EL TEXTO DEL ÉXODO
Nos encontramos ante la formulación de La Ley. El texto hace referencia a un "suceso" que debió haber ocurrido hacia 1.300 aC. A nosotros nos parece hoy una formulación "primitiva". Pero Israel es el pueblo que va delante de todos en esta formulación. La Palabra guía a Israel y le va llevando, ya desde una remotísima antigüedad, a acercarse a la Ley.
Vemos en él dos partes, una referente a Dios, y otra al comportamiento habitual. Respecto a Dios, el respeto: Dios único, Dios celoso, no representable en imágenes, no invocable en vano... Se señala más bien la posición del hombre ante "El Señor", y ésta es la fundamentación de la Ley, "porque Yo soy El Señor". La segunda parte es el código ético: el descanso semanal, la muerte, el adulterio, el robo, el falso testimonio, la codicia... Se puede decir que esto es "casi" sentido común: sumisión y respeto al Señor y normas de convivencia.
Todo ello ha sido formulado en una escenografía de montaña humeante, sonido de trompetas y truenos, para que el hombre se someta. Pero se ha hecho también para que el pueblo viva. La finalidad no es la sumisión, sino la Salvación. La fundamentación de esta Ley no está en el Amo, sino en el Salvador que ha sacado a su pueblo de la esclavitud.
EL TEXTO DE CORINTIOS
Es uno de los textos más famosos de Pablo: "Los judíos piden señales, los griegos sabiduría: pero nosotros predicamos a Cristo crucificado". La Ley proclamada en el A.T. es sabiduría proclamada con señales. A nadie escandaliza que "El Señor" exija sumisión, a nadie sorprende que se manifieste con "señales y prodigios", a nadie sorprende el contenido de la Ley, que es el sentido común para la convivencia. Sabiduría y señales. Por eso no escandaliza. Pero Jesús escandaliza.
La sabiduría de Jesús no es justicia, ni es razonable. Es trabajar con Dios para ayudar a los humanos a ser hijos. Cargar con la cruz con confianza, sin entender. Sufrir sabiendo que Él también lo ha hecho. No creer en un dios razonable, que habita en templos, pide culto e impone justicia, sino el Padre Libertador, en el Hijo que da la vida, en el Espíritu que mueve a los hombres. El resumen no está en el Templo, sino en lavar los pies. Sin señales. "Esta generación perversa y adúltera pide una señal, pero no se les dará más que la señal de Jonás" (Lucas 11,29). Jesús no es un mago que convence de "sus poderes" haciendo milagritos. Cuando Jesús actúa fuera de lo normal es porque cura, porque hace presente la intención de Dios: salvar. Y toda interpretación del milagro como "éste es un superhombre", se acerca a la magia o a la idolatría. La doctrina de Jesús no es sabiduría humana, no es razonable, salvo que se haya entrado en su dinámica: que los hijos hemos de ayudar al Padre en el trabajo de salvar al hombre. Entonces se entienden las cosas. Pero sólo desde ese punto de vista se entiende. Si no, es locura y escándalo.
JESÚS PURIFICA EL TEMPLO
El único texto del Evangelio en el que Jesús actúa violentamente. Lo recogen los cuatro evangelistas.(Mateo, 21; Marcos, 11 ;Lucas, 19; Juan, 2). En los tres sinópticos se narra tras la entrada mesiánica en Jerusalén antes de la Pasión. Juan lo coloca al principio ( Testimonio del Bautista > Elección de discípulos > Bodas de Caná > Templo ). Está claro que Juan utiliza este suceso como introducción de toda una línea teológica importante.
En la interpretación del texto nos encontramos varios niveles. En primer lugar, es un suceso, que debemos admitir como tal. Que nos parezca bien o mal es problema nuestro. Ése es Jesús, que monta en cólera por la profanación del templo, que se ha convertido en un negocio, y los echa a todos a latigazos. Si esto no concuerda con nuestra imagen de Jesús, tendremos que cambiarla. La primera lectura es, por tanto sencilla: "el celo de tu Casa me devora" ( Salmo 69 ). El Templo se ha convertido en un negocio, y en una baza política. Jesús no lo soporta.
Hay, sin embargo, otra lectura más profunda, que es la que introduce Juan. El Templo está acabado. El Templo - aun cuando funcione bien, dignamente y según la Ley - ya está superado. El Templo es Jesús, el templo es el ser humano. El Templo lugar de residencia del dios, lugar de encuentro, fuente de favores divinos... ya pasó. Ni siquiera le interesan a Jesús los que creen en Él por "sus señales". El milagro no vale para la fe. ("Si no creen a Moisés y a los profetas, aunque un muerto resucite no creerán" Lucas,16,31)
La destrucción del Templo había sido para los judíos la señal de que Dios estaba enfadado y les rechazaba. Es un concepto pagano que existe en todas las religiones: los dioses se enfadan y nos abandonan. Ahora Jesús proclama el abandono definitivo.
Pero no es que Dios se vaya porque se enfada. Dios nunca se va. Lo que pasa es que lo provisional ha pasado, y los sacerdotes se empeñan en poseer a Dios, en usar a Dios para su seguridad y su preeminencia sobre los demás. Con Jesús se ha acabado todo lo provisional, y todo privilegio del pueblo elegido. Ya no hay más que servicio, y no a Dios en el Templo, sino al hombre hijo de Dios.
En este tercer Domingo de Cuaresma se matiza por tanto profundamente el sentido de nuestra conversión. La "Religión" de Jesús es "otra cosa", mucho más seria, más crítica, sin concesión alguna a Mitologías ni proyecciones de lo sentimental... Se nos invita a dar un paso adelante: seguir a Jesús a lo más puro del conocimiento de Dios y del ser humano, sin concesiones.
LOCURA Y ESCÁNDALO
Esta es la oportunidad de analizar bastante a fondo nuestra religiosidad. Jesús, locura para los sabios. Jesús, escándalo para la gente religiosa. La "sabiduría" de la vida enseña a ganar dinero, buscar la salud y la seguridad, dar para que te den o porque te han dado, buscar influencias, privilegios, poder, basarse en la justicia.... La Sabiduría de Jesús es: "Dichosos los pobres, los que sufren, los que sirven, los que piensan bien, los que son perseguidos porque trabajan por la paz..." "Deja lo que tienes, entra por la puerta estrecha..."
Las "señales" de la gente religiosa son: no mezclarse con los pecadores, guardar los preceptos, practicar el culto, ser limpios de pecado ante Dios... Y los motivos para creer en Dios son las señales espectaculares, los milagros… Jesús cuenta con que somos pecadores y nos pregunta si queremos trabajar por el Reino. Come con los pecadores, elige publicanos para apóstoles, confirma al renegado Pedro como jefe de los Doce... Ni siquiera sus milagros son “señales” en el sentido que les hemos otorgado más arriba. Jesús cura y libera ante todo porque es compasivo y para que se vea presente su talante de liberador, para que se vea en qué consiste la acción de Dios.
El modo de vivir de Jesús es una estupidez para le gente sensata y es un escándalo para la gente religiosa. La filosofía antigua se rió a carcajadas de la predicación de Pablo. Pilatos se rió al oír hablar de "la verdad". Herodes lo despreció por loco. Los jefes religiosos y el pueblo de Jerusalén lo crucificaron por hereje peligroso. Locura y escándalo.
Los Mandamientos y el Templo representan sin duda lo que habitualmente llamamos “religión”. A Jesús no le basta con eso. No son suficientemente salvadores. Incluso pueden ser anti-religiosos, como sucedía con los fariseos, perfectos cumplidores de todo precepto, y con los sacerdotes, escrupulosos practicadores de todo rito.
