1.-La noche que ha ido cayendo sobre la ciudad santa es símbolo de esa otra noche que se ha ido espesando dentro del corazón del Señor. La repulsa y el odio de los líderes religiosos de su pueblo, pueblo elegido del Padre. El frío ingrato de las muchedumbres que le han seguido entusiasmadas y han visto los milagros y han comido de su pan. La traición de uno de los suyos. La pública negación de otro. La cobardía y el abandono de todos los demás.
Con razón comenta San Juan en el versículo anterior a estos que acabamos de leer “Que era de noche”. En ese ambiente Jesús les habla de amor: “Amaos como yo os he amado a vosotros de los que uno me traiciona, otro me niega y los restantes, todos, me van a abandonar. Amor sin esperar amor, totalmente desinteresado.
2.- El Apocalipsis nos habla de una tierra nueva en la que no hay lágrimas, muerte, llanto, luto ni dolor. Para esa tierra nueva, nos de Jesús un mandamiento muevo, el del amor. Donde no hay amor, es el odio el que impera y con él como bien estamos experimentando, la muerte, el llanto y el luto.
¿Pero que hay de novedad en que los hombres se amen? Es que la novedad está en que amemos como El amó. En realidad lo que nos pide Jesús es que como de El se pudo decir que fue un Hombre para los demás, que cada uno de nosotros nos convirtamos en hombree para los demás.
3.- Y para esto hay que enfocar la vida desde un punto de vista totalmente distinto de cómo lo enfocamos ahora. Ahora todo lo miramos a través del YO de cada uno de nosotros. Es nuestro YO el que va ante todo.
Y cuando el mundo entero está lleno de YOS inflados como ranas y con mayúsculas resulta que el mundo se nos hace pequeño, no cabemos todos, nos estorbamos, nos repelemos, nos odiamos.
Cuando esos YOS se pasa al Tú y Yo, un Tú y Yo armónico, que quiere decir que condescendientemente unas veces es el Tu mayor y menor el Yo y al revés, entonces se puede llegar a cumplir el precepto antiguo del Antiguo Testamento de “amarás al prójimo como a ti mismo” y no es nada fácil. Porque si se rompe la armonía entre ese Tú y ese Yo y los dos se afirman categóricamente a si mismos, con gran facilidad se pasa a convertirse en dos YOS inflados, y volvemos a estorbarnos.
4.- Pero la novedad del mandato de Jesús es que cada uno nos tenemos que hacer prójimos de los demás. Que aunque nos pueda parecer que el otro no tiene nada que ver conmigo, con un esfuerzo de aceptación somos nosotros los que nos tenemos que hacer prójimos de ellos, que significa ser cercanos, tener que ver con ellos.
En otras palabras Jesús quiere que cada uno de nosotros nos convirtamos en TUS, que vivamos con el otro, que nos veamos en el otro, en resumidas cuentas que como El hizo desaparezca nuestro Yo. Y por tanto que seamos hombres para los demás. Estar al alcance de la mano de todos.
Y entonces abusarán de nosotros, nadie pensará que también nosotros necesitamos descansar, que podemos tener que hacer otras cosas, que podemos tener nervios y por tanto mal genio, abusarán de nosotros, como abusaron de Cristo, que no rehusó que lo hicieran y se hizo siervo de todos, ese ser al que siempre se supone que está dispuesto a hacer lo que le pedimos, que para eso trabaja.
5.-Qué lejos, ¿verdad? Estamos todos de ser eso que Jesús nos pide y sin embargo qué maravilloso es cuando nos encontramos con una persona así, que no tiene egoísmo, es decir que no piensa en su YO.
Cuando seamos así entonces daremos al mundo que nos rodea el verdadero testimonio de que somos discípulos de Jesús. Y tal vez si el mundo que nos rodea, y la Iglesia en que vivimos no es lo que debe ser y vive moribunda y enferma, no es por ataques de los de fuera, sino porque nosotros, los que estamos dentro no somos la sal y luz de la tierra que Cristo quiso que fuéramos, no nos quejemos de los que atacan a la Iglesia, sin primero examinar lo que cada uno de nosotros es dentro de ella.
