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lunes, 25 de octubre de 2010

SUGERENCIAS PARA LAS BODAS


Por José Enrique Galarreta sj

Introducción

Una boda es una fiesta, y la hacemos en la Iglesia porque tenemos algo que celebrar delante de Dios y con Dios. Tenemos que celebrar que Dios ha querido la pareja humana, que Dios es la fuente del amor y que Dios está con nosotros para que lo hagamos bien.

Hay muchas maneras de vivir en pareja: parejas ocasionales, unidas por una atracción más o menos pasajera: parejas estables que no tienen nada que ver con Dios: parejas contando con Dios para las cuales la boda es también un compromiso: ¿a qué nos comprometemos? A esforzarnos para que nuestra vida de pareja sea lo más cercana posible al ideal. Y ¿cuál es el ideal? ¿Quién lo marca?

Los que creemos en Jesús, y por él en Dios/Padre, creemos que el motor del mundo es el amor, y su ruina la falta de amor. Por eso nos tomamos el amor tan en serio. Sabemos que hay que convencer al mundo de que el amor acierta y la falta de amor destruye; el mundo puede creer en otras cosas, cree de hecho en el egoísmo como fuerza fundamental. Hay que convencerle de que la fuerza creadora, la que da paz, orden y alegría, es el amor. Y sólo le convenceremos si lo ven. Por eso, una pareja que se establece sobre el amor es un sacramento, es decir, algo que hace visible lo bueno, lo convincente, lo creativo que es el amor.

Todo el que se ha enamorado alguna vez ha sentido que ese amor es exclusivo, que todas las demás personas desaparecen, que no se comparte con nadie más. Y todo el que se ha enamorado alguna vez siente que lo que más desea es que eso dure, lo más posible, para siempre si es posible.

Pues bien, todo eso es el ideal de una pareja que se casa “por la Iglesia” está manifestando que se compromete a eso, a intentar ese ideal, se compromete a que los demás vean lo precioso, lo ambicioso, lo satisfactorio que es el amor; y se compromete además a que ese amor dure, a pesar de todas las dificultades y pruebas que puedan surgir en el camino. No nos podemos comprometer a que nuestro proyecto salga bien (la vida es demasiado complicada para eso), pero si a intentarlo y a poner de nuestra parte todo lo posible para lograrlo.

Por todas esas razones hacemos nuestra boda en la Iglesia: en primer lugar porque nosotros somos la iglesia, y lo hacemos todo como parte de nuestro proyecto de vida, que es seguir a Jesús. Nuestra vida en pareja será parte (muy importante) de nuestro proyecto de vida. Casarse es soñar con un proyecto de vida en común: dos con un proyecto, y ese proyecto es el proyecto de Jesús. Por eso solemos leer en las bodas el evangelio de las Bienaventuranzas, como proyecto de vida de Jesús compartido por la pareja.

En segundo lugar, porque tener un proyecto es lo que hace de nuestras vidas algo que merezca la pena: “la posibilidad de realizar un sueño es lo único que hace la vida interesante”. Y aquí el sueño somos nosotros, la pareja, que queremos realizarnos juntos en un amor verdadero, profundo, creativo. Y éste será nuestro proyecto principal, el sueño más importante de nuestra vida.

En tercer lugar porque sabemos que nuestro proyecto es importante para los demás: hay mucha gente que no se atreve a soñar con un proyecto tan ambicioso: tenemos que manifestar en público que nosotros sí nos atrevemos. Y no nos atrevemos porque somos mejores que otros ni porque somos unos soñadores ilusos, sino porque contamos con la ayuda de Dios, porque sabemos que nuestro proyecto es Su proyecto para nosotros.