Jesús pasa del respeto y la obediencia a Dios porque es el Señor al amor a Dios porque es mi Madre. Jesús pasa del no matarás, no robarás … a “amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Y esto estaba ya dicho en la Ley, pero Jesús sabe y proclama que eso, no lo otro, es el corazón de la Ley. Jesús, sobre todo, no se limita a que cada uno cumpla preceptos para ser justo ante Dios sino que invita a trabajar para construir El Reino, es decir, una humanidad en que todos sean, se comporten y se sientan hijos.
Todo esto es una locura. ¿Por qué empeñar la vida en cosas tan poco rentables? Jesús tiene respuesta: porque tú eres hijo, es decir, porque no puedes conformarte con todas esas cosas que llamas “rentables” pero son miserables, caducas, y no llegan a satisfacer más que a espíritus empequeñecidos. Jesús sólo se conforma con lo definitivo, con la plena realización de cada ser humano y de todos los seres humanos.
Y va más allá. Los que se llaman y son considerados santos porque cumplen a la perfección los preceptos no son sus preferidos: su enfrentamiento con los fariseos es una de las líneas de fuerza de los evangelios. Los sagrados ritos del Templo no le atraen: en ninguna parte de los evangelios le vemos usar el Templo más que para predicar en él. Jesús, se saltaba el descanso sabático por curar, prefería rescatar a una adúltera que cumplir lo preceptuado en la Ley. Jesús produjo un enorme escándalo. Antes la persona que la ley, antes la curación que el sábado, antes el marginal que el importante, los primeros relegados al último puesto y los últimos al primero… Un escándalo social y un escándalo, sobre todo, religioso.
Sin duda lo más escandaloso de Jesús fue su propia marginalidad y su preferencia por los marginados. Su marginalidad fue escándalo para los sabios, los santos y los sacerdotes. El desconocido y teóricamente iletrado carpintero de Nazaret dando lecciones a los sabios; el que se mezclaba, el que formaba parte del pueblo impuro dando lecciones de santidad a los selectos fariseos. Y se atrevía a preferir a los marginados, a los samaritanos, a los publicanos, hasta a las prostitutas; no sólo les aceptaba a su mesa sino que se iba a comer con ellas, y se atrevía, de manera provocativa, a darles el rol de buenos en las parábolas, mientras fariseos, sacerdotes y levitas representaban a los malos, a los que no agradaban a Dios.
Jesús fue necedad para los sabios y escándalo para los justos. ¿Dónde ha quedado el escándalo de Jesús? Nosotros hoy practicamos y predicamos un cristianismo sabio. La familia, la propiedad privada, la autoridad, la convivencia, la justicia social.... Y está bien, todo eso es verdad.... Pero Jesús está más adelante. Nosotros hoy predicamos un cristianismo razonable. Templos, culto, sacerdotes, preceptos, perdón de los pecados.... Está muy bien, todo eso es verdad.... pero Jesús va más lejos.
No creo que las "comunidades oficialmente católicas y ortodoxas" de nuestra sociedad tengan el menor poder de convertir a nadie. Ni siquiera a los hijos de sus mismos miembros. Hay muchas sabidurías, hay muchas señales, hay muchas cosas razonables... No hay más que una manera de convertir: servir por amor hasta la muerte. Eso hizo Él. Y eso hacen algunas comunidades cristianas hoy. Y producen escándalo, y son perseguidas.
CONTEMPLAR A JESÚS
La Cuaresma es tiempo de contemplar, de intensificar nuestro contacto con Jesús para que su contemplación nos vaya cambiando desde dentro, como por contagio. Es fácil imaginar la violenta escena del Templo, la justa indignación de los mercaderes y más aún la de los sacerdotes. Imaginamos la figura de Jesús, con el látigo de cuerdas en la mano … la comparamos con nuestras imágenes, tan desvaídas, a veces tan dulzonas … Conversión: mirar a Jesús y dejarse contagiar por su locura, estar dispuesto a que se escandalicen de nuestros criterios, de nuestros valores. Para salvar nuestra propia vida y para que la vida de la humanidad se salve, se cure. Porque Jesús es el único sabio, el único cuerdo, en un mundo de ignorantes locos. Es ignorancia conformarse con disfrutar de bienes que se acaban; es ignorancia y locura. Es ignorancia y locura
fiarse de los propios criterios más que de la Palabra de Dios.
