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viernes, 17 de julio de 2009

Cuatro momentos para meditar el Evangelio: XVI Domingo del T. O. (San Marcos 6,30-34) - Ciclo B


¿HUMANIZAR LO MATERIAL O MATERIALIZAR LO HUMANO?

1.-Menciona una antigua narración cristiana:
“Los seis días de la semana eran como parejas.
Cada día tenía su compañero.
El lunes tenía el martes,
el miércoles tenía el jueves,
el viernes tenía el sábado.
El domingo estaba sólo.
Y fue a lamentarse ante Dios:
-¿Por qué yo estoy solo?
Dios le respondió:
-“No estás solo”, vete: “el hombre será tu compañero”.

Muy queridos amigos: Iniciando la reflexión de este domingo con esa narración, y al contemplar al Señor compadecido por aquellos que andan como ovejas sin pastor, debemos aceptar la invitación del Evangelio de este día, y darnos tiempo para meditar en torno a siete elementos que resultan necesarios en relación a un trabajo calificado como cristiano.

Y es que, para un Pastor preocupado por su rebaño mucho más importante que los pastos serán siempre las ovejas, mucho más valioso que el redil será su rebaño, más prioritario que la calidad de la madera con la que está hecho su cayado será siempre la majada de ovejas que tiene que asegurar mediante este instrumento.

Muchos de los problemas surgen cuando teniendo un bello redil, habiendo obtenido buenos pastos como alimento y poseyendo otros muchos enseres que nos pueden ayudar con nuestra misión, resulta que nuestra familia y nuestras comunidades andan como ovejas sin pastor.

Bien podríamos identificar este análisis septenario sobre el trabajo con una visión semanal de nuestras labores o con un septeto bellamente compuesto por Dios para el disfrute del hombre.

2.- La primera cualidad del trabajo es: la cocreación. El trabajo nos hace cooperadores del Creador. Recuerda cada uno de los días de la creación ejecutados por un Dios intensamente laborioso. El trabajo es expansión de la creación de Dios conforme a su voluntad.

El hombre, creado a imagen y semejanza de Dios, ha sido asociado a su designio; de tal manera que, posterior al momento en que Dios hubo puesto en orden el universo, se lo quiso entregar en sus manos al hombre dándole el poder de ocupar la tierra y someterla.

Jesucristo, aquel que como Dios es la Palabra por la que todo ha sido creado y que como hombre es el nuevo y definitivo Adán, por su obra nos permite a los hombres cumplir con la misión de dominar al mundo: El trabajo no podrá ser contemplado como una maldición sino como una bendición y una oportunidad de colaborar con un Dios que no duerme y que sigue cantando con el ruido de un martillo que no se detiene.

3.- La segunda dimensión es la intrapersonal: La Palabra de Dios juzga severamente la ociosidad del hombre y la califica de degradación. Objetivamente, el trabajo bien hecho nos beneficia a nosotros mismos, ya que nos ayuda a desarrollar nuestras habilidades o a adquirir nuevos talentos; permite también cultivar la virtud de la constancia en nuestro empeño, cuando somos capaces de persistir a pesar de cualquier dificultad. San Pablo aconseja a la primitiva comunidad el distanciarse de todo hermano que engañado y engañando viva en la ociosidad bajo pretextos religiosos, sobreviviendo en la pereza pero metiéndose en todo.

El trabajo para el cristiano debe traer consigo su propia carga de satisfacciones. No se trata de negar ilusamente la rutina o el cansancio. Se trata de afirmar que cada hombre debería plenificarse con el trabajo que realiza en la vida diaria. El ingeniero y el arquitecto que aman la belleza y al crear nuevas realidades se van realizando en su trabajo. El abogado que ama la justicia y le encuentra sentido al trajín diario. Los pedagogos que al amar la verdad se esfuerzan por inculcarla en sus contenidos a lo largo de sus jornadas. El médico que ama la vida y que lucha por respetarla y conservarla. El psicólogo que tiene interés por el hombre en su integridad y que soportan cualquier cansancio. El comunicólogo que debiera enamorarse de accesar a través de tantos medios en la intimidad de la vida personal para proponer realidades que plenifiquen. El sacerdote que ama la santidad de Dios y que lucha por la salvación eterna de los hombres, independientemente de las jornadas invertidas.

Lo anteriormente mencionado nunca podrá ser retribuido, ni con uno ni con mil denarios. El trabajo tiene una dimensión espiritual y posee sus propios satisfactores que no se compara con nada de lo que tú pudieras imaginar.

4.- El tercer factor es el económico. El trabajo engendra relaciones monetarias. Debemos evitar cristianamente las actitudes equívocas de aquellos que satanizan el dinero y que tendrían que negar la presencia Providente de Aquel que en su generosidad nos bendice con sus bienes.

El Señor Jesús nos habla con claridad de la correspondencia que existe entre la acción decorosa del obrero y la retribución que en justicia se merece: “Dénle otros diez talentos”. “Bien, siervo bueno y fiel, ¡siéntate a la mesa de tu Señor!...” “El trabajador es digno de su salario”. “No le pongas bozal al buey que trilla”. Tendríamos que subrayar dos elementos para no caer en las confusiones que nos desvían: por un lado, sabemos que el Señor está utilizando las imágenes cotidianas para hacernos cercano el mensaje del Reino, por el otro lado, los cristianos no nos debemos confundir con los asalariados y su relación con un patrono, sino con los hijos que se relacionan con su Padre. Sin embargo, junto con los valores del Reino el Señor subraya algunos valores que se viven en medio del tiempo: el trabajo digno y la justa retribución que se merece en la vida.

