Introducción
Nos encontramos ya en el Domingo 26º del TO. Las lecturas de este domingo vienen entrelazas de una manera muy curiosa. La primera lectura del libro de los Número y el Evangelio de Marcos van a poner el acento en el tema de la profecía, pero no tanto en el contenido de la profecía ni en las cualidades del profeta, sino la finalidad de la profecía.
La segunda lectura de la carta de Santiago nos va advertir de los obstáculos que debemos salvar a la hora de caminar a favor de la vida.
No olvidemos que nuestra predicación es, en cierto sentido, Palabra de Dios. Todos tenemos una responsabilidad recíproca: guiarnos por caminos de Vida.
Una religión de apertura a todos los hombres
* Iª Lectura: Números (11,25-29): El Espíritu "en el pueblo"
I.1. La primera lectura, del libro de los Números (11,25-29) nos cuenta un episodio extraño, propio de las religiones ancestrales, en el que un grupo de ancianos, recibiendo el espíritu de Moisés, se ponen a profetizar. Era como una ayuda que Moisés tuvo para atender a los problemas de impartir justicia y orientar al pueblo en el desierto. Pero quizás lo más importante de esta lectura sea poner de manifiesto que el Espíritu, como don de Dios, no se puede reducir a unas formas exclusivamente institucionales. Esos dos personajes llamados Eldad y Medad representan a aquellos que han recibido un don carismático fuera de los ámbitos institucionales.
I.2. En realidad, no son los protagonistas de esta lectura los ancianos, ni Moisés, ni estos dos personajes mencionados, sino que es el Espíritu que impulsa a los hombres. Por ello es muy digna de consideración la actitud de Moisés quien, ante el escándalo de su asistente Josué, afirma que es todo el pueblo el está llamado a profetizar. Y profetizar, en primer lugar, significa abrirse al don del Espíritu, y después ponerse al servicio de todos para trasmitir la voluntad salvadora de Dios.
* IIª Lectura: Santiago (5,1-6): Contra los ricos
II.1. La carta de Santiago nos ofrece uno de sus textos más famosos y más duro sobre los ricos y las riquezas. Hay toda una filosofía y una dialéctica sobre si lo peor es ser ricos o es la misma riqueza. En realidad la riqueza ¿qué es? ¿es en sí mala? Se ha dicho que la riqueza no existe si alguien no la practica. El texto de Santiago habla a los ricos, y la riqueza es su condena. El problema, pues, es acumular injustamente bienes, robando, matando o impidiendo que otros tengan los necesario. Ese es el ejemplo de la riqueza con el que se opera en la carta de hoy.
II.2. Existen cosas bellas acumuladas, que no son de nadie, o son patrimonio de un pueblo o de la humanidad, o de museos, y sabemos que esa riqueza no afecta a la injusticia del mundo. La riqueza de la que aquí se habla es aquella que se posee por la injusticia y la sin razón. Por ello, pues, son los ricos los que caen bajo las palabras directas de esta invectiva moralizante del autor de la carta de Santiago. Por lo tanto, ser ricos en esas condiciones en las que se pone de manifiesto la injusticia, la acumulación de lo que no es necesario, mientras otros pasan hambre o no tienen trabajo, es verdaderamente antievangélico.
* Evangelio: Marcos (Mc 9,38-43.45.47-48): El evangelio contra el puritanismo
III.1. El evangelio de hoy nos cuenta una pequeña historia, parecida a la que hemos encontrado en la vida de Moisés sobre el espíritu que se da libremente a dos personajes que no pertenecían al grupo de los ancianos. En este caso, Juan, ha encontrado a alguien que hace milagros o exorcismos y quiere impedírselo como si eso fuera exclusivo de Jesús, el profeta de Nazaret. Pero Jesús, en una respuesta que se asemeja a la de Moisés exige que no se le impida, porque todo el que hace el bien (ese es el sentido que puede tener el hacer milagros en nuestro texto) no puede estar contra Jesús que vino a hacer el bien a los hombres. Es verdad que existe otra sentencia de Jesús, de la fuente Q, que no estaría en esta línea (cf Mt 12,30; Lc 11,23): “quien no está conmigo, está contra mí” y que expresaría la radicalidad de algunos profetas itinerantes que defendieron un exclusivismo como el de Juan.
