Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 11, 29-32
Al ver Jesús que la multitud se apretujaba, comenzó a decir: «Ésta es una generación malvada. Pide un signo y no le será dado otro que el de Jonás. Así como Jonás fue un signo para los ninivitas, también el Hijo del hombre lo será para esta generación.
El día del Juicio, la Reina del Sur se levantará contra los hombres de esta generación y los condenará, porque ella vino de los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón y aquí hay Alguien que es más que Salomón.
El día del Juicio, los hombres de Nínive se levantarán contra esta generación y la condenarán, porque ellos se convirtieron por la predicación de Jonás y aquí hay Alguien que es más que Jonás».
Nos encontramos hoy con la segunda disputa entre Jesús y sus adversarios, la primera ya la habíamos visto el viernes pasado. Esta vez la identidad de los adversarios de Jesús es más clara: es un personaje colectivo a quien califica de “generación malvada” (11,29ª).
La disputa es suscitada por una petición que le han hecho a Jesús y que estaba en el texto del viernes pasado: “Otros, para ponerle a prueba, le pedían una señal del cielo” (11,16); esta petición todavía estaba pendiente por responder. Es claro que “una señal del cielo” es una obra poderosa y contundente, en la cual no queda ninguna ambigüedad de que la está realizando el mismísimo Dios.
¿Cómo responde Jesús?
Jesús dice: “No se dará otra señal que la señal de Jonás” (11,19b). Esta señal se refiere a la predicación del profeta (atención: no la confundamos con la versión de Mateo, para quien la aventura de Jonás es un ejemplo la resurrección futura de Jesús). El énfasis está en la predicación de la Palabra de Dios. No hay signos extraordinarios sino la simplicidad y el poder de la predicación de Jesús, a ella es que hay que remitirse.
Para mostrar la grandeza de su Palabra, Jesús alude a dos personajes conocidos en las historias del Antiguo Testamento:
1. El episodio del rey Salomón. Este rey fue considerado el gran sabio de Israel, sin embargo quien más lo valoró como tal fue una extranjera, la reina de Saba [la “malkat sheba” de 1 Reyes 10,1, cuyo reino se hallaba probablemente en la región en que hoy se encuentra Yemen]. Salomón era tan grande como sabio que su fama a nivel internacional atrajo a esta peregrina.
2. El episodio de Jonás en Nínive. Este profeta, el profeta rebelde, evangelizó la ciudad pagana de Nínive y contra sus pronósticos, se encontró con que la ciudad pagana le creyó inmediatamente y dio pruebas de conversión. El mismo Jonás se queda sorprendido no sólo con la gente sino con la magnificencia de Dios que quiere salvar y extender su misericordia a los paganos (Jonás 4,1-2).
Con estas comparaciones Jesús interpela a su auditorio para que:
1. Descubra su grandeza. Jesús dice:
- “Aquí hay algo más que Salomón” (11,31c). La sabiduría de Jesús no tiene comparación (ver Lc 7,35).
- “Aquí hay algo más que Jonás” (11,32c). Ciertamente es un profeta como nunca antes visto (ver Lc 7,16; 24,19).
2. En consecuencia, escuche con atención su Palabra. Si la reina del sur, aún sin ser hebrea, tuvo el coraje de ponerse a la “escucha” de Salomón, cuánto más habrá que hacerlo con Jesús. ¡Jesús es el mayor de todos los predicadores! (ver las multitudes que atraía en Lc 4,42; 5,1; 6,17; 8,4; 9,37; 12,1; 14,25; 18,36; 19,48).
3. Y la escucha de la Palabra los lleve a la conversión (como los ninivitas obedecieron a Jonás). Si el pueblo ninivita no tuvo reparo en escuchar al profeta tembloroso Jonás y, sobre todo le hizo caso, llegando a convertirse (11,32b), cuánto más habrá que tomar en serio la palabra de Jesús y convertirse.
Tres pasos son claros: (1) reconocer la grandeza de Jesús, (2) escucharlo y (3) convertirse.
Con estos dos casos concretos, Jesús anuncia un juicio: “La reina del sur se levantará en juicio con los hombres de esta generación” (11,31a), “los ninivitas se levantarán en juicio con esta generación y la condenarán” (11,32b). En este contexto se entiende la respuesta de Jesús a aquellos que lo desafían pidiéndole una señal: cuando Jesús aparezca en el Juicio final como el Hijo del hombre (ver 11,30b), entonces esta generación incrédula tendrá que reconocer su error por no haber escuchado a Jesús, un predicador incomparablemente superior a Jonás.
Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón:
1. Según Lucas, ¿Cuál es la señal de Jonás? ¿Cuál es la señal de Jesús?
2. ¿Qué pasos debo dar cada vez que escucho una predicación?
3. ¿En mi contexto comunitario y pastoral, cuáles son los nuevos ninivitas y las nuevas reinas de Saba, que nos dan ejemplo de conversión sin ponerle tantas resistencias a Dios? ¿A qué me desafían estos hermanos?
