Mensaje con motivo del Día Mundial del Sida
“Acceso universal y derechos humanos”
1 de diciembre de 2009
Michel Sidibé
Director ejecutivo del ONUSIDA
“Acceso universal y derechos humanos”
1 de diciembre de 2009
Michel Sidibé
Director ejecutivo del ONUSIDA
En este Día Mundial del Sida nos embarga tanto la esperanza como la preocupación.
Esperanza porque hemos avanzado significativamente hacia el acceso universal. El número de nuevas infecciones por el VIH ha disminuido. Menos niños nacen con el virus. Y más de cuatro millones de personas siguen el tratamiento antirretrovírico.
Preocupación porque tras 28 años de epidemia, el virus se sigue abriendo camino entre nuevas poblaciones y el estigma y la discriminación siguen socavando las iniciativas que pretenden reducir la epidemia. Debemos acabar con la violación de los derechos de las personas que viven con el VIH, mujeres, niñas, hombres que tienen relaciones sexuales con hombres y usuarios de drogas inyectables.
El Secretario General de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, ha hecho un llamamiento a “todos los países para que cumplan sus compromisos de promulgar y hacer cumplir leyes que prohíban la discriminación de las personas que viven con el VIH y los miembros de los grupos vulnerables”. En este Día Mundial del Sida, trabajemos de manera urgente para eliminar las leyes y prácticas punitivas y para poner fin a la discriminación y a la penalización de las personas afectadas por el VIH.
En el Día Mundial del Sida, actuemos también en favor de la prevención del VIH. Por cada dos personas que comienzan el tratamiento, cinco se infectan. Con demasiada frecuencia, los programas de prevención no llegan a aquellos que más lo necesitan.
Podemos eliminar la transmisión maternoinfantil del VIH. Podemos capacitar a los jóvenes para que se protejan del virus. Podemos poner fin a la violencia contra mujeres y niñas.
Podemos proteger a los usuarios de drogas inyectables de la infección. Y podemos reducir la transmisión sexual del VIH.
Los logros ya conseguidos son frágiles y deben mantenerse. La crisis económica no debería convertirse en una razón para reducir las inversiones en la salud. Los ajustes económicos deben realizarse desde una perspectiva que respete los derechos humanos y mantenga la atención en los más vulnerables. Es el momento de aumentar, y no de reducir, los fondos para el sida.
El sida ofrece un gran mecanismo para crear programas integrados de salud, derechos humanos y desarrollo. Debemos sacar al sida del aislamiento, y la creación de un amplio movimiento social acelerará la consecución de los Objetivos de Desarrollo del Milenio.
El Día Mundial del Sida nos da la oportunidad a cada uno de nosotros –individuos, comunidades y líderes políticos– de pasar a la acción para hacer del acceso universal una realidad.
Esperanza porque hemos avanzado significativamente hacia el acceso universal. El número de nuevas infecciones por el VIH ha disminuido. Menos niños nacen con el virus. Y más de cuatro millones de personas siguen el tratamiento antirretrovírico.
Preocupación porque tras 28 años de epidemia, el virus se sigue abriendo camino entre nuevas poblaciones y el estigma y la discriminación siguen socavando las iniciativas que pretenden reducir la epidemia. Debemos acabar con la violación de los derechos de las personas que viven con el VIH, mujeres, niñas, hombres que tienen relaciones sexuales con hombres y usuarios de drogas inyectables.
El Secretario General de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, ha hecho un llamamiento a “todos los países para que cumplan sus compromisos de promulgar y hacer cumplir leyes que prohíban la discriminación de las personas que viven con el VIH y los miembros de los grupos vulnerables”. En este Día Mundial del Sida, trabajemos de manera urgente para eliminar las leyes y prácticas punitivas y para poner fin a la discriminación y a la penalización de las personas afectadas por el VIH.
En el Día Mundial del Sida, actuemos también en favor de la prevención del VIH. Por cada dos personas que comienzan el tratamiento, cinco se infectan. Con demasiada frecuencia, los programas de prevención no llegan a aquellos que más lo necesitan.
Podemos eliminar la transmisión maternoinfantil del VIH. Podemos capacitar a los jóvenes para que se protejan del virus. Podemos poner fin a la violencia contra mujeres y niñas.
Podemos proteger a los usuarios de drogas inyectables de la infección. Y podemos reducir la transmisión sexual del VIH.
Los logros ya conseguidos son frágiles y deben mantenerse. La crisis económica no debería convertirse en una razón para reducir las inversiones en la salud. Los ajustes económicos deben realizarse desde una perspectiva que respete los derechos humanos y mantenga la atención en los más vulnerables. Es el momento de aumentar, y no de reducir, los fondos para el sida.
El sida ofrece un gran mecanismo para crear programas integrados de salud, derechos humanos y desarrollo. Debemos sacar al sida del aislamiento, y la creación de un amplio movimiento social acelerará la consecución de los Objetivos de Desarrollo del Milenio.
El Día Mundial del Sida nos da la oportunidad a cada uno de nosotros –individuos, comunidades y líderes políticos– de pasar a la acción para hacer del acceso universal una realidad.
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