III.2. Es verdad que el conjunto de dichos que se concentran en Mc 9,42-50 se presta a muchas lecturas. Están expresados con los giros semíticos propios del lenguaje de contraste. Nadie debe tirarse al mar atado a una piedra; como nadie puede odiar a los suyos por amar a Jesús y su evangelio. El escándalo del que nos habla el evangelio de hoy no está relacionado con un puritanismo moralizante que lleva a excesos inhumanos. Es un escándalo de los “pequeños”, los que pueden ser “exorcistas extraños”, pero que no son contrarios al evangelio, a la bondad, a la sabiduría divina. Con sus obras, con sus actitudes y sus luchas deben ser considerados en toda su dignidad, aunque no sean de los nuestros. Se quiere poner de manifiesto, por parte de Jesús, que en ellos también hay algo del reino que él ha venido a traer.
III.3. Esta enseñanza del evangelio de hoy pone de manifiesto que la praxis cristiana no puede defenderse como exclusivismo y como independencia absoluta. Todos los hombres son capaces del bien, porque todos los hombres han recibido los dones de Dios. Por lo mismo, allí donde se trabaja por los demás, donde se abren las puertas a los hambrientos y los sedientos, aunque no conozcan al Dios de Jesús, allí los cristianos pueden participar sin exigir garantías jurídicas que justifiquen sus compromisos. La comunidad cristiana, la Iglesia, no debe presentarse como el “gheto” de los salvados o redimidos con criterios de puritanismo y legalismo, porque esta promesa es para todos los hombres.
Los seguidores de Jesús somos aquellos que intentamos responder una pregunta: Y Tú, ¿quién eres? Para responder a esta pregunta no se necesitan cálculos intelectuales, sino un encuentro con nuestra vida, con la Vida. Sabemos que vamos por buen camino cuando vivimos la Vida, cuando vivir se convierte en un crecer, en un caminar en felicidad.
* ¿A quién y para qué da Yavéh, Dios, su Espíritu?
En la primera lectura nos encontramos un relato de profecía, cuya trama es muy parecida a la de Evangelio. No sabemos de qué profetizaba, el contenido de la profecía, pero si sabemos que había un grupo de personas que profetizaban. Profetizar, más allá de la denuncia que sabemos que conlleva toda profecía, es discernir. Para poder profetizar se necesita discernimiento, es decir, la capacidad de saber lo qué es apropiado, agradable, justo, bueno en ese momento. Lo bueno no es sólo lo moralmente aceptable, sino también aquello en donde nuestros actos, lo que hacemos, lo hacemos a favor de la vida. Por esto, el bien moral y el bien de la persona coinciden: no podemos ser totalmente felices mientras haya personas que no son felices. La Vida, la felicidad, siempre busca abrirse campo, ensancharse, busca reproducirse, generar más vida, más felicidad.
* “La avaricia rompe el saco”
Una pista que nos da Santiago en su carta para caminar a favor de la Vida es el famoso refrán de la sabiduría popular: la avaricia rompe el saco. La profecía, que nos habla la primera lectura, no casa con la avaricia, con el tener; casa con el ser. La advertencia de Santiago es la siguiente: quien se centra en el tener y no en el ser, en la identidad, no alcanza la Vida. No hay un juicio moral en la lectura; hay una constatación de la realidad: la abundancia en el tener no permite fluir la Vida. Si nos preocupamos del tener y de todos sus disfraces, todo tarde o temprano quedará apolillado. Es simplemente una invitación interrogativa la que nos hace Santiago: ¿optas por el camino de la muerte (del tener) u optas por el camino de la Vida (de la identidad, del ser)? No depende nada más que de nosotros. La avaricia rompe el saco.
* “Más vale tarde que nunca”
¡Maravillosas palabras de Marcos que pone en boca de Jesús! La pauta que nos da Jesús para caminar en favor de la Vida es la siguiente: opta siempre por la Vida, por la Felcidad. El peligro es cuando nos queremos hacer poseedores de la Verdad o colonos de la Verdad. Es entonces cuando nos encontramos en las antípodas de la Verdad. La Verdad se come con humildad.
