Publicado por X. Pikaza
Se vienen repitiendo con frecuencia este blog dos dichos de Jesús que oponerse y que pueden fundar dos eclesiologías distintas:
a) Hay un dicho que puede fundar una eclesiología abierta, es decir, un cristianismo universal: “El que no está contra nosotros está a favor nuestro» (Mc 9, 40; Lc 9, 10). Según eso, lo que importa no es la confesión explícita de Jesús (ni estar con él, ni ser de su Iglesia), sino actuar como él, hacer sus buenas obras. En esa línea, todos los que actúan a favor de los demás (los que buscan el bien de los pobres) forman la comunidad extensa de Jesús, sean o no cristianos (pues en el fondo están a favor de Jesús, es decir, están a fafor de los demás). Más que la identidad eclesial (el triunfo de la Iglesia) importa la ayuda a los desfavorecidos y excluídos.
Ciertamente, en esta línea (que es la de Marcoa), la Iglesia vale mucho y tiene un función, pero sólo en la medida en que es como la "punto de lanza" (o cabeza de iceberg) de un movimiento más amplio de humanidad, de servicio mutuo y de libertad universal. Según eso, todos los que hacen el bien se salvan, están con la Iglesia verdadera de Jesús, son sus amigos. Lo que importa no es la Iglesia en sí, ni la práctica de los sacramentos, ni la confesión del credo, sino la liberación de los oprimidos, la justicia y la fraternidad universal.
b) Hay otro dicho que parece apoyar una eclesiología cerrada: “Quien no esté conmigo, está en contra de mí” (Lc 11, 23; Mt 12, 30). Según eso, lo que importaría (más que hacer las obras de Jesús) es “estar con él”, formando parte de su iglesia, confesando su misma fe. En esa línea, da la impresión de que todos aquellos que “no están con Jesús” (que no forman parte de su iglesia) se pierden y condenan (es decir, desparraman el agua de Dios).
Conforme a esta visión, lo que importa es ser cristiano, más que ser "humano"; la Plaza de San Pedro (con los reunidos en torno al Vaticano) resulta más importante que la Plaza de la Humanidad. De un modo o de otro, los que no forman parte de la Iglesia se condenan, los que no confiesan a Jesús como Hijo de Dios pueden y deben caer en manos de inquisiones y condenas de diverso tipo (simbólicamente)
Estamos, pues, ante dos posible "eclesiologías", que responden a dos visiones del evangelio..., de manera que es posible (y frecuente) un tipo de lucha entre partidarios de una y de otra. Quien haya seguido este blog podrá encontrar que la "guerra" entre las dos eclesiologías resulta muy frecuente:
a) Unos dicen "quien no esté contra Jesús...", y buscan ante todo la libertad y la justicia humana. "Menos misas y más humanidad", parecen decir. Menos influjo del clero, menos cardenales, y más solidaridad; eso es, según ellos, el cristianismo.
b) Otros dicen "quien no está con Jesús...", y por eso quieren que todos vayan a misa y confiesan el credo entero, y cumplan los mandamientos de la Iglesia, los "graviosa delicta"... Da la impresión de que para ellos la humanidad está al servicio de la iglesia.
Ciertamente, ésta es una caricatura, pero que responde a la realidad. Podemos terminar hablando de dos evangelios, de dos iglesias... Por eso he pensado que es bueno examinar el fundamento bíblico de esas dos tendencias y así lo haré en lo que sigue, con rigor, como el tema merece, con un estudio intenso y peciso de evangelio. Quien quiera saber sobre el fundamento del tema vaya al evangelio y lea. Mi trabajo puede servirle de ayuda.
1) Impezaré presentando el texto en la versión de Marcos: "Quien no esté contra nosotros...". Estudiaré el contexto de esa palabra de Jesús, y los riesgos de una Iglesia Zebedea.
2) Presentaré luego la versiòn del Q (que aparece en Lucas y Mateo): "Quien no esté conmigo...". Pondré de relieve el contexto en que se sitúa esa "frase" de Jesús (en la que Jesús aparece como defensor de todos los oprimidos y expulsados de la sociedad", de manera que "no estar con Jesús", en este contexto, es no estar con los "amigos" de Jesús (que son los locos, pobres y excluídos de la sociedad y de la vida).
Además de estas dos "eclesiologías" hay otras que podrán ir saliendo en los comentarios. Pero éstas son las más significtivas. He puesto dos imágenes que pueden iluminar el tema, hoy, día de Santiago: Caminar por un túnel, a solas... o caminar bajo el cielo abierto, acogiendo a los que vienen. Dedico este post a mi amigo Fernando, que es un maestro de este blog. Con él he traado varias veces sobre el tema. Él es quien más sabe de esto a muchas leguas de su tierra.
