Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 12, 14-21
Los fariseos se confabularon para buscar la forma de acabar con Jesús.
Al enterarse de esto, Jesús se alejó de allí. Grandes multitudes lo siguieron, y los sanó a todos. Pero Él les ordenó severamente que no lo dieran a conocer, para que se cumpliera lo anunciado por el profeta Isaías:
"Éste es mi servidor, a quien elegí,
mi muy querido, en quien tengo puesta mi predilección.
Derramaré mi Espíritu sobre Él
y anunciará la justicia a las naciones.
No discutirá ni gritará,
y nadie oirá su voz en las plazas.
No quebrará la caña doblada
y no apagará la mecha humeante,
hasta que haga triunfar la justicia;
y las naciones, pondrán la esperanza en su Nombre".
La postura de Jesús frente a precepto del sábado le acarrea persecución: “los fariseos… se confabularon contra él para ver cómo eliminarle” (12,14).
Pero la persecución no calla la voz del profeta. Jesús aplica lo mismo que ya había enseñado en el manual de la misión (“cuando os persigan en una ciudad huid a otra”, 10,23), de ahí que “se retiró de allí” (12,15ª). Jesús no ofrece resistencia a la hostilidad de los fariseos, en coherencia con el anuncio de las bienaventuranzas (ver 5,4.9.39), ni le devuelve mal al mal sino que sigue adelante con su misión (ver 10,26-27) con firmeza –así su misma vida esté en juego-. Entonces las consecuencias se ven: “le siguieron muchos y los curó a todos” (12,15b).
Los vv.16-21 nos colocan frente al primer gran cántico del “Siervo Sufriente de Yahveh” proclamado por Isaías 42,1-4; se escucha la voz del cántico en el cual el “Siervo” toma conciencia de su vocación.
Sobre este trasfondo bíblico el evangelista Mateo interpreta el sentido de la misión de Jesús, el porqué y para qué de ella, así como el estilo particular caracterizado por la misericordia. Meditando este pasaje al tiempo que se colocan al frente las eventualidades del ministerio de Jesús, los discípulos van comprendiendo a fondo la verdadera identidad de Jesús y lo que va implicar para ellos el seguimiento.
El Jesús que conocemos como “Señor del Sábado” y “Mayor que el Templo” es también un “Siervo” humilde de los propósitos salvíficos de Dios por el camino del sufrimiento. Su misterio irá saliendo a la luz en la medida en que avance el relato evangélico. Por eso el aprendizaje de la identidad de Jesús será lento y prudente. Si Jesús “les mandó enérgicamente que no le descubrieran” es porque no bastan los milagros para sacar conclusiones inmediatas sobre quién es el Maestro, se necesita la escucha de la palabra de Dios a la cuál Él le está dando cumplimiento (“Para que se cumpliera el oráculo del profeta”, 12,17; ver 5,17).
A lo largo del evangelio, Mateo cita repetidas veces los cánticos del “Siervo Sufriente”: en el bautismo (3,17; ver Isaías 42,1), en la pausa después de los primeros milagros (8,17; ver Isaías 53,4), en la transfiguración (17,5; ver Isaías 42,1). Pero en precisamente en este pasaje donde aparece la cita más extensa (12,18-21; ver Isaías 42,1-4).
Jesús, quien asume sobre sí mismo las “fatigas” y “sobrecargas” de la gente, quien es “manso y humilde corazón” (11,28-29), es el “Siervo” que reúne todas esas características: (1) “Elegido”, (2) “Amado”, (3) “Complacencia” del Padre, (4) Ungido por el “Espíritu”, (5) Proclamador de la “justicia” de Dios a todas las naciones (ver 12,18).
Pero lo que más sorprende es su estilo: la mansedumbre.
Jesús realiza su misión con la potencia militar. En estoy hay una gran diferencia con el Mesías que esperaban algunos judíos. Los discípulos entonces van descubriendo cómo Jesús marca la diferencia:
(1) No es amigo de peleas (“no disputará”);
(2) habla suavemente (“no gritará, ni oirá nadie en las plazas su voz”);
(3) hace todo lo posible por no hacer daño a quien está convaleciente (“la caña cascada no la quebrará”);
(4) respeta los signos pequeños de vitalidad (“ni apagará la mecha humeante”).
La misión de Jesús, a pesar del escándalo de los fariseos, proviene de Dios. Su estilo misionero había sido profetizado por Isaías. No queda ahora sino seguir leyendo el cumplimiento de la Palabra en cada una de sus acciones, guiados por las claves que el profeta nos dio.
1. ¿Qué hace Jesús cuando lo amenazan de muerte?
2. ¿De procede la figura del “Siervo Sufriente de Yahveh”? ¿Qué lo caracteriza?
3. ¿Qué nuevo conocimiento del misterio de Jesús nos aporta el pasaje de hoy? ¿Qué implicaciones tiene para todo “cristiano”, es decir, “ungido” en Cristo?
"No hay que menester alas para ir a buscar a Dios,
sino ponerse en soledad y mirarle dentro de sí"
(Santa Teresa de Jesús)
P. Fidel Oñoro, cjm
Centro Bíblico del CELAM
Al enterarse de esto, Jesús se alejó de allí. Grandes multitudes lo siguieron, y los sanó a todos. Pero Él les ordenó severamente que no lo dieran a conocer, para que se cumpliera lo anunciado por el profeta Isaías:
"Éste es mi servidor, a quien elegí,
mi muy querido, en quien tengo puesta mi predilección.
