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sábado, 17 de julio de 2010

Comentario bíblico y Pautas para la homilía: XVI Domingo del T.O. (Lc 10, 38-42) - Ciclo C


"Solo una cosa es necesaria"
Publicado por Dominicos.org

Introducción

San Lucas introduce esta escena doméstica al concluir la parábola del buen samaritano en el viaje a Jerusalén. En Betania, aldea ya cercana al templo de Jerusalén, Jesús encuentra la hospitalidad de Marta y María, las hermanas de Lázaro. Allí, al mismo tiempo que se reposaba de sus correrías, aquellas mujeres le escuchaban con atención sin descuidar la hospitalidad. En este ambiente amable Jesús no reprocha las atenciones que recibe ni tampoco pretende ensalzar a unos a costa de los otros. Bien sabe Jesús de nuestras necesidades terrenales, pues nos enseña a pedir a Dios el pan de cada día. Simplemente quiere enseñar a todos el verdadero valor de la Palabra de Dios. Quiere orientar nuestra mirada a lo único necesario. La propuesta de Jesús sobre las necesidades de la vida quiere centrarnos en lo esencial.


Comentario bíblico

Iª Lectura: Génesis (18,1-10): Abrahán, a la escucha de Dios

I.1. En la primera lectura nos encontramos con una de las estampas más evocadoras de los relatos en torno al padre del pueblo de Israel, Abrahán. Es un relato que tiene todas las connotaciones de leyenda sagrada, pero que expresa el misterio de la vida de este personaje que todo se lo jugó apoyado en la palabra de Dios, en su promesa de darle un tierra y una heredad. Tres personajes aparecen a lo lejos, que son como uno, porque es uno el que al final habla al Patriarca. Se pone en funcionamiento la sagrada ley de la hospitalidad en el Oriente, y muy especialmente en el desierto, aunque aquí nos encontremos en Mambré. Son varias las experiencias religiosas que Abrahán tiene en Mambré y que han sellado el nombre y el lugar como algo religioso.

I.2. La iconografía de la tradición cristiana ortodoxa ha visto aquí el misterio de la Trinidad, e incluso de la Eucaristía, ante los dones que ofrece Abrahán. Todo ello se ha reproducido en un bello Icono que es de los más conocidos del mundo. Efectivamente, se ha querido representar la visita del Señor para hacerle la promesa de que tendrá un verdadero heredero. El paso de Dios a nuestro lado, por nuestra vida, constantemente o en momentos puntuales, es una experiencia de la cuál han hablado grandes y pequeños personajes de la historia de la humanidad. Ése es el tema teológico de las lecturas de este domingo.



IIª Lectura: Colosenses (1,24-28): El misterio de Dios y su revelación

II.1. La segunda lectura pone de manifiesto que el misterio de Dios se ha revelado a los suyos, a la Iglesia, por medio de su ministro. Es Pablo, aunque no sea precisamente el autor de esta carta, el que se ha dedicado a contemplar ese misterio que es Cristo, para darlo a conocer a los hombres. No se trata, claro está, de una elección esotérica, reservada a algunos, sino que todo el que quiera conocer a Dios lo puede hacer por medio de Cristo. Pablo subraya con énfasis que este misterio se abre de par en par a todos los hombres y nadie está excluido.

II.2. El “misterio de Dios” se ha hecho presente en Cristo, y de alguna manera ha dejado ya de estar velado y de ser algo imposible para los hombres. Es verdad que sigue siendo misterio, pero está humanizado; está humanizado en Cristo y está humanizado en el servicio de proclamarlo a los hombres. Dios ¡misterio escondido! No es una esencia sin entrañas, al contrario es un “personaje” que se siente el verdadero Dios en la medida en que puede comunicarse y no guardarse para sí su bondad. Aquí se cumple aquello del «Bonum est difusivum sui» : El bien es de suyo difusivo. Para ello, Dios tiene a Cristo y al apóstol, para comunicarse.