La Sagrada Escritura denuncia recurrentemente el que los obreros sean privados de su salario y el que los esclavos sean condenados sólo al trabajo y a los golpes. Debemos recordar que será el trabajo digno aquel que nos libre de la pereza y de la mendicidad.

5.- El cuarto elemento es el social. El trabajo tiene un lugar firme en la vida social de los hombres. Desgraciadamente, hoy en día, cuantificamos, en términos de dinero, el trabajo, el esfuerzo y nuestros servicios.

En la actualidad, no somos capaces de comprender: El que el médico llegue al final del día a cerrar su consultorio con la satisfacción de haber llevado salud, vida, consuelo, alivio y curación a sus enfermos. Que el comerciante cierre su negocio al final de la jornada con la satisfacción de haber construido relaciones humanas con sus semejantes a través de la justicia y la servicialidad. Que el maestro y el alumno terminen su día con la satisfacción y la alegría de haber compartido juntos algo acerca de la verdad, que es la que nos hace libres y fuertes ante la realidad.

Cristo le ha regresado al trabajo la dimensión de la caridad y funda las relaciones engendradas por el trabajo, en el principio de la fraternidad

6.- El quinto componente es el de la Providencia: El Evangelio al hablar del esfuerzo temporal y del trabajo humano nos impulsa a no perder nuestra relación con Dios y a confiar en su Providencia.

En este ámbito, ha querido colocar ante nuestros ojos la imagen de los lirios del campo y de las aves del cielo, para que alcancemos a comprender la efectividad y generosidad de su asistencia. La confianza será la actitud necesaria de aquellos que llamándonos hijos de Dios, nos afanamos en los trabajos diarios, pidiéndole a Dios el pan de cada día, pidiéndole la bendición del trabajo para que el pan no le falte a nuestros seres queridos y cuidando a nuestros seres queridos para que tengamos con quien compartir nuestro pan. ¡No hay peor pan que el que se come en soledad! Pedimos a Dios el pan de hoy, mañana pediremos el de mañana.

7.- El sexto factor es el de la Trascendencia: debemos ser capaces de rebasar los límites temporales y aspirar a los bienes imperecederos. El Reino de Dios es nuestra aspiración y no podemos quedarnos como si fuéramos esos constructores presuntuosos que levantan sus saturados graneros en el olvido y el alejamiento de Dios y de sus hermanos.

Sin embargo, debemos también ser cuidadosos para que no confundamos la postura evangélica con actitudes maniqueas. Nuestro deber es evitar las actitudes sólo terrenales y aquellas que son solamente angelicales.

Solamente, con la capacidad de no confundir nuestros valores con Aquél que es nuestro “Único Valor Absoluto”, podremos aspirar a las cosas de “mucho valor”, habiendo sido fieles a las cosas de “poca valoración”.

8.- Y,... el séptimo elemento es el descanso: ¡No me lo van a creer! Pero este es el elemento del trabajo humano más desconocido en la actualidad. Si una gran parte de los hombres adolecemos por la pereza, otro gran grupo de personas nos estamos acabando la vida por no saber detenernos en nuestro incesante trajín diario. Hoy, el hombre no sabe descansar.

Ignoramos que en la Revelación el sábado tenía como fin introducir una tregua en la agobiadora sucesión de los trabajos, para asegurar al hombre y a todo lo que trabaja sobre la tierra un tiempo de reposo.

La vida tiene momentos de tensión y de distensión, de preocupación y de ocupación, de atención y de relajación. Sin embargo, el hombre no puede vivir manteniendo la tensión de una continua exigencia, so pena de cansarse, quebrarse y experimentar el abandono.

Hasta la tierra espera su año sabático y el cuerpo se las ingenia para tener sus propias formas de descanso, la enfermedad es una de ellas ¡aunque tú no lo creas!. Sin embargo, los hombres hemos olvidado que nuestra vocación es ser “señores” y no “esclavos” de las cosas. ¡Que lástima que algunos, lejos de humanizar la materia, hemos materializado lo humano!

9.- Por mi parte, por la gracia de Dios, he escuchado en estos días pasados el último movimiento de este septeto: he disfrutado de unas reparadoras vacaciones. ¿Y tú ya descansaste? No se necesita ir al fin del mundo para esperimentar el agradable descanso que se disfruta con las personas que uno ama en la vida.




PASTOR DE SILVOS AMOROSOS.

Jesús y sus apóstoles se dirigieron en una barca hacia un lugar apartado y tranquilo. La gente los vio irse y les reconoció; entonces de todos los poblados fueron corriendo por tierra a aquel sitio y se les adelantaron.
Cuando Jesús desembarcó, vio una numerosa multitud que lo estaba esperando y se compadeció de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor, y se pudo a enseñarles muchas cosas”.

1.- Muy queridos amigos:

La metáfora del Pastor que cuida y conduce su rebaño, nos expresa admirablemente dos aspectos íntimamente unidos, aparentemente contrarios, y frecuentemente separados, de una autoridad ejercida a favor de los hombres: el Pastor es un jefe pero también es un compañero.

Por un lado, el pastor es un hombre fuerte, tenaz, valiente, decidido, capaz de defender su rebaño contra las fieras salvajes (1Sam 17,34-37: por poner sólo un ejemplo podríamos referir a aquel joven que se convertiría en el rey David, quien para conseguir el permiso del rey Saúl y así defender a Israel del asedio, y la honra de Yahwéh de las burlas de Goliat, argumenta que como pastor ha defendido a sus ovejas del león y que en muchas ocasiones ha tenido que arrancar los corderillos de las fauces del oso)... El pastor tiene que ser, en primero lugar, un hombre intrépido y vigoroso.

