Publicado por Mi Vocación
Hace casi nueve meses del terremoto de Haití. ¿Nos acordamos de este país o habrá pasado ya de moda? El hambre y la miseria no pasan de moda en Haití. Están ahí cada día en miles de personas que después de tantos meses su único cobijo son unos plásticos sostenidos por unos palos, sin unas mínimas condiciones. Viven entre escombros que todavía huelen a muerte, aguas encharcadas, en medio de montañas de basura, con un calor sofocante y una humedad del 94%. El polvo, las casas medio derruidas con hierros retorcidos de los que cuelgan pedazos de cemento, gente que va y viene sin rumbo porque lo ha perdido todo y a todos, es una visión apocalíptica. Colchones, almohadas, ropa todavía colgando de los edificios medio derrumbados, nada se toca en espera de que sea clasificado por zonas.
Con todo se ven las ganas de sobrevivir, entre la runa aparecen pequeños vendedores porque hay que ingeniarse para ganar algún céntimo. En medio de este panorama nuestras hermanas, Dominicas de la Presentación, que sufrieron como todo el pueblo, luchan para mejorar la situación. Ya hace unos meses que funciona la escuela mixta San Carlos Borromeo con 500 niños de 4 a 14 años. Se les da una comida al día que para la mayoría de los alumnos es la única. Lo admirable es que van bien aseados y el agua hay que cargarla de Dios sabe donde. Picológicamente están bastante recuperados y se les ve con la sonrisa en sus rostros. Los inicios de la vuelta a la escuela fueron duros para todos. Los pequeños tenían miedo de entrar en el edificio, los profesores estaban todavía traumatizados. ¿Cuál de ellos no había perdido algún ser querido?
En el hospital improvisado nuestras hermanas trabajan en equipo con otras religiosas casi 24 horas al día. Los médicos y las enfermeras son todos voluntarios. Allí están hospitalizados dieciséis mutilados de la tragedia acompañados de un familiar que colabora en su atención. Se les da un buen tratamiento con psicoterapia, se hace seguimiento con las familias. En el dispensario se atiende a cantidad de gente que acude con enfermedades comunes. Se les visita y se les dan los medicamentos pertinentes.
La gente ha levantado entre las ruinas de las iglesias sus lugares de oración para pedir a Dios por sus muertos y también para darle gracias por haberles conservado la vida. Ahí se celebra la Eucaristía, a la que acude mucha gente. Son admirables las ganas de vivir de este pueblo. Es un pueblo que ama la vida, alegre en su pobreza, agradecido con lo poco que tiene y que se esfuerza para salir adelante. Texto: Hna. María Nuria Gaza.
Para ayudas:
Dominicas de la Presentación.
Entidad bancaria: “La Caixa”.
Nº de cuenta: 2100 0832 62 0101192037. Barcelona.
Con todo se ven las ganas de sobrevivir, entre la runa aparecen pequeños vendedores porque hay que ingeniarse para ganar algún céntimo. En medio de este panorama nuestras hermanas, Dominicas de la Presentación, que sufrieron como todo el pueblo, luchan para mejorar la situación. Ya hace unos meses que funciona la escuela mixta San Carlos Borromeo con 500 niños de 4 a 14 años. Se les da una comida al día que para la mayoría de los alumnos es la única. Lo admirable es que van bien aseados y el agua hay que cargarla de Dios sabe donde. Picológicamente están bastante recuperados y se les ve con la sonrisa en sus rostros. Los inicios de la vuelta a la escuela fueron duros para todos. Los pequeños tenían miedo de entrar en el edificio, los profesores estaban todavía traumatizados. ¿Cuál de ellos no había perdido algún ser querido?
En el hospital improvisado nuestras hermanas trabajan en equipo con otras religiosas casi 24 horas al día. Los médicos y las enfermeras son todos voluntarios. Allí están hospitalizados dieciséis mutilados de la tragedia acompañados de un familiar que colabora en su atención. Se les da un buen tratamiento con psicoterapia, se hace seguimiento con las familias. En el dispensario se atiende a cantidad de gente que acude con enfermedades comunes. Se les visita y se les dan los medicamentos pertinentes.
La gente ha levantado entre las ruinas de las iglesias sus lugares de oración para pedir a Dios por sus muertos y también para darle gracias por haberles conservado la vida. Ahí se celebra la Eucaristía, a la que acude mucha gente. Son admirables las ganas de vivir de este pueblo. Es un pueblo que ama la vida, alegre en su pobreza, agradecido con lo poco que tiene y que se esfuerza para salir adelante. Texto: Hna. María Nuria Gaza.
Para ayudas:
Dominicas de la Presentación.
Entidad bancaria: “La Caixa”.
Nº de cuenta: 2100 0832 62 0101192037. Barcelona.
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