Fiesta del Bautismo del Señor: ORAR ES OÍR EN EL SILENCIO LA VOZ DEL AMOR

Publicado por Cipecar
Evangelio: Marcos 1, 7-11

1.- Mirad a mi siervo. Nos lo pide el Padre, a nosotros que estamos saturados de imágenes. Y al pedirnos esto, nos está enseñando a orar, porque orar es mirar al Siervo, a aquel ante quien se vuelve el rostro porque la belleza y la hermosura las ha dejado olvidadas al cargar con los pecados de todos. Poco importa que en la oración comencemos pidiendo, si terminamos estando y mirando, estando a la escucha y esperando en silencio. Esta oración de mirada la ejercitamos en la vida de cada día cuando, con el Padre, miramos a los pequeños de la tierra, a los que llevan en sus vidas las señales del Siervo.

2.- Tú eres mi Hijo. Sigue enseñándonos el Padre a orar. Y aquí asistimos a palabras mayores. El Padre nos muestra su misterio, nos invita a entrar en ese diálogo único de amor que mantiene con el Hijo. El que en la Biblia se ha definido como “Yo soy”, como fundamento de todo lo creado y de todos los envíos proféticos que han mantenido viva la promesa de salvación, ahora le dice a Jesús “Tú eres mi Hijo amado, mi predilecto”, por lo que desde ahora “la salvación tiene en Cristo su punto culminante y significado supremo, del que recibimos gracia por gracia” (Bula del Jubileo). El orante asiste, mudo por el asombro, con el lenguaje del callado amor, a este misterio de amor tan hondo entre el Padre y el Hijo, llamado Espíritu Santo.

3.- Él os bautizará con Espíritu Santo. Quien entra en la espesura del amor sabe que no puede hacer nada por sí, que la obra mayor es dejarse inundar en todo el ser por las olas del amor. Cristo será quien nos bautice, quien nos consagre y empape del Espíritu. Y a su vez el Espíritu nos prestará sus ojos para sintonizar cada vez más con Jesús, nos enseñará que somos hijos de Dios, que somos hijos queridos de Dios, que Dios se complace y se goza en nosotros.

4.- La voz del Señor sobre las aguas. No quisiéramos salir de ese diálogo de amor, pero el Hijo ha salido para ser voz misionera sobre todas las aguas torrenciales, que amenazan la vida del hombre. Por eso, de este encuentro de oración no podemos sino salir a la vida y hacer frente a todos los torrentes que destrozan las personas. Pero no a manotazos, violentamente, sino con confianza, amistad, seguridad, reflejando en nuestras vidas el dominio y la serenidad de los que se sientan por encima del aguacero.

ORAR ES OÍR EN EL SILENCIO LA VOZ DEL AMOR

Comienza tu oración acogiendo a Jesús, el que viene contigo, el que puede más que tú, el que quiere ser tu amigo.

¡Qué bueno que te humanices para caminar con nosotros!
¡Qué bueno que te humanices para acompañarnos!
¡Qué bueno que te humanices para decir que nos quieres!

Solidarízate con la humanidad en su deseo de vida, de justicia, de amor.

No soy mejor que los demás.
No estoy para dar lecciones.
También yo llevo sombras conmigo.
Me pongo a la fila, como todos,
necesitado/a de un encuentro sanador contigo,
a la espera siempre de tu Espíritu.

Abre tu corazón a Dios, que quiere comunicarse contigo y con toda la humanidad

A veces el silencio se hace denso como la niebla.
Te vemos lejos, distante.
Rompe los muros que nos separan de ti.
Haznos oír tu amor en nuestra interior bodega.
Que podamos hablar contigo
como hablan los amigos entre sí.

Pídele a Jesús que te dé su fortaleza, que te comunique su Espíritu, para emprender cada día la tarea de la nueva humanidad.

Tú, Jesús, me das la vida para que comunique vida.
Tú, Jesús, pones en mí la novedad para ser creativo/a.
Tú, Jesús, me das palabras de amor,
para decirlas en medio del silencio.
Tú, Jesús, pones en mí semillas de justicia
para sembrarlas donde más se oye el ruido de la injusticia.