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Hace unos días recibía un correo desde Gaza en el que una consagrada española me pedía que no publicase su nombre porque corría peligro de que se la expulsase y, por tanto, esa misión de compasión con el dolor quedaría sin la presencia de alguien que pusiera un poco de aliento en medio del absurdo de una guerra. Me hizo pensar. Esta persona entendió perfectamente que es más grande la misión que su protagonismo; lo que Dios hace que la satisfacción de aparecer en los medios; el ser Iglesia que su originalidad… el día a día que la noticia.
Acabamos de iniciar brillantemente el 150º aniversario de los Salesianos. Y lo hemos hecho desde una organización impecable y generosa. Es verdad que hoy es la noticia, pero no es menos cierto que este aniversario se ha construido gracias a centenares de hombres que, desde el silencio y el trabajo diario, supieron transmitir a generaciones la cercanía de Dios en la educación. Tampoco es noticia, pero es verdad, que hay un grupo de Hijas de la Caridad que, en Toledo, están haciendo realidad aquello de confiar en la persona: esté donde esté y como esté. El Hogar Zoe de rehabilitación de dependencias está suponiendo devolver la dignidad a unos jóvenes y a llenar de pasión misionera a un grupo muy numeroso de estas hijas de san Vicente de Paúl… pero, es el día a día, por lo que no es “noticia”.
Esta vida consagrada está muy presente y muy viva. Un poco asustada por los flashes, quizá un poco alterada por el vértigo de las web pero, en general, centrada en una tarea silenciosa y atenta; real y diaria. La vida consagrada sabe que lo suyo no es ser noticia, sino colaborar para que, a todos, llegue la Buena “noticia”.
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