XIII Domingo del T.O.(Lc 9, 51-62) - Ciclo C
Publicado por Fe Adulta
ANÁFORA
A Ti, Señor, levantamos nuestro corazón y te dirigimos esta oración.
Te damos gracias, Padre santo, porque es justo y necesario,
porque realmente es bueno y justo bendecirte en todo momento.
Tú eres consuelo y compañía de nuestra humanidad,
Tú nos das el deseo de vivir y la vida misma.
Gracias, Dios Padre, porque eres puro amor y estás en nosotros.
Nos mueves a amar a todos y hacer el bien.
Queremos imitarte, ser tu imagen, trasparentarte, hacerte visible
y que nuestros prójimos te descubran en nuestra vida.
Uniendo nuestras voces a cuantos te aclaman hoy en el mundo,
te cantamos agradecidos este himno de reconocimiento y alabanza.
Santo, santo…
Nos hemos reunido alrededor de esta mesa, Padre Dios,
para recordar la vida de tu hijo Jesús de Nazaret
y testimoniar que nosotros sí creemos en él y queremos seguirle.
Queremos ser su familia, sus discípulos y amigos.
Queremos escuchar su mensaje completo, sin recortes,
conocerle mejor y aprender de él a amar y servir a los demás.
Es lo que Jesús nos pidió en su cena de despedida,
que le imitáramos en la entrega por el bien de la humanidad,
y que le recordáramos en ese gesto de partirse y darse a todos.
El mismo Jesús, la noche en que iban a entregarlo, cogió un pan,
te dio gracias, lo partió y dijo:
«Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros;
haced lo mismo en memoria mía».
Después de cenar, hizo igual con la copa, diciendo:
«Esta copa es la nueva alianza sellada con mi sangre;
cada vez que bebáis, haced lo mismo en memoria mía».
Hemos recordado, Señor, Dios nuestro,
la vida comprometida de tu hijo Jesús que le llevó a la muerte en cruz,
pero también hemos proclamado que Tú le has acogido en tu Vida.
Necesitamos su motivación, su fuerza, toda la fuerza de tu espíritu,
porque queremos seguir sus pasos y somos débiles, inconstantes.
Nos solidarizamos con cuantos sufren dolor, hambre e injusticias.
Pero queremos hacer algo más, mucho más por el bien de todos ellos.
Nos alegramos, Señor, de que exista ya tanta gente de buen corazón
que dedican su vida a sanar heridas y a luchar por la justicia.
Danos a todos tus hijos, creyentes y no creyentes,
la conciencia y el valor necesarios para seguir adelante sin desmayo
en la construcción de un mundo más humano y feliz.
Recordamos ahora a quienes llevamos cada uno en nuestro corazón
agradeciéndote cuanto haces por ellos.
En nombre de Jesús, tu hijo, brindamos en tu honor
como queremos hacer con toda la humanidad, ahora y siempre.
AMÉN.
-------------------------------------
PRINCIPIO
Aquí venimos, Padre, invitados a tu mesa, invitados a tu reino,
conscientes de nuestra mediocridad,
necesitados de tu Palabra y de tu Pan.
Gracias porque siempre nos comprendes, nos perdonas y nos invitas.
Por Jesús, tu Hijo, nuestro Señor.
OFRENDA
Tú nos invitas a tu Reino, y nosotros aceptamos.
Queremos comulgar con Jesús
y poner nuestra vida al servicio de todos.
Ponemos en tu mesa nuestra vida entera, como pan y como vino.
Haz tú que esta ofrenda nuestra sea verdadera y completa.
Por Jesús, tu Hijo, nuestro Señor.
DESPEDIDA
Gracias por la eucaristía, Padre.
Gracias porque nos alimentas,
gracias por el Espíritu que nos regalas.
Gracias, sobre todo, por Jesús, tu Hijo, nuestro Señor.
--------------------------------
Y TÚ NOS DICES…
La familia por encima de todo,
nos dice el corazón;
y tú nos dices:
quien ama a su padre y madre,
a su marido o mujer,
a sus hijos...
más que a mí,
no es digno de mí.
La salud, el bienestar, la calidad de vida
por encima de todo, decimos;
y tú nos dices:
quien no carga con su cruz y me sigue,
no es digno de mí.
La paz, el equilibrio interior, la madurez,
la propia realización por encima de todo,
nos dicen los nuevos gurús;
y tú nos dices:
quien conserva su vida la pierde,
quien la pierde la encuentra nueva y llena.
El consumo, la riqueza, la abundancia,
la seguridad para el presente y para el futuro
por encima de todo, dice la propaganda;
y tú nos dices:
quien dé un vaso de agua a un pequeño
tendrá su recompensa.
El orden, la ausencia de conflicto,
el respeto al sistema y a las leyes
por encima de todo,
nos dice nuestro miedo;
y tú nos dices:
fuego he venido a traer a la tierra
y ¡cuánto anhelo que arda!
La ley de Dios, la tradición,
la obediencia, el respeto por encima de todo,
dicen muchos curas y obispos;
y tú nos dices:
sólo os prometí el Espíritu y hermanos
para que os sintierais libres
y nadie fuera más que nadie.
Gracias por tu novedad,
que provoca y rompe
tantos principios inquebrantables
de nuestra sociedad;
que cuestiona, clara y llanamente,
sin paños calientes,
tantas cosas de nuestra vida.