Derramaré mi Espíritu sobre Él
y anunciará la justicia a las naciones.
No discutirá ni gritará,
y nadie oirá su voz en las plazas.
No quebrará la caña doblada
y no apagará la mecha humeante,
hasta que haga triunfar la justicia;
y las naciones, pondrán la esperanza en su Nombre".
Compartiendo la Palabra
Por CELAM - CEBIPAL
“Mirad a mi Siervo, mi predilecto”
Por CELAM - CEBIPAL
“Mirad a mi Siervo, mi predilecto”
La postura de Jesús frente a precepto del sábado le acarrea persecución: “los fariseos… se confabularon contra él para ver cómo eliminarle” (12,14).
Pero la persecución no calla la voz del profeta. Jesús aplica lo mismo que ya había enseñado en el manual de la misión (“cuando os persigan en una ciudad huid a otra”, 10,23), de ahí que “se retiró de allí” (12,15ª). Jesús no ofrece resistencia a la hostilidad de los fariseos, en coherencia con el anuncio de las bienaventuranzas (ver 5,4.9.39), ni le devuelve mal al mal sino que sigue adelante con su misión (ver 10,26-27) con firmeza –así su misma vida esté en juego-. Entonces las consecuencias se ven: “le siguieron muchos y los curó a todos” (12,15b).
Los vv.16-21 nos colocan frente al primer gran cántico del “Siervo Sufriente de Yahveh” proclamado por Isaías 42,1-4; se escucha la voz del cántico en el cual el “Siervo” toma conciencia de su vocación.
Sobre este trasfondo bíblico el evangelista Mateo interpreta el sentido de la misión de Jesús, el porqué y para qué de ella, así como el estilo particular caracterizado por la misericordia. Meditando este pasaje al tiempo que se colocan al frente las eventualidades del ministerio de Jesús, los discípulos van comprendiendo a fondo la verdadera identidad de Jesús y lo que va implicar para ellos el seguimiento.
El Jesús que conocemos como “Señor del Sábado” y “Mayor que el Templo” es también un “Siervo” humilde de los propósitos salvíficos de Dios por el camino del sufrimiento. Su misterio irá saliendo a la luz en la medida en que avance el relato evangélico. Por eso el aprendizaje de la identidad de Jesús será lento y prudente. Si Jesús “les mandó enérgicamente que no le descubrieran” es porque no bastan los milagros para sacar conclusiones inmediatas sobre quién es el Maestro, se necesita la escucha de la palabra de Dios a la cuál Él le está dando cumplimiento (“Para que se cumpliera el oráculo del profeta”, 12,17; ver 5,17).
A lo largo del evangelio, Mateo cita repetidas veces los cánticos del “Siervo Sufriente”: en el bautismo (3,17; ver Isaías 42,1), en la pausa después de los primeros milagros (8,17; ver Isaías 53,4), en la transfiguración (17,5; ver Isaías 42,1). Pero en precisamente en este pasaje donde aparece la cita más extensa (12,18-21; ver Isaías 42,1-4).
Jesús, quien asume sobre sí mismo las “fatigas” y “sobrecargas” de la gente, quien es “manso y humilde corazón” (11,28-29), es el “Siervo” que reúne todas esas características: (1) “Elegido”, (2) “Amado”, (3) “Complacencia” del Padre, (4) Ungido por el “Espíritu”, (5) Proclamador de la “justicia” de Dios a todas las naciones (ver 12,18).
Pero lo que más sorprende es su estilo: la mansedumbre.
Jesús realiza su misión con la potencia militar. En estoy hay una gran diferencia con el Mesías que esperaban algunos judíos. Los discípulos entonces van descubriendo cómo Jesús marca la diferencia:
(1) No es amigo de peleas (“no disputará”);
(2) habla suavemente (“no gritará, ni oirá nadie en las plazas su voz”);
(3) hace todo lo posible por no hacer daño a quien está convaleciente (“la caña cascada no la quebrará”);
(4) respeta los signos pequeños de vitalidad (“ni apagará la mecha humeante”).
La misión de Jesús, a pesar del escándalo de los fariseos, proviene de Dios. Su estilo misionero había sido profetizado por Isaías. No queda ahora sino seguir leyendo el cumplimiento de la Palabra en cada una de sus acciones, guiados por las claves que el profeta nos dio.
Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón
1. ¿Qué hace Jesús cuando lo amenazan de muerte?
2. ¿De procede la figura del “Siervo Sufriente de Yahveh”? ¿Qué lo caracteriza?
3. ¿Qué nuevo conocimiento del misterio de Jesús nos aporta el pasaje de hoy? ¿Qué implicaciones tiene para todo “cristiano”, es decir, “ungido” en Cristo?
"No hay que menester alas para ir a buscar a Dios,
sino ponerse en soledad y mirarle dentro de sí"
(Santa Teresa de Jesús)
P. Fidel Oñoro, cjm
Centro Bíblico del CELAM
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