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miércoles, 4 de marzo de 2009

II Domingo de Cuaresma - Ciclo B: Liturgia, Reflexiones, Exégesis y Oración (Mc 9,2-10)

Publicado por DABAR


La fe de Abrahán

Confieso que ya en otras ocasiones le he dicho al director de Dabar si me elegía las lecturas, lo que siempre me niega, puesto que el calendario se pone a principio de año y ahí se queda, le toca a cada una lo que le toca. No me queda más que volver a tener fe, creer que hasta en esta cosita tan tonta el Espíritu Santo actúa, y ya con antelación sabe lo que va a ser bueno para mi alma, porque lo tengo que confesar escribo estas líneas pensando poco en ustedes, escribo lo que me toca las entrañas de las lecturas que el ‘calendario’ me asigna y algunas me tocan muy hondo. Cómo las de hoy.

Los que me hayan leído anteriormente sabrán que he estrenado hace poco la maternidad, y lo reitero porque cambia radicalmente cómo leo hoy esta conocidísima lectura del Génesis. Desde este nuevo sentir que la bondad de Dios ha querido despertar en mí no me queda más que decir que ni reuniendo todos los cachitos de fe que pueda tener, aún hurgando en el más remoto lugar de mi interior para reunir toda mi confianza en Él, que alguna es, me veo yo capaz de tomar a mi hija única, a la que quiero y ofrecérsela en sacrificio: levantar un altar, atar a mi hija sobre él ¡encima de la leña! No quiero entrar aquí en debates de si pasó o no, de cómo Dios le pudo pedir eso, quiero constatar una fe que todavía no tengo: ¡hasta tal punto creía en la bondad de Dios Abrahán!, a quien por cierto le costó muchísimos más años y confianzas que a mí ese niño, hasta tal punto estaba dispuesto a entregar lo que más quería. Porque no visualizo a un padre desnaturalizado que le da igual desprenderse del fruto de largos años de esperar en que las palabras de Dios serían ciertas, pese a que también tuvo sus deslices y su época de dudas y se aseguró por su cuenta la descendencia, fue capaz de seguir creyendo en la Palabra de Dios de que tendría descendencia, y cuando llega lo que le reafirma en que tenía razón, en que podía fiarse de la Palabra que Dios le daba, es capaz de renunciar a ello: de Dios viene, de Dios es, hacia Dios va. Con todo el sacrificio personal y amoroso que para un padre supone ‘no reservarse a su hijo’.

Por tu fe Abrahán, eres bendecido, porque tu confianza en la bondad de Dios te decía que aquello no podía acabar así pese a que tenía muy mala pinta y estabas dispuesto a llegar hasta el final, porque tu creer en Dios dice bien de ti, de que supiste anclar tus raíces en la tierra firme de la misericordia del Padre, de que confiaste más en Dios que en ti, en su palabra nueva más que en la materialización de sus promesas, de que la fe se renueva cada día y no se puede vivir de lo que teníamos en el pasado, cada día requiere ser alimentada, abrirse a la nueva promesa una vez se cumple la anterior.

Y cuando escribo esto me percato que este es mi mayor miedo, verme un día en esa tesitura, obviamente no será un altar en medio de un monte, ni habrá cuchillo, ni leña, ni fuego, pero hay tantas situaciones que me pueden poner en esa tesitura, en la que tendré que recordar que Dios no quiere sacrificios, que no son cosas de Dios, no quiero llamar al mal tiempo, pero pensando ahora en quiénes han vivido la muerte o enfermedad de sus hijos, no puedo evitar pensar que es en esas experiencias dónde tenemos que sacar, de dónde no sabemos que tenemos, esta fe impertérrita de Abrahán. Porque no sé si la tenemos o más bien Dios es capaz de dárnosla cuándo la necesitamos, pero he conocido creyentes que muestran ser Abrahán ante el fallecimiento en un accidente de su hijo, y si ellos pueden podemos todos, cómo pudo él, por mucho que yo ahora intelectualmente no me vea capaz, llegado el momento Alguien me sostendrá, sostendrá su palabra de no dejarme sola en ese dolor y sostendrá mi esperanza en el Reencuentro seguro. Cuando la vida nos doblega, frente a lo que digan algunos, Dios no nos mira impasible, impotente, Dios nos sostiene para que no se rompa nuestra caña cascada, ni se apague nuestra luz humeante. Para que exista para nosotros un mañana, aunque el hoy está muy ensombrecido por las tinieblas del dolor, existe aunque no seamos capaces de vislumbrarlo, ni tan siquiera de imaginarlo o esperarlo un mañana en el que habrá sol.