Recordamos el mensaje del segundo domingo después de Navidad: Jesús es Sabiduría. Y recogemos la frase de Pablo que hemos leído hoy: Cristo, fuerza de Dios y sabiduría de Dios. Porque la necedad divina es más sabia que la sabiduría de los hombres, y la debilidad divina, más fuerte que la fuerza de los hombres.
Necesitamos contemplar a Jesús loco y escandaloso: contemplar el banquete en casa de Leví, la curación de leproso, la comida en casa del fariseo, la defensa de la adúltera, el perdón gratuito del “buen” ladrón. Necesitamos beber deaspacito en la fuente de las parábolas; gustar las parábolas de la levadura y de la sal, de la lámpara y el tesoro; escandalizarnos con el hijo pródigo y los viñadores de la hora undécima, atemorizarnos con el fariseo y el publicano, preocuparnos con el buen samaritano y el juicio final. Cuaresma, tiempo de contemplar la locura y el escándalo de Jesús.
Y pedimos intensamente a Dios que cambie nuestra mentalidad, que no apliquemos a Jesús nuestros clichés previos, que seamos capaces de entenderle como es.
Vemos en él dos partes, una referente a Dios, y otra al comportamiento habitual. Respecto a Dios, el respeto: Dios único, Dios celoso, no representable en imágenes, no invocable en vano... Se señala más bien la posición del hombre ante "El Señor", y ésta es la fundamentación de la Ley, "porque Yo soy El Señor". La segunda parte es el código ético: el descanso semanal, la muerte, el adulterio, el robo, el falso testimonio, la codicia... Se puede decir que esto es "casi" sentido común: sumisión y respeto al Señor y normas de convivencia.
Todo ello ha sido formulado en una escenografía de montaña humeante, sonido de trompetas y truenos, para que el hombre se someta. Pero se ha hecho también para que el pueblo viva. La finalidad no es la sumisión, sino la Salvación. La fundamentación de esta Ley no está en el Amo, sino en el Salvador que ha sacado a su pueblo de la esclavitud.
EL TEXTO DE CORINTIOS
Es uno de los textos más famosos de Pablo: "Los judíos piden señales, los griegos sabiduría: pero nosotros predicamos a Cristo crucificado". La Ley proclamada en el A.T. es sabiduría proclamada con señales. A nadie escandaliza que "El Señor" exija sumisión, a nadie sorprende que se manifieste con "señales y prodigios", a nadie sorprende el contenido de la Ley, que es el sentido común para la convivencia. Sabiduría y señales. Por eso no escandaliza. Pero Jesús escandaliza.
La sabiduría de Jesús no es justicia, ni es razonable. Es trabajar con Dios para ayudar a los humanos a ser hijos. Cargar con la cruz con confianza, sin entender. Sufrir sabiendo que Él también lo ha hecho. No creer en un dios razonable, que habita en templos, pide culto e impone justicia, sino el Padre Libertador, en el Hijo que da la vida, en el Espíritu que mueve a los hombres. El resumen no está en el Templo, sino en lavar los pies. Sin señales. "Esta generación perversa y adúltera pide una señal, pero no se les dará más que la señal de Jonás" (Lucas 11,29). Jesús no es un mago que convence de "sus poderes" haciendo milagritos. Cuando Jesús actúa fuera de lo normal es porque cura, porque hace presente la intención de Dios: salvar. Y toda interpretación del milagro como "éste es un superhombre", se acerca a la magia o a la idolatría. La doctrina de Jesús no es sabiduría humana, no es razonable, salvo que se haya entrado en su dinámica: que los hijos hemos de ayudar al Padre en el trabajo de salvar al hombre. Entonces se entienden las cosas. Pero sólo desde ese punto de vista se entiende. Si no, es locura y escándalo.