En segundo lugar y simultáneamente, el pastor es un hombre profundamente delicado con sus ovejas (es capaz de conocer el estado en el que ellas se encuentran; tiene la capacidad de adaptarse a su situación; suele llevarlas en sus brazos en los momentos de cansancio o en que están heridas; y lo más extraordinario de todo aparece en la parábola que el profeta Natán le manifiesta al Rey David cuando le recrimina el crimen de Urías y el adulterio con Betsabé, le comenta: “un hombre tenía una oveja y la quería como a su propia y única hija y le ofrecía alimento en su propio plato”. El profeta utiliza el mismo lenguaje: le está hablando de ovejas a un hombre que salió de detrás de los rebaños y que sabe lo que son los cuidados, y que ahora ¡por desgracia, está cegado por el poder.

2.- Recapitulando: las dos cualidades del pastor son la osadía para defender a su rebaño y la delicadeza para tratar a cada una de las ovejas.

La autoridad del pastor está fundada en la entrega y en el amor. Dios es designado: “Pastor de Israel” en labios de Jacob, y hay dos invocaciones sobre su Pastoreo en el salterio. Junto con el hermosísimo Salmo 23: “El Señor es mi Pastor nada me falta”, tendríamos que recordar el Salmo 80.

Los profetas de Israel, por su parte, denunciarán el ejercicio de los malos pastores, tal es el caso del libro de Jeremías que hemos leído este día; y nos anunciarán, al mismo tiempo, la presencia mesiánica del Buen Pastor: será Yahwéh quien tomará en su mano el rebaño; lo reunirá, lo reconducirá, y, en fin, lo guardará. Luego le proveerá de “pastores según su corazón, que apacentarán con inteligencia y sabiduría”.

Y, junto a la denuncia de los abusos en los dirigentes de Israel, aparece también el anuncio de la llegada de un pastor fiel, un renuevo del tronco de David, quien en su valentía y fortaleza en medio de los peligros que asedian a su rebaño, y en la ternura que tiene para con cada una de sus ovejas, llegará a convertirse en el Pastor herido, el Pastor que fue traspasado; cuya muerte ha sido salvadora. El Pastor se identifica con el Siervo de Yahwéh quien, como oveja muda, debe por su sacrificio justificar y reunir a las ovejas dispersas de Israel.

3.- La imagen bíblica del Pastor alcanza su pleno sentido en Jesucristo, quien se llama a sí mismo y actúa como el Buen Pastor que da la vida por sus ovejas. Jesucristo es el Buen Pastor que en la encarnación ha visitado a su pueblo. Se trata de aquel que reúne a las ovejas dispersas y les regresa a donde están los buenos pastos.

Jesús también ha querido establecer buenos pastores que en su nombre cuiden de la Iglesia hasta el fin de los tiempos. Antes de su Ascensión hizo de Pedro el Pastor supremo de su Iglesia, y, en él, a todos aquellos que le sucediesen. E inmediatamente después de ser nombrado Pastor supremo, el Señor le da a conocer a Pedro que morirá mártir, como buen Pastor que dará la vida por sus ovejas. Y efectivamente, san Pedro, Pastor de la Iglesia, derramará su sangre a favor de las ovejas del rebaño, a imagen de Jesucristo, Buen Pastor por excelencia.

A los sucesores de los apóstoles, nos recuerda la Palabra de Dios en la primera carta de san Pedro, que se les confiará el cuidado del rebaño a su cuidado, no por la fuerza sino espontáneamente, no por lucro, ni mucho menos como dominadores, sino sirviendo siempre de ejemplo a los demás.

4.- Los dos elementos contrastantes, pero íntimamente unidos entre sí: vigor y delicadeza, podríamos detectarlos en el ministerio de Jesús tanto en el Evangelio de este domingo, como en cada página del Evangelio.

Te quería compartir una de las Rimas Sacras de Don Felix Lópe de Vega que representa excelentemente este contenido aplicado a la persona de Jesús, se trata de la así llamada Rima Sacra XIV:

Pastor que con tus silbos amorosos
Me despertaste del profundo sueño;
Tú, que hiciste cayado de ese leño
En que tiendes los brazos poderosos.

Vuelve tus ojos a mi fe piadosos,
Pues te confieso por mi amor y dueño,
Y la palabra de seguirte empeño
Tus dulces silbos y tus pies hermosos.

Oye, Pastor, que por amores mueres,
No te espante el rigor de mis pecados,
Pues tan amigo de rendidos eres.

Espera pues, y escucha mis cuidados;
Pero; ¿Cómo te digo que me esperes,
Si estás para esperar los pies clavados?

5.- Pero, vayamos, antes de que nos pase el tiempo, a una primera aplicación para nuestra vida y nuestros compromisos cristianos: ¿Cómo está el ejercicio de tu pastoreo? ¿Cómo está el cuidado de tus ovejas? ¿Qué estás haciendo para protegerles de los peligros externos? ¿Qué gestos concretos manifiestan tus cuidados hacia el interior de tu redil?

Te lo repito hasta que te canses: El Buen Pastor tiene valentía para proteger a su rebaño y delicadeza para tratar a sus ovejas. Y lo he repetido una vez más para manfestar el contraste de nuestra inconsistencia: Muchos de nosotros, ejercemos nuestro oficio al revés: somos muy valientes hacia el interior de nuestros rediles pero unos cobardes contra todo aquello que desde fuera está amenazando nuestro rebaño. Hacia fuera somos vergonzosamente delicados y pusilánimes y hacia adentro descargamos con estruendo el rigor de nuestra ira.