Buen domingo y día de Santiago a todos, con el evangelio, que en el fondo, sólo acepta y promuve una Eclelsiología Abierta, al servicio de la humanidad .
Empiezo pues con Marcos: Iglesia zebedea
Recordemos la escena. Juan Zabedeo (quien ayer aparecía queriendo obtener con su hermano Jacobo el control sobre la iglesia: Mc 10, 35-40) ha corregido violentamente a un “exorcista no comunitario”, que apela a Jesús para hacer obras buenas, aunque no forma parte de su grupo, es decir, de su “iglesia zebedea”. Jesús le corrige (a él y a su grupo, es decir, a los Doce), diciendo
No se lo impidáis, porque nadie que realice en mi Nombre un “milagro” (un gesto de poder liberador) podrá hablar luego mal de. 40 Pues el que no está contra nosotros está a favor nuestro (Mc 9, 39-40).
Jesús no ha creado un grupo de control religioso, ni quiere el triunfo de "su" iglesia en cuanto tal, en clave de poder, sino que es profeta de una gracia abierta a todos, no rabino de escuela cerrada, ni nombre sagrado de un grupo de iniciados que desean adquirir notoriedad con gestos milagrosos. Precisamente para defender sus exorcismos, él ha rechazado a familiares y escribas (Mc 3, 20-35), condenando a Roca como Satanás eclesial, cuando intentaba oponerse a su camino de entrega (8, 33). Ahora, para ratificar el carácter universal de los exorcismos, debe condenar el deseo de imposición de Juan y de aquellos que quieren adueñarse de su nombre y tarea, para controlar de esa manera a los demás.
Estamos ante el primer riesgo de imposición eclesial: los cristianos zebedeos han empezado a emplear la violencia, para introducir en su grupo a los demás o acallarles, en nombre de Jesús. Pues bien, en virtud de la misma dinámica evangélica, Jesús se lo ha impedido, diciendo que su iglesia no es monopolio algunos, sino grupo de gratuidad, no exclusivo (no celoso ni envidioso), al servicio de los exorcismos. El exorcismo es un "sacramento" difícilmente controlable en clave de institución, tanto en plano judío (3,21-30), como en plano eclesial (9, 38-40), de manera que puede aparecer y aparece como amenaza para quienes quieren crear un grupo de "control" (sean judíos, paganos o cristianos)
La respuesta de Jesús. Quien no esté en contra está a favor nuestro
--a: Principio general: ¡No se lo impidáis! (9, 39a). Jesús rechaza así a los que han querido impedir por ley la actuación del “exorcista” ajeno. De esa forma eleva su programa de Reino por encima del control zebedeo y abre un camino de evangelio (iglesia) fuera de la cerca que quieren imponerle. Ciertamente, este Jesús de Marcos acepta “críticamente” a la iglesia de Juan (y de Roca), que debe reiniciar su camino en Galilea (cf. 16, 7-8); pero le pide que no cierre su evangelio, que acepte como cristianos (seguidores de Jesús) a otros exorcistas y grupos mesiánicos. Resultaría fascinante identificar a esos cristianos no zebedeos (y tampoco marcanos, pues parece que Marcos no se identifica con ellos), aunque quiere que tengan libertad para apelar al nombre de Jesús al realizar sus exorcismos. Me inclinaría a pensar que están en la línea de la comunidad Q, no integrada en el grupo de Marcos, pero tampoco rechazada por él .
--Razón 1ª: Pues nadie que haga en mi Nombre un acto de poder (un milagro)... (9, 39b). El Nombre de Jesús (su mensaje fundante) es mayor que la iglesia. Por eso es bueno que ese Nombre se extienda y actúa, que ayude a los hombres a curarse y vivir, de un modo poderoso. No es Jesús quien se pone al servicio de la iglesia sino al contrario: la iglesia ha de ponerse al servicio del Nombre de Jesús, es decir, de su acción liberadora. En ese sentido podríamos decir que la acción (exorcismo en Nombre de Jesús) precede a la palabra. Quien actúa de esa forma, apelando a Jesús y realizando en su Nombre un acto poderoso (es decir, liberador), no podrá después rechazarle o condenarle. Sobre las obras de Jesús (sobre su acción liberadora) y no sobre palabras de identidad y poder grupal se decide evangelio. Confesar a Jesús significa seguir realizando su acción al servicio de los oprimidos
--Razón 2ª: Pues quien no esté contra nosotros estará a favor nuestro (hyper êmôn) (9, 40). Jesús acaba de aceptar la obra del exorcista “no comunitario”, pero después, de forma sorprendente, se vincula a la comunidad o grupo de Juan (es decir, a los que se han opuesto al exorcista ajeno), integrándose con ellos, diciendo “quien no está contra nosotros”. Él está, según eso, en ambos lados: con el exorcista no comunitario (a quien defiende) y con la iglesia zebedea (de Juan), con la que se identifica, diciendo “nosotros”. Este descentramiento (está con el de fuera) y recentramiento (está con los zebedeos) de Jesús forma un elemento esencial del evangelio, que rompe fronteras, sin negar la identidad interna del grupo al que corrige, para que sea capaz de aceptar a los de fuera.