JESÚS PURIFICA EL TEMPLO
El único texto del Evangelio en el que Jesús actúa violentamente. Lo recogen los cuatro evangelistas.(Mateo, 21; Marcos, 11 ;Lucas, 19; Juan, 2). En los tres sinópticos se narra tras la entrada mesiánica en Jerusalén antes de la Pasión. Juan lo coloca al principio ( Testimonio del Bautista > Elección de discípulos > Bodas de Caná > Templo ). Está claro que Juan utiliza este suceso como introducción de toda una línea teológica importante.
En la interpretación del texto nos encontramos varios niveles. En primer lugar, es un suceso, que debemos admitir como tal. Que nos parezca bien o mal es problema nuestro. Ése es Jesús, que monta en cólera por la profanación del templo, que se ha convertido en un negocio, y los echa a todos a latigazos. Si esto no concuerda con nuestra imagen de Jesús, tendremos que cambiarla. La primera lectura es, por tanto sencilla: "el celo de tu Casa me devora" ( Salmo 69 ). El Templo se ha convertido en un negocio, y en una baza política. Jesús no lo soporta.
Hay, sin embargo, otra lectura más profunda, que es la que introduce Juan. El Templo está acabado. El Templo - aun cuando funcione bien, dignamente y según la Ley - ya está superado. El Templo es Jesús, el templo es el ser humano. El Templo lugar de residencia del dios, lugar de encuentro, fuente de favores divinos... ya pasó. Ni siquiera le interesan a Jesús los que creen en Él por "sus señales". El milagro no vale para la fe. ("Si no creen a Moisés y a los profetas, aunque un muerto resucite no creerán" Lucas,16,31)
La destrucción del Templo había sido para los judíos la señal de que Dios estaba enfadado y les rechazaba. Es un concepto pagano que existe en todas las religiones: los dioses se enfadan y nos abandonan. Ahora Jesús proclama el abandono definitivo.
Pero no es que Dios se vaya porque se enfada. Dios nunca se va. Lo que pasa es que lo provisional ha pasado, y los sacerdotes se empeñan en poseer a Dios, en usar a Dios para su seguridad y su preeminencia sobre los demás. Con Jesús se ha acabado todo lo provisional, y todo privilegio del pueblo elegido. Ya no hay más que servicio, y no a Dios en el Templo, sino al hombre hijo de Dios.
REFLEXIÓN
En este tercer Domingo de Cuaresma se matiza por tanto profundamente el sentido de nuestra conversión. La "Religión" de Jesús es "otra cosa", mucho más seria, más crítica, sin concesión alguna a Mitologías ni proyecciones de lo sentimental... Se nos invita a dar un paso adelante: seguir a Jesús a lo más puro del conocimiento de Dios y del ser humano, sin concesiones.
LOCURA Y ESCÁNDALO
Esta es la oportunidad de analizar bastante a fondo nuestra religiosidad. Jesús, locura para los sabios. Jesús, escándalo para la gente religiosa. La "sabiduría" de la vida enseña a ganar dinero, buscar la salud y la seguridad, dar para que te den o porque te han dado, buscar influencias, privilegios, poder, basarse en la justicia.... La Sabiduría de Jesús es: "Dichosos los pobres, los que sufren, los que sirven, los que piensan bien, los que son perseguidos porque trabajan por la paz..." "Deja lo que tienes, entra por la puerta estrecha..."
Las "señales" de la gente religiosa son: no mezclarse con los pecadores, guardar los preceptos, practicar el culto, ser limpios de pecado ante Dios... Y los motivos para creer en Dios son las señales espectaculares, los milagros… Jesús cuenta con que somos pecadores y nos pregunta si queremos trabajar por el Reino. Come con los pecadores, elige publicanos para apóstoles, confirma al renegado Pedro como jefe de los Doce... Ni siquiera sus milagros son “señales” en el sentido que les hemos otorgado más arriba. Jesús cura y libera ante todo porque es compasivo y para que se vea presente su talante de liberador, para que se vea en qué consiste la acción de Dios.
