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viernes, 3 de abril de 2009

Personajes de la Pasión para meditar - Domingo de Ramos - Ciclo B (Marcos 14, 1-15, 47)


¿Sabe usted quién es Don Judas dinero?

Aparentemente es un tipo normal. Un tipo como los demás. Muchos hasta lo tomarían por buena gente. Y es que, de ordinario, los Judas son buena gente. ¡Resulta tan difícil ver lo que acontece en el fondo del corazón humano! Los Judas no suelen llevar la marca en la frente. Al contrario, aparentan ser gente buena. Toda traición suele esconderse detrás de un rostro normal y corriente. Usted no los descubre hasta que desenmascara su corazón. ¿No recuerdas al Judas que le traicionó a Jesús?

¿Sabe usted quién es Don Pedro sin Miedo?

Es un tipo violento. Todo lo soluciona con la fuerza y la violencia. Todo el mundo le tiene miedo. Pero un día pregúntele usted si es discípulo de Jesús.

Y verá que Don Pedro sin Miedo en el fondo es un cobarde. Cuando ve que su vida puede complicarse, no le importa negar a todo el mundo. No conoce a nadie. No ha visto a nadie. No es amigo de nadie. No conoce a Jesús ni los discípulos son compañeros suyos. Es fácil ser fuerte cuando se trata de puños. Lo difícil es tener la fortaleza de confesar su propia fe delante de todo el mundo. ¿No recuerdas al discípulo Pedro que lo negó?



¿Sabe usted quién es Don Anás el Solemne?

Vaya si lo recuerdas. Es ese tipo de grandes vestidos, amplias mangas, muy apegadito al puesto. Y sobre todo, es un tipo que se cree que su palabra es pura palabra de Dios. ¡Defiende a Dios con uñas y dientes! No permite que nadie se declare hijo de Dios. Pero eso sí, los hombres le importan un comino. Es el defensor de Dios, pero es el que no duda en condenar al hombre.

Primero te pide que en nombre de Dios digas la verdad. Pero si la dices, inmediatamente te condena de blasfemo.

Yo pensé que todos habían desaparecido. Pero qué va.... Cada vez que te encuentres con alguien que habla de Dios, pero luego maltrata y juzga y condena al hombre, no lo dudes. Es Don Anás el Solemne.

¿Sabe usted quién es Don Nadie el aprovechado?

No me diga que nunca lo ha visto. ¿No vio usted aquellos criados, aquellos siervos de los pontífices, siempre maltratados y siempre humillados? Claro, aquellos que abofetearon a Jesús y le escupieron en la cara.

Yo siempre había creído que eso sólo lo hacían los de arriba. Pero estoy convencido que también los de abajo hacen lo mismo. ¡Claro, cuando pueden y cuando encuentran a alguien que es menos que ellos! No sólo los grandes humillan al de abajo. También los de abajo humillan a los de más abajo. Personalmente me da miedo encontrarme con un Don Pilatos Lavamanos, pero siento pánico de encontrarme con un Don Nadie aprovechado.

Es inútil. Los grandes y los pequeños llevamos siempre ahí dentro, un Don Nadie aprovechado, dispuesto a maltratar, a abusar y sacar del camino a quien consideremos menos que nosotros. ¡Y siempre hay alguien que es menos que uno! Ahí está el pobre Jesús hecho una calamidad humana! ¿Recuerdas ahora a los criados y a los soldados?



¿Sabe usted quién es Don Pilatos Lavamanos?

Confieso que creía conocerle. Pero debo reconocer que hay tantos que ya no sé quién es el Lavamanos o el otro… Pero le advierto que todos son igualitos. Todos han subido muy arriba. Pero cuando ven tambalearse el piso, entonces lo utilizan todo a su servicio. Don Pilatos Lavamanos lo ve todo desde sus intereses personales.

¿Las leyes? Las que mejor le convienen a él.

¿La verdad? La que menos le complique en sus asuntos.

¿La justicia? La que sea más rentable en el momento.

Le encanta estar bien con los de más arriba. Donde ven algún peligro para sus ansias de poder, les importa poco avasallar los derechos de los demás.

Se pasan la vida preguntando por la verdad. Pero prefieren vivir en la mentira y el engaño. Es que preguntar por la verdad le da a uno cierto prestigio. ¿No recuerdas al Pilato que condenó a Jesús?



¿Sabe usted quién es Don Herodes el Payaso?

Uno pudiera pensar que es algún tipo raro y extraño. Y no lo crea. Herodes el Payaso es el que no tiene ni idea de lo que es la religión. Pero les encanta hacer chistes de todo. Para ellos la religión es una manera de divertirse. Es una manera de no aburrirse. Les encantan los chistes sobre Dios, sobre la Iglesia, los curas, la religión. No conocen nada. Pero eso les da mayor libertad para decir mayores tonterías. ¿No recuerdas al Herodes que vistió con manto de burla a Jesús?

¿Sabe usted quien es Don Simón Cansado?

Claro que todavía hay gente seria. Claro que todavía hay gente que come el pan trabajando con honestidad. No, claro que no. No todos roban. Ni todos viven del cuento. Hay gente seria que lucha día a día por ganarse el pan de sus hijos. No lo pide de regalo.

Y que incluso, cuando regresa a casa, roto de cansancio, sudoroso el por el sol que calienta, todavía le quedan unos hombros cansados para prestarlos en ayuda de quien está más cansado que El.

Todavía quedan corazones que sufren, pero no se encierran y consuelan a los demás.

Todavía quedan vidas que se abren para ayudar a los demás.

Todavía quedan quienes por fatigados que estén comparten sus espaldas para ayudar la cruz de los otros. ¿No recuerdas a Simón de Cirene?

¿Sabe usted quién es Don Dimas el pandillero?

Sí. Yo sé que lo conoces. Ese que en vez de hacer algo en la vida, prefiere robarle al que se gana la vida con dignidad. Claro que le conoces. Le has vista infinidad de veces, y otras muchas cambias de calle para no verle. Sí esos que se juntan para atracar y desnudar y robar al que lleva algo consigo.

Yo lo encontré en la cima del Calvario. El tipo estaba al lado mismo de Jesús. Y como sabía muy bien su oficio, trató de robarle también a Cristo. Se dio cuenta de que había vivido mal, pero no podía morir así. Sabía que el corazón del Señor es muy fácil de robar. Y consiguió que Jesús le prometiese el Paraíso ese mismo día. ¡Hay ladrones con suerte! ¡No todos terminan en la cárcel! ¡Hay algunos que se arrepienten a tiempo y termina con Jesús en el Paraíso!. ¿No recuerdas al buen ladrón de la cruz?

Oración

Señor: Comenzamos tu gran semana y nuestra gran semana.
Estos son algunos de los personajes que te acompañaron.
Todos llevamos dentro de nosotros muchos rasgos de cada uno de ellos.
No sé cuál será el que mejor me cae a mí personalmente.
Desearía ser Don Simón el cansado, para así poder prestarte mis hombros.
Pero reconozco que también llevo mucho de Don Pilatos lavamanos.
De todos modos como Don Dimas el pandillero, también yo quiero decirte:
“Acuérdate de mí, Señor, ahora que estás en tu Reino”.

(Clemente Sobrado C.P.) www.iglesiaquecamina.com

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