En este contexto se entienden las dos palabras clave del dicho.
(a) Quien no esté “contra nosotros” (kath’êmôn): el exorcista “no comunitario” no va “contra” los cristianos, no les impide ser, no quiere destruirles, sino que hace una obra “como la de Jesús” (de iluminación, de liberación, apelando incluso a su nombre), pero sin formar parte de su grupo.
(b) Está “a favor nuestro” (hyper êmôn). Jesús no dice que el exorcista no comunitario esté “con” él o con la iglesia (con met’, como en 1, 36 o 3, 14), sino algo mucho más interesante: está a favor (hyper) nuestro, es decir, a favor de lo que hacemos (de la liberación de los oprimidos). En este contexto debemos recordar que, según la tradición eucarística, en la que culmina el evangelio de Marcos, Jesús se define como aquel que derrama su sangre, su vida, hyper pollôn, “a favor” de muchos, es decir, de todos (14, 24).
Tradición Q (Quien no está conmigo…), Marcos, Lucas y Mateo
La experiencia de fondo de este “dicho” ha sido discutida en la Iglesia antigua, pues en la tradición Q aparece de forma distinta o invertida: “quien no esté conmigo, está en contra de mí” (Lc 11, 23; Mt 12, 30). Todo nos permite suponer que en la Iglesia han surgido disputas sobre la propia identidad (quién es quién) y sobre la forma de controlar el “poder” que se vincula a la experiencia de Jesús. Éste ha debido ser uno de los problemas básicos de las comunidades, que han debido fijar de alguna forma los límites de su identidad. En este contexto se puede hablar de dos o quizá mejor de tres perspectivas, que a primera vista se oponen, aunque pueden completarse, siempre que se tenga en cuenta el contexto en el que surgen (vinculado siempre con los exorcismos, es decir, con la obra liberadora de Jesús y de su grupo).
La tradición del Q ha situado este dicho en el contexto de la disputa de Jesús con los fariseos
(o con algunos judíos) que le acusan de estar aliado con Belcebú, es decir, de actuar como delegado de Satanás, expulsando a unos “pobres” demonios (curando a unos pocos endemoniados, de segunda categoría) para someter mejor a todos, destruyendo de esa forma al pueblo entero (es decir, a los hombres y mujeres que se juzgan de primera categoría). En este contexto sitúa Marcos el pecado contra el Espíritu Santo, como aparece en 3, 28. Pues bien, en este mismo contexto de disputa sobre Belcebú incluyen Lucas y Mateo el dicho del Q, donde se dice “quien no está conmigo está contra mí, quien no recoge conmigo desparrama”.
Éste es un dicho polémico, donde Jesús se defiende de aquellos que acusan de ser un agente diabólico. En esta precisa situación, “no estar con Jesús” significa estar en contra de su proyecto de liberación, estar en contra de su movimiento de ayuda a los pobres y excluidos. Éste es un dicho “polémico”, que sólo puede entenderse en ese trasfondo concreto, en el que Jesús identifica su suerte con la suerte de los posesos y excluidos: No estar con Jesús es oponerse a su obre liberadora. Por eso, sacado de su contexto, y tomado en absoluto, identificando a Jesús con un “sistema religioso”, centrado en sí mismo (en su autoconservación o en su poder) este dicho (quien no está conmigo está en contra de mí) puede tomarse como punto de partida de una actitud intolerante y cerrada, convirtiendo el movimiento de Jesús en una secta. Los mayores dictadores y fanáticos de la historia han dicho “quien no está conmigo está contra mí”. Allí donde una determinada Iglesia ha dicho algo como esto se ha pervertido a sí misma.