El modo de vivir de Jesús es una estupidez para le gente sensata y es un escándalo para la gente religiosa. La filosofía antigua se rió a carcajadas de la predicación de Pablo. Pilatos se rió al oír hablar de "la verdad". Herodes lo despreció por loco. Los jefes religiosos y el pueblo de Jerusalén lo crucificaron por hereje peligroso. Locura y escándalo.
Los Mandamientos y el Templo representan sin duda lo que habitualmente llamamos “religión”. A Jesús no le basta con eso. No son suficientemente salvadores. Incluso pueden ser anti-religiosos, como sucedía con los fariseos, perfectos cumplidores de todo precepto, y con los sacerdotes, escrupulosos practicadores de todo rito.
Jesús pasa del respeto y la obediencia a Dios porque es el Señor al amor a Dios porque es mi Madre. Jesús pasa del no matarás, no robarás … a “amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Y esto estaba ya dicho en la Ley, pero Jesús sabe y proclama que eso, no lo otro, es el corazón de la Ley. Jesús, sobre todo, no se limita a que cada uno cumpla preceptos para ser justo ante Dios sino que invita a trabajar para construir El Reino, es decir, una humanidad en que todos sean, se comporten y se sientan hijos.
Todo esto es una locura. ¿Por qué empeñar la vida en cosas tan poco rentables? Jesús tiene respuesta: porque tú eres hijo, es decir, porque no puedes conformarte con todas esas cosas que llamas “rentables” pero son miserables, caducas, y no llegan a satisfacer más que a espíritus empequeñecidos. Jesús sólo se conforma con lo definitivo, con la plena realización de cada ser humano y de todos los seres humanos.
Y va más allá. Los que se llaman y son considerados santos porque cumplen a la perfección los preceptos no son sus preferidos: su enfrentamiento con los fariseos es una de las líneas de fuerza de los evangelios. Los sagrados ritos del Templo no le atraen: en ninguna parte de los evangelios le vemos usar el Templo más que para predicar en él. Jesús, se saltaba el descanso sabático por curar, prefería rescatar a una adúltera que cumplir lo preceptuado en la Ley. Jesús produjo un enorme escándalo. Antes la persona que la ley, antes la curación que el sábado, antes el marginal que el importante, los primeros relegados al último puesto y los últimos al primero… Un escándalo social y un escándalo, sobre todo, religioso.
Sin duda lo más escandaloso de Jesús fue su propia marginalidad y su preferencia por los marginados. Su marginalidad fue escándalo para los sabios, los santos y los sacerdotes. El desconocido y teóricamente iletrado carpintero de Nazaret dando lecciones a los sabios; el que se mezclaba, el que formaba parte del pueblo impuro dando lecciones de santidad a los selectos fariseos. Y se atrevía a preferir a los marginados, a los samaritanos, a los publicanos, hasta a las prostitutas; no sólo les aceptaba a su mesa sino que se iba a comer con ellas, y se atrevía, de manera provocativa, a darles el rol de buenos en las parábolas, mientras fariseos, sacerdotes y levitas representaban a los malos, a los que no agradaban a Dios.
PARA NUESTRA ORACIÓN
Jesús fue necedad para los sabios y escándalo para los justos. ¿Dónde ha quedado el escándalo de Jesús? Nosotros hoy practicamos y predicamos un cristianismo sabio. La familia, la propiedad privada, la autoridad, la convivencia, la justicia social.... Y está bien, todo eso es verdad.... Pero Jesús está más adelante. Nosotros hoy predicamos un cristianismo razonable. Templos, culto, sacerdotes, preceptos, perdón de los pecados.... Está muy bien, todo eso es verdad.... pero Jesús va más lejos.
