Por CAMINO MISIONERO
Evangelio de Nuestro Señor segun san Marcos 3,1-6
Evangelio de Nuestro Señor segun san Marcos 3,1-6
En aquel tiempo, entró Jesús otra vez en la sinagoga, y había allí un hombre con parálisis en un brazo. Estaban al acecho, para ver si curaba en sábado y acusarlo. Jesús le dijo al que tenía la parálisis: "Levántate y ponte ahí en medio." Y a ellos les preguntó: "¿Qué está permitido en sábado?, ¿hacer lo bueno o lo malo?, ¿salvarle la vida a un hombre o dejarlo morir?" Se quedaron callados. Echando en torno una mirada de ira, y dolido de su obstinación, le dijo al hombre: "Extiende el brazo." Lo extendió y quedó restablecido. En cuanto salieron de la sinagoga, los fariseos se pusieron a planear con los herodianos el modo de acabar con él.
Nuevamente encontramos a Jesús que entra en la sinagoga “para enseñar”, lo ponemos entre comillas porque fue una enseñanza del todo particular.
Lo primero que aparece cuando Jesús entra en la sinagoga es “un hombre que tenía la mano paralizada”. (1). Jesús se dio cuenta de ello. También se dieron cuenta los fariseos que se pusieron al “acecho para ver si lo curaba en sábado para acusarle” (2). Un cuadro muy interesante y muy bien descrito en los dos primeros versículos. Ahora, ¿qué va a pasar? Como para coger palco.
Jesús se dirige directamente al hombre de la mano paralizada y queriendo dar una enseñanza de cómo se hacen las cosas a plena luz, le dice: Levántate ahí en medio” (3). Pone bien al frente la situación de ese hombre. Jesús había podido hacer las cosas más discretamente, como por ejemplo lo hizo con la hemorroisa (Mc 5,25-34), o a distancia como lo hizo con el criado del centurión (Mt 8,5-13). Pero no. Esta vez era necesario hacerlo en directa y abiertamente.
Aquí también podría caber muy bien aquella frase que Marcos cita en 2,8, y que nos recuerda que Jesús en varias ocasiones sabía todo lo que corría en el corazón de quienes pretendían acusarlo. “Conociendo Jesús en su espíritu lo que ellos, (los fariseos) pensaban en su interior”. les pregunta: “¿Es lícito en sábado hacer el bien en vez del mal, salvar una vida en vez de destruirla?” (3,4). Tremendo dilema para quien se aferra a defender la norma por la norma, el sábado por el sábado y no alcanza a ver más allá de los límites angostos de su rigidez. Con razón dice que “ellos callaban”(4). Imposible contradecir a un argumento más lógico y evidente.
No hubo entre el grupo ni siquiera uno que le diera la razón a Jesús, quien dolido con su actitud cerrada “los miró con ira por la dureza de su corazón” (5).
Es muy claro. Las cosas no iban ya solamente contra lo que hacía Jesús sino contra su misma persona, hiciese lo que hiciese. Ante el hecho, no existían argumentos para acusarlo pero de todos modos había que condenarlo.
Jesús había empezado su intervención sacando del anonimato a aquel hombre y ahora le ordenaba extender la mano, hacer evidente su limitación, su parálisis, que al instante desaparece. Esta vez no hubo público que se maravillara o alabara la obra realizada. Solamente un puñado de fariseos que salen a confabularse con los herodianos contra Jesús, no ya para hacerlo caer sino, decididamente, para ver cómo eliminarlo. Esta vez tampoco hubo explicación de las escrituras, no hubo predicación de Jesús, lo que hubo fue una estupenda enseñanza con los hechos, con la vida.
1. ¿Qué actitud tenían los fariseos en relación con las enseñanzas y la persona de Jesús?
2. ¿En mi relación con los demás estoy más listo/a a ver las fallas, que lo bueno que hacen? ¿Qué puedo hacer al respecto?
3. ¿Cómo manifestamos concretamente en nuestra vida de familia que el primer puesto en nuestras decisiones, tiempo, proyectos, se lo damos a Dios?
Compartiendo la Palabra
Publicado por Cebipal
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Nuevamente encontramos a Jesús que entra en la sinagoga “para enseñar”, lo ponemos entre comillas porque fue una enseñanza del todo particular.
Lo primero que aparece cuando Jesús entra en la sinagoga es “un hombre que tenía la mano paralizada”. (1). Jesús se dio cuenta de ello. También se dieron cuenta los fariseos que se pusieron al “acecho para ver si lo curaba en sábado para acusarle” (2). Un cuadro muy interesante y muy bien descrito en los dos primeros versículos. Ahora, ¿qué va a pasar? Como para coger palco.
Jesús se dirige directamente al hombre de la mano paralizada y queriendo dar una enseñanza de cómo se hacen las cosas a plena luz, le dice: Levántate ahí en medio” (3). Pone bien al frente la situación de ese hombre. Jesús había podido hacer las cosas más discretamente, como por ejemplo lo hizo con la hemorroisa (Mc 5,25-34), o a distancia como lo hizo con el criado del centurión (Mt 8,5-13). Pero no. Esta vez era necesario hacerlo en directa y abiertamente.
Aquí también podría caber muy bien aquella frase que Marcos cita en 2,8, y que nos recuerda que Jesús en varias ocasiones sabía todo lo que corría en el corazón de quienes pretendían acusarlo. “Conociendo Jesús en su espíritu lo que ellos, (los fariseos) pensaban en su interior”. les pregunta: “¿Es lícito en sábado hacer el bien en vez del mal, salvar una vida en vez de destruirla?” (3,4). Tremendo dilema para quien se aferra a defender la norma por la norma, el sábado por el sábado y no alcanza a ver más allá de los límites angostos de su rigidez. Con razón dice que “ellos callaban”(4). Imposible contradecir a un argumento más lógico y evidente.
No hubo entre el grupo ni siquiera uno que le diera la razón a Jesús, quien dolido con su actitud cerrada “los miró con ira por la dureza de su corazón” (5).
Es muy claro. Las cosas no iban ya solamente contra lo que hacía Jesús sino contra su misma persona, hiciese lo que hiciese. Ante el hecho, no existían argumentos para acusarlo pero de todos modos había que condenarlo.
Jesús había empezado su intervención sacando del anonimato a aquel hombre y ahora le ordenaba extender la mano, hacer evidente su limitación, su parálisis, que al instante desaparece. Esta vez no hubo público que se maravillara o alabara la obra realizada. Solamente un puñado de fariseos que salen a confabularse con los herodianos contra Jesús, no ya para hacerlo caer sino, decididamente, para ver cómo eliminarlo. Esta vez tampoco hubo explicación de las escrituras, no hubo predicación de Jesús, lo que hubo fue una estupenda enseñanza con los hechos, con la vida.
Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón.
1. ¿Qué actitud tenían los fariseos en relación con las enseñanzas y la persona de Jesús?
2. ¿En mi relación con los demás estoy más listo/a a ver las fallas, que lo bueno que hacen? ¿Qué puedo hacer al respecto?
3. ¿Cómo manifestamos concretamente en nuestra vida de familia que el primer puesto en nuestras decisiones, tiempo, proyectos, se lo damos a Dios?
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