Publicado por Fe Adulta
ANÁFORA
A Ti, Señor, levantamos nuestro corazón y te dirigimos esta oración.
Te damos gracias, Padre santo, porque es justo y necesario,
porque realmente es bueno y justo bendecirte en todo momento.
Tú eres consuelo y compañía de nuestra humanidad,
Tú nos das el deseo de vivir y la vida misma.
Gracias, Dios Padre, porque eres puro amor y estás en nosotros.
Nos mueves a amar a todos y hacer el bien.
Queremos imitarte, ser tu imagen, trasparentarte, hacerte visible
y que nuestros prójimos te descubran en nuestra vida.
Uniendo nuestras voces a cuantos te aclaman hoy en el mundo,
te cantamos agradecidos este himno de reconocimiento y alabanza.
Santo, santo…
Nos hemos reunido alrededor de esta mesa, Padre Dios,
para recordar la vida de tu hijo Jesús de Nazaret
y testimoniar que nosotros sí creemos en él y queremos seguirle.
Queremos ser su familia, sus discípulos y amigos.
Queremos escuchar su mensaje completo, sin recortes,
conocerle mejor y aprender de él a amar y servir a los demás.
Es lo que Jesús nos pidió en su cena de despedida,
que le imitáramos en la entrega por el bien de la humanidad,
y que le recordáramos en ese gesto de partirse y darse a todos.
El mismo Jesús, la noche en que iban a entregarlo, cogió un pan,
te dio gracias, lo partió y dijo:
«Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros;
haced lo mismo en memoria mía».
Después de cenar, hizo igual con la copa, diciendo:
«Esta copa es la nueva alianza sellada con mi sangre;
cada vez que bebáis, haced lo mismo en memoria mía».
Hemos recordado, Señor, Dios nuestro,
la vida comprometida de tu hijo Jesús que le llevó a la muerte en cruz,
pero también hemos proclamado que Tú le has acogido en tu Vida.
Necesitamos su motivación, su fuerza, toda la fuerza de tu espíritu,
porque queremos seguir sus pasos y somos débiles, inconstantes.
Nos solidarizamos con cuantos sufren dolor, hambre e injusticias.
Pero queremos hacer algo más, mucho más por el bien de todos ellos.
Nos alegramos, Señor, de que exista ya tanta gente de buen corazón
que dedican su vida a sanar heridas y a luchar por la justicia.
Danos a todos tus hijos, creyentes y no creyentes,
la conciencia y el valor necesarios para seguir adelante sin desmayo
en la construcción de un mundo más humano y feliz.
Recordamos ahora a quienes llevamos cada uno en nuestro corazón
agradeciéndote cuanto haces por ellos.
En nombre de Jesús, tu hijo, brindamos en tu honor
como queremos hacer con toda la humanidad, ahora y siempre.
AMÉN.
Rafael Calvo Beca
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PRINCIPIO
Aquí venimos, Padre, invitados a tu mesa, invitados a tu reino,
conscientes de nuestra mediocridad,
necesitados de tu Palabra y de tu Pan.
Gracias porque siempre nos comprendes, nos perdonas y nos invitas.
Por Jesús, tu Hijo, nuestro Señor.
OFRENDA
Tú nos invitas a tu Reino, y nosotros aceptamos.
Queremos comulgar con Jesús
y poner nuestra vida al servicio de todos.
Ponemos en tu mesa nuestra vida entera, como pan y como vino.
Haz tú que esta ofrenda nuestra sea verdadera y completa.
Por Jesús, tu Hijo, nuestro Señor.
DESPEDIDA
Gracias por la eucaristía, Padre.
Gracias porque nos alimentas,
gracias por el Espíritu que nos regalas.
Gracias, sobre todo, por Jesús, tu Hijo, nuestro Señor.
José Enrique Galarreta
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Y TÚ NOS DICES…
La familia por encima de todo,
nos dice el corazón;
y tú nos dices:
quien ama a su padre y madre,
a su marido o mujer,
a sus hijos...
más que a mí,
no es digno de mí.
La salud, el bienestar, la calidad de vida
por encima de todo, decimos;
y tú nos dices:
quien no carga con su cruz y me sigue,
no es digno de mí.
La paz, el equilibrio interior, la madurez,
la propia realización por encima de todo,
nos dicen los nuevos gurús;
y tú nos dices:
quien conserva su vida la pierde,
quien la pierde la encuentra nueva y llena.
El consumo, la riqueza, la abundancia,
la seguridad para el presente y para el futuro
por encima de todo, dice la propaganda;
y tú nos dices:
quien dé un vaso de agua a un pequeño
tendrá su recompensa.
El orden, la ausencia de conflicto,
el respeto al sistema y a las leyes
por encima de todo,
nos dice nuestro miedo;
y tú nos dices:
fuego he venido a traer a la tierra
y ¡cuánto anhelo que arda!
La ley de Dios, la tradición,
la obediencia, el respeto por encima de todo,
dicen muchos curas y obispos;
y tú nos dices:
sólo os prometí el Espíritu y hermanos
para que os sintierais libres
y nadie fuera más que nadie.
Gracias por tu novedad,
que provoca y rompe
tantos principios inquebrantables
de nuestra sociedad;
que cuestiona, clara y llanamente,
sin paños calientes,
tantas cosas de nuestra vida.
Florentino Ulibarri
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