo lo que nos das, y con la generosidad de compartirlo con los hermanos.
LA MISA DE HOY
MONICIÓN DE ENTRADA
Hermanos: si hace unos días celebrábamos con alegría que el Señor había nacido; si una semana después lo volvíamos a celebrar fijándonos en su Madre, María; hoy, de nuevo la liturgia nos invita a celebrar que con su nacimiento Dios ha querido manifestarse a cada uno de nosotros. Que la presencia de los hermanos, que el gozo que nos llena, que la ternura de la fiesta de hoy, nos haga reconocer, además de nuestras emociones, que Dios vive muy cerca de todos y cada uno de nosotros, sus hijos.
ACTO PENITENCIAL
Jesús puede nacer cada día simplemente con el esfuerzo de dejarle sitio en nuestro corazón para que ahí encuentre su pesebre. Preparémosle pues ese lugar pidiendo un momento perdón por nuestros pecados.
-Porque no hemos sabido reconocerte en las cosas sencillas, Señor, ten piedad.
-Porque estos días demasiadas cosas han ahogado el auténtico sentido de la Navidad, Cristo, ten piedad.
-Porque no hemos sabido mostrarte con claridad a quienes te buscaban, Señor, ten piedad.
INVITACION AL GLORIA
Una vez más, y con el corazón lleno de alegría por haber descubierto al Señor, cantemos juntos el himno de gloria y alabanza a nuestro Dios
MONICIÓN A LA PRIMERA LECTURA
Cuando sabemos que vamos a recibir una visita de alguien a quien queremos inmediatamente nos ponemos a prepararlo todo para recibirle. Lo sucio se limpia, lo desordenado se ordena, se arrinconan las penas y se da lo mejor de nosotros mismos. El profeta anuncia la visita más importante, y por eso llega el momento de abandonar la oscuridad, la desesperanza, la tristeza. Alegrémonos, llega nuestra luz.
SALMO RESPONSORIAL (Sal. 71)
Se postrarán ante ti, Señor, todos los pueblos de la Tierra.
Dios mío, confía tu juicio al rey, tu justicia al hijo de reyes, para que rija a tu pueblo con justicia, a tus humildes con rectitud.
Se postrarán ante ti, Señor, todos los pueblos de la Tierra.
Que en sus días florezca la justicia y la paz hasta que falte la luna; que domine de mar a mar, del Gran Río al confín de la Tierra.
Se postrarán ante ti, Señor, todos los pueblos de la Tierra.
Que los reyes de Tarsis y de las islas le paguen tributo. Que los reyes de Saba y de Arabia le ofrezcan sus dones; que se postren ante él todos los reyes, y que todos los pueblos le sirvan.
Se postrarán ante ti, Señor, todos los pueblos de la Tierra.
Él librará al pobre que clamaba, al afligido que no tenía protector; él se apiadará del pobre y del indigente, y salvará la vida de los pobres.
Se postrarán ante ti, Señor, todos los pueblos de la Tierra.
MONICIÓN A LA SEGUNDA LECTURA
Dios es Padre de todos y cada uno de los hombres, aunque muchos aún no lo saben. Los cristianos, ¿seremos capaces de entender por fin aquellas mismas palabras dirigidas a los de Éfeso? Si así fuera entenderíamos que estamos llamados a ser transmisores del amor de Dios a todo hombre, sin distinción de raza, lengua, credo o frontera.
MONICIÓN A LA LECTURA EVANGÉLICA
Unos sabios lejanos llegan a tierras de Judea. Buscan el significado de una señal en el cielo. Caminan, indagan, preguntan, y como resultado de su larga travesía encuentran a Dios. Aprendamos de ese encuentro, pues tienen mucho que enseñarnos sobre el Dios que andamos buscando.
ORACIÓN DE LOS FIELES
Unidos en comunión con toda la Iglesia, depositemos ante el Señor, ante el recién nacido, nuestras humildes plegarias.
-Para que en este día en que toda la Iglesia celebra el nacimiento del salvador y su manifestación como Luz del mundo, el ponernos de rodillas ante Él como los sabios de oriente nos sirva para buscar más que nunca la unidad de todos los creyentes, roguemos al Señor.
-Para que cuantos se dedican con ternura a la atención de los más necesitados -niños, ancianos, maltratadas, marginados, enfermos, sin techo- vivan el gozo de sentir la presencia del Dios que todo lo transforma dentro de ellos mismos, y eso les dé fuerza para continuar con sus tareas, roguemos al Señor.
-Para que la ilusión con la que niños y mayores hemos vivido esta noche nos haga un poco mejores, y la descubramos también como presencia de la acción del Dios del cielo en cada uno de nosotros, roguemos al Señor.
-Por cuántos dedican su tiempo a ser estrellas para los demás y así llevarles hasta Dios: catequistas, sacerdotes, religiosos y religiosas, misioneros, animadores juveniles... que también ellos vean a ese Dios salvador cerca y les llene de ilusión por continuar con su tarea, roguemos al Señor.
-Por todos nosotros y nuestra comunidad, para que descubramos unos en los otros la manifestación de la luz de Dios y nos hagamos siempre el regalo de ser sus transmisores y sus estrellas, roguemos al Señor.
Oración: Atiende, Señor, estas plegarias sencillas que te presentamos, y llénanos a todos de tu gracia. Por Jesucristo nuestro Señor.
BENDICION FINAL
-Que la luz del Señor que disipa toda tiniebla apague cualquier rescoldo de tristeza, desilusión o desesperanza en vuestros corazones.
-Que su presencia sencilla pero intensa os dé fuerza para el camino de cada día
-Y que el gran amor que os regala desde Belén os haga transmisores de ese mismo amor para cuantos os rodeen.
DESPEDIDA
Con el mandato de ser felices y llevar esa felicidad a los demás, podéis ir en paz.
CANTOS PARA LA CELEBRACION
Entrada: Tres reyes magos del disco "Preparad los caminos"; El Señor es mi luz (1 CLN 505); Cuando llega la luz, de Barja; Vosotros sois la luz del mundo (CLN 406); Adeste Fideles.
Salmo: LdS.
Aleluya: Aleluya, Navideño.
Ofertorio: Caminando desde Oriente, del casette "Nuevos Cantos de Adviento y Navidad".
Santo: de Palazón.
Aclamación al memorial: (1 CLN J 21).
Comunión: Noche de Dios; Pueblo de Reyes (1CLN 401); De rodillas, Señor, ante el Sagrario; Delante de ti, Señor mi Dios del Disco "Cantos para participar y vivir la misa".
Final: Villancicos populares en la adoración del Niño.
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