Por José María Maruri, SJ
1.- El jardín está bastante abandonado. Los setos que rodean el camino hasta la casa son altos y sombríos. Es el atardecer. En medio del porche cuelga una bombilla desnuda y vieja, que al soplo del viento se bambolea y se apaga y enciende con mal agüero. Suena el timbre y como no sale nadie se entra en el recibidor, en las mismas medio tinieblas del porche. Cuatro puertas forman las paredes. Unas tras otras se entreabren un poco y se adivinan unos ojos temerosos. Al fin salen una a una las cinco hijas muy entradas en años y solteras, que rodean a la madre que sin estar enferma vive en la cama desde hace años. Esas cinco hijas viven esperando la muerte, o más bien van muriendo poco a poco junto a la madre. Lo único vivo son los innumerables gatos que corren por todas partes. Esta es una visita mía –que no he olvidado a pesar de que han pasado muchos años—a un pueblo grande de Andalucía en 1964.
También los apóstoles encerrados en el cenáculo por miedo a los judíos daban culto a un muerto y se condenaban a morir y a extinguirse ellos mismos poco a poco. Y aun hoy día los enemigos de la Iglesia saben lo que hacen tratando de condenar a la Iglesia a vivir encerrada en la sacristía. Y nosotros mismos, ¿no tenemos muchas veces nuestra vida espiritual encerrada a cal y canto entre las paredes de la iglesia, y ahí la cogemos y la dejamos los domingos cuando venimos a misa?
2.- El Señor viene a forzarles a que abran puertas y ventanas. Como el Padre me envió yo os envío. Salid de aquí y predicad a todas las gentes… ¿El qué?
--La buena nueva que el Padre ha refrendado resucitando a su hijo
--El que cree en mí no morirá…
--El que come mi carne tiene vida eterna…
--Nos llamamos hijos de Dios y lo somos…
-- El perdón de los pecados…
No son metáforas. Es palabra de Dios por lo tanto no metáfora sino una gran realidad.
3.- Por eso la Paz a Vosotros, no es la paz de los cipreses del cementerio, la paz de los muertos
+no es paz bobalicona, de estar mano sobre mano
+es la paz que da la seguridad de saberse hijo de Dios, saberse en posesión de la verdad y con un mensaje refrendado por Dios para la alegría y paz de todos los hombres.
Alegraos siempre en el Señor, manteneos alegres como cristianos, dice San Pablo. Alegría que no tenemos derecho los cristianos a mantenerla oculta en la penumbra de nuestras iglesias. No basta cantar el aleluya en la misa, hay que llevar esa alegría en el rostro, no con la sonrisa del bobo, ni del que hace publicidad de una pasta dentífrica.
Alegría del que se siente hijo querido de Dios, que siente en sus entrañas la semilla de la eternidad que Jesús ha venido a plantar en nosotros por el Bautismo y por la Eucaristía. Alegría del que se sabe hermano de todos los hombres, poseedor de una Noticia que el mismo Dios ha calificado de Buena Nueva. Y es que Dios quiere a todos y cada uno de los hombres. Fuera caras largas, malos humores, llevemos alegría y paz, a todos los que nos rodean y tratan.
También los apóstoles encerrados en el cenáculo por miedo a los judíos daban culto a un muerto y se condenaban a morir y a extinguirse ellos mismos poco a poco. Y aun hoy día los enemigos de la Iglesia saben lo que hacen tratando de condenar a la Iglesia a vivir encerrada en la sacristía. Y nosotros mismos, ¿no tenemos muchas veces nuestra vida espiritual encerrada a cal y canto entre las paredes de la iglesia, y ahí la cogemos y la dejamos los domingos cuando venimos a misa?
2.- El Señor viene a forzarles a que abran puertas y ventanas. Como el Padre me envió yo os envío. Salid de aquí y predicad a todas las gentes… ¿El qué?
--La buena nueva que el Padre ha refrendado resucitando a su hijo
--El que cree en mí no morirá…
--El que come mi carne tiene vida eterna…
--Nos llamamos hijos de Dios y lo somos…
-- El perdón de los pecados…
No son metáforas. Es palabra de Dios por lo tanto no metáfora sino una gran realidad.
3.- Por eso la Paz a Vosotros, no es la paz de los cipreses del cementerio, la paz de los muertos
+no es paz bobalicona, de estar mano sobre mano
+es la paz que da la seguridad de saberse hijo de Dios, saberse en posesión de la verdad y con un mensaje refrendado por Dios para la alegría y paz de todos los hombres.
Alegraos siempre en el Señor, manteneos alegres como cristianos, dice San Pablo. Alegría que no tenemos derecho los cristianos a mantenerla oculta en la penumbra de nuestras iglesias. No basta cantar el aleluya en la misa, hay que llevar esa alegría en el rostro, no con la sonrisa del bobo, ni del que hace publicidad de una pasta dentífrica.
Alegría del que se siente hijo querido de Dios, que siente en sus entrañas la semilla de la eternidad que Jesús ha venido a plantar en nosotros por el Bautismo y por la Eucaristía. Alegría del que se sabe hermano de todos los hombres, poseedor de una Noticia que el mismo Dios ha calificado de Buena Nueva. Y es que Dios quiere a todos y cada uno de los hombres. Fuera caras largas, malos humores, llevemos alegría y paz, a todos los que nos rodean y tratan.
No hay comentarios:
Publicar un comentario