6.- Es difícil llegar al equilibrio y, sobre todo, vivenciar este punto de convergencia, y más aún si tenemos como modelo a aquel que como Buen Pastor ha llegado al pleno ofrecimiento de su vida a favor de su rebaño.

¿Cuáles son las cualidades de aquéllos que queremos ser un Pastor Bueno a imagen de Cristo?: caridad sin límites, misericordia, comprensión, perseverancia, consejo, persuasión, autoridad, obediencia total y delicada, el silencio discreto y la palabra oportuna, inteligencia, humildad, mansedumbre, corazón indiviso para dedicarnos a todas y cada una de las ovejas, servicialidad, vigilancia, paciencia, pobreza, moderación, indulgencia, integridad...

7.- Un primer elemento debemos meditar: ¿Cómo está el respeto que merece tu oficio hacia el interior de tu familia? Decía san Agustín que aquellos que no servimos a nuestro rebaño predicando, guiando, corrigiendo, aconsejando, rigiendo cristianamente, no somos pastores sino espantapájaros, unos foenus custos, guardianes de paja,... los espantapájaros, sin duda tienen una utilidad, se colocan en los viñedos para que los pájaros no se coman las uvas o en los sembradíos para que no se coman los granos. Nuestra función es distinta, se trata de cuidar y hasta de ofrecer la propia vida a favor de aquellos que Dios nos ha delegado. ¿Y tú éres un pastor o éres un guardián de paja en tu casa? ¿Estimas en un mayor valor la vida de tus ovejas que tu propia vida?

8.- Ahora te invito para que reflexionemos sobre un segundo factor: ¿Cómo está el ejercicio de tu autoridad?

Para entenderlo adecuadamente debemos distinguir entre dos conceptos que aparentan familiaridad, pero que en la realidad no son ni vecinos; más bien son verdaderos extraños entre sí: el que es autoridad y el autoritario.

¿Las Autoridades y los autoritarios?... parecen tan cercanos los conceptos, pero son tan lejanas las realidades.

Revisemos los contrastes para que esto nos ayude a clarificar: Aquel que es autoridad habla, y sabe que hay momentos en los que es mejor escuchar, el que es autoritario grita. El que es autoridad pide, el autoritario exige. El que es autoridad convence, el autoritario impone. El que es autoridad ama, el que es autoritario pide ser amado. El que es autoridad espera siempre a los que se le han confiado, el autoritario cierra la puerta esperando que timbren en la entrada para decidir sí acaso abre o no.

¿Sabes? La máxima diferencia entre el que es autoridad y el autoritario se ubica en el viernes santo: el que es autoridad muere en la Cruz, el autoritario es el que levanta la cruz.

9.- Quiero pedir a Dios por la Iglesia, que es su rebaño, y por nuestros Obispos, que son los pastores de su rebaño.

Le pido para que los cristianos no nos confundamos y, podría decir que si bien en los hermanos separados veo aquellos que son también de las ovejas de Cristo, tengo que decir que en sus dirigentes no puedo ver a los pastores de Cristo.

Ellos han perdido la sucesión apostólica, la cual es necesaria en la Iglesia para mantener y asegurar la apostolicidad de la misma Iglesia. El ministerio conservado a lo largo de los siglos ininterrupidamente representa el elemento “de arriba”, es decir, lo que no proviene de la comunidad, sino lo que es dado por Dios y adviene a la misma comunidad, para vigilar sobre ella, para exhortarla y hasta, si es necesario, corregirla.

10.- El problema está no en las ovejas sino en aquellos que ostentan de la noche a la mañana el título de pastores.

Fíjate, el día de hoy, ya hay en nuestra ciudad una Iglesia evangelista independiente, ¡qué contradicciones! Si éres Iglesia no puedes ser independiente y si éres independiente no puedes ser Iglesia,... El día de mañana habrá una Iglesia evangelista independiente de la independiente...




SABIA VIRTUD DE CONOCER EL TIEMPO.

“En aquel tiempo, los apóstoles volvieron a reunirse con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado. Entonces él les dijo: “Vengan conmigo a un lugar solitario, para que descansen un poco”. Porque eran tantos los que iban y venían, que no les dejaban tiempo ni para comer.

1.- Muy queridos amigos:

Son tantas las cosas que hay que hacer y tantas las personas por atender, que no le queda al hombre tiempo ni para comer,... ni para descansar, ni para estar con la familia, ni para ver crecer a sus hijos, ni para acompañar a sus padres en la enfermedad, ni para ofrecerle una manifestación de afecto a sus hermanos que necesitan de nuestra presencia, ni para tomar un poco de vacaciones...

En el primer segmento hemos reflexionado sobre siete características del trabajo contemplado como cristiano: coolaborar en la creación, la dimensión intrapersonal, el factor económico, el elemento social, el componente de la Providencia Divina, el rasgo trascendente y la importancia del descanso.

2.- Ahora, brevemente te refiero cuatro de los rasgos que caracterizan el mundo del trabajo en este naciente siglo XXI:

Primero: el hombre del mundo actual tiene una conciencia prodigiosa de la dimensión de sus conquistas y se ufana hasta llegar en muchas ocasiones a rayar en la soberbi ante los logros obtenidos.

Segundo: este mundo del progreso se ha convertido en un mundo desacralizado, en donde los avances en la ciencia y en la tecnología hacen que perdamos el respeto por lo divino y todo aquello que tiene origen y fundamento en la acción de Dios.