Pero, ¿qué es eso de optar por la Vida? Nuestra vida está hecha a base de opciones, grandes o pequeñas, pero opciones. En todas las opciones ponemos en juegos nuestra capacidad de decidir. Pero no siempre decidimos acertadamente. Muchas veces optamos por las expectativas que hay sobre nosotros, otras veces por la imagen, otras por miedo… y así un puñado de motores de muerte que impulsan nuestra vida. En cambio, el Evangelio de hoy nos lleva optar siempre desde aquello que para nosotros es Vida. La Vida es patrimonio de la humanidad. Todos la llevamos inscrita en nuestro corazón. ¿Quién no ha tenido la experiencia de estar en Vida, de sentirse pleno, feliz?
Optar por la Vida puede llevarnos a pensar en el sufrimiento. Por mucho dolor, que a primera vista, pueda presentar optar por la Vida, siempre es un dolor a corto plazo, con fecha de caducidad; mientras que el dolor, el sufrimiento, de optar por un camino de muerte perdura, va echando raíces en nosotros, de tal manera que ya no somos nosotros mismos, sino alguien desconocido hasta por nosotros mismos.
Trás estas pautas podemos entender las palabras de Jesús: “Si tu mano te hace caer, córtatela: más te vale entrar manco en la vida, que ir con las dos manos al infierno, al fuego que no se apaga. Y, si tu pie te hace caer, córtatelo: más te vale entrar cojo en la vida, que ser echado con los dos pies al infierno. Y, si tu ojo te hace caer, sácatelo: más te vale entrar tuerto en el reino de Dios, que ser echado con los dos ojos al infierno, donde el gusano no muere y el fuego no se apaga”
Arrancarnos todo aquello que nos hace optar por la muerte. Conlleva un dolor superficial, epidérmico, pero no dolor existencial. Optar por la muerte es optar por el sufrimiento existencial. Nosotros tenemos la llave, no Dios. Nosotros hemos de arrancarnos el brazo, el pié, la oreja…, Dios nos asegura la felicidad al optar por caminar en virtud de la vida.
La segunda lectura de la carta de Santiago nos va advertir de los obstáculos que debemos salvar a la hora de caminar a favor de la vida.
No olvidemos que nuestra predicación es, en cierto sentido, Palabra de Dios. Todos tenemos una responsabilidad recíproca: guiarnos por caminos de Vida.
Comentario bíblico
Una religión de apertura a todos los hombres
* Iª Lectura: Números (11,25-29): El Espíritu "en el pueblo"
I.1. La primera lectura, del libro de los Números (11,25-29) nos cuenta un episodio extraño, propio de las religiones ancestrales, en el que un grupo de ancianos, recibiendo el espíritu de Moisés, se ponen a profetizar. Era como una ayuda que Moisés tuvo para atender a los problemas de impartir justicia y orientar al pueblo en el desierto. Pero quizás lo más importante de esta lectura sea poner de manifiesto que el Espíritu, como don de Dios, no se puede reducir a unas formas exclusivamente institucionales. Esos dos personajes llamados Eldad y Medad representan a aquellos que han recibido un don carismático fuera de los ámbitos institucionales.
I.2. En realidad, no son los protagonistas de esta lectura los ancianos, ni Moisés, ni estos dos personajes mencionados, sino que es el Espíritu que impulsa a los hombres. Por ello es muy digna de consideración la actitud de Moisés quien, ante el escándalo de su asistente Josué, afirma que es todo el pueblo el está llamado a profetizar. Y profetizar, en primer lugar, significa abrirse al don del Espíritu, y después ponerse al servicio de todos para trasmitir la voluntad salvadora de Dios.
* IIª Lectura: Santiago (5,1-6): Contra los ricos
II.1. La carta de Santiago nos ofrece uno de sus textos más famosos y más duro sobre los ricos y las riquezas. Hay toda una filosofía y una dialéctica sobre si lo peor es ser ricos o es la misma riqueza. En realidad la riqueza ¿qué es? ¿es en sí mala? Se ha dicho que la riqueza no existe si alguien no la practica. El texto de Santiago habla a los ricos, y la riqueza es su condena. El problema, pues, es acumular injustamente bienes, robando, matando o impidiendo que otros tengan los necesario. Ese es el ejemplo de la riqueza con el que se opera en la carta de hoy.
