Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 7, 6. 12-14
Jesús dijo a sus discípulos:
No den las cosas sagradas a los perros, ni arrojen sus perlas a los cerdos, no sea que las pisoteen y después se vuelvan contra ustedes para destrozarlos.
Todo lo que deseen que los demás hagan por ustedes, háganlo por ellos: en esto consiste la Ley y los Profetas.
Entren por la puerta estrecha, porque es ancha la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y son muchos los que van por allí. Pero es angosta la puerta y estrecho el camino que lleva a la Vida, y son pocos los que lo encuentran.
Después de presentarnos un principio de vida que regula la acción del discípulo (Mateo 7,6), de saltarse los vv.7-11 y de leer la síntesis del v.12, el pasaje de la liturgia de hoy nos coloca frente a la primera parte de la conclusión del Sermón de la Montaña (7,13-14).
1. La prudencia
El v.6, trata sobre la prudencia que debe caracterizar a un discípulo de Jesús. Puesto que las comunidades eran perseguidas, era necesario ser cautos en lo que se decía fuera de ellas, porque todo se convertía en motivo de ataque. Ése es el sentido del “no dar a los perros lo que es santo, ni echéis vuestras perlas delante de los puercos, no sea que las pisoteen con sus patas, y después, volviéndose, os despedacen” (7,6).
Para los judíos el “perro” y “cerdo” eran animales impuros y utilizaban estas crueles expresiones para referirse a las personas que no pertenecían al pueblo de Dios. Para el mundo cristiano, y en coherencia con Mateo 5,8, parece designar a una persona no-convertida.
Pues bien, hay acontecimientos, misterios, eventos que son propios de la comunidad y que no entiende una persona de fuera. Contar a los convertidos sucesos internos de la comunidad puede significar exponerlas al desprestigio o la insensatez de quien aprovecha cualquier excusa para criticar. No olvidemos que ese tipo de personas es capaz de practicar injusticias con el prójimo cuando están en juego sus intereses personales.
2. La reciprocidad
El v.12 presenta la llamada “regla de oro”: “Todo cuanto queráis que os hagan los hombres, hacédselo también vosotros a ellos; porque ésta es la Ley y los Profetas”. Se trata del principio de la reciprocidad: que cada uno busque el interés del otro como si fuese el propio interés.
Este principio sintetiza toda la enseñanza del Sermón de la Montaña sobre la Justicia del Reino: Jesús le da un espíritu nuevo a la antigua doctrina. El Antiguo Testamento se hace realidad en la Palabra y en la praxis de Jesús y de la comunidad de sus seguidores.
3. El primer criterio de discernimiento: la elección de la vía difícil
El Sermón de la Montaña no solamente da enseñanzas. A final también da criterios de discernimiento para que evaluemos si hemos entrado realmente en su espíritu y su acción. La gran sección de Mateo 7,13-27 se refiere a estos criterios: (1) Cuando la opción se hace “difícil” o no (7,13-14); (2) Cuando se dan “frutos” o no (7,15-20); (3) Cuando las palabras se ponen en “practica” o no (7,21-27).
La liturgia nos invita a detenernos el primer criterio de discernimiento: cuando la opción supone dolorosas renuncias (7,13-14).
Toda evaluación requiere recordar el objetivo que se pretende. El objetivo de las enseñanzas del Sermón de la Montaña aquí viene recordado: “Entrar en el Reino” (ver 5,3.10.20).
Lo correcto es entrar por “la entrada estrecha” (7,13). Si queremos entrar en la vida, no podemos dejarnos llevar por los criterios de acción de la masa, sino que debemos seguir una vía fatigosa.
En todo el Sermón de la montaña Jesús describe el camino que conduce a la vida, a la vida eterna, que se logra con la entrada en el Reino de Dios. Ahora deja claro que este camino no es largo y cómodo, sino fatigante y estrecho; es necesario afrontarlo con dificultad.
Jesús agrega que este camino no lo toma la mayor parte de la gente: “y pocos son los que lo encuentran” (7,14).
Pero la elección que se tome es decisiva: están en juego la vida eterna o la ruina eterna. Quien quiera entrar en la vida eterna tendrá que asumir las dolorosas renuncias que implica –sabiendo que cuando se elige algo también se deja de lado algo- y no dejarse convencer por el resto de la gente. Para un discípulo de Jesús el comportamiento de la masa no es criterio de acción. Un discípulo siempre camina en “contracorriente”.
Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón
1. ¿Se guardar “los secretos de casa”? ¿Tiendo a contar infidencias de la vida de comunidad a personas externas? ¿Cuál sería la consecuencia de hacerlo?
2. ¿Pongo mis intereses por encima del de los demás?
3. ¿Me oriento según la voluntad del Padre como único criterio válido de acción? ¿Estoy dispuesto a aplicar de manera coherente este criterio a mi proyecto de vida?
No den las cosas sagradas a los perros, ni arrojen sus perlas a los cerdos, no sea que las pisoteen y después se vuelvan contra ustedes para destrozarlos.