En cuarto lugar porque este proyecto ambicioso es una maravilla, una posibilidad de soñar con algo grande, posibilidad que debemos a Dios, a nuestra fe en Jesús. Por eso, hay que celebrarlo. Y por eso leemos muchas veces el evangelio de las bodas de Caná, tan lleno de símbolos maravillosos. La boda de aquellos aldeanos, sin vino, hubiera sido una boda muy triste. Pero Jesús pone el vino, el mejor vino de Galilea. Con Jesús nada se estropea sino al revés, al fiesta es más fiesta, hay más motivos para celebrar. Y la alegría, la fiesta, se comparte: por eso llamamos a todos nuestros amigos, porque tenemos mucho que celebrar y que compartir.

Todo esto es cuestión de ambición. Podemos conformarnos con menos, con lo corriente, con una unión pasajera, con un contrato por interés... Nosotros ambicionamos lo mejor. Por eso solemos leer frases de las cartas de San Pablo: “Ambicionad los carismas mejores – no os confirméis con lo corriente – estad dispuestos a cambiar a mejorar – aspirad a lo mejor, a lo más satisfactorio, a lo perfecto”.

Todo esto significa que hoy es un día para agradecer. Agradecer a Dios que os ha hecho así, que os ha cuidado hasta ahora como pareja, que os ayudará en vuestro proyecto; y agradeceros a vosotros, que os atrevéis, que tenéis el valor de proclamarlo en público, que nos dais a todos mucha envidia por vuestro sueño, por vuestro proyecto, por vuestra ambición.


ALGUNAS LECTURAS POSIBLES


Génesis 1, 26‑31

Y dijo Dios:

“Hagamos al ser humano a nuestra imagen, como una semejanza nuestra.”

Creó, pues, Dios al ser humano a imagen suya, a imagen de Dios le creó, varón y mujer los creó.

Y los bendijo Dios, y les dijo:

“Sed fecundos y multiplicaos y henchid la tierra y sometedla; mandad en los peces del mar y en las aves de los cielos y en todo animal que serpea sobre la tierra.”

Y así fue. Vio Dios cuanto había hecho, y todo estaba muy bien.


Romanos 11, 35 a 12,18

Os animo a que hagáis de vuestras vidas una entrega plena, algo santo, agradable a Dios.

No os resignéis al modo de vivir corriente.

Estad dispuestos a cambiar, a mejorar constantemente, eligiendo siempre lo mejor, buscando la voluntad de Dios, lo bueno, lo satisfactorio, lo perfecto.

Sed sinceros delante de Dios, sin fingimientos: apartaos del error, aspirad a lo mejor, respetaos cordialmente unos a otros, con alegría, con esperanza.

Compartid las necesidades de todos, alegraos con los que se alegran, sufrid con los que sufren.

Sed sencillos, no devolváis mal por mal, procurad el bien ante todos: en lo posible, y en cuanto de vosotros dependa, vivid en paz con todos los hombres.


1 Corintios, 12

Os voy a enseñar un camino aún mejor. Aunque yo hable las lenguas de los ángeles, si no tengo amor, sólo soy un platillo que aturde o un címbalo que atruena. Aunque dé todo lo que tengo a los pobres, si no tengo amor, de nada me sirve.

El amor es generoso, es servicial. El amor no es presuntuoso, no hace alardes, es delicado, no busca su interés, no se irrita, no lleva cuentas del mal, no se alegra de la injusticia sino con la verdad.

El amor lo excusa todo, lo cree todo, lo espera todo, lo aguanta todo.

El amor no pasa jamás. Las ciencias, las lenguas, la fe, la esperanza, todo esto terminará. Pero el amor queda para siempre


UNA VERSIÓN MODERNA DE LAS BIENAVENTURANZAS

¡Cuánto más felices seríais si no necesitaseis tantas cosas, si no fueseis esclavos de vuestros deseos!

¡Cuánto más felices seríais si vuestro corazón no fuera violento!

¡Cuánto más felices seríais si aprendierais a sufrir y aprovecharais el sufrimiento para crecer!

¡Cuánto más felices seríais si aprendierais a perdonar y a pedir perdón!

¡Cuánto más felices seríais si tuvierais un corazón transparente, abierto a los demás, sencillo y sincero!