II.2. Existen cosas bellas acumuladas, que no son de nadie, o son patrimonio de un pueblo o de la humanidad, o de museos, y sabemos que esa riqueza no afecta a la injusticia del mundo. La riqueza de la que aquí se habla es aquella que se posee por la injusticia y la sin razón. Por ello, pues, son los ricos los que caen bajo las palabras directas de esta invectiva moralizante del autor de la carta de Santiago. Por lo tanto, ser ricos en esas condiciones en las que se pone de manifiesto la injusticia, la acumulación de lo que no es necesario, mientras otros pasan hambre o no tienen trabajo, es verdaderamente antievangélico.
* Evangelio: Marcos (Mc 9,38-43.45.47-48): El evangelio contra el puritanismo
III.1. El evangelio de hoy nos cuenta una pequeña historia, parecida a la que hemos encontrado en la vida de Moisés sobre el espíritu que se da libremente a dos personajes que no pertenecían al grupo de los ancianos. En este caso, Juan, ha encontrado a alguien que hace milagros o exorcismos y quiere impedírselo como si eso fuera exclusivo de Jesús, el profeta de Nazaret. Pero Jesús, en una respuesta que se asemeja a la de Moisés exige que no se le impida, porque todo el que hace el bien (ese es el sentido que puede tener el hacer milagros en nuestro texto) no puede estar contra Jesús que vino a hacer el bien a los hombres. Es verdad que existe otra sentencia de Jesús, de la fuente Q, que no estaría en esta línea (cf Mt 12,30; Lc 11,23): “quien no está conmigo, está contra mí” y que expresaría la radicalidad de algunos profetas itinerantes que defendieron un exclusivismo como el de Juan.
III.2. Es verdad que el conjunto de dichos que se concentran en Mc 9,42-50 se presta a muchas lecturas. Están expresados con los giros semíticos propios del lenguaje de contraste. Nadie debe tirarse al mar atado a una piedra; como nadie puede odiar a los suyos por amar a Jesús y su evangelio. El escándalo del que nos habla el evangelio de hoy no está relacionado con un puritanismo moralizante que lleva a excesos inhumanos. Es un escándalo de los “pequeños”, los que pueden ser “exorcistas extraños”, pero que no son contrarios al evangelio, a la bondad, a la sabiduría divina. Con sus obras, con sus actitudes y sus luchas deben ser considerados en toda su dignidad, aunque no sean de los nuestros. Se quiere poner de manifiesto, por parte de Jesús, que en ellos también hay algo del reino que él ha venido a traer.
III.3. Esta enseñanza del evangelio de hoy pone de manifiesto que la praxis cristiana no puede defenderse como exclusivismo y como independencia absoluta. Todos los hombres son capaces del bien, porque todos los hombres han recibido los dones de Dios. Por lo mismo, allí donde se trabaja por los demás, donde se abren las puertas a los hambrientos y los sedientos, aunque no conozcan al Dios de Jesús, allí los cristianos pueden participar sin exigir garantías jurídicas que justifiquen sus compromisos. La comunidad cristiana, la Iglesia, no debe presentarse como el “gheto” de los salvados o redimidos con criterios de puritanismo y legalismo, porque esta promesa es para todos los hombres.
Fray Miguel de Burgos Núñez
Pautas para la homilía
Los seguidores de Jesús somos aquellos que intentamos responder una pregunta: Y Tú, ¿quién eres? Para responder a esta pregunta no se necesitan cálculos intelectuales, sino un encuentro con nuestra vida, con la Vida. Sabemos que vamos por buen camino cuando vivimos la Vida, cuando vivir se convierte en un crecer, en un caminar en felicidad.
* ¿A quién y para qué da Yavéh, Dios, su Espíritu?