Todo lo que deseen que los demás hagan por ustedes, háganlo por ellos: en esto consiste la Ley y los Profetas.
Entren por la puerta estrecha, porque es ancha la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y son muchos los que van por allí. Pero es angosta la puerta y estrecho el camino que lleva a la Vida, y son pocos los que lo encuentran.
Compartiendo la Palabra
Por CELAM - CEBIPAL
Criterios de discernimiento
Cuando la elección conlleva fuertes renuncias
“¡Qué estrecha la entrada y qué angosto el camino que lleva a la vida!”
Por CELAM - CEBIPAL
Criterios de discernimiento
Cuando la elección conlleva fuertes renuncias
“¡Qué estrecha la entrada y qué angosto el camino que lleva a la vida!”
Después de presentarnos un principio de vida que regula la acción del discípulo (Mateo 7,6), de saltarse los vv.7-11 y de leer la síntesis del v.12, el pasaje de la liturgia de hoy nos coloca frente a la primera parte de la conclusión del Sermón de la Montaña (7,13-14).
1. La prudencia
El v.6, trata sobre la prudencia que debe caracterizar a un discípulo de Jesús. Puesto que las comunidades eran perseguidas, era necesario ser cautos en lo que se decía fuera de ellas, porque todo se convertía en motivo de ataque. Ése es el sentido del “no dar a los perros lo que es santo, ni echéis vuestras perlas delante de los puercos, no sea que las pisoteen con sus patas, y después, volviéndose, os despedacen” (7,6).
Para los judíos el “perro” y “cerdo” eran animales impuros y utilizaban estas crueles expresiones para referirse a las personas que no pertenecían al pueblo de Dios. Para el mundo cristiano, y en coherencia con Mateo 5,8, parece designar a una persona no-convertida.
Pues bien, hay acontecimientos, misterios, eventos que son propios de la comunidad y que no entiende una persona de fuera. Contar a los convertidos sucesos internos de la comunidad puede significar exponerlas al desprestigio o la insensatez de quien aprovecha cualquier excusa para criticar. No olvidemos que ese tipo de personas es capaz de practicar injusticias con el prójimo cuando están en juego sus intereses personales.
2. La reciprocidad
El v.12 presenta la llamada “regla de oro”: “Todo cuanto queráis que os hagan los hombres, hacédselo también vosotros a ellos; porque ésta es la Ley y los Profetas”. Se trata del principio de la reciprocidad: que cada uno busque el interés del otro como si fuese el propio interés.
Este principio sintetiza toda la enseñanza del Sermón de la Montaña sobre la Justicia del Reino: Jesús le da un espíritu nuevo a la antigua doctrina. El Antiguo Testamento se hace realidad en la Palabra y en la praxis de Jesús y de la comunidad de sus seguidores.
3. El primer criterio de discernimiento: la elección de la vía difícil
El Sermón de la Montaña no solamente da enseñanzas. A final también da criterios de discernimiento para que evaluemos si hemos entrado realmente en su espíritu y su acción. La gran sección de Mateo 7,13-27 se refiere a estos criterios: (1) Cuando la opción se hace “difícil” o no (7,13-14); (2) Cuando se dan “frutos” o no (7,15-20); (3) Cuando las palabras se ponen en “practica” o no (7,21-27).
La liturgia nos invita a detenernos el primer criterio de discernimiento: cuando la opción supone dolorosas renuncias (7,13-14).
Toda evaluación requiere recordar el objetivo que se pretende. El objetivo de las enseñanzas del Sermón de la Montaña aquí viene recordado: “Entrar en el Reino” (ver 5,3.10.20).
Lo correcto es entrar por “la entrada estrecha” (7,13). Si queremos entrar en la vida, no podemos dejarnos llevar por los criterios de acción de la masa, sino que debemos seguir una vía fatigosa.
En todo el Sermón de la montaña Jesús describe el camino que conduce a la vida, a la vida eterna, que se logra con la entrada en el Reino de Dios. Ahora deja claro que este camino no es largo y cómodo, sino fatigante y estrecho; es necesario afrontarlo con dificultad.
Jesús agrega que este camino no lo toma la mayor parte de la gente: “y pocos son los que lo encuentran” (7,14).
Pero la elección que se tome es decisiva: están en juego la vida eterna o la ruina eterna. Quien quiera entrar en la vida eterna tendrá que asumir las dolorosas renuncias que implica –sabiendo que cuando se elige algo también se deja de lado algo- y no dejarse convencer por el resto de la gente. Para un discípulo de Jesús el comportamiento de la masa no es criterio de acción. Un discípulo siempre camina en “contracorriente”.
Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón
1. ¿Se guardar “los secretos de casa”? ¿Tiendo a contar infidencias de la vida de comunidad a personas externas? ¿Cuál sería la consecuencia de hacerlo?
2. ¿Pongo mis intereses por encima del de los demás?
3. ¿Me oriento según la voluntad del Padre como único criterio válido de acción? ¿Estoy dispuesto a aplicar de manera coherente este criterio a mi proyecto de vida?
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