¡Cuánto más felices seríais si trabajarais por la paz y la justicia!

Y si tenéis que sufrir por todo eso, ¡mucho más felices todavía!


Mateo 5,13 y ss

Vosotros sois la sal de la tierra.

Mas si la sal se desvirtúa, ¿con qué se la salará?

Ya no sirve para nada más que para ser tirada afuera y pisoteada por los hombres.

Vosotros sois la luz del mundo.

No puede ocultarse una ciudad situada en la cima de un monte. Ni tampoco se enciende una lámpara y la ponen debajo del celemín, sino sobre el candelero, para que alumbre a todos los que están en la casa.

Brille así vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.



SITUACIÓN PARA EL CONSENTIMIENTO

Posición A
Tradicionalmente, los novios dicen su consentimiento desde sus reclinatorios de cara asaltar (y por tanto de espalda a los asistentes). El círculo verde representa al sacerdote


Posición B
Es preferible que lo hagan desde el altar, de cara a los asistentes y en el centro del altar. Ellos son los ministros del matrimonio, y su consentimiento consiste en hacer público su compromiso ante todos.





ALGUNOS MODELOS DE CONSENTIMIENTO


Pienso que la fórmula de consentimiento (Yo XXX te quiero a ti …) no tiene por qué ser normativa. Si otras formulas mantienen los mismos conceptos básicos no veo por que no se pueden usar. Y si esta fórmula la han escrito los novios, mejor aún. Se proponen algunas, usadas en bodas y escritas por los mismos novios, a modo de sugerencia.

1
XX, te quiero, quiero construir mi vida contigo,
en presencia de Dios y con su ayuda.
Quiero que el amor de Dios
alimente siempre nuestro amor
y así podamos querer y servir a todos
como Dios mismo nos quiere.

XX, te quiero, y quiero que nuestras vidas sean
un único proyecto, una sola ilusión.
Quiero que el amor de Dios
esté presente en nuestra vida
y así podamos querer y ayudar a todos
como Dios mismo nos quiere y nos ayuda.


2
XXX, ya sabes que te amo,
que contigo me siento como en casa desde que te vi,
que eres para mí don de Dios y mi regalo,
que no he hecho nada para merecerte,
que todo lo mío es tuyo,
y que a pesar de mis miedos y debilidades,
yo, XXX, quiero entregarme a ti día a día con todo lo que soy,
y crecer juntos para ser mediación del amor de Dios para los demás,
aceptando lo que la vida nos traiga.


3
XXX son muchas las cosas que, gracias a ti y a tu amor,
se están haciendo realidad en mi vida.
Junto a ti estoy construyendo "la posibilidad de realizar un sueño",
tú haces que me sienta más yo mismo,
que quiera ser mejor cada día,
tú me ayudas a mirar lo que me rodea
con unos ojos mas cercanos a los de Jesús.
XXX, te quiero, quiero casarme contigo
y vivir junto a ti el resto de mi vida
haciendo todo lo posible para hacerte feliz.

Recibe este anillo en señal de mi amor
y de mi compromiso contigo por el Reino.

Recibe estas arras
como símbolo de todo lo que Dios nos ha regalado en nuestra vida
y de los bienes que vamos a compartir en el futuro.

Mi amor, es precioso que te quieran;
y sobre todo como tu lo haces.
Tu manera de mirarme, de escucharme, de amarme...
Resulta tan fácil quererte.

Hoy, comenzamos una nueva etapa en nuestro camino juntos
y lo que me resulta más fascinante
es continuarlo ante la mirada silenciosa de Dios.
XXX, me haces tan feliz y me siento afortunada por tenerte a mi lado.


4
Un día Dios hizo que nuestras miradas y nuestros destinos se cruzaran
y, gracias a Él, hoy es el día más feliz de mi vida,
porque mi sueño se ha hecho realidad.
XXX, te quiero, y por eso me entrego a ti en cuerpo y alma
para todos los días de nuestra vida.

