NO DEJES DE VISITAR
GIF animations generator gifup.com www.misionerosencamino.blogspot.com
El Blog donde encontrarás abundante material de formación, dinámicas, catequesis, charlas, videos, música y variados recursos litúrgicos y pastorales para la actividad de los grupos misioneros.
Fireworks Text - http://www.fireworkstext.com
BREVE COMENTARIO, REFLEXIÓN U ORACIÓN CON EL EVANGELIO DEL DÍA, DESDE LA VIVENCIA MISIONERA
SI DESEAS RECIBIR EL EVANGELIO MISIONERO DEL DÍA EN TU MAIL, DEBES SUSCRIBIRTE EN EL RECUADRO HABILITADO EN LA COLUMNA DE LA DERECHA

domingo, 29 de agosto de 2010

Domingo XXII del tiempo ordinario: El puzzle


A partir de la escena de un banquete, Jesús nos recuerda dos puntos fundamentales de la vida cristiana: la humildad y la gratuidad. Ambas marcan un perfil que permite que ajustemos bien o no en el puzzle de la humanidad.

Imaginemos por un momento que cada uno de nosotros tiene que escribir un perfil exacto de su persona: sus medidas exactas, su peso, sus cualidades, sus limitaciones, sus defectos, sus inquietudes, sus frustraciones, sus debilidades… con la finalidad de convertirnos en la pieza de un puzzle. Evidentemente si nos excedemos o nos quedamos cortos no encajaremos. Nuestra medida ha de ser exacta. Encontrarla pasa, sin lugar a dudas, por nuestro propio conocimiento, y la experiencia y aceptación de nuestras aptitudes y actitudes. Así nuestra presencia en el puzzle de la humanidad será perfecta y no entenderá en ningún caso de comparaciones. Seremos una auténtica bendición para los demás, pues encajaremos a la perfección sin causar molestias a nadie.

Este es el núcleo central, en mi opinión, de lo que nos quiere transmitir hoy Jesús en el evangelio. A lo largo de la historia de nuestra religión se ha hablado mucho de la humildad. Los grandes maestros espirituales mancharon con sus plumas cientos de páginas colocando a la humildad como uno de los pilares de la vida cristiana. Pero qué es la humildad sino nuestra propia medida, el valor para aceptar nuestras limitaciones, la audacia para asumir nuestra condición sea cual sea, sin llevar cartas en la manga o puñales preparados para cobrarnos las deudas a su debido tiempo. La humildad bien entendida no está muy de moda. En algunos ambientes eclesiásticos se sigue hablando de ella como forma rastrera para que otros puedan sentirse superiores, para acallar opiniones disonantes, o peor aún, para hacer comulgar con ruedas de molino revestidas de último aviso para evitar el infierno. Ser humilde es moverse sin intereses ocultos, sin pretender salir en todas las fotos. No es ser un comesantos con voz de pito incapaz de alzar la mirada y afrontar la vida, ni tampoco es ser un gili que sonríe cuando le pisan un callo, o cuando le despiden o explotan. Jesús arremete contra el afán de figurar, de recibir honores a costa de otros. Hoy en día somos bastante esclavos de nuestra imagen e intentamos encalar rápidamente cualquier mancha que sale en nuestra fachada. Las televisiones y el papel couché aparecen continuamente repletos de personas, entre las que encontramos más de un mitrado o aspirante, cuyo único afán es simplemente aparecer, figurar. Pues ya sabemos cuál va a ser el resultado: El que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido.

En la segunda parte del evangelio, Jesús se dirige directamente al anfitrión. En aquel tiempo, cuando Lucas escribió esto, la comunidad se cuestionaba qué lugar debían tener los pobres en la celebración. Seguramente todos convendríamos ahora mismo que su lugar es el central, el principal, pero a la vez sabemos que no siempre es ese nuestro comportamiento. Jesús no sólo quiere incidir en esto sino que va un poco más allá, nos está hablando de la gratuidad: Cuando des un banquete invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos. Dichoso tú porque no pueden pagarte. Sólo Dios es quien verdaderamente va a recompensar nuestros esfuerzos. No nos olvidemos de esta otra frase: Lo que gratis habéis recibido dadlo gratis.

Una semana más el evangelio nos pone los puntos sobre las íes. Si verdaderamente queremos ser seguidores auténticos de Jesús no nos queda más remedio que ser sinceros con nosotros mismos, buscando nuestra propia medida, nuestro propio lugar y aceptarlo, fuera de falsos honores y privilegios, como hizo Él, que fue servidor no servido. La preferencia por los pobres se basa y fundamenta en la ayuda desinteresada, en la gratuidad, que no olvidemos que es un don del Espíritu. Por tanto, esforcémonos en encajar en este puzzle siendo sinceros con nosotros mismos y con los demás. El camino: la humildad o la sencillez, o la sinceridad; o mejor, el servicio.

Roberto Sayalero Sanz, agustino recoleto. Colegio San Agustín (Valladolid, España)

No hay comentarios: