Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 21, 29-33
Jesús, hablando a sus discípulos acerca de su venida, les hizo esta comparación:
Miren lo que sucede con la higuera o con cualquier otro árbol, Cuando comienza a echar brotes, ustedes se dan cuenta de que se acerca el verano, Así también, cuando vean que suceden todas estas cosas, sepan que el Reino de Dios está cerca.
Les aseguro que no pasará esta generación hasta que se cumpla todo esto., El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasaran.
A la noche le sigue el día, al invierno le sigue la primavera y el verano, a la crisis le sigue la maduración y al sufrimiento, la alegría de la victoria.
La enseñanza de Jesús acerca de la manera de vivir los tiempos difíciles de la historia, llega hoy a un punto feliz. Descubrimos que sólo conocemos un punto de vista pero no la totalidad del rumbo que toma la historia bajo las manos de Dios. Por detrás de todos los acontecimientos, sin que consigamos percibirlo, está surgiendo un nuevo brote de vida. Así sucede en el invierno: la apariencia de los árboles es de muerte y destrucción, sin embargo, por dentro está latiendo la vida y con la llegada de la primavera resurge la fuerza escondida de la vida.
Es importante que no nos quedemos viendo lo negativo. Es verdad que el mal se nota más que el bien. Pues lo mismo pasa cuando llega la primavera, los retoños en los árboles son todavía pequeños, pero se pueden ver. Hay que agudizar la visión para destacar siempre lo bueno, sin ignorar lo malo, porque ahí está la obra de Dios.
Nosotros quisiéramos ver las cosas de otra manera, pero esto no es posible. La lógica del Reino es la lógica de la semilla, esto es, del crecimiento progresivo. La lógica del escondimiento no es la de la ausencia de Dios sino la de su definitiva y segura intervención.
Los falsos profetas (de 21,8) predicaban que el “tiempo está cerca”, parodiando el kerigma de Jesús. Ahora es Jesús mismo quien dice: “Cuando veáis que sucede esto, sabed que el Reino de Dios está cerca” (21,31). Esperamos que sucedan cambios radicales para bien del mundo, pero no hay que confundirlos con la destrucción, que es lo que acentúan los falsos profetas sino con la vida que Jesús está haciendo brotar en medio de todos los acontecimientos negativos de la historia.
La obra de la salvación es sacar bien de dentro del mal, no la destrucción de lo malo para empezar todo de nuevo con unos cuantos privilegiados. La obra de la salvación es un don de Dios y al mismo tiempo de todos aquellos que con su esfuerzo, sostenido por el seguimiento de Jesús, vencen todos los días sus pequeños combates por la autenticidad de la vida.
Es tan claro que es en el “hoy”, en nuestra cotidianidad, que ya empieza a surgir el mundo nuevo, que Jesús dice: “Os aseguro que no pasará esta generación hasta que todo esto suceda” (21,32).
En fin, la promesa de Jesús (“mis palabras...”), que es el anuncio de la salvación, será cumplida (“...no pasarán”, 21,33), es cuestión de saber verla. ¡Vale la pena seguir caminando en la esperanza del Señor!
1. ¿Cuál es la lección de la higuera?
2. Analizando mi forma habitual de reaccionar ante los hechos de todos los días, ¿A qué le doy más importancia, a lo negativo o a lo positivo?
3. ¿Qué tan fuerte es mi fe en la fidelidad y en el poder de la Palabra de mi señor? ¿Pongo en ella mi esperanza?
Miren lo que sucede con la higuera o con cualquier otro árbol, Cuando comienza a echar brotes, ustedes se dan cuenta de que se acerca el verano, Así también, cuando vean que suceden todas estas cosas, sepan que el Reino de Dios está cerca.
Les aseguro que no pasará esta generación hasta que se cumpla todo esto., El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasaran.
Compartiendo la Palabra
Por CELAM - CEBIPAL
Aprender a vivir la esperanza (IV)
Lucas 21,29-33
“Cuando vean que suceden estas cosas, sepan que está cerca el Reino de Dios”
Por CELAM - CEBIPAL
Aprender a vivir la esperanza (IV)
Lucas 21,29-33
“Cuando vean que suceden estas cosas, sepan que está cerca el Reino de Dios”
A la noche le sigue el día, al invierno le sigue la primavera y el verano, a la crisis le sigue la maduración y al sufrimiento, la alegría de la victoria.
La enseñanza de Jesús acerca de la manera de vivir los tiempos difíciles de la historia, llega hoy a un punto feliz. Descubrimos que sólo conocemos un punto de vista pero no la totalidad del rumbo que toma la historia bajo las manos de Dios. Por detrás de todos los acontecimientos, sin que consigamos percibirlo, está surgiendo un nuevo brote de vida. Así sucede en el invierno: la apariencia de los árboles es de muerte y destrucción, sin embargo, por dentro está latiendo la vida y con la llegada de la primavera resurge la fuerza escondida de la vida.
Es importante que no nos quedemos viendo lo negativo. Es verdad que el mal se nota más que el bien. Pues lo mismo pasa cuando llega la primavera, los retoños en los árboles son todavía pequeños, pero se pueden ver. Hay que agudizar la visión para destacar siempre lo bueno, sin ignorar lo malo, porque ahí está la obra de Dios.
Nosotros quisiéramos ver las cosas de otra manera, pero esto no es posible. La lógica del Reino es la lógica de la semilla, esto es, del crecimiento progresivo. La lógica del escondimiento no es la de la ausencia de Dios sino la de su definitiva y segura intervención.
Los falsos profetas (de 21,8) predicaban que el “tiempo está cerca”, parodiando el kerigma de Jesús. Ahora es Jesús mismo quien dice: “Cuando veáis que sucede esto, sabed que el Reino de Dios está cerca” (21,31). Esperamos que sucedan cambios radicales para bien del mundo, pero no hay que confundirlos con la destrucción, que es lo que acentúan los falsos profetas sino con la vida que Jesús está haciendo brotar en medio de todos los acontecimientos negativos de la historia.
La obra de la salvación es sacar bien de dentro del mal, no la destrucción de lo malo para empezar todo de nuevo con unos cuantos privilegiados. La obra de la salvación es un don de Dios y al mismo tiempo de todos aquellos que con su esfuerzo, sostenido por el seguimiento de Jesús, vencen todos los días sus pequeños combates por la autenticidad de la vida.
Es tan claro que es en el “hoy”, en nuestra cotidianidad, que ya empieza a surgir el mundo nuevo, que Jesús dice: “Os aseguro que no pasará esta generación hasta que todo esto suceda” (21,32).
En fin, la promesa de Jesús (“mis palabras...”), que es el anuncio de la salvación, será cumplida (“...no pasarán”, 21,33), es cuestión de saber verla. ¡Vale la pena seguir caminando en la esperanza del Señor!
Para cultivar la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón:
1. ¿Cuál es la lección de la higuera?
2. Analizando mi forma habitual de reaccionar ante los hechos de todos los días, ¿A qué le doy más importancia, a lo negativo o a lo positivo?
3. ¿Qué tan fuerte es mi fe en la fidelidad y en el poder de la Palabra de mi señor? ¿Pongo en ella mi esperanza?
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