Por su parte, Marcos
ha situado también este dicho (en su forma invertida: “quien no está contra nosotros está con nosotros…”) en un contexto de disputa sobre los exorcismos. Pero esa disputa no va en contra de los fariseos (que acusan a Jesús de endemoniado por su acción liberadora, como en el Q), sino en contra de unos discípulos (Juan, los zebedeos) que intentan monopolizar su movimiento. Desde ese fondo ha recreado ese dicho de un modo abierto, incluyendo en la comunidad “ampliada” de Jesús a los que no van directamente en contra de él y de su movimiento liberador, sino que a su manera, e incluso en su nombre, ayudan también a los posesos y excluidos de la sociedad, a diferencia de los “escribas” legalistas de Mc 3, 22-30 y de la tradición Q (Lc 11, 23; Mt 12, 30) que no dejan que Jesús libere a los posesos.
De esa forma, el Jesús de Marcos se incluye en la iglesia zebedea (dice “nosotros”, refiriéndose a ella), pero no la entiende como instancia cerrada de poder o de control social, sino a modo de comunidad abierta a todos los que actúan en nombre de Jesús (aunque no se integren en su grupo “oficial”). Ese “nosotros” en que Jesús se vincula con los zebedeos incluye también a los “exorcistas” que apelan a Jesús, aunque no formen parte oficial de la iglesia. Frente a las luchas intracristianas por cuestión de exclusivas, privilegios y controles de ortodoxia jerarquizante (social), ha elevado aquí Jesús el principio de unificación suprema: lo que vincula a sus creyentes es la obra mesiánica de liberación que realizan, no algún tipo de poder de grupo.
Lucas.
Significativamente, incluye las dos formas del dicho: la forma abierta de Marcos (quien no está “contra” está “a favor” (también con hyper) de nosotros (Lc 9, 50), y la forma cerrada del Q (quien no está conmigo está contra mí: Lc 11, 23). Es evidente que, a su juicio, los dos “dichos” no se oponen, sino que se complementan, pues se sitúan en perspectivas distintas, en la línea que arriba he señalado.
Mateo.
Por el contrario, quizá para insistir en el tema de la identidad eclesial (en un tiempo de fuertes rupturas: hacia el 80-85 d.C), Mateo no ha introducido el dicho del “exorcista no comunitario” (en su forma “abierta”), sino sólo el tema de la disputa de los fariseos contra los exorcismos de Jesús, con la forma “cerrada” del dicho (Mt 12, 30). De todas formas, en otro contexto (Mt 25, 31-46) Mateo ha insistido en el valor mesiánico de todas las obras buenas que se hacen a favor de los necesitados (se hagan o no se hagan en nombre de Jesús, desde su grupo o desde fuera de su grupo).
Es evidente que las perspectivas no se oponen (no se contradicen), pero los matices en uno y otro caso son distintos. En este contexto debemos poner de relieve el carácter “abierto” de la versión de Marcos, que no quiere una iglesia de tipo “fariseo” (zebedeo) donde sólo algunos puedan tener el control de los exorcismos, desde la perspectiva del “poder” del grupo. A juicio de Marcos, la iglesia zebedea (con la que Jesús se identifica de un modo especial: “quien no está contra nosotros”…) puede correr el riesgo de volverse iglesia “farisea” en el mal sentido de la palabra, una iglesia que repite los errores de aquellos que han acusado a Jesús de estar endemoniado.
Conclusiòn.
Me he limitado a presentar los dos dichos, que unos y otros comentaristas de este blog se han lanzado unos a otros para defender sus posturas. Quizá lo que he dicho les ayude a entenderlos (y a entender la función de la Iglesia).
1) Sobre la identidad de la "iglesia" de Marcos, véase Pan, casa, palabra. La Iglesia en Marcos, Salamanca 1997, 217-309. Hay aportaciones valiosas en Ch. M.Tuckett, Q and the history of Early Christianity, Edinburgh 1996, 355-450); R. Bauckham, For Whom Were Gospels Written?, en Id. (ed.), The Gospels for All Christians: Rethinking the Gospel Audiences, Grand Rapids 1997, 9-49.