No creo que las "comunidades oficialmente católicas y ortodoxas" de nuestra sociedad tengan el menor poder de convertir a nadie. Ni siquiera a los hijos de sus mismos miembros. Hay muchas sabidurías, hay muchas señales, hay muchas cosas razonables... No hay más que una manera de convertir: servir por amor hasta la muerte. Eso hizo Él. Y eso hacen algunas comunidades cristianas hoy. Y producen escándalo, y son perseguidas.
CONTEMPLAR A JESÚS
La Cuaresma es tiempo de contemplar, de intensificar nuestro contacto con Jesús para que su contemplación nos vaya cambiando desde dentro, como por contagio. Es fácil imaginar la violenta escena del Templo, la justa indignación de los mercaderes y más aún la de los sacerdotes. Imaginamos la figura de Jesús, con el látigo de cuerdas en la mano … la comparamos con nuestras imágenes, tan desvaídas, a veces tan dulzonas … Conversión: mirar a Jesús y dejarse contagiar por su locura, estar dispuesto a que se escandalicen de nuestros criterios, de nuestros valores. Para salvar nuestra propia vida y para que la vida de la humanidad se salve, se cure. Porque Jesús es el único sabio, el único cuerdo, en un mundo de ignorantes locos. Es ignorancia conformarse con disfrutar de bienes que se acaban; es ignorancia y locura. Es ignorancia y locura
fiarse de los propios criterios más que de la Palabra de Dios.
Recordamos el mensaje del segundo domingo después de Navidad: Jesús es Sabiduría. Y recogemos la frase de Pablo que hemos leído hoy: Cristo, fuerza de Dios y sabiduría de Dios. Porque la necedad divina es más sabia que la sabiduría de los hombres, y la debilidad divina, más fuerte que la fuerza de los hombres.
Necesitamos contemplar a Jesús loco y escandaloso: contemplar el banquete en casa de Leví, la curación de leproso, la comida en casa del fariseo, la defensa de la adúltera, el perdón gratuito del “buen” ladrón. Necesitamos beber deaspacito en la fuente de las parábolas; gustar las parábolas de la levadura y de la sal, de la lámpara y el tesoro; escandalizarnos con el hijo pródigo y los viñadores de la hora undécima, atemorizarnos con el fariseo y el publicano, preocuparnos con el buen samaritano y el juicio final. Cuaresma, tiempo de contemplar la locura y el escándalo de Jesús.
Y pedimos intensamente a Dios que cambie nuestra mentalidad, que no apliquemos a Jesús nuestros clichés previos, que seamos capaces de entenderle como es.
SALMO 63
Oh Dios, Dios mío, a Ti te busco
mi alma tiene sed de Ti,
por ti suspira mi cuerpo,
tierra seca, sedienta, sin agua.
Mejor es tu amor que la vida.
Mis labios cantarán tu alabanza.
Yo quiero bendecirte en mi vida
y levantar mis manos en tu nombre.
Tendido en mi lecho pienso en Ti,
en Ti medito al caer de la tarde,
en Ti que fuiste mi socorro
y me alegro a la sombra de tus alas.
Mi alma se refugia junto a Ti
y tu diestra es mi fortaleza.
Mi alma tiene sed de Ti,
A Ti te busco, ¡oh Dios, Dios mío!.
Oh Dios, Dios mío, a Ti te busco
mi alma tiene sed de Ti,
por ti suspira mi cuerpo,
tierra seca, sedienta, sin agua.
Mejor es tu amor que la vida.
Mis labios cantarán tu alabanza.
Yo quiero bendecirte en mi vida
y levantar mis manos en tu nombre.
Tendido en mi lecho pienso en Ti,
en Ti medito al caer de la tarde,
en Ti que fuiste mi socorro
y me alegro a la sombra de tus alas.
Mi alma se refugia junto a Ti
y tu diestra es mi fortaleza.
Mi alma tiene sed de Ti,
A Ti te busco, ¡oh Dios, Dios mío!.
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