Tercero: el hombre ha creado un mundo marcado por la racionalidad tecnológica y al mismo tiempo, aunque te parezca contradictorio, de la pérdida de razonamiento; todo es contemplado en sus fases terminales y el hombre se va olvidando de los procesos, y por lo tanto muchas de las cosas que el hombre usa no es capaz de interrogarse sobre el por qué y el cómo de su funcionamiento, toda la vida se la pasa el hombre aplastando botones y obteniendo productos plenamente acabados provocando que sus neuronas se vayan atrofiando.

Cuarto y último: el hombre ha convertido el trabajo en una adicción, haciendo de oro sus cadenas que le ornamentan y que simultáneamente le atan a la esclavitud.

3.- Profundicemos en este último factor: la adicción al trabajo que hace surgir a los trabajoadictos o los trabajólicos.

Una adicción es identificada como todo aquello que nos empuja compulsivamente a comprometer nuestra libertad

Tales adicciones o dependencias se convierten en verdaderas esclavitudes. Nuestras esclavitudes se manifiestan algunas ocasiones a través de grandes ataduras que nos inmovilizan totalmente, y en otras ocasiones, existen pequeñas adicciones que al multiplicarse como si fueran pequeños hilos entretejidos nos atrapan a alguna realidad.

Estas adicciones se expresan en el uso de estupefacientes, o en la práctica de algunas acciones, o también en la expresión de sentimientos nocivos.

Las adicciones en torno a los estupefacientes, no es necesario que se profundice por ahora en ello. Lo que nos puede parecer extraño es el llamarle adicciones a la práctica de algunas acciones. Sin embargo aunque parezca raro, existen los comilones compulsivos, los adictos al deporte, los jugadores empedernidos que juegan todo hasta quedarse sin dinero, y lo que es peor de todo, hasta quedarse sin familia.

Hoy, tendríamos que hablar de los adictos al trabajo. Se trata de personas que jamás toman vacaciones y que se obsesionan por el trabajo. No tienen tiempo ni para comer y no son capaces de buscar ese lugar solitario necesario para descansar con aquellos que han sido enviados a nuestro lado.

4.- Hace algunos años me encontré con la siguiente metáfora de la modernidad. Escúchala, y después hacemos la aplicación y tú podrás tener tu mejor opinión al respecto. ¿Sale? Se llama “el mito del hombre que todo lo podía”.

“Había un hombre que lo podía todo. No sé si era un hombre del tiempo en que las magias eran verdaderas o un hombre que logró conseguir todo lo que en su condición terrena se puede alcanzar. Su nombre era, simplemente, el hombre que todo lo podía.

Cierto día, el hombre que todo lo podía se cansó del tráfago de la metropolí y buscó lugares solitarios para poder oír el silencio y gozar de la tranquilidad de estar parado. Pasados algunos días, comenzó a reflexionar y con la reflexión vino la turbación. Se dio cuenta de que no estaba parado en absoluto. Se encontraba girando a una velocidad de 1,700 kms. por hora, pues ésta es la velocidad con que gira la tierra alrededor de su propio eje. Se cansó entonces de la tierra, que lo arrastraba consigo irresistiblemente.

Como era el hombre que todo lo podía, resolvió abandonar la superficie terrestre y situarse por encima de la tierra, más allá de la estratósfera, en el tránquilo silencio de un satélite, era su satélite. Corría mucho, pero al menos, giraba sobre su propio eje a una velocidad inferior a la de la tierra. Pero cierto día se sobresaltó su corazón. Se percató de que nada había conseguido con su huida. En realidad estaba girando junto con la tierra y con todos los seres que se hallan bajo su campo de atracción, a 107,000 kms. por hora alrededor del sol.

Ideó una solución que le iba a garantizar su tranquilidad. Decidió salirse totalmente de la órbita terrestre. Y fijó su morada más allá de la órbita de Júpiter. Allí iba a estar, por fin, libre de la asfixiante velocidad de la tierra. Pero al poco tiempo volvió a sentirse súbitamente preocupado. Pese a haberse alejado mucho de la tierra, no había logrado huir del sol. Con el sol y todos los demás planetas del sistema solar, se encontraba girando a 774,000 kms. por hora en torno al centro de nuestra galaxia.

Como era el hombre que todo lo podía, decidió trasladarse fuera de nuestro sistema solar. Buscó otros parajes cósmicos. Se instaló allí, tan lejos y tan tranquilo, que le importaba muy poco saber en qué sistema se había situado. Por lo menos estaba fuera de las vertiginosas velocidades del sistema solar.

Pero cierto día tropezó con un dato que le quitó por completo la tranquilidad que había encontrado. Estaba, efectivamente, girando a una velocidad de locura: 2,172,000 kms. por hora, acompañando a nuestra galaxia en un viaje en torno al centro de un conjunto de 2,500 galaxías vecinas.

Se enfureció. Intento todo lo que podía –no se olvide que era el hombre que todo lo podía-; se puso a andar en sentido inverso al movimiento de la galaxia, despacio, muy despacito. Con relación a una velocidad exorbitante de los demás podía sentirse verdaderamente estático.

Pero cierto día enmudeció aterrorizado e impotente. Se dio cuenta de algo terrible, más para sus pretensiones que, para su tranquilidad: integrado con un conjunto de todos los cuerpos celestes –tierra, sol, galaxias, conjunto de galaxias- estaba corriendo, o mejor dicho, huyendo, a una velocidad de 5,790,000 kms. por hora, de un punto del espacio donde, muy probablemente, todos los cuerpos celestes tuvieron su origen en una gigantesca explosión ocurrida diez mil millones de años antes, en el principio de la creación.