2) Marcos asume quizá el tema de fondo de un texto etiológico antiguo, de Eldad y Medad, ancianos de Israel, que reciben el Espíritu y profetizan, sin formar parte del grupo oficial de Moisés, indicando así la existencia de un verdadero judaísmo fuera del judaísmo oficial (cf. Núm 11, 16-17.24-29). También Mc 9, 38-41 parece etiológico: ha sido creado por la tradición pascual o por Marcos (quizá sobre un fondo histórico de Jesús) para romper el monopolio de los zebedeos y su grupo dentro de la Iglesia.
a) Hay un dicho que puede fundar una eclesiología abierta, es decir, un cristianismo universal: “El que no está contra nosotros está a favor nuestro» (Mc 9, 40; Lc 9, 10). Según eso, lo que importa no es la confesión explícita de Jesús (ni estar con él, ni ser de su Iglesia), sino actuar como él, hacer sus buenas obras. En esa línea, todos los que actúan a favor de los demás (los que buscan el bien de los pobres) forman la comunidad extensa de Jesús, sean o no cristianos (pues en el fondo están a favor de Jesús, es decir, están a fafor de los demás). Más que la identidad eclesial (el triunfo de la Iglesia) importa la ayuda a los desfavorecidos y excluídos.
Ciertamente, en esta línea (que es la de Marcoa), la Iglesia vale mucho y tiene un función, pero sólo en la medida en que es como la "punto de lanza" (o cabeza de iceberg) de un movimiento más amplio de humanidad, de servicio mutuo y de libertad universal. Según eso, todos los que hacen el bien se salvan, están con la Iglesia verdadera de Jesús, son sus amigos. Lo que importa no es la Iglesia en sí, ni la práctica de los sacramentos, ni la confesión del credo, sino la liberación de los oprimidos, la justicia y la fraternidad universal.
b) Hay otro dicho que parece apoyar una eclesiología cerrada: “Quien no esté conmigo, está en contra de mí” (Lc 11, 23; Mt 12, 30). Según eso, lo que importaría (más que hacer las obras de Jesús) es “estar con él”, formando parte de su iglesia, confesando su misma fe. En esa línea, da la impresión de que todos aquellos que “no están con Jesús” (que no forman parte de su iglesia) se pierden y condenan (es decir, desparraman el agua de Dios).
Conforme a esta visión, lo que importa es ser cristiano, más que ser "humano"; la Plaza de San Pedro (con los reunidos en torno al Vaticano) resulta más importante que la Plaza de la Humanidad. De un modo o de otro, los que no forman parte de la Iglesia se condenan, los que no confiesan a Jesús como Hijo de Dios pueden y deben caer en manos de inquisiones y condenas de diverso tipo (simbólicamente)
Estamos, pues, ante dos posible "eclesiologías", que responden a dos visiones del evangelio..., de manera que es posible (y frecuente) un tipo de lucha entre partidarios de una y de otra. Quien haya seguido este blog podrá encontrar que la "guerra" entre las dos eclesiologías resulta muy frecuente:
a) Unos dicen "quien no esté contra Jesús...", y buscan ante todo la libertad y la justicia humana. "Menos misas y más humanidad", parecen decir. Menos influjo del clero, menos cardenales, y más solidaridad; eso es, según ellos, el cristianismo.
b) Otros dicen "quien no está con Jesús...", y por eso quieren que todos vayan a misa y confiesan el credo entero, y cumplan los mandamientos de la Iglesia, los "graviosa delicta"... Da la impresión de que para ellos la humanidad está al servicio de la iglesia.
Ciertamente, ésta es una caricatura, pero que responde a la realidad. Podemos terminar hablando de dos evangelios, de dos iglesias... Por eso he pensado que es bueno examinar el fundamento bíblico de esas dos tendencias y así lo haré en lo que sigue, con rigor, como el tema merece, con un estudio intenso y peciso de evangelio. Quien quiera saber sobre el fundamento del tema vaya al evangelio y lea. Mi trabajo puede servirle de ayuda.
1) Impezaré presentando el texto en la versión de Marcos: "Quien no esté contra nosotros...". Estudiaré el contexto de esa palabra de Jesús, y los riesgos de una Iglesia Zebedea.
2) Presentaré luego la versiòn del Q (que aparece en Lucas y Mateo): "Quien no esté conmigo...". Pondré de relieve el contexto en que se sitúa esa "frase" de Jesús (en la que Jesús aparece como defensor de todos los oprimidos y expulsados de la sociedad", de manera que "no estar con Jesús", en este contexto, es no estar con los "amigos" de Jesús (que son los locos, pobres y excluídos de la sociedad y de la vida).
Además de estas dos "eclesiologías" hay otras que podrán ir saliendo en los comentarios. Pero éstas son las más significtivas. He puesto dos imágenes que pueden iluminar el tema, hoy, día de Santiago: Caminar por un túnel, a solas... o caminar bajo el cielo abierto, acogiendo a los que vienen. Dedico este post a mi amigo Fernando, que es un maestro de este blog. Con él he traado varias veces sobre el tema. Él es quien más sabe de esto a muchas leguas de su tierra.
