Publicado por Pastoral SJ
Una palabra cargada de fuerza. De sentido. De evocaciones. Decimos que hay vidas apasionantes, relaciones apasionadas, crímenes pasionales… Pero estos días, desde la fe… hablamos de la Pasión de Jesús. Pasión que es amor y que es padecimiento de quien ama y por ello se enfrenta a cualquier poder injusto. Contemplar la pasión, en cuadros y pasos, en escenas evangélicas cargadas de dramatismo, es asomarse a un misterio que nos desborda.
Se ha explicado de muchas formas.¿Por qué fue así? ¿Estaba escrito? ¿Dios quería sangre?
¡No! La sangre la querían los verdugos, los que no querían el evangelio anunciado por Jesús.
El sufrimiento del justo no nos es tan lejano.
Es la sangre de los inocentes abusados.
Es el dolor de quien se estremece por el mal de otros.
Es el cansancio de quien se esfuerza para intentar construir algo bueno.
Es el vaciamiento de quien va dando la vida, poco a poco, por amor.
Es la duda mordiente de quien da el salto de la fe, cuando callan las certezas.
Es la sensación de fracaso de algunas veces, cuando
¿Alguna vez el evangelio me ha resultado exigente?
En un mudo de éxito visible. De titulares y rankings. De fotos vistosas.En un mundo de triunfadores y vedetismo. En un mundo de méritos y medallas, de galardones y vitrinas, de diplomas y reconocimientos… ¿Qué sentido puede tener el fracaso, la derrota, el vaciamiento? ¿Qué sentido puede tener el no saber, no llegar, no conseguir cruzar la meta soñada? La lógica de Dios es sorprendente. Habla con una palabra que parece última pero que no es definitiva. Muestra que el amor que habla más alto es el que se da –hasta el extremo. Que la verdad que libera es la que se proclama en defensa de los bienaventurados, sin dejar que venza el miedo o la prudencia. Que la fe que canta es la que es capaz de soportar la incertidumbre. Misteriosa forma de dar vida.
¿Qué fecundidad tiene el evangelio?
¿Y en mi vida?
1. EL SUFRIMIENTO DEL JUSTO
“Despreciado, lo tuvimos por nada; a él, que soportó nuestros sufrimientos y cargó con nuestros dolores” (Is 52,3-4)
“Despreciado, lo tuvimos por nada; a él, que soportó nuestros sufrimientos y cargó con nuestros dolores” (Is 52,3-4)
Se ha explicado de muchas formas.¿Por qué fue así? ¿Estaba escrito? ¿Dios quería sangre?
¡No! La sangre la querían los verdugos, los que no querían el evangelio anunciado por Jesús.
El sufrimiento del justo no nos es tan lejano.
Es la sangre de los inocentes abusados.
Es el dolor de quien se estremece por el mal de otros.
Es el cansancio de quien se esfuerza para intentar construir algo bueno.
Es el vaciamiento de quien va dando la vida, poco a poco, por amor.
Es la duda mordiente de quien da el salto de la fe, cuando callan las certezas.
Es la sensación de fracaso de algunas veces, cuando
¿Alguna vez el evangelio me ha resultado exigente?
“¿POR QUÉ NOS HAS ABANDONADO?”
Los muertos piden paz inútilmente:
somos hijos y padres de la guerra.
Piden en vano credencial de gente
los muchos condenados de la tierra.
Moloc yergue su altar y su pantalla,
sojuzgando señor el mundo entero.
Calla, de miedo, la verdad. Y calla
degollado el Amor, como un cordero.
Y Tú, ¿no dices nada?, ¿no te enteras?
¿pides más cruz aún? ¿más sangre esperas?
¿no sabes imponerte, Amor frustrado?
¿Qué más le exiges a la pobre fe?
¡Dios mío y nuestro y de Jesús, ¿por qué
una vez más nos has abandonado?!
Los muertos piden paz inútilmente:
somos hijos y padres de la guerra.
Piden en vano credencial de gente
los muchos condenados de la tierra.
Moloc yergue su altar y su pantalla,
sojuzgando señor el mundo entero.
Calla, de miedo, la verdad. Y calla
degollado el Amor, como un cordero.
Y Tú, ¿no dices nada?, ¿no te enteras?
¿pides más cruz aún? ¿más sangre esperas?
¿no sabes imponerte, Amor frustrado?
¿Qué más le exiges a la pobre fe?
¡Dios mío y nuestro y de Jesús, ¿por qué
una vez más nos has abandonado?!
Pedro Casaldáliga
2. LA FECUNDIDAD OCULTA
“Lo antiguo ya ha sucedido, y algo nuevo yo anuncio, antes de que brote os lo comunico” (Is 42,9)
“Lo antiguo ya ha sucedido, y algo nuevo yo anuncio, antes de que brote os lo comunico” (Is 42,9)
En un mudo de éxito visible. De titulares y rankings. De fotos vistosas.En un mundo de triunfadores y vedetismo. En un mundo de méritos y medallas, de galardones y vitrinas, de diplomas y reconocimientos… ¿Qué sentido puede tener el fracaso, la derrota, el vaciamiento? ¿Qué sentido puede tener el no saber, no llegar, no conseguir cruzar la meta soñada? La lógica de Dios es sorprendente. Habla con una palabra que parece última pero que no es definitiva. Muestra que el amor que habla más alto es el que se da –hasta el extremo. Que la verdad que libera es la que se proclama en defensa de los bienaventurados, sin dejar que venza el miedo o la prudencia. Que la fe que canta es la que es capaz de soportar la incertidumbre. Misteriosa forma de dar vida.
¿Qué fecundidad tiene el evangelio?
¿Y en mi vida?
LA FLOR EN LA TIERRA
La semilla de la muerte
que ha de germinar al sol
revienta bajo la tierra.
Las manos de Dios alegres
que desgranando los días
cultivan la muerte ya
trabajan siempre la tierra
desde el único principio
de la extensísima vida.
Apenas una raíz
asciende hacia el infinito,
mientras Dios medita y ve
los vastos frutos de luz
que van a cubrir la tierra.
Está la flor de la muerte
brillando sobre la tierra,
y con su esencia perfuma
el aire todos los aires:
los rincones de la vida
donde se deshoja eterna.
La semilla de la muerte
que ha de germinar al sol
revienta bajo la tierra.
Las manos de Dios alegres
que desgranando los días
cultivan la muerte ya
trabajan siempre la tierra
desde el único principio
de la extensísima vida.
Apenas una raíz
asciende hacia el infinito,
mientras Dios medita y ve
los vastos frutos de luz
que van a cubrir la tierra.
Está la flor de la muerte
brillando sobre la tierra,
y con su esencia perfuma
el aire todos los aires:
los rincones de la vida
donde se deshoja eterna.
Julio César Aguilar
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