Sólo dos apuntes más a los que no me puedo resistir, esa entrega que no tuvo que realizar Abrahán porque no casaba con la voluntad del Padre, es la que el mal en el mundo no le perdonó a Dios, que no pudo gozar de esa marcha atrás ni aún en el último momento, nadie paró la Cruz y el Padre tuvo que ver a su Hijo amado ensangrentado, dolorido y humillado. Tampoco ahí Dios permanece impasible, impotente, por la resurrección el mal no tiene la última palabra, Cristo vive y nosotros viviremos con Él.

Y el último apunte, quizás mis entrañas son hoy por mi hija más permeables a la fe de Abrahán, pero no es ningún requisito para poder empatizar, porque todos amamos a otros de los que no quisiéramos desprendernos nunca.

ELENA GASCÓN
elena@dabar.net



DIOS HABLA

GENESIS 22, 1 2.9-13.15 18
En aquellos días, Dios puso a prueba a Abrahán llamándole: «¡Abrahán!» Él respondió: «Aquí me tienes». Dios le dijo: «Toma a tu hijo único, al que quieres, a Isaac, y vete al país de Moria y ofrécemelo allí en sacrificio, en uno de los montes que yo te indicaré». Cuando llegaron al sitio que le había dicho Dios, Abrahán levantó allí el altar y apiló la leña, luego ató a su hijo Isaac y lo puso sobre el altar, encima de la leña. Entonces Abrahán tomó el cuchillo para degollar a su hijo; pero el ángel del Señor le gritó desde el cielo: «¡Abrahán, Abrahán!» Él contestó: «Aquí me tienes». El ángel le ordenó: «No alargues la mano contra tu hijo ni le hagas nada. Ahora sé que temes a Dios, porque no te has reservado a tu hijo, tu único hijo». Abrahán levantó los ojos y vio un carnero enredado por los cuernos en la maleza. Se acercó, tomó al carnero y lo ofreció en sacrificio en lugar de su hijo. El ángel del Señor volvió a gritar a Abrahán desde el cielo: «Juro por mí mismo oráculo del Señor : Por haber hecho esto, por no haberte reservado tu hijo único, te bendeciré, multiplicaré a tus descendientes como las estrellas del cielo y como la arena de la playa. Tus descendientes conquistarán las puertas de las ciudades enemigas. Todos los pueblos del mundo se bendecirán con tu descendencia, porque me has obedecido».

ROMANOS 8, 31b 34
Hermanos: Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros? El que no perdonó a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará todo con él? ¿Quién acusará a los elegidos de Dios? ¿Dios, el que justifica? ¿Quién condenará? ¿Será acaso Cristo que murió, más aún, resucitó y está a la derecha de Dios, y que intercede por nosotros?

MARCOS 9, 2 10
En aquel tiempo, Jesús se llevó a Pedro, a Santiago y a Juan, subió con ellos solos a una montaña alta, y se transfiguró delante de ellos. Sus vestidos se volvieron de un blanco deslumbrador, como no puede dejarlos ningún batanero del mundo. Se les aparecieron Elías y Moisés conversando con Jesús. Entonces Pedro tomó la palabra y le dijo a Jesús: «Maestro, ¡qué bien se está aquí! Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías». Estaban asustados, y no sabía lo que decía. Se formó una nube que los cubrió, y salió una voz de la nube: «Este es mi Hijo amado; escuchadlo». De pronto, al mirar alrededor, no vieron a nadie más que a Jesús, solo con ellos. Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó: «No contéis a nadie lo que habéis visto, hasta que el Hijo del Hombre resucite de entre los muertos». Esto se les quedó grabado y discutían qué querría decir aquello de «resucitar de entre los muertos».