Buen domingo y día de Santiago a todos, con el evangelio, que en el fondo, sólo acepta y promuve una Eclelsiología Abierta, al servicio de la humanidad .
Empiezo pues con Marcos: Iglesia zebedea
Recordemos la escena. Juan Zabedeo (quien ayer aparecía queriendo obtener con su hermano Jacobo el control sobre la iglesia: Mc 10, 35-40) ha corregido violentamente a un “exorcista no comunitario”, que apela a Jesús para hacer obras buenas, aunque no forma parte de su grupo, es decir, de su “iglesia zebedea”. Jesús le corrige (a él y a su grupo, es decir, a los Doce), diciendo
No se lo impidáis, porque nadie que realice en mi Nombre un “milagro” (un gesto de poder liberador) podrá hablar luego mal de. 40 Pues el que no está contra nosotros está a favor nuestro (Mc 9, 39-40).
Jesús no ha creado un grupo de control religioso, ni quiere el triunfo de "su" iglesia en cuanto tal, en clave de poder, sino que es profeta de una gracia abierta a todos, no rabino de escuela cerrada, ni nombre sagrado de un grupo de iniciados que desean adquirir notoriedad con gestos milagrosos. Precisamente para defender sus exorcismos, él ha rechazado a familiares y escribas (Mc 3, 20-35), condenando a Roca como Satanás eclesial, cuando intentaba oponerse a su camino de entrega (8, 33). Ahora, para ratificar el carácter universal de los exorcismos, debe condenar el deseo de imposición de Juan y de aquellos que quieren adueñarse de su nombre y tarea, para controlar de esa manera a los demás.
Estamos ante el primer riesgo de imposición eclesial: los cristianos zebedeos han empezado a emplear la violencia, para introducir en su grupo a los demás o acallarles, en nombre de Jesús. Pues bien, en virtud de la misma dinámica evangélica, Jesús se lo ha impedido, diciendo que su iglesia no es monopolio algunos, sino grupo de gratuidad, no exclusivo (no celoso ni envidioso), al servicio de los exorcismos. El exorcismo es un "sacramento" difícilmente controlable en clave de institución, tanto en plano judío (3,21-30), como en plano eclesial (9, 38-40), de manera que puede aparecer y aparece como amenaza para quienes quieren crear un grupo de "control" (sean judíos, paganos o cristianos)
La respuesta de Jesús. Quien no esté en contra está a favor nuestro
--a: Principio general: ¡No se lo impidáis! (9, 39a). Jesús rechaza así a los que han querido impedir por ley la actuación del “exorcista” ajeno. De esa forma eleva su programa de Reino por encima del control zebedeo y abre un camino de evangelio (iglesia) fuera de la cerca que quieren imponerle. Ciertamente, este Jesús de Marcos acepta “críticamente” a la iglesia de Juan (y de Roca), que debe reiniciar su camino en Galilea (cf. 16, 7-8); pero le pide que no cierre su evangelio, que acepte como cristianos (seguidores de Jesús) a otros exorcistas y grupos mesiánicos. Resultaría fascinante identificar a esos cristianos no zebedeos (y tampoco marcanos, pues parece que Marcos no se identifica con ellos), aunque quiere que tengan libertad para apelar al nombre de Jesús al realizar sus exorcismos. Me inclinaría a pensar que están en la línea de la comunidad Q, no integrada en el grupo de Marcos, pero tampoco rechazada por él .
--Razón 1ª: Pues nadie que haga en mi Nombre un acto de poder (un milagro)... (9, 39b). El Nombre de Jesús (su mensaje fundante) es mayor que la iglesia. Por eso es bueno que ese Nombre se extienda y actúa, que ayude a los hombres a curarse y vivir, de un modo poderoso. No es Jesús quien se pone al servicio de la iglesia sino al contrario: la iglesia ha de ponerse al servicio del Nombre de Jesús, es decir, de su acción liberadora. En ese sentido podríamos decir que la acción (exorcismo en Nombre de Jesús) precede a la palabra. Quien actúa de esa forma, apelando a Jesús y realizando en su Nombre un acto poderoso (es decir, liberador), no podrá después rechazarle o condenarle. Sobre las obras de Jesús (sobre su acción liberadora) y no sobre palabras de identidad y poder grupal se decide evangelio. Confesar a Jesús significa seguir realizando su acción al servicio de los oprimidos
--Razón 2ª: Pues quien no esté contra nosotros estará a favor nuestro (hyper êmôn) (9, 40). Jesús acaba de aceptar la obra del exorcista “no comunitario”, pero después, de forma sorprendente, se vincula a la comunidad o grupo de Juan (es decir, a los que se han opuesto al exorcista ajeno), integrándose con ellos, diciendo “quien no está contra nosotros”. Él está, según eso, en ambos lados: con el exorcista no comunitario (a quien defiende) y con la iglesia zebedea (de Juan), con la que se identifica, diciendo “nosotros”. Este descentramiento (está con el de fuera) y recentramiento (está con los zebedeos) de Jesús forma un elemento esencial del evangelio, que rompe fronteras, sin negar la identidad interna del grupo al que corrige, para que sea capaz de aceptar a los de fuera.
