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viernes, 20 de marzo de 2009

IV Domingo de Cuaresma - Ciclo B: Comentario Seglar al Evangelio (Jn 3,14-21)


DESDE EL MATRIMONIO Y LA FAMILIA
(matrimonio, padres de dos niños, trabajan ambos, pertenecen a comunidad cristiana)

Cuando hay amor, uno no se lo queda para sí mismo, sino que lo entrega, lo dona sin límites. Es curioso, como cuando amamos nos comportamos de forma contraria a esto. Nos apropiamos de lo que amamos, lo hacemos nuestro, incluso hasta queremos cambiarlo a nuestra manera, a nuestros intereses, no lo aceptamos como son. No queremos más que estar con él o con ella, no queremos más que tenerlo a nuestro lado, lloramos por su ausencia y nos molesta que los demás lo amen también, porque nadie lo o la quiere más que yo. Así algunos comportamientos incluso violentos en la pareja que, por desgracia, vemos a diario. Sin embargo tanto ama Dios al mundo, tanto ama a su esposa la Iglesia que regala, que dona a su único Hijo. Si ya, en ocasiones, pensar en los cónyuges, novias o relaciones de nuestros hijos, nos da un poco de "pelusilla y de celillos", imagina dar, con total generosidad, con total disponibilidad, sin guardarme nada de nada a tu hijo. AMOR de verdad y con mayúscula. ¿Somos capaces de amar de esa manera a nuestra pareja.

DESDE LA EDUCACIÓN DE LOS HIJOS
(matrimonio, él trabaja, con cinco hijos, pertenecen a comunidad cristiana de matrimonios)

El Amor “con mayúsculas” de Dios nos sobrepasa. Nos ofrece la Luz, por nuestra salvación.
Esta semana hemos celebrado el “día del padre”. Los niños, ya sea en casa o en el colegio, han preparado sus pequeños detalles para regalar a papá (una tarjeta, una bola de arroz “anti estrés”, un vacíabolsillos…). Quieren demostrar que le quieren, que están contentos, que han dedicado un tiempo a pensar sólo en él. Les hace mucha ilusión y es un momento familiar muy tierno cuando ofrecen sus pinceladas de cariño. Nosotros seguimos caminando en esta Cuaresma hacia la Luz, hacia la Cruz, hacia la Resurrección. ¿Qué regalo estamos preparando a Papá Dios? Sabemos lo que Él quiere: a nosotros. Nos estamos disponiendo interiormente para ir a su encuentro, ¿o sólo estamos buscando un bonito papel de regalo para envolvernos?

DESDE LOS ÁBUELOS
(Matrimonio, jubilados, ocho nietos, pertenecen a grupo de matrimonios)

San Juan nos habla de las palabras de Jesús a Nicodémo, acerca del encuentro-juicio con el Padre y con el Hijo al final de los días de cada uno, juicio que estará fundamentado en el amor. El amor de Dios a los hombres, por el cual entregó a su hijo a la muerte, para que todos fuésemos salvados y del reflejo, que de ese amor haya el hombre.
¡Qué privilegiados somos!, cuántos medios nos pone Él a nuestro alcance. Tenemos un guía: el Espíritu. Tenemos un punto de referencia: Jesús, el Hijo del Hombre, levantado en alto, crucificado. Nadie muere al pecado y progresa en la vida nueva si no se abraza a la Cruz.
Dios nos ama tanto que quiere salvarnos, no por nuestros méritos, para que no nos vanagloriemos de ellos, sino por su infinita misericordia, sólo quiere que aceptemos la Luz. Nos manda a su Hijo, verdadero Dios y verdadero hombre. Ilumina con su Luz a los que quieren ver; fortalece, con la donación de su propia vida, a los que creen en Él.
Señor, cuántas veces pensamos ¡qué desastre de mundo!. Vivimos rodeados del mal. Pero tenemos el consuelo que viniste a salvarnos y que a cualquier edad Tú pides a cada uno la aportación de nuestros talentos, nunca pides más. Nosotros, como abuelos, con nuestra presencia tranquila y amorosa, creemos que ayudamos diariamente al crecimiento, a todos los niveles, de nuestros nietos.