EXEGESIS

PRIMERA LECTURA
El marco de la escena que nos trae esta primera lectura de hoy tiene que ver sin duda con la tradición cananea de sacrificios humanos.

Costumbre que tratará de erradicar con fuerza la Ley (Lev 18,21; Dt 12,31) pero que Jeremías nos testifica cómo había pervivido hasta su tiempo (Jer 7,31; 19,5.. Ez 16,20). Algo que no sólo horroriza sino que descubre una falsa concepción de lo que el sacrificio puede significar.

Hay textos que nos recuerdan la idea de que con ellos (los sacrificios) se da a Dios algo que El necesita. Miqueas (6,6ss) hace hablar al pueblo que para calmar la ira del Señor se plantea qué darle que le satisfaga: “¿Aceptará Yavé holocaustos, terneros añojos, miles de carneros, ríos de aceite, el fruto de mis entrañas…por mi pecado?”. Por ello aparecen con frecuencia los profetas recordando que de todo ello Dios no tiene ninguna necesidad.

Los miso profetas recuerdan una y otra vez que no es eso lo que Dios desea. Una muy hermosa forma de cómo encajar los sacrificios, ofrendas, fiestas y oraciones en la auténtica relación con Dios la encontramos en Is.1,10-20. Y la conclusión del texto (v.19: ¿Si estáis dispuestos a obedecer…) nos trae de la mano al texto de hoy.

Esta es la auténtica prueba a la que Dios somete a Abrahán. No a la de si está dispuesto a entregar a su hijo, sino si está dispuesto a obedecer al Señor. Había sido obediente en el principio: ‘Vete de tu tierra, de tu patria, y de la casa de tu padre…’ Un sacrificio comparable al que ahora se le pide. Entonces se le pidió el sacrificio de sus antecesores, y ahora, romper con su descendencia. Tan grave para un oriental lo uno como lo otro.

La obediencia de la fe aparecerá una y otra vez como clave de nuestra relación con Dios. Y Abrahán aparece como arquetipo del creyente, del hombre ‘temeroso de Dios’ (v.12), que es quien venera a Dios por la fidelidad a sus mandatos.

Esta es la actitud de Jesús ante su propio sacrifico. No sopesa el valor del sacrificio a ofrecer, sino la sumisión total a la voluntad del Padre: ‘Pase de mi … pero no se haga lo que yo quiero sino lo que tu quieres. ‘Por los padecimientos aprendió la obediencia’ (Hb 5,8)’. Flp 2,8: ‘Haciéndose obediente hasta la muerte’. ‘Entonces dije: ‘Aquí estoy para hacer tu voluntad’ (Hbr 10,7).

‘Aquí me tienes’, ‘Aquí estoy’ es la respuesta de Abrahán (vv.1 y 11).

TOMÁS RAMÍREZ
tomas@dabar.net



SEGUNDA LECTURA
Los ocho primeros capítulos de Romanos han ido exponiendo la obra salvadora de Dios en Cristo y su repercusión en el ser humano.
Hacia el final del capítulo octavo emerge una consideración global sobre esta vida expresada de modo muy vivo y en términos muy personales. Es, podría decirse, una ponderación de todo lo expuesto anteriormente con crecida emoción y afecto.
Las frases paulinas, aunque transidas de sentimiento y afecto por Cristo, provocado por la contemplación de su obra y de los efectos de ella en el creyente, son del todo “objetivas” -si es que se puede hablar así- y no exageraciones.
Menos la frase de que Dios no perdonó a su propio Hijo, resultan relativamente fáciles de comprender en su materialidad.
La interpretación exacta de esa expresión no es la tradicional originada en la alta Edad Media de que Dios, por causa de su justicia, necesitaba el sacrificio de su propio Hijo, lo cual no pertenece en absoluto al núcleo de la fe, sino más bien todo lo contrario. Pablo quiere decir que el Padre asume las consecuencias negativas que llega a su Hijo encarnado en un mundo de pecado y no hace nada por evitarlas. Ello muestra el interés amoroso de Dios hacia los seres humanos.
Lo difícil no está en el contenido del párrafo sino en que lo creamos de verdad. Es curioso, en efecto, que muchos cristianos auténticos concedan más importancia a otros aspectos de su relación con Dios que a los puntos básicos que Pablo enuncia aquí y que son, sin duda, más fundamentales. En comparación con las acciones de Dios presentadas aquí, todo el resto resulta enormemente relativo y como tal debería vivirse por el cristiano. La razón por la cual Pablo puede hacer afirmaciones tan audaces como las que aquí aparecen es simplemente que se toma en serio la revelación y acción de Dios.
Todo el párrafo transpira una confianza plena en la acción divina, mejor aún, en el/los protagonista/s divino/s de ella. Pablo ha captado el mensaje fundamental de Jesús : que Dios está a favor del ser humano de forma incondicional y pese a las infidelidades humanas.
Lo realmente importante es poder apropiarse esas frases y sentirlas “a lo Pablo” ; poderlas decir uno mismo con total sinceridad y convencimiento.