Pidamos al señor en la Eucaristía (que no tendría sentido sino fuera símbolo del total amor desinteresado de Cristo a nosotros), que nos haga ser hombres para los demás como El desea.
Con razón comenta San Juan en el versículo anterior a estos que acabamos de leer “Que era de noche”. En ese ambiente Jesús les habla de amor: “Amaos como yo os he amado a vosotros de los que uno me traiciona, otro me niega y los restantes, todos, me van a abandonar. Amor sin esperar amor, totalmente desinteresado.
2.- El Apocalipsis nos habla de una tierra nueva en la que no hay lágrimas, muerte, llanto, luto ni dolor. Para esa tierra nueva, nos de Jesús un mandamiento muevo, el del amor. Donde no hay amor, es el odio el que impera y con él como bien estamos experimentando, la muerte, el llanto y el luto.
¿Pero que hay de novedad en que los hombres se amen? Es que la novedad está en que amemos como El amó. En realidad lo que nos pide Jesús es que como de El se pudo decir que fue un Hombre para los demás, que cada uno de nosotros nos convirtamos en hombree para los demás.
3.- Y para esto hay que enfocar la vida desde un punto de vista totalmente distinto de cómo lo enfocamos ahora. Ahora todo lo miramos a través del YO de cada uno de nosotros. Es nuestro YO el que va ante todo.
Y cuando el mundo entero está lleno de YOS inflados como ranas y con mayúsculas resulta que el mundo se nos hace pequeño, no cabemos todos, nos estorbamos, nos repelemos, nos odiamos.
Cuando esos YOS se pasa al Tú y Yo, un Tú y Yo armónico, que quiere decir que condescendientemente unas veces es el Tu mayor y menor el Yo y al revés, entonces se puede llegar a cumplir el precepto antiguo del Antiguo Testamento de “amarás al prójimo como a ti mismo” y no es nada fácil. Porque si se rompe la armonía entre ese Tú y ese Yo y los dos se afirman categóricamente a si mismos, con gran facilidad se pasa a convertirse en dos YOS inflados, y volvemos a estorbarnos.
4.- Pero la novedad del mandato de Jesús es que cada uno nos tenemos que hacer prójimos de los demás. Que aunque nos pueda parecer que el otro no tiene nada que ver conmigo, con un esfuerzo de aceptación somos nosotros los que nos tenemos que hacer prójimos de ellos, que significa ser cercanos, tener que ver con ellos.
En otras palabras Jesús quiere que cada uno de nosotros nos convirtamos en TUS, que vivamos con el otro, que nos veamos en el otro, en resumidas cuentas que como El hizo desaparezca nuestro Yo. Y por tanto que seamos hombres para los demás. Estar al alcance de la mano de todos.
Y entonces abusarán de nosotros, nadie pensará que también nosotros necesitamos descansar, que podemos tener que hacer otras cosas, que podemos tener nervios y por tanto mal genio, abusarán de nosotros, como abusaron de Cristo, que no rehusó que lo hicieran y se hizo siervo de todos, ese ser al que siempre se supone que está dispuesto a hacer lo que le pedimos, que para eso trabaja.
5.-Qué lejos, ¿verdad? Estamos todos de ser eso que Jesús nos pide y sin embargo qué maravilloso es cuando nos encontramos con una persona así, que no tiene egoísmo, es decir que no piensa en su YO.
Cuando seamos así entonces daremos al mundo que nos rodea el verdadero testimonio de que somos discípulos de Jesús. Y tal vez si el mundo que nos rodea, y la Iglesia en que vivimos no es lo que debe ser y vive moribunda y enferma, no es por ataques de los de fuera, sino porque nosotros, los que estamos dentro no somos la sal y luz de la tierra que Cristo quiso que fuéramos, no nos quejemos de los que atacan a la Iglesia, sin primero examinar lo que cada uno de nosotros es dentro de ella.
Pidamos al señor en la Eucaristía (que no tendría sentido sino fuera símbolo del total amor desinteresado de Cristo a nosotros), que nos haga ser hombres para los demás como El desea.
No hay comentarios:
Publicar un comentario