Publicado por Fe Adulta
Padre nuestro que estás en el cielo, en la tierra,
en todo el universo y en cada uno de nosotros.
Bendito seas, Padre Dios, porque no necesitas templos donde estar.
Bendito seas, porque sólo quieres corazones limpios donde vivir.
Te agradecemos que nos envuelvas y nos sostengas.
Gracias, Señor, porque eres bueno y nos das la vida.
Bendito seas, Padre, porque somos tu templo preferido.
Hoy nos estorban las palabras, queremos sentirte dentro.
En nombre de toda la humanidad, te bendecimos
y entonamos en tu honor este canto de alabanza.
Santo, santo…
Gracias, Dios y Padre, porque te has manifestado en tu hijo Jesús,
y conocemos tu voluntad por sus palabras y sus hechos.
Jesús expulsó a los mercaderes del templo para enseñarnos
que no podemos mezclar tu culto con el culto al dinero.
Jesús, tu hijo, resistió con entereza un juicio injusto,
en el que se malinterpretó su mensaje de vida
y se le condenó a morir en una cruz.
Pero Jesús nos enseñó también que su cuerpo, como el nuestro,
era templo tuyo, y resistente por eso a la muerte.
Recordamos ahora con cariño su despedida, su testamento.
El Señor Jesús, la noche en que iban a entregarlo, cogió un pan,
dio gracias, lo partió y dijo:
«Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros;
haced lo mismo en memoria mía».
Después de cenar, hizo igual con la copa, diciendo:
«Esta copa es la nueva alianza sellada con mi sangre;
cada vez que bebáis, haced lo mismo en memoria mía».
Padre santo, queremos entender bien y anunciar al mundo
la vida, muerte y resurrección de tu hijo Jesús,
para que sea norte y modelo
para nosotros y todos los seres humanos.
Sabemos, Señor, que no quieres sacrificios ni rezos rutinarios
sino amor práctico y efectivo a los demás,
y queremos ser consecuentes con lo que proclamamos.
Sabemos que no te contentan los grandes templos y ritos suntuosos
sino la sencillez de corazón y la austeridad.
Por eso queremos ofrecerte una liturgia sin artificios y cercana,
y comunicarnos contigo en una oración íntima y sentida.
Bendice, Señor, a tu Iglesia para que plasme el mensaje evangélico
en su organización, en sus celebraciones y en todas sus obras.
Gracias de nuevo. Padre bueno,
porque nuestros familiares difuntos disfrutan ya de tu paz.
Nos unimos ahora en oración a tu hijo Jesús
Y en la compañía de todos los creyentes
y personas de buena voluntad,
queremos bendecir tu santo nombre, ahora y por toda la eternidad.
AMÉN.
Padre nuestro que estás en el cielo, en la tierra,
en todo el universo y en cada uno de nosotros.
Bendito seas, Padre Dios, porque no necesitas templos donde estar.
Bendito seas, porque sólo quieres corazones limpios donde vivir.
Te agradecemos que nos envuelvas y nos sostengas.
Gracias, Señor, porque eres bueno y nos das la vida.
Bendito seas, Padre, porque somos tu templo preferido.
Hoy nos estorban las palabras, queremos sentirte dentro.
En nombre de toda la humanidad, te bendecimos
y entonamos en tu honor este canto de alabanza.
Santo, santo…
Gracias, Dios y Padre, porque te has manifestado en tu hijo Jesús,
y conocemos tu voluntad por sus palabras y sus hechos.
Jesús expulsó a los mercaderes del templo para enseñarnos
que no podemos mezclar tu culto con el culto al dinero.
Jesús, tu hijo, resistió con entereza un juicio injusto,
en el que se malinterpretó su mensaje de vida
y se le condenó a morir en una cruz.
Pero Jesús nos enseñó también que su cuerpo, como el nuestro,
era templo tuyo, y resistente por eso a la muerte.
Recordamos ahora con cariño su despedida, su testamento.
El Señor Jesús, la noche en que iban a entregarlo, cogió un pan,
dio gracias, lo partió y dijo:
«Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros;
haced lo mismo en memoria mía».
Después de cenar, hizo igual con la copa, diciendo:
«Esta copa es la nueva alianza sellada con mi sangre;
cada vez que bebáis, haced lo mismo en memoria mía».
Padre santo, queremos entender bien y anunciar al mundo
la vida, muerte y resurrección de tu hijo Jesús,
para que sea norte y modelo
para nosotros y todos los seres humanos.
Sabemos, Señor, que no quieres sacrificios ni rezos rutinarios
sino amor práctico y efectivo a los demás,
y queremos ser consecuentes con lo que proclamamos.
Sabemos que no te contentan los grandes templos y ritos suntuosos
sino la sencillez de corazón y la austeridad.
Por eso queremos ofrecerte una liturgia sin artificios y cercana,
y comunicarnos contigo en una oración íntima y sentida.
Bendice, Señor, a tu Iglesia para que plasme el mensaje evangélico
en su organización, en sus celebraciones y en todas sus obras.
Gracias de nuevo. Padre bueno,
porque nuestros familiares difuntos disfrutan ya de tu paz.
Nos unimos ahora en oración a tu hijo Jesús
Y en la compañía de todos los creyentes
y personas de buena voluntad,
queremos bendecir tu santo nombre, ahora y por toda la eternidad.
AMÉN.
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