FEDERICO PASTOR
federico@dabar.net


EVANGELIO
Textos escatológicos. Sirven de telón de fondo y de inspiración al texto de Marcos.
"Entones se levantará Miguel, el arcángel que se ocupa de tu pueblo...Muchos de los que duermen en el polvo despertarán: unos para vida eterna, otros para ignominia perpetua. Los maestros brillarán como brilla el firmamento, y los que convierten a los demás, como estrellas, perpetuamente" (Daniel 12,1-3)
"Los justos y los elegidos serán levantados de la tierra, dejarán de bajar la vista y llevarán vestidos de gloria. Vuestros vestidos no envejecerán y vuestra gloria será imperecedera delante del Señor de los espíritus" (versión etiope de Enoc 62,15-16).
"El Señor dijo a Miguel: quítale a Enoc sus vestidos terrenos, úngelo y ponle los vestidos de mi gloria" (versión eslava de Enoc).

Texto comentado. El texto de hoy ha cruzado ya el ecuador del evangelio de Marcos. Desde la invitación a convertirse y a dar crédito a la buena noticia de la llegada del Reino de Dios en 1,15 hasta el capítulo 9 de hoy, Marcos ha referido muchas cosas, que pueden resumirse en tres: conversión a cuentagotas; crédito escaso a la buena noticia; peligro de muerte para el portador de la buena noticia.
No obstante este cuadro negativo, sigue intacta la fuerza gozosa del portador de la buena noticia: os aseguro que algunos de los que están aquí no morirán sin haber visto el poder del Reino de Dios (9,1).
Seis días después, continúa Marcos tras las palabras anteriores. No cabe, pues, duda respecto al sentido del texto de hoy. En él están algunos de los que están aquí de 9,1: Pedro, Santiago y Juan. En el está el portador de la buena noticia, investido de gloria celeste, en consonancia con las concepciones del más allá sostenidas por el judaísmo apocalíptico y que presentan a los justos como transfigurados y con vestiduras blancas. En él hay figuras populares, cuyo retorno se esperaba al final de los tiempos. En él está la presencia imponente de Dios ratificando al portador de la buena noticia, en un momento en el que sus propios discípulos albergaban muchas dudas.
El Reino de Dios, en efecto, ha llegado ya, no obstante la paradójica y realista situación de un Mesías que tiene que pasar por la cruz antes de aparecer perennemente glorioso. Difícil de entender y de aceptar esa paradoja realista. Lo fue para Pedro, Santiago y Juan, y lo sigue siendo para nosotros, que, como ellos, nos resistimos a creer que el Reino de Dios pueda existir en el paradójico mundo de la cruz. Un nuevo domingo para reavivar la certeza dormida, cuando no perdida, y para reencontrarnos con la esperanza de la alegría, no obstante la desesperanza de la tristeza.