Evangelio: Lucas (10,38-42): Saber elegir lo que Dios desea

III.1. El evangelio de Lucas nos presenta a Jesús, en su camino a Jerusalén, que hace una pausa en casa de Marta y María. Ya es sintomático que se nos describa esta escena en la que el Señor entra en casa de unas mujeres, lo que no podía ser bien visto en aquella sociedad judía. Pero el evangelista Lucas es el evangelista de la mujer y pone de manifiesto aquellos aspectos que deben ser tenidos en cuenta en la comunidad cristiana. Sin la cooperación de la mujer, el evangelio hubiera sido excluyente. El sentido de este episodio ha dado mucho que hablar, dependiendo del tipo de traducción que se adopte del original griego: “una sola cosa es necesaria”, o por el contrario “pocas cosas son necesarias”, dependiendo de los manuscritos. La primera opinión parece más coherente. Muchos pensaron que se trataba de defender la vida contemplativa respecto de la vida activa o apostólica. Esta es ya una vieja polémica que no tiene sentido, porque las dos cosas, los dos aspectos, son necesarios en la vida cristiana. La opción polémica entre la vida activa y la vida contemplativa sería empequeñecer el mensaje de hoy, porque debemos armonizar las dos dimensiones en nuestra vida cristiana.

III.2. Lo que Lucas subraya con énfasis es la actitud de escuchar a Jesús, al Maestro, quien tiene lo más importante que comunicar. No quería decir Jesús que “un solo plato basta”, como algunos han entendido, sino que María estaba eligiendo lo mejor en ese momento que él las visita. Este episodio, todavía hoy, nos sugiere la importancia de la escucha de la Palabra de Dios, del evangelio, como la posibilidad alternativa a tantas cosas como se dicen, se proponen y se hacen en este mundo. Jesús es la palabra profética, crítica, radical, que llega a lo más hondo del corazón, para iluminar y liberar. Ya es sintomático, como hemos apuntado antes, el detalle que Lucas quiera poner de manifiesto el sentido del discipulado cristiano de una mujer en aquél ambiente.

III.3. Tampoco se debería juzgar que Marta es desprestigiada, ¡ni mucho menos!, ¡está llevando a cabo un servicio!, pero tiene que saber elegir. Muchas veces, actitudes contemplativas pueden ocultar ciertos egoísmos o inactividad de servicio que otros deben hacer por nosotros. Porque Jesús, camino de Jerusalén, ha pasado por su lado y es posible que en su afán no supiera, como María, que tenía que dejar huella en su vida. María se siente auténtica discípula de Jesús y se pone a escuchar como la única cosa importante en ese momento. Y de eso se trata, de ese ahora en que Dios, el Señor, pasa a nuestra lado, por nuestra vida y tenemos que acostumbrarnos a elegir lo más importante: escucharle, acogerle en lo que tiene que decir, dejando otras cosas para otros momentos. Lucas, sin duda, privilegia a María como oyente de la palabra y eso, en este momento de subida a Jerusalén, es casi decisivo para el evangelista. Se quiere subrayar cómo debemos, a veces, sumergirnos en los planes de Dios. De eso es de lo hablaba Jesús camino de Jerusalén (según Lucas) y María lo elige como la mejor parte. Marta… no ha podido desengancharse… y ahora debiera haberlo hecho.



Fray Miguel de Burgos Núñez
Lector y Doctor en Teología. Licenciado en Sagrada Escritura




Pautas para la homilía

Dichosos los que oyen la Palabra de Dios

Tanto la primera lectura como el evangelio de hoy nos hablan de la visita de Dios y de la reacción de los visitados. Es importante la hospitalidad, pero lo decisivo es que Dios no pasa de largo ante sus hijos. El Señor paga así con creces la hospitalidad y acogida que le prestan. Jesús buscó por todos los medios -palabras y obras- remover los obstáculos que impiden el acceso a Dios. Su predicación del reinado de Dios es el señorío de Dios sobre nuestras vidas. No rechaza los programas humanos, pero advierte que en ellos y por ellos no excluyamos a Dios de nuestro mundo. Lo decisivo para interpretar sus enseñanzas es que todos tienen que escuchar la Palabra de Dios.