El hombre que todo lo podía, repentinamente intuyó que no podía más. Por más que huyera, no huía lo suficiente. Estaba siendo llevado por algo mayor que él, que lo envolvía. Buscar tranquilidad había significado perderla.

Y el hombre que todo lo podía renunció a su nombre y a sus pretensiones. Regresó humildemente a su tierra y, una vez en ella, tornó a su casa. Se sentó tranquilamente en su balcón y aprendió a contemplar la tranquilidad de las cosas, que, a pesar de las velocidades a que estaban sometidas, no se alborotaban ni se enfurecían, sino que estaban como paradas en su serena tranquilidad y en la tranquila serenidad de una naturaleza muerta más viva que quien no acepta su vida. Aceptar la velocidad era encontrar la tranquilidad”.

5.- Muy queridos amigos:

El hombre de hoy es aquel que presuntuosamente va alejándose de Dios, de su hogar, de las personas. Nos parece inocua la fastidiosa tranquilidad de un hogar repetidamente inalterable y un día tenemos nos sentimos “el hombre que todo lo puede”, o porque tenemos la edad, el status, la ciencia o el dinero suficiente como para sentirnos los que lo podemos todo, y salimos en busca de tantas cosas que solamente en Dios se encuentran, y en el hogar que Él nos ha obsquiado.

6.- Búsquemos en Cristo y en el camino que El nos marca, un verdadero sentido a nuestra existencia.

Hemos reflexionado sobre el trabajo. En el Señor Jesús se ha recuperado el sentido del trabajo como un don de Dios, como un bien del hombre y en su plena dimensión familiar y social.

En el Evangelio de Jesucristo comprendemos que en el trabajo, el hombre cumple con su vocación de ser el lugarteniente de Dios. Se alcanza a visualizar que el trabajo es un instrumento de elevación, de perfeccionamiento del cosmos, de plenitud de la personalidad y de colaboración a la obra creadora.

7.- Jesucristo nos ha invitado a dejar a un lado el cinismo y a que nos pongamos a trabajar, para ser nosotros mismo artífices de un cambio en este mundo.

Pero todo lo anterior, sin que perdamos la dimensión de las realidades y la jerarquía de los principios. Y es que, ocasionalmente nos olvidamos de las personas y de Dios, y nos vertimos hacia las cosas, y cuando un día queremos regresar a las personas, resulta que ya los hemos fastidiado o ya se han ido.

Es bueno el trabajo y el ahorro pero sin olvidar que son medios y no fines; es bueno el progreso y todo adelanto en la tecnología pero que sean utilizados como instrumentos; es adecuado invertir en un patrimonio pero sin descuidar el matrimonio. En ocasiones vamos acumulando bienes a costa de ir perdiendo a las personas,... y de perdernos a nosotros mismos.




LOS BIENES SON PARA ALIVIAR LOS MALES

“En aquel tiempo, los apóstoles volvieron a reunirse con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado. Entonces él les dijo: “Vengan conmigo a un lugar solitario, para que descansen un poco”.

1.- Muy queridos amigos:

El día de hoy en que hemos referido el tema del trabajo y, con él, los ingresos que nos ayudan a que llevemos una vida más digna, quisiera seguir profundizando en el tema de los bienes materiales.

Existe un poema de Michael Quoist, en Háblame de amor, que menciona esa necesidad que se tiene de la persona amada:
"Como la sinfonía necesita de cada nota,
como el libro necesita de cada palabra,
como la casa necesita de cada piedra,
como el océano necesita de cada gota de agua,
como la cosecha necesita de cada grano de trigo,
la humanidad entera tiene necesidad de ti,
allí donde estés tú, única,
y por tanto irremplazable".

Digamos que en la sinfonía, en el libro, en la construcción, en el océano y en la cosecha de nuestra familia, la misma necesidad que tiene el hombre de la mujer la tiene la mujer del hombre.

De la mujer, no obstante, quisiera hoy resaltar, ante todo, la igual dignidad y responsabilidad respecto al hombre; tal igualdad encuentra su singular realización en la donación de uno mismo al otro y de ambos a los hijos, donación propia del matrimonio y de la familia.

La verdadera promoción de la mujer exige que sea claramente reconocido el valor de su función materna y familiar respecto a las demás funciones públicas y a las otras profesiones.

La dignidad de la mujer encuentra, no obstante, como un obstáculo y oposición persistente esa mentalidad que considera al ser humano no como una persona, sino como cosa, como objeto de compraventa, al servicio del interés egoísta y del solo placer; la primera víctima de tal mentalidad no es otra, sino la mujer.

Es por ello necesario descubrir el significado original e insustituible del trabajo de la casa y la educación de los hijos. Nuestra sociedad debiera estructurarse de manera tal que las esposas y madres no fueran de hecho obligadas a trabajar fuera de casa.

Y no obstante, la mujer tiene que trabajar, el doble tenemos que decirlo... Es por ello que quisiera que asumiéramos algunas consideraciones a este respecto.

¿No sé si lo habrás percibido? Pero,… las películas y la publicidad en los medios de comunicación nos muestran a la "mujer realizada o plena" en los siguientes rasgos: Trabaja en forma eficiente fuera de casa, conduce un súper-automóvil y su cabellera se mece con el viento, en el hogar atiende a su marido y cuida a sus hijos. En "sus ratos libres" practica algún deporte para mantenerse hiper-delgada, asiste a reuniones de ayuda asistencial y se da tiempo para ir a la estética, pues en la noche tiene una cena de gala en la que recibirá un premio por sus altos logros profesionales… ¿A qué horas,… papá?