ALBERTO BENITO
alberto@dabar.net



NOTAS PARA LA HOMILIA

“ No alargues la mano contra tu hijo “. ( 1ª lectura ).
No podríamos creer en ese Dios, si la primera lectura de hoy hubiera que entenderla al pie de la letra. Dios Padre no puede pedir a ninguno de los hombres que levante un cuchillo para degollar a su hijo. No pueden ser verdad las palabras de este pasaje.
Serán tal vez restos de una cultura antigua que sacrificaba hombres, mujeres y hasta niños para aplacar a sus dioses en la cumbre de una montaña o en los fundamentos de un templo. En todo caso el texto deja claro, al menos al final de la narración, que Dios detiene la mano de Abraham.
Pero nosotros tenemos suficiente luz para interpretar correctamente este pasaje en el contexto cuaresmal que esta eucaristía dominical. Leído en nuestro clima de celebración sacramental, la anécdota tiene un mensaje claro sobre la fe de Abraham, padre de todos los creyentes.
Porque obedeció a Dios cuando le llamó por primera vez y le mandó salir de su tierra y de la casa de su padre. Su confianza en Dios se demostró profunda cuando creyó que Dios le daría lo que acababa de prometerle, una descendencia numerosa y un país extenso, a pesar de su edad y de la edad de su esposa, Sara.
Esta confianza e Abraham en Dios se confirmó hasta el límite de lo imposible cuando obedeció la orden de sacrificar a su hijo Isaac. Obedeciendo perdía aparentemente la posibilidad de que la promesa de Dios se cumpliera y perdía lo más querido de su corazón, su hijo.

Sin llegar a estos extremos e insistiendo en que Dios nunca puede pedir que un padre sacrifique a un hijo suyo, la anécdota tiene un mensaje actual. Pues la vida se complica a veces hasta tales extremos que nos pone a prueba en circunstancias muy dolorosas. Suelen ser misteriosas, absurdas y contradictorias que nos hieren en lo más vivo o sagrado de nuestra persona. Todos los creyentes nos quedamos sin palabra ante Dios; muchas veces le gritamos con rabia desde lo hondo ante el misterio de nuestras historias incomprensibles.
En tales circunstancias, además del ejemplo de Abraham tenemos el de Jesús de Nazaret muriendo en la cruz. Su fidelidad y confianza en Dios es tan admirable que, sólo con la ayuda de Dios, podemos imitarles un poco de lejos. La vida moderna y la experiencia profunda de todas las personas nos demuestran que tales circunstancias son frecuentes.
Ojalá todos sepamos mantener entonces la confianza en Dios y saber esperar su salvación que no suele faltar, aunque llegue por caminos nuevos, a veces lentos y siempre imprevisibles. Esta fe y confianza en Dios es el primer fundamento o el primer paso de nuestro camino cuaresmal hacia la vida nueva con Cristo Resucitado.
Las grandes pruebas de la vida son los tiempos de abundante gracia de Dios. Invoquémosle desde lo hondo del corazón cuando nos encontremos en estos trances.

“Se transfiguró delante de ellos”. ( Evangelio ).
En la cumbre de la montaña, Pedro, Santiago y Juan contemplaron la gloria del que existía desde el principio, la vieron con sus ojos y quedaron prendados de su belleza, la del Unigénito del Padre, lleno de gracia y de lealtad. Fue una experiencia cumbre, anticipo de otra mayor aún, la de Pascua. Este primer asomarse al Infinito desde lo alto del monte, les inició para llegar a creer la grandeza que se les reveló en la Resurrección de Jesús. Su Maestro les llevaba de la mano en el proceso de seguimiento de su persona y de su mensaje; para aguantar la prueba de su fracaso en la cruz, necesitaban esta iluminación y un fortalecimiento de su debilidad, aunque los hechos demostraron más tarde que esta experiencia de la montaña privilegiada no fue suficiente para evitar las negaciones de Pedro ni la cobardía de todos en Getsemaní.
Hoy la liturgia nos ofrece un anticipo de la resurrección de Jesús, manifestando su gloria en una montaña alta ante tres de sus discípulos. Esta transfiguración del Señor es el modelo de nuestra meta hacia la que tiende nuestro proceso cuaresmal. También nosotros aspiramos a transformarnos en Cristo.
San Pablo escribió: “ Para mi vivir es Cristo” Fil 1, 21. Con otras palabras describió nuestro proceso de iluminación transformadora que el Espíritu santo obra en los que se le abren: “ Nosotros todos, reflejando con el rostro descubierto la gloria del Señor, nos vamos transformando en su imagen con esplendor creciente, tal es el influjo del Espíritu del Señor”. 2 Cor 3, 18.
“El Espíritu de la verdad os guiará hasta la verdad plena” Jn 16, 13. Estas palabras de Jesús deben alentar nuestra confianza, pues nuestro esfuerzo puede contar con la luz y los dones del Espíritu para acercarnos a la meta de nuestra resurrección en Cristo.
En este tiempo de cuaresma debemos intensificar la oración y el estudio de los evangelios para profundizar en el conocimiento de Cristo a fin de ser discípulos suyos y testigos de su mensaje.