DESDE LAS RELACIONES PERSONALES
(matrimonio,trabajan ambos, pertenecen a grupo cristiano)

Vemos en muchas ocasiones cuantos seres humanos viven en la tiniebla más absoluta. Y eso les lleva al desánimo, a encontrarse perdidos… incluso a desarrollar trastornos depresivos y de ansiedad. Lo "malo" de nuestra vida, no es lo que nos sucede sino cómo interpretamos esos hechos. Dos personas en la misma situación tendrán planteamientos bien distintos sobre la misma. Y dependerá de sus planteamientos su modo de sentir y con él de comportarse.
Muchas veces cuando notamos que los demás tienen conductas poco apropiadas, tendemos a juzgarlos e incluso si su comportamiento nos afecta personalmente el “cabreo” monumental vendrá acompañando y seguido de “improperios” verbales o mentales…
Sin embargo pocas veces nos paremos a pensar que aquellas personas con las que nos relacionamos actúan de un modo determinado debido a la tiniebla en la que viven, que les hace “ser pobres”. ¿Significa eso que les justifiquemos y les dejemos estar y hacer?. No, significa que les acerquemos a la luz, desde nuestra palabra y nuestra acción. No hay mejor luz, ni más viva que la del Evangelio. Si el mundo viviera los valores que desde Él nos llegan, “otro gallo nos cantaría”.
Pero… ¿y cuándo somos nosotros quienes entramos en esa tiniebla? Es en esas ocasiones, cuando con más ganas, debemos agarrarnos a Aquel que vino a salvarnos y desde su ejemplo, a Dios, porque solo así a través de nuestras relaciones personales, podremos salvar nosotros al hermano.

DESDE LO SOCIAL
(hombre, casado, con tres hijos, trabaja, miembro y directivo de movimientos sociales, y de grupo cristiano)

Creo que el Evangelio de hoy contiene un mensaje especialmente importante, un mensaje que, si llega a convertirse en vida vivida en cada uno de nosotros, en experiencia propia, abre las puertas de la liberación personal y de la salvación cristiana. Y lo hace sin distinción de situaciones sociales, tanto para las personas que sufren marginación o exclusión social, como para aquellas que mantenemos un compromiso activo en organizaciones sociales que tratan de combatir las causas de dicha exclusión social.
A los primeros, a los marginados y excluídos, si el Evangelio de hoy se convirtiera en experiencia propia (como les sucede a algunos) les recordaría y devolvería su dignidad intocable de hijos amados de Dios, algo que con demasiada frecuencia se pierde en el camino hacia la exclusión, o bien se minusvalora o se desecha como cosa inservible en medio de la marginación o de la penuria económica. A los segundos esta vivencia personal nos asentaría en el cimiento adecuado para, desde él, afrontar y responder a nuestro compromiso social y cristiano, no desde la obligación o el voluntarismo, sino desde la libertad, como respuesta gozosa y agradecida al amor de Dios que un día nos salvó y nos mantiene desde entonces llenos de plenitud.
Le pido a Dios que nos ayude a nosotros, y a toda su Iglesia, a evitar presentarnos ante el mundo como jueces, o como portavoces de un Dios severo e implacable que requiere sacrificios para aplacarse. Que nos ayude a ser fieles a Jesús y anunciar más la salvación de Dios, y a hacer entender que nosotros mismos nos juzgamos con nuestros actos. Que sepamos anunciar el amor de Dios a todas las personas, y que nuestras obras hablen sin palabras de cómo ese amor de Dios nos ha dado vida plena -por la que le damos gracias- a los que creemos en Él.

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