En la primera lectura nos encontramos un relato de profecía, cuya trama es muy parecida a la de Evangelio. No sabemos de qué profetizaba, el contenido de la profecía, pero si sabemos que había un grupo de personas que profetizaban. Profetizar, más allá de la denuncia que sabemos que conlleva toda profecía, es discernir. Para poder profetizar se necesita discernimiento, es decir, la capacidad de saber lo qué es apropiado, agradable, justo, bueno en ese momento. Lo bueno no es sólo lo moralmente aceptable, sino también aquello en donde nuestros actos, lo que hacemos, lo hacemos a favor de la vida. Por esto, el bien moral y el bien de la persona coinciden: no podemos ser totalmente felices mientras haya personas que no son felices. La Vida, la felicidad, siempre busca abrirse campo, ensancharse, busca reproducirse, generar más vida, más felicidad.
* “La avaricia rompe el saco”
Una pista que nos da Santiago en su carta para caminar a favor de la Vida es el famoso refrán de la sabiduría popular: la avaricia rompe el saco. La profecía, que nos habla la primera lectura, no casa con la avaricia, con el tener; casa con el ser. La advertencia de Santiago es la siguiente: quien se centra en el tener y no en el ser, en la identidad, no alcanza la Vida. No hay un juicio moral en la lectura; hay una constatación de la realidad: la abundancia en el tener no permite fluir la Vida. Si nos preocupamos del tener y de todos sus disfraces, todo tarde o temprano quedará apolillado. Es simplemente una invitación interrogativa la que nos hace Santiago: ¿optas por el camino de la muerte (del tener) u optas por el camino de la Vida (de la identidad, del ser)? No depende nada más que de nosotros. La avaricia rompe el saco.
* “Más vale tarde que nunca”
¡Maravillosas palabras de Marcos que pone en boca de Jesús! La pauta que nos da Jesús para caminar en favor de la Vida es la siguiente: opta siempre por la Vida, por la Felcidad. El peligro es cuando nos queremos hacer poseedores de la Verdad o colonos de la Verdad. Es entonces cuando nos encontramos en las antípodas de la Verdad. La Verdad se come con humildad.
Pero, ¿qué es eso de optar por la Vida? Nuestra vida está hecha a base de opciones, grandes o pequeñas, pero opciones. En todas las opciones ponemos en juegos nuestra capacidad de decidir. Pero no siempre decidimos acertadamente. Muchas veces optamos por las expectativas que hay sobre nosotros, otras veces por la imagen, otras por miedo… y así un puñado de motores de muerte que impulsan nuestra vida. En cambio, el Evangelio de hoy nos lleva optar siempre desde aquello que para nosotros es Vida. La Vida es patrimonio de la humanidad. Todos la llevamos inscrita en nuestro corazón. ¿Quién no ha tenido la experiencia de estar en Vida, de sentirse pleno, feliz?
Optar por la Vida puede llevarnos a pensar en el sufrimiento. Por mucho dolor, que a primera vista, pueda presentar optar por la Vida, siempre es un dolor a corto plazo, con fecha de caducidad; mientras que el dolor, el sufrimiento, de optar por un camino de muerte perdura, va echando raíces en nosotros, de tal manera que ya no somos nosotros mismos, sino alguien desconocido hasta por nosotros mismos.
Trás estas pautas podemos entender las palabras de Jesús: “Si tu mano te hace caer, córtatela: más te vale entrar manco en la vida, que ir con las dos manos al infierno, al fuego que no se apaga. Y, si tu pie te hace caer, córtatelo: más te vale entrar cojo en la vida, que ser echado con los dos pies al infierno. Y, si tu ojo te hace caer, sácatelo: más te vale entrar tuerto en el reino de Dios, que ser echado con los dos ojos al infierno, donde el gusano no muere y el fuego no se apaga”
Arrancarnos todo aquello que nos hace optar por la muerte. Conlleva un dolor superficial, epidérmico, pero no dolor existencial. Optar por la muerte es optar por el sufrimiento existencial. Nosotros tenemos la llave, no Dios. Nosotros hemos de arrancarnos el brazo, el pié, la oreja…, Dios nos asegura la felicidad al optar por caminar en virtud de la vida.
Fray José Rafael Reyes González





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