“Este es mi Hijo amado; escuchadlo”. (Evangelio )
Estas palabras del Padre lleguen a nuestro corazón como un mensaje de consuelo, de esperanza y de exigencia. En medio de nuestro mundo secularizado y en una sociedad diabólicamente estructurada por la economía, la injusticia y la mentira, el Padre nos estimula a escuchar a su Hijo. Tenemos su palabra en el Evangelio; sus obras nos interpretan sus palabras, de modo que nosotros podemos actualizar su vida y su doctrina. En este tiempo de cuaresma dediquémonos especialmente a escuchar a Dios que nos habla también desde esta humanidad doliente y encadenada. Si abrimos el alma con fe, nos llegaran sus mensajes y sus estímulos a seguir los pasos y el estilo de Jesús en nuestra vida.

LORENZO TOUS
lorenzo@dabar.net



PARA LA ORACION

Señor Jesús, en tu pasión superaste la prueba y fuiste fiel al Padre y al mensaje de su Reino que habías predicado; concédenos también a nosotros la fidelidad en medio de las pruebas de nuestra vida, para que confiando en Ti, como Abraham, merezcamos alcanzar el premio de nuestra madurez cristiana.. Tu que vives y reinas por los siglos de los siglos.
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Recibe, Señor, nuestros deseos de conocerte y seguirte. Acepta las limitaciones de nuestro barro en el que Tu has derramado tu Espíritu. Ayúdanos a descubrir la belleza de tu rostro y a sentir tu presencia entre nosotros cada día.
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Te damos gracias, Padre, porque has manifestado tu poder y tu belleza en las maravillas de la creación.
Con más cercanía y claridad te has hecho presente entre nosotros por medio de tu Hijo Jesús.
El vino a proclamar el tiempo de salvación dando la buena noticia a los pobres, la libertad a los cautivos, la vista a los ciegos y la libertad a los oprimidos.
Ahora nos ha enviado su espíritu que lleva a delante el nosotros la obra que él comenzó.
Te alabamos porque Él es tu enviado para mostrarnos el camino y el guía que nos conduce hacia Ti, Padre santo.
Todos recibimos de Él gracia sobre gracia con la que nos hace partícipes de su vida y nos prepara para contemplar su gloria.
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Te damos gracias, Padre porque hemos escuchado las palabras de tu Hijo que siguen resonando entre nosotros. Con la gracia de este sacramento hemos podido contemplar las maravillas que haces en nosotros y enriquecernos con tu fuerza. Ayúdanos ahora para que lo que hemos experimentado en esta celebración nos mantenga en fidelidad en medio de los trabajos de cada día.




LA MISA DE HOY

MONICIÓN DE ENTRADA
En nuestro camino cuaresmal hacia la Pascua la liturgia nos presenta hoy los dos extremos de nuestro proceso. El principio de nuestro proceso está en la fe, que la primera lectura nos propondrá con Abraham que estuvo a punto de sacrificar a su hijo. La meta hacia la cual nos dirigimos es la resurrección de Jesús y la nuestra, de la que es un anticipo la transfiguración del Señor.

Dispongámonos para contemplar este intinerario para reproducirlo después en nuestra vida.

ACTO PENITENCIAL
- Tu que nos conduces por los misteriosos caminos de la vida. Señor, ten piedad.
- Tu que nos alientas con la contemplación de tu gloria. Cristo, ten piedad.
- Tu que haces brillar en nuestros corazones la luz de la fe. Señor, ten piedad.