5
xxx, te quiero
y me comprometo contigo
a renovar día a día nuestro amor,
enfrentarme al futuro
al estilo de Jesús
como si fuéramos uno solo
y aceptar con alegría
lo que la vida nos depare.


UN MODELO DE PETICIONES


Por todos los hombres y mujeres del mundo,
que tan difícilmente pueden vivir en el amor.
Pedimos a Dios que descubran el sentido de la vida,
que la puedan hacer válida para siempre.

Por todos los matrimonios, las parejas, los hogares del mundo.
Pedimos a Dios que tengan fuerza para vivir
con constancia y con fortaleza
la hermosa misión de hacer presente en el mundo la fuerza del amor.

Por todas las familias, padres, abuelos, hijos, nietos...
Pedimos a Dios que el amor fuerte, comprensivo, generoso,
sea la ley de sus vidas.

Por la Iglesia entera,
desde el Papa hasta el más desconocido creyente.
Pedimos a Dios que sea en el mundo una fuerza de amor,
de perdón, de comprensión, de fortaleza, de esperanza.

Por NN y NN, que hoy han unido sus vidas en matrimonio:
Pedimos a Dios que les acompañe en su vida,
les dé fuerza para quererse siempre como hoy se quieren,
para perdonarse,
para que viendo cómo se quieren creamos todos en el amor de Dios.


ORACIÓN DESPUÉS DEL PADRENUESTRO


Elevamos ahora, todos juntos, nuestra oración, por ***y *** que van a participar del Cuerpo y Sangre de Cristo por primera vez como marido y mujer.

Padre santo, que has creado al ser humano a tu imagen,
hombre y mujer,
para que siendo los dos una sola carne y un solo corazón
sean imagen tuya y realicen tu misión en el mundo.

Padre santo que has querido
que el amor maravilloso del hombre y la mujer
sean el signo de tu mismo amor,
para que viendo el amor presente en los hombres
comprendamos cómo nos quieres.

Extiende tu mano protectora sobre estos hijos tuyos

Que a lo largo de su vida, santificada en este sacramento,
sean cada uno para el otro un regalo constante de tu mismo amor:
que sean de verdad y para siempre un solo corazón y un sólo espíritu.

Que en la alegría te alaben, en la tristeza te busquen;
que encuentren en su trabajo el gozo de tu ayuda
y en la necesidad sientan cercano tu consuelo.
Que encuentren en la eucaristía la fuerza de la fe,
la presencia de tu Palabra,
para que puedan cumplir en su vida la misión que tú les encomiendas
Te lo pedimos por Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor


UNA BONITA HISTORIA,
como sugerencia para otras varias posibles

Rabindranath Tagore

Era un matrimonio pobre. Ella hilaba a la puerta de su choza pensando en su marido. Todo el que pasaba se quedaba prendado de la belleza de su cabello negro, largo, como las hebras brillantes salidas de su rueca.

Él iba cada día al mercado a vender algunas frutas. A la sombra de un árbol se sentaba a esperar, sujetando entre los dientes una pipa vacía. No llegaba el dinero para comprar un pellizco de tabaco.

Se acercaba el día del aniversario de su boda y ella no cesaba de preguntarse qué podría regalar a su marido. Y sobre todo ¿con qué dinero? Una idea cruzó su mente. Sintió un escalofrío al pensarlo, pero al decidirse, todo su cuerpo se estremeció de gozo: vendería su cabello para comprarle tabaco.

Ya imaginaba a su hombre en la plaza dando largas bocanadas a su pipa... con la solemnidad y el prestigio de un verdadero comerciante. Sólo obtuvo por su pelo unas pocas monedas, pero eligió con cuidado el más fino estuche de tabaco. El perfume de las hojas arrugadas compensaba largamente el sacrificio de su cabello.

Al llegar la tarde, regresó su marido. Venía cantando por el camino. Traía en su mano un pequeño envoltorio; eran unos peines para su mujer que acababa de comprar tras vender su pipa.

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