Vocación: ¿Y tú qué vida llevas?

Publicado por Entra y Veras

Al comienzo de año, si no nos hacen esta pregunta, no está mal que nos la hagamos nosotros mismos. Es hora de tejer en el calendario nuestros propósitos.

Cada enero ingresamos en esa repetida inquietud que llamamos un nuevo año. Actualizar el calendario en la casa, en el despacho o en la pantalla del ordenador va más allá de una mecánica rutina contable de obligado cumplimiento. Los humanos perduramos gracias a un continuo proceso de renovación de las células de nuestro organismo. Cambiamos constantemente para seguir siendo invariablemente los mismos.

Vivir es una mudanza. Como canta Carlos Goñi (Revólver): «Hay vidas pequeñas, vidas gigantes. / Hay vidas montaña, hay vidas guisante. / Vidas que caben dentro de un puño, / vidas que encierran un mundo, mil mundos». De ningún modo nos conviene acallar la pregunta: ¿Y tú qué vida llevas? ¿Qué vida estamos dispuestos a dejar atrás y a empujar hacia delante? El presente fecundo se labra con el cincel de nuestra experiencia madurada en el reposo del pasado y proyectada creativamente hacia el futuro. Para esta tarea no valen las prisas de «agítese antes de usar» que tan a menudo solemos protagonizar como consumados actores de la obra de teatro de nuestras histerias personales, familiares, laborales, religiosas o sociales. Aunque, si queremos entonar sin desafinar himnos a la prisa con el convulso título de «agítese antes de usar», podemos recurrir a la letra y música de la canción de Rosana: «Sería bonito poder inventar: / un jarabe para la tristeza... para podértelo dar; / una vitamina quitapenas... para poder regalar; / un remedio para cuando duela...; / ...un apaño, un remiendo, una cura de sueño, / una dosis de esperanza, un tratamiento de viento; si quieres volar...». Con estos mimbres, ojalá que el cesto que formemos en el 2009 al poner en juego nuestras múltiples prestezas y variadas actividades sea, no una vulgar fiambrera para almacenamiento de pitanzas egoístas, sino una canasta de redes solidarias, tejida con los irrompibles cordones de la responsabilidad y la generosidad.

La vida no se mide en años, sino en lecciones aprendidas. Por el escenario de las horas desfilan las asignaturas de una abigarrada multitud de personas, situaciones, experiencias, anécdotas y categorías. Cada una por separado y todas ellas en su conjunto son signos –más o menos velados o elocuentes– de una Presencia Superior que nos trasciende, alumbra y sostiene. Es verdad que ya estamos alfabetizados. Pero también es cierto que necesitamos realizar cada día el ejercicio laborioso de aprender a leer las pistas y señales que el soplo del Dios-Palabra-de-carne va dejando, minuto a minuto, en los caminos, los cruces y los pasos elevados o subterráneos de nuestras andanzas reales y anhelos utópicos. Es preciso que eduquemos el oído para saber escuchar Su voz de «susurro de brisa» en los circuitos interiores de nuestra alma y en los bosques, estepas, asfaltos y praderas de los mil y un mundos del diario vivir y convivir.

Estrenamos agenda. Doce inéditos meses a la vista. Muchas páginas en blanco que reclaman buena tinta y correcta ortografía. Tu vida y la mía pueden escribirse como «vidas montaña» o como «vidas guisante». Es el desafío 2009.

José Manuel Berruete, agustino recoleto. Parroquia Santa Rita, Madrid