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martes, 4 de agosto de 2009

Miles de niños tienen menos presupuesto que las mascotas


Mons. Jorge Lozano, obispo de Gualeguaychú
Publicado por AICA

“Para algunos sectores de la población la frazada se extendió para cubrir a alguien más de la familia. Para otros alcanzó para cubrir una mascota o algún gasto excéntrico. A unos, para comprar una bici usada; a unos pocos, para adquirir un yate, un avión o un vehículo de lujo. Es absurdo pero no falso: hay mascotas que ‘consumen’ más gastos que miles de niños: alimentos balanceados, peluquería, baños, paseador, veterinario. Sumá y vas a ver si miles de niños en nuestros barrios no tienen mucho menos presupuesto”. Así lo expresa el obispo de Gualeguaychú, monseñor Jorge Eduardo Lozano, en un artículo publicado ayer -en forma parcial- en la edición impresa del diario Crítica, titulado “Frazada corta”.

El prelado advierte “acerca de la falacia -o mejor: mentira- que esta simple expresión contiene si la referimos a la cuestión social cuando queremos decir que los bienes no alcanzan para todos”, y señala que en nuestro país, si bien “hubo un crecimiento económico importante” entre los años 2002 y 2007, “creció la riqueza, pero la pobreza, si bien descendió, no lo hizo en la misma proporción. Claro que descendió la pobreza, la desocupación, la miseria; pero, para expresarlo mejor, la distribución de esa riqueza generada no fue equitativa”, es decir, “hubo crecimiento económico pero no desarrollo”.

Al referirse además un “vacío de ideas” que trajo consigo “un vacío de afecto, de sentido”, subraya que el “crecimiento del relativismo hace que no toda persona humana sea reconocida en su dignidad absoluta e inviolable”.

“Somos creaturas del mismo Dios, hechos a su imagen y semejanza. Esto es afirmado por la confesión religiosa de judíos y cristianos”, recuerda el obispo, pero denuncia sin embargo que “lo que no dudamos a la hora de rezar, es puesto en ‘tela de juicio’ a la hora de ‘repartir’. Al momento de mirar el corazón (alma) de cada uno lo afirmamos, a la hora de mirar el bolsillo lo rechazamos como si fuera la peor herejía. La sociedad (nosotros) somos paradójicamente dogmáticos y herejes, según convenga”.

Indica que ante esta situación, “corremos el serio riesgo de naturalizar la pobreza”, y que “no avergonzarnos ante una familia durmiendo en la calle, pasar de largo ante quienes sobreviven en la miseria son signos de una sociedad decadente”. Al mismo tiempo califica de “lamentable el crecimiento del individualismo y el desinterés por la suerte de los demás”.

Monseñor Lozano se refiere luego a la cuestión del medio ambiente al señalar: “Si así tratamos a los seres humanos, ¿cómo es de esperar que tratemos a la naturaleza, también creación de Dios? Con prepotencia y descuido semejantes. Mientras en el mundo crece la preocupación por preservar y cuidar las fuentes de agua dulce, nosotros avanzamos en dinamitar glaciares milenarios para extraer el oro que está debajo; y una vez destruido, derretirlo para mezclar el agua con cianuro y ‘limpiar’ el oro”. Por eso sostiene que “la frazada crece para unos pocos (locales y visitantes) y deja en descubierto el futuro”.

Recuerda que “el destino universal de los bienes no es sólo para las generaciones presentes, sino también para las futuras”, y explica: “Esto significa que los futuros habitantes de nuestra Patria tienen el mismo derecho que hoy nosotros de disponer de los recursos naturales. El agua, el aire, la tierra deben ser limpios, puros, y fértiles también para los que vendrán. Deberán abrir la canilla y poder beber el agua como nosotros. En el momento en que necesiten comprar agua envasada constatarán que les hemos robado algo que también les pertenece. ¿Vemos realmente los rostros de niños y jóvenes de hoy planteándose estas básicas cuestiones sobre su subsistencia en un mañana que ya podemos prever? La llamada ‘frazada corta’ deja en descubierto pensamiento corto, corazón de piedra. Ya vemos que frazada hay. Lo que falta es decisión para compartirla y darla a quien corresponde”.

1 comentario:

Angelo dijo...

Leí una vez un informe que hablaba de esto y me quedé de piedra al comprobar que se destinaba casi tres veces más en productos para mascotas que para paliar el hambre. Y eso ¿no es una señal de alarma para esta humanidad?...