En el decurso de su predicación, el evangelio de san Lucas recoge el momento en el que Auna mujer alzó la voz de entre la gente, y dijo, dirigiéndose a Jesús: (Dichoso el seno que te llevó y los pechos que te criaron! (Lc 11, 27). Pero a la bendición proclamada por aquella mujer respecto a su madre según la carne, Jesús responde de manera significativa: Dichosos más bien los que oyen la Palabra de Dios y la cumplen (Lc 11, 28). Jesús no niega ni rechaza la maternidad entendida sólo como un vínculo de la carne, sino que quiere orientarla hacia aquel misterioso vínculo del espíritu, que se forma en la escucha y en la observancia de la palabra de Dios. Porque el elogio pronunciado por Jesús no se contrapone al formulado por la mujer desconocida, sino que viene a coincidir con ella en la persona de su Madre. Jesús no niega el valor de la que ha sido su madre según la carne ni se aleja de ella, sino que quiere abrir a todos el reino de Dios. Con estas palabras Jesús elevaba el Reino de Dios sobre los motivos y vínculos de la carne y de la sangre. Ahí está la pista de lo Aúnico necesario.

La contemplación

En nuestra vida nos planteamos, con frecuencia, la práctica religiosa como una alternativa entre la vida contemplativa de María y la activa de Marta. Muchas veces hemos aplicado este texto en favor de la vida religiosa contemplativa. Pero al poner la contemplación en la cúspide de la vida cristiana en general, hay que aclarar su significado. No es olvido ni menosprecio de la atención a las cosas ordinarias de la vida. El evangelio no plantea así la cuestión. No vale ver en la enseñanza de Jesús un olvido de nuestras necesidades terrenales, pues nos enseña a pedir a Dios el pan de cada día. Lo que indica es que es necesario orar y escuchar la Palabra de Dios para que el servicio a los demás sea efectivo y continuado. En la vida hay momentos muy diversos que no se deben contraponer, pues tanto quien contempla con respeto y como quien se afana en recibir bien están diciendo que la oración y acción deben ir juntas. Pero siempre será importante preguntarnos sobre el puesto de la Palabra de Dios en nuestras vidas. Jesús lo tenía bastante claro y así se lo hace saber a Marta.

Los momentos contemplativos desempeñan un papel importante en el discernimiento de la historia humana y así fecundan el ministerio apostólico. El misterio de la salvación no se inventa, se nos revela y se nos ofrece como gracia. La perspectiva del contemplativo es situarse en el plan salvífico de Dios para comprender esa historia humana que se debate entre la libertad de la gracia como sumisión a Dios y la esclavitud de la arrogancia humana. La contemplación invita a buscar a Dios y, sin olvidarse de las cosas de abajo, a buscar al hombre. Por eso no hay contemplación de espaldas a las necesidades de los hombres. Pero tampoco hablamos de las cosas que interesan a los hombres, si olvidamos a Dios. El evangelio es la invitación a unir ambas realidades. El maestro de la espiritualidad monástica Evagrio Póntico decía: El monje es aquel que se ha separado de todos y está unido a todos. Elegir a Dios es valorar profundamente todas las realidades de este mundo, nunca menospreciarlas.

La verdadera sabiduría de la vida

El don de Dios no es esto o aquello, sino Dios mismo. Por eso, ante las cosas de Dios hay que ponerse en actitud de escucha. Este es el don de todos los dones, lo único necesario. Son muchas las faenas y ruidos que interfieren en nuestra vida. Para ir al fondo de las cosas, para distinguir lo esencial de lo accidental, lo necesario de lo inútil, lo absoluto de lo relativo es preciso ejercitarse en el silencio de la contemplación. Es el significado de la escena evangélica de Marta y María. Jesús nos lo dejó bien claro en su original discurso sobre la providencia de Dios: Buscad primero su Reino y su justicia, y todas esas cosas se os darán por añadidura (Mt 6, 31-33).

Necesitamos la sabiduría de lo único necesario para que nos ayude a ir más allá de la inmediata presión de la vida; que ayude a reconocer los límites básicos de la condición humana y capacite para aceptarlos; que enseñe una verdad tan simple como que no sólo existe el mañana sino también el pasado mañana y, por fin, que la distinción que hay entre el éxito y el fracaso es muy incierta. Porque a la luz de la Palabra de Dios: los últimos serán primeros y los primeros, últimos (Mt. 20, 16. Estas palabras debían sonar muy bien a gente perseguida, marginada, acosada, es decir los que están en el puesto de los que nadie se fija en ellos. La sabiduría de lo único necesario nos descubre que la verdadera esperanza no es sólo la que surge de los momentos de euforia, sino sobre todo la que surge de los abismos del dolor.


Fray Gregorio Celada Luengo
Convento de San Esteban (Salamanca)

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