En este contexto se entienden las dos palabras clave del dicho.
(a) Quien no esté “contra nosotros” (kath’êmôn): el exorcista “no comunitario” no va “contra” los cristianos, no les impide ser, no quiere destruirles, sino que hace una obra “como la de Jesús” (de iluminación, de liberación, apelando incluso a su nombre), pero sin formar parte de su grupo.
(b) Está “a favor nuestro” (hyper êmôn). Jesús no dice que el exorcista no comunitario esté “con” él o con la iglesia (con met’, como en 1, 36 o 3, 14), sino algo mucho más interesante: está a favor (hyper) nuestro, es decir, a favor de lo que hacemos (de la liberación de los oprimidos). En este contexto debemos recordar que, según la tradición eucarística, en la que culmina el evangelio de Marcos, Jesús se define como aquel que derrama su sangre, su vida, hyper pollôn, “a favor” de muchos, es decir, de todos (14, 24).
Tradición Q (Quien no está conmigo…), Marcos, Lucas y Mateo
La experiencia de fondo de este “dicho” ha sido discutida en la Iglesia antigua, pues en la tradición Q aparece de forma distinta o invertida: “quien no esté conmigo, está en contra de mí” (Lc 11, 23; Mt 12, 30). Todo nos permite suponer que en la Iglesia han surgido disputas sobre la propia identidad (quién es quién) y sobre la forma de controlar el “poder” que se vincula a la experiencia de Jesús. Éste ha debido ser uno de los problemas básicos de las comunidades, que han debido fijar de alguna forma los límites de su identidad. En este contexto se puede hablar de dos o quizá mejor de tres perspectivas, que a primera vista se oponen, aunque pueden completarse, siempre que se tenga en cuenta el contexto en el que surgen (vinculado siempre con los exorcismos, es decir, con la obra liberadora de Jesús y de su grupo).
La tradición del Q ha situado este dicho en el contexto de la disputa de Jesús con los fariseos
(o con algunos judíos) que le acusan de estar aliado con Belcebú, es decir, de actuar como delegado de Satanás, expulsando a unos “pobres” demonios (curando a unos pocos endemoniados, de segunda categoría) para someter mejor a todos, destruyendo de esa forma al pueblo entero (es decir, a los hombres y mujeres que se juzgan de primera categoría). En este contexto sitúa Marcos el pecado contra el Espíritu Santo, como aparece en 3, 28. Pues bien, en este mismo contexto de disputa sobre Belcebú incluyen Lucas y Mateo el dicho del Q, donde se dice “quien no está conmigo está contra mí, quien no recoge conmigo desparrama”.
Éste es un dicho polémico, donde Jesús se defiende de aquellos que acusan de ser un agente diabólico. En esta precisa situación, “no estar con Jesús” significa estar en contra de su proyecto de liberación, estar en contra de su movimiento de ayuda a los pobres y excluidos. Éste es un dicho “polémico”, que sólo puede entenderse en ese trasfondo concreto, en el que Jesús identifica su suerte con la suerte de los posesos y excluidos: No estar con Jesús es oponerse a su obre liberadora. Por eso, sacado de su contexto, y tomado en absoluto, identificando a Jesús con un “sistema religioso”, centrado en sí mismo (en su autoconservación o en su poder) este dicho (quien no está conmigo está en contra de mí) puede tomarse como punto de partida de una actitud intolerante y cerrada, convirtiendo el movimiento de Jesús en una secta. Los mayores dictadores y fanáticos de la historia han dicho “quien no está conmigo está contra mí”. Allí donde una determinada Iglesia ha dicho algo como esto se ha pervertido a sí misma.
