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sábado, 24 de julio de 2010

El Padrenuestro y sus formas


PADRE NUESTRO

Por Leonardo Biolatto

Este domingo es el Decimoséptimo Domingo del Tiempo Ordinario del Ciclo C según la liturgia católica, y el Evangelio elegido para ese día es Lc. 11, 1-13, el cual contiene el Padrenuestro. Como ya sabemos, hay dos versiones de esta oración: la versión lucana contenida en Lc. 11, 2-4 y la versión mateana de Mt. 6, 9-13. La segunda es más larga y, por esa razón (y otras) se la considera menos cercana a la original salida de labios de Jesús. La versión de Lucas (leída este domingo) conservaría mejor los primerísimos dichos del Maestro (aunque varios estudiosos creen que Mateo conserva mejor las expresiones).

Lo interesante del Padrenuestro es atravesar las distintas traducciones bíblicas para comprender más y mejor la oración. La Biblia Reina Valera conserva en Lucas la misma versión que en Mateo (con las frases así en la tierra como en el cielo y líbranos del mal), lo cual atenta contra la crítica literaria que ha establecido, con pruebas suficientes, que ambas versiones son diferentes. La Nueva Versión Internacional (NVI), en cambio, sí respeta las diferencias textuales, y dice:

Padre,

santificado sea tu nombre.

Venga tu reino.

Danos cada día nuestro pan cotidiano.

Perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todos los que nos ofenden.

Y no nos metas en tentación

La versión de la Nueva Biblia de Jerusalén es:

Padre,

santificado sea tu Nombre,

venga tu Reino,

danos cada día nuestro pan cotidiano,

y perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe,

y no nos dejes caer en tentación.

Las dos grandes diferencias con la NVI es que no se habla de perdonar a los que nos ofenden, sino de los que nos deben, más en términos económicos, y quizás más en concordancia con la teología neotestamentaria, ya que el único que puede perdonar los pecados es Dios mismo, no el ser humano; la acción concreta del hombre es perdonar las deudas, o sea, lo que ata/esclaviza al otro respecto de mí, lo que no lo deja ser libre. La segunda diferencia con la NVI es que se matiza la expresión no nos metas en tentación por no nos dejes caer, quitando a Dios el carácter de empujar al ser humano hacia la prueba.

Ahora bien, si nos atenemos al texto griego, una posible traducción sería la siguiente:

Padre,

sea santificado el nombre tuyo,

venga el reino tuyo.

El pan nuestro correspondiente a cada día, dánoslo a nosotros cada día.

Y deja ir nuestros pecados también, porque estamos dejando ir a todo el que nos debe a nosotros.

Y no nos lleves hacia dentro de la puesta a prueba.

Pero si queremos llegar al sentido hermenéutico de cada frase, sugeriría estas tres traducciones siguientes. Cada una, a su manera, son intentos de hacer más inteligible aquella oración que repetimos a diario, casi mecánicamente:

Padre,

hazte reconocer como Dios,

haz que venga tu reino.

Danos el pan que necesitamos cada día,

perdónanos nuestros pecados, ya que nosotros también perdonamos a todos los que faltan contra nosotros,

y no nos expongas a la tentación.

(Augustin George)

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Padre,

que todos reconozcan que tú eres el verdadero Dios.

Ven y sé nuestro único rey.

Danos la comida que hoy necesitamos.

Perdona nuestros pecados, como también nosotros perdonamos a todos los que nos hacen mal.

Y cuando vengan las pruebas, no permitas que ellas nos aparten de ti.

(La Biblia en Lenguaje Sencillo)

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¡Padre!

Que los hermanos te reconozcamos como Padre nuestro.

Manifiéstate como Tú eres.

Que nadie pasemos hambre.

Perdónanos.

Que no caigamos en la tentación de vivir la vida sin contar contigo.

Y, sobre todo, infunde en nosotros el espíritu que tú tienes.

(Alberto Benito)

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