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domingo, 7 de junio de 2009

Vocacionalizar la educación

Por Juan Carlos cmf
Publicado por Claretgaztezk

Una de las cosas más difíciles que existen es la educación. Tarea que toca a padres, educadores y catequistas, y que debe orientarse necesariamente a despertar y educar la libertad. Sin ella no hay persona. Y sin ella tampoco hay persona cristiana. Educar la libertad es promover la responsabilidad, no la independencia y, menos, el capricho. No confundamos.
Sin buscar solemnes definiciones de la libertad, podemos decir que ser responsable es asumir las consecuencias de nuestras acciones y decisiones. Max Weber acuñó la expresión "ética de la responsabilidad". Responsabilidad es lo que hace persona a la persona. El ser humano es responsable de sí mis¬mo y de su vida, responsable ante Dios -como dicen los teólogos- y responsable ante sí mismo y ante los demás -como dicen los filósofos-.
La Biblia entiende al ser humano como alguien que responde a la llamada de Dios. Pero ¿qué significa esto en concreto? ¿Cómo y cuándo tengo que asumir mi responsabilidad?

Primeramente, y como es natural, tiene que asumir la responsabilidad por su propia vida. Conozco a muchos que no cesan de hacer responsables a otros de que su vida no sea un logro: "Sus padres, sus maestros y educadores tienen la culpa de que él/ella haya recibido heri¬das y de que por eso no pueda con su vida". Esta postu¬ra puede ser una estrategia cómoda. Utiliza sus heridas como excusa para no tener que vivir por sí mismo. Pero en algún momento hay que asumir en la vida la res¬ponsabilidad de sí mismo. Es su historia, son sus fortalezas, sus debilidades, sus heridas y sus experiencias de cobijamiento y de abandono. Responsabilidad significa que asume su historia y la plasma él mismo. Cada uno es res¬ponsable de lo que hace con lo que se le ha dado.
Pero también forma parte de nuestra vida el asumir responsabilidad por otros. Cuando dos personas contraen matrimonio, asumen responsabilidad la una por la otra. Y cuando tienen hijos, son responsables de ellos. El que dirige una empresa es responsable de sus colaboradores, y cada colaborador asume una responsabilidad por los logros de todos. Quien abraza la vida consagrada, se compromete con personas cercanas (una comunidad) y otras lejanas (destinatarios de su misión). Lo mismo vale para todos los ámbitos de la vida: sin esa disposición a ser responsable no se puede alcanzar una vida lograda.
El filósofo francés P. Bruckner reconoce en nuestra sociedad la falta de responsabilidad con un diagnóstico concluyente: “Muchos se sienten como bebés gigantes en proceso de envejecimiento y sólo plan¬tean a los otros exigencias que ellos no están dispuestos a asumir ni por sí mismos ni por los demás. Lo esperan todo de los otros, de la sociedad, del Estado, de la Iglesia. Pero no están dispuestos a dar algo, a entregarse ellos mismos a una causa, por otra persona, por una comuni¬dad. Quien se niega a asumir la responsabilidad de su propia vida tampoco está dispuesto, en la mayoría de los casos, a asumir responsabilidad por otros. En este sentido, la responsabilidad por mí mismo y por los otros están interconectadas”.
Hacer Pastoral Vocacional implica promover una educación más responsabilizadora. Y eso es precisamente vocacionalizar la educación.

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