Por su parte, Marcos
ha situado también este dicho (en su forma invertida: “quien no está contra nosotros está con nosotros…”) en un contexto de disputa sobre los exorcismos. Pero esa disputa no va en contra de los fariseos (que acusan a Jesús de endemoniado por su acción liberadora, como en el Q), sino en contra de unos discípulos (Juan, los zebedeos) que intentan monopolizar su movimiento. Desde ese fondo ha recreado ese dicho de un modo abierto, incluyendo en la comunidad “ampliada” de Jesús a los que no van directamente en contra de él y de su movimiento liberador, sino que a su manera, e incluso en su nombre, ayudan también a los posesos y excluidos de la sociedad, a diferencia de los “escribas” legalistas de Mc 3, 22-30 y de la tradición Q (Lc 11, 23; Mt 12, 30) que no dejan que Jesús libere a los posesos.
De esa forma, el Jesús de Marcos se incluye en la iglesia zebedea (dice “nosotros”, refiriéndose a ella), pero no la entiende como instancia cerrada de poder o de control social, sino a modo de comunidad abierta a todos los que actúan en nombre de Jesús (aunque no se integren en su grupo “oficial”). Ese “nosotros” en que Jesús se vincula con los zebedeos incluye también a los “exorcistas” que apelan a Jesús, aunque no formen parte oficial de la iglesia. Frente a las luchas intracristianas por cuestión de exclusivas, privilegios y controles de ortodoxia jerarquizante (social), ha elevado aquí Jesús el principio de unificación suprema: lo que vincula a sus creyentes es la obra mesiánica de liberación que realizan, no algún tipo de poder de grupo.
Lucas.
Significativamente, incluye las dos formas del dicho: la forma abierta de Marcos (quien no está “contra” está “a favor” (también con hyper) de nosotros (Lc 9, 50), y la forma cerrada del Q (quien no está conmigo está contra mí: Lc 11, 23). Es evidente que, a su juicio, los dos “dichos” no se oponen, sino que se complementan, pues se sitúan en perspectivas distintas, en la línea que arriba he señalado.
Mateo.
Por el contrario, quizá para insistir en el tema de la identidad eclesial (en un tiempo de fuertes rupturas: hacia el 80-85 d.C), Mateo no ha introducido el dicho del “exorcista no comunitario” (en su forma “abierta”), sino sólo el tema de la disputa de los fariseos contra los exorcismos de Jesús, con la forma “cerrada” del dicho (Mt 12, 30). De todas formas, en otro contexto (Mt 25, 31-46) Mateo ha insistido en el valor mesiánico de todas las obras buenas que se hacen a favor de los necesitados (se hagan o no se hagan en nombre de Jesús, desde su grupo o desde fuera de su grupo).
Es evidente que las perspectivas no se oponen (no se contradicen), pero los matices en uno y otro caso son distintos. En este contexto debemos poner de relieve el carácter “abierto” de la versión de Marcos, que no quiere una iglesia de tipo “fariseo” (zebedeo) donde sólo algunos puedan tener el control de los exorcismos, desde la perspectiva del “poder” del grupo. A juicio de Marcos, la iglesia zebedea (con la que Jesús se identifica de un modo especial: “quien no está contra nosotros”…) puede correr el riesgo de volverse iglesia “farisea” en el mal sentido de la palabra, una iglesia que repite los errores de aquellos que han acusado a Jesús de estar endemoniado.
Conclusiòn.
Me he limitado a presentar los dos dichos, que unos y otros comentaristas de este blog se han lanzado unos a otros para defender sus posturas. Quizá lo que he dicho les ayude a entenderlos (y a entender la función de la Iglesia).
1) Sobre la identidad de la "iglesia" de Marcos, véase Pan, casa, palabra. La Iglesia en Marcos, Salamanca 1997, 217-309. Hay aportaciones valiosas en Ch. M.Tuckett, Q and the history of Early Christianity, Edinburgh 1996, 355-450); R. Bauckham, For Whom Were Gospels Written?, en Id. (ed.), The Gospels for All Christians: Rethinking the Gospel Audiences, Grand Rapids 1997, 9-49.
2) Marcos asume quizá el tema de fondo de un texto etiológico antiguo, de Eldad y Medad, ancianos de Israel, que reciben el Espíritu y profetizan, sin formar parte del grupo oficial de Moisés, indicando así la existencia de un verdadero judaísmo fuera del judaísmo oficial (cf. Núm 11, 16-17.24-29). También Mc 9, 38-41 parece etiológico: ha sido creado por la tradición pascual o por Marcos (quizá sobre un fondo histórico de Jesús) para romper el monopolio de los zebedeos y su grupo dentro de la Iglesia.
1 comentario:
He creado un hilo en el foro de Catholic.net que quizás a algún lector de le interese. La dirección web es:
http://www.es.catholic.net/foros/viewtopic.php?f=33&t=9273
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