Generalmente la realidad no es tan así. Se levanta casi en la madrugada, tiene que darles de almorzar al esposo, a los hijos e irse comiendo una barrita de cereal mientras deja a los hijos en el colegio, en el coche termina su arreglo personal ¡peligro al volante!, en el trabajo debe luchar en forma desigual en un mundo masculinizado y machista. Al salir del trabajo, enfrenta fuertes congestionamientos de tráfico, hace las compras del súper, en donde no debe olvidar el chocolate que falta para el desayuno, el regalito para el cumpleaños del amiguito del “nene”, la crema de afeitar para el marido... Al llegar a la casa, hay que terminar con los quehaceres.

Y, ¡Oh sorpresa! -Los exámenes de los chicos que ya llegan otra vez!, además el día de mañana tendrá una cita en el colegio, y como su cuchi-cuchi le ha dicho que tiene que atender un poco más esa parte de sus responsabilidades, ahora hay que revisar las tareas de los hijos y tomarles la lección. ¡Ah!, y en la noche hay que ir a los ejercicios cuaresmales de la Parroquia del Rosario.

También debe preparar los uniformes para mañana, con ese lodo que no se quita, ponerlos en la secadora, pues con la lluvia que está cayendo en Monterrey no se secan. "¿Qué hay para cenar?", le preguntan las criaturitas mientras miran la televisión y juegan con el X-Box. Claro que al final, tiene la obligación de ofrecerle una sonrisa a su marido, y llega la hora de acostarse y descansar... si es que no viene el niño con: "Mamá, para mañana tengo que llevar un cuaderno de 200 hojas... forrado de colores sicodélicos y con márgenes a izquierda y derecha".

Después de todo esto surgen los dolores en el cuello y en la espalda, algunos “tics” nerviosos, somnolencia por la mañana o dificultades para conciliar el sueño por la noche, empieza a descuidar el arreglo personal… Claro que siempre está la voz sabia del esposo o de las amistades que le aconsejan: "Lo que pasa es que te preocupas demasiado por las cosas, trata de relajarte".

Sin temor a equivocarnos, y sin perder la comprensibilidad cristiana, podemos decir que el "precio" de salir a trabajar es muy elevado en el ama de casa. Y es que ella sigue con la responsabilidad de atender casa y familia. Y se llega a un momento en que nos acomodamos a “dos ingresos”...

A nadie se le ocurre hoy replantearse el hecho de si es conveniente o no que la mujer trabaje. Algunas de ellas lo hacen por necesidad económica, otras lo hacen por desarrollar sus intereses personales o profesionales, lo cual es también una necesidad lícita.

Pero mientras que ellas adquieren nuevos roles, éstos se suman a los anteriores, y con frecuencia se multiplican.

Todo lo anteriormente referido es demasiado objetivo, como objetiva es nuestra conciencia de que para ser una madre es primordial entregar amor al niño en una actitud tranquila y satisfecha. Si al quedarse en casa una mujer lo hace con resentimientos y frustración, que atribuye concretamente a los "sacrificios" que debe hacer por el hijo, la compañía que entrega, está hecha sin alegría y no es fuente de seguridad afectiva en sus hijos.

En realidad esta situación es mucho más compleja de lo que podemos imaginar, y es demasiado fácil ofrecer soluciones como si fueran recetas de cocina,… por lo que desde la vida cristiana tendríamos que evaluar cada situación para ofrecer una solución.

Entre las ventajas que tiene el trabajo de la mujer está la ampliación del mundo cultural y de sus horizontes a causa de los mayores contactos que se tienen, así como el aumento de la seguridad e independencia económica.

Entre las desventajas destaca la ausencia prolongada de la casa y la sobrecarga del trabajo doméstico. Un factor cultural importante es el complejo de culpa que se adquiere ante la propia ausencia, complejo ocasionalmente mal solucionado con el permisivismo para con los hijos. El riesgo mayor es que el cansancio y las tensiones la pongan de mal humor, se irrite fácilmente, y esté poco dispuesta a compartir su tiempo libre con hijos y esposo.

Si esto sucede es conveniente replantearse, quizá no el trabajo ya que en ocasiones no se tiene otra alternativa, pero si la forma de asumirlo, y estudiar la posibilidad de que el trabajo de casa sea compartido tanto por los hijos como por el esposo.

¡Oye padre!, es muy fácil señalizar esta situación y poner el dedo en la llaga de los demás, pero,... ¿qué soluciones propones?

En primer lugar, es adecuado el recordarlo, los niños necesitan una madre atenta y preocupada de sus intereses para sentirse felices y valorados. El corto tiempo que se dispone para los hijos debe ser compensado por la "calidad" de él. Pero es bueno no hacerse trampas: un mínimo de tiempo con ellos siempre será esencial.

Quizás es bueno realizar en forma entretenida algunas cosas juntos, como las compras, recoger la ropa, pegar botones. En este compartir, los niños pueden aprender a hacer las cosas en forma autónoma.

Si el perfeccionismo es más un defecto que una virtud, en la madre que trabaja fuera de casa es aconsejable "erradicar" la obsesión por un orden o limpieza perfectos. Y, sobre todo, que el esposo sea más comprensivo y que la suegra y las cuñadas sean menos criticonas. Si la mujer no comprende esto o no se siente comprendida, tal vez toda su energía se agota en el orden y pierde la capacidad de recibir, sentir y expresar ternura.