El día del Juicio, la Reina del Sur se levantará contra los hombres de esta generación y los condenará, porque ella vino de los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón y aquí hay Alguien que es más que Salomón.
El día del Juicio, los hombres de Nínive se levantarán contra esta generación y la condenarán, porque ellos se convirtieron por la predicación de Jonás y aquí hay Alguien que es más que Jonás».
Compartiendo la Palabra
Por CELAM - CEBIPAL
Lucas 11, 29-32
No hay otro signo que la simplicidad y la fuerza de la Palabra
Por CELAM - CEBIPAL
Lucas 11, 29-32
No hay otro signo que la simplicidad y la fuerza de la Palabra
Nos encontramos hoy con la segunda disputa entre Jesús y sus adversarios, la primera ya la habíamos visto el viernes pasado. Esta vez la identidad de los adversarios de Jesús es más clara: es un personaje colectivo a quien califica de “generación malvada” (11,29ª).
La disputa es suscitada por una petición que le han hecho a Jesús y que estaba en el texto del viernes pasado: “Otros, para ponerle a prueba, le pedían una señal del cielo” (11,16); esta petición todavía estaba pendiente por responder. Es claro que “una señal del cielo” es una obra poderosa y contundente, en la cual no queda ninguna ambigüedad de que la está realizando el mismísimo Dios.
¿Cómo responde Jesús?
Jesús dice: “No se dará otra señal que la señal de Jonás” (11,19b). Esta señal se refiere a la predicación del profeta (atención: no la confundamos con la versión de Mateo, para quien la aventura de Jonás es un ejemplo la resurrección futura de Jesús). El énfasis está en la predicación de la Palabra de Dios. No hay signos extraordinarios sino la simplicidad y el poder de la predicación de Jesús, a ella es que hay que remitirse.
Para mostrar la grandeza de su Palabra, Jesús alude a dos personajes conocidos en las historias del Antiguo Testamento:
1. El episodio del rey Salomón. Este rey fue considerado el gran sabio de Israel, sin embargo quien más lo valoró como tal fue una extranjera, la reina de Saba [la “malkat sheba” de 1 Reyes 10,1, cuyo reino se hallaba probablemente en la región en que hoy se encuentra Yemen]. Salomón era tan grande como sabio que su fama a nivel internacional atrajo a esta peregrina.
2. El episodio de Jonás en Nínive. Este profeta, el profeta rebelde, evangelizó la ciudad pagana de Nínive y contra sus pronósticos, se encontró con que la ciudad pagana le creyó inmediatamente y dio pruebas de conversión. El mismo Jonás se queda sorprendido no sólo con la gente sino con la magnificencia de Dios que quiere salvar y extender su misericordia a los paganos (Jonás 4,1-2).
Con estas comparaciones Jesús interpela a su auditorio para que:
1. Descubra su grandeza. Jesús dice:
- “Aquí hay algo más que Salomón” (11,31c). La sabiduría de Jesús no tiene comparación (ver Lc 7,35).
- “Aquí hay algo más que Jonás” (11,32c). Ciertamente es un profeta como nunca antes visto (ver Lc 7,16; 24,19).
2. En consecuencia, escuche con atención su Palabra. Si la reina del sur, aún sin ser hebrea, tuvo el coraje de ponerse a la “escucha” de Salomón, cuánto más habrá que hacerlo con Jesús. ¡Jesús es el mayor de todos los predicadores! (ver las multitudes que atraía en Lc 4,42; 5,1; 6,17; 8,4; 9,37; 12,1; 14,25; 18,36; 19,48).
3. Y la escucha de la Palabra los lleve a la conversión (como los ninivitas obedecieron a Jonás). Si el pueblo ninivita no tuvo reparo en escuchar al profeta tembloroso Jonás y, sobre todo le hizo caso, llegando a convertirse (11,32b), cuánto más habrá que tomar en serio la palabra de Jesús y convertirse.
Tres pasos son claros: (1) reconocer la grandeza de Jesús, (2) escucharlo y (3) convertirse.
Con estos dos casos concretos, Jesús anuncia un juicio: “La reina del sur se levantará en juicio con los hombres de esta generación” (11,31a), “los ninivitas se levantarán en juicio con esta generación y la condenarán” (11,32b). En este contexto se entiende la respuesta de Jesús a aquellos que lo desafían pidiéndole una señal: cuando Jesús aparezca en el Juicio final como el Hijo del hombre (ver 11,30b), entonces esta generación incrédula tendrá que reconocer su error por no haber escuchado a Jesús, un predicador incomparablemente superior a Jonás.
Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón:
1. Según Lucas, ¿Cuál es la señal de Jonás? ¿Cuál es la señal de Jesús?
2. ¿Qué pasos debo dar cada vez que escucho una predicación?
3. ¿En mi contexto comunitario y pastoral, cuáles son los nuevos ninivitas y las nuevas reinas de Saba, que nos dan ejemplo de conversión sin ponerle tantas resistencias a Dios? ¿A qué me desafían estos hermanos?
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