MONICIÓN A LA PRIMERA LECTURA
En esta lectura Dios dice claramente que no quiere sacrificios humanos. La prueba a la que somete a Abraham muestra la alta calidad de su fe y expresa también los misteriosos caminos de Dios al encontrarse con el hombre.

SALMO RESPONSORIAL (Sal. 115)
Caminaré en presencia del Señor, en el país de la vida.
Tenía fe, aun cuando dije: «Qué desgraciado soy». Mucho le cuesta al Señor la muerte de sus fieles.
Caminaré en presencia del Señor, en el país de la vida.
Señor, soy tu siervo, siervo tuyo, hijo de tu esclava: rompiste mis cadenas. Te ofreceré un sacrificio de alabanza, invocando tu nombre, Señor.
Caminaré en presencia del Señor, en el país de la vida.
Cumpliré al Señor mis votos en presencia de todo el pueblo, en el atrio de la casa del Señor, en medio de ti, Jerusalén.
Caminaré en presencia del Señor, en el país de la vida.

MONICIÓN A LA SEGUNDA LECTURA
San Pablo ahora nos anima a seguir confiando en el amor de Dios que se nos ha manifestado en su Hijo Jesús, a pesar de todas la dificultades que podamos tener en la vida.

MONICIÓN A LA LECTURA EVANGÉLICA
El evangelio de hoy de un anticipo de la gloria de Jesús Resucitado. Para robustecer su fe, Jesús se manifiesta a tres de sus discípulos, para que cuando le vean humillado en la cruz sigan confiando en él y en la causa del Reino de Dios.

ORACIÓN DE LOS FIELES
En nuestro proceso cuaresmal es importante que nuestra oración comunitaria nos comprometa con los graves problemas que preocupan a nuestros hermanos. Oremos por ellos respondiendo: Ayúdanos, Señor.
- Para que entre todos consigamos establecer más justicia en nuestros ambientes. Ayúdanos, Señor.
- Para que la verdad triunfe sobre la mentira y la ignorancia. Ayúdanos, Señor.
- Para que sepamos consolar a los tristes y dar pan a los hambrientos. Ayúdanos, Señor.
- Para que nuestro conocimiento del evangelio de Jesús sea más profundo y actualizado. Ayúdanos, Señor.
- Para que sepamos abrir nuestro corazón al encuentro con Dios Padre. Ayúdanos, Señor.
- Para que no dejemos de confiar en Dios en medio de las pruebas de la vida. Ayúdanos, Señor.
- Para que sepamos dar testimonio de nuestra fe en medio de nuestro mundo. Ayúdanos, Señor.
Oración: Ayúdanos, Señor, a avanzar en nuestro proceso cuaresmal hacia la Pascua. Danos tu Espíritu renovador para que también nosotros tengamos u n encuentro profundo contigo como el los tres apóstoles el monte santo. Te lo pedimos a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.


CANTOS PARA LA CELEBRACION

Entrada: Sube a la montaña del disco "Cristo libertador"; Me adelantaré; Purificame, Señor... Transfigúrame... en el cassette titulado "15 Nuevos Cantos para la Misa". Este canto puede ser muy apropiado para el día de hoy y las diversas estrofas pueden aplicarse a, diversos momentos de la celebración.
Acto penitencial: de Aragüés.
Salmo: LdS o el estribillo Caminaré en presencia del Señor.
Aclamación antes del evangelio: Gloria a ti, Señor del cassette "16 Cantos para la Misa".
Ofrendas: Peregrino, ¿a dónde vas? Del disco "Dios con nosotros".
Santo: (1 CLN 1 S).
Aclamación al memorial: (La misma que el primer domingo en toda la Cuaresma).
Cordero de Dios: de Climent (2 CLN N 8).
Comunión: Oh Señor delante de Ti.
Final: Hoy, Señor te damos gracias.



Director: José Ángel Fuertes Sancho •Paricio Frontiñán, s/n• Tlf 976458529 Fax 976439635 • 50004 ZARAGOZA
Tlf. del Evangelio: 976.44.45.46 - Página web: www.dabar.net - Correo-e: dabar@dabar.net

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