El amor es cuestión de voluntad y de actitudes, y esto lo debemos entender todos, de tal manera que es muy posible que las mujeres, así como los hombres, que culpan al trabajo por ser incapaces de expresar amor y por no poder dedicarse a los niños, tienen que aceptar que aunque estuvieran en casa, de nada les serviría.

Una mamá y un papá que quieren a sus hijos, sabrán encontrar tiempo y forma para entregarles ternura y afecto.

He aquí algunas sugerencias concretas para mantener una relación familiar de "alta calidad":

* Piense en su familia, inclusive si ellos no están cerca en ese momento, hágaselos saber al final del día. Saber que alguien piensa en nosotros nos hace sentir queridos e importantes.
* Tómese el tiempo para acercarse a esa persona en la que usted estaba pensando.
* Hable con su familia por teléfono durante el día. El celular hoy en día puede ser bien utilizado de esta manera. Llámeles a la hora de su descanso o del almuerzo y hágales saber que usted piensa en ellos. En este sentido tendrá que cuidar el no convertirse en un Papá por Messenger, ya que esta es también una tentación en la actualidad, y no existe nada más humano que el escuchar la voz de alguien, el mirarle el rostro a las personas, el sentir la calidez de un abrazo o el afecto del beso de alguien que nos ama.
* Converse con su familia a la hora de la cena y mantenga contacto con la vista mientras habla con ellos. Evite terminar de leer o ver por televisión las noticias en este momento.
* Mantenga contacto físico con su familia. Un beso en la frente, un golpecito en la espalda o un abrazo les hace saber que son importantes para usted.
* Piense bien sobre las expectativas y actitudes, y en cuanto a las tareas que se necesitan llevar a cabo. No mida cuánto vale usted como persona en términos de cuántas tareas puede efectuar. Haga de esas horas, minutos o segundos compartidos con su familia un momento extra especial.

Te deseo, que Dios te bendiga y que te ilumine en tus decisiones.





RIQUEZA CUANTITATIVA Y CUALITATIVA (Tv-Edit).


“En aquel tiempo, los apóstoles volvieron a reunirse con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado. Entonces él les dijo: “Vengan conmigo a un lugar solitario, para que descansen un poco”.

1.- Muy queridos amigos:

El día de hoy en que hemos referido el tema del trabajo y, con él, los ingresos que nos ayudan a que llevemos una vida más digna, quisiera seguir profundizando en el tema de los bienes materiales.

Dice la sabiduría de nuestro pueblo que “el dinero ni se bendice ni se maldice, simplemente se agradece y se administra adecuadamente”.

¿Sabes? En estos temas de la economía las personas tenemos que proceder siempre con honestidad, y es que en estos ámbitos uno puede tener permiso para equivocarse pero jamás tendremos permiso para mentir. Y en esto de las mentiras tan grave es un dato falseado como lo son nuestras verdades a medias.

Entre las verdades a medias se encuentran todas aquellas afirmaciones sobre el progreso, el bienestar y la riqueza, tal y como lo señala Friesjorl Capra en su libro "El punto crucial" quien acusa que se "Nos habla del brillo de las vajillas y de la ropa pero se olvidan de mencionar la pérdida de brillo de los ríos y de los lagos".

Podríamos agregar a lo anterior que muchos hablan de los grandes puestos que gozan en la empresa, otros presumen de los lugares que visitan en vacaciones, no pocos hablan de la membresía del selecto club en la ciudad, muchas personas hablan de sus triunfos laborales, algunos hablan de sus cuentas bancarias pero ellos no hablan de... sus fracasos matrimoniales, de sus hijos emproblematizados, de sus familias destruídas, de sus adicciones, de las nuevas enfermedades y de sus conciencias con problemas o de sus problemas de ya no tener conciencia.

Te comparto tres pensamientos que nos pueden orientar a este respecto.

En primer lugar, la Iglesia nos recuerda que «El trabajo es esencial, pero es Dios –y no el trabajo – quien está en el origen de la vida y en el objetivo final del hombre».

Segundo, no debemos olvidar que “El fin de la economía no está en la economía misma, sino en su destinación humana y social”.

Pero sobre todo debemos tener presente que al hablar de economía debemos de hablar de la generación de riqueza cuantitativa y también cualitativa, y es que la riqueza cualitativa nos abre al auténtico progreso mientras que la riqueza cuantitativa nos deja sólo en el consumismo.

Esto ya lo había acusado Wayne E. Oates al señalizar como: "El esclavo del trabajo desaparece de la comunidad humana... come, bebe y duerme su profesión. Se despierta a una hora fija, en la oficina se muestra cruel en sus propias exigencias para una realización perfecta... Al regresar al hogar, se va enseguida de cabeza en busca de su estudio o taller con el fin de aprovechar al máximo las restantes horas del día”.

Nadie puede tener más de tres prioridades. Si uno tiene un empleo que le interesa conservar esa es una prioridad. Si tiene una familia, esa es otra prioridad. Queda sólo una más. Tal vez mantenerse en forma, tal vez un apostolado en la parroquia.

La mayoría de la gente sabe esto de manera intuitiva. Sin embargo siguen comprometiéndose más allá de lo que pueden y complicándose excesivamente en la vida. Mi consejo es muy sencillo: identifique sus prioridades y diga “no” a todo lo demás.

Hoy la gente habla de éxito y parece referirlo sólo a la producción de dinero. No obstante, una persona que ha producido grandes cantidades de dinero pero que ha perdido a su familia, poco pudiera considerársele una persona exitosa. Estoy convencido que a una persona que haya amasado una gran fortuna pecuniaria pero que a cambio de ello ha sacrificado su salud, no puede considerársele una persona de éxito.

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