Publicado por Hesiquia
Muchas veces nos encontramos con una actitud de pena, de culpa, de tristeza, de vacio, de ansiedad, de angustia, de ira, etc o con todas esas actitudes juntas, la vida diaria no siempre es ordenada o casi nunca, mismo la comida o el mal descanso, o la enfermad, o el pecado provocan en nosotros, esos estados de ánimo.
Todo esto puede parecernos que lo padecemos ocasionalmente, pero en realidad estamos viviendo en esos estados constantemente y solo ocasionalmente nos damos cuenta de ellos.
Siendo la mente la encargada de las percepciones y al mismo tiempo, donde sucede toda esta alteración, este conjunto da como resultado en nosotros una mala percepción de la realidad, provocando que estados como la paz, la felicidad y el amor, naturales de la propia creación, sean completamente imperceptibles.
Como parte de esa mala percepción, no reconocemos a Dios y a Su Amor, sabemos en teoría o como parte de un programa cargado en nuestra cabeza, que nos ama, pero si somos sinceros con nosotros mismos, en nuestra vida sentimos la falta de Dios, aunque tengamos la certeza de que Él está, sentimos que está en los otros, afuera, en el cielo, pero nunca en mí.
Sentimos que somos poca cosa para albergar a Dios, pero no queremos reconocerlo, nos duele. Nos averguenza vernos así, tal vez sea lo que le pasó a Adan y a Eva en el Paraíso cuando Dios se acercó y los encontró escondidos a causa de la verguenza, ya que estaban desnudos.
Entonces en lugar de buscar reordenar nuestra vida, de manera de conseguir una mayor percepción, como quien sale corriendo, buscamos al ”placer o la emoción”, cuanto mas excitante, eufórico y emotivo mejor. Sea este profesional, sexual, social o religioso, ¡no importa!, me haga llorar, impresionar, asustar o reir tampoco importa, lo importante es lo ”fuerte” que este sea.
Incluso en las charlas espirituales, cuanto mas fuerte mejor, no importa cuanta conversión dejaron en mi corazón, sino cuanta emoción acarreo, o mismo confundimos la presencia de Dios con algún estado emocional fuerte en nosotros.
Pero cuando la situación que nos brindaba placer o emoción, cede, el resultado es mas frustración o confusión por el supuesto alejamiento de Dios, al cual lo asociamos a un estado emocional.
Entonces consecuentemente iniciamos la búsqueda o esperamos un placer o emoción mucho mayor que el anterior, generando un estado de mayor ansiedad y de mayor deseo. Encerrándonos en una carrera de vida circular que no tiene final en sí misma.
La práctica de la meditación como oración, la ascética corporal y la ascética mental, brindan una salida de este círculo vicioso, permitiendo una mayor percepción y claridad en nuestra mente, permitiéndonos abandonar de ella todos los estados alterados sin volverlos a desear.
Esta percepción y claridad logrados nos permiten darnos cuenta a través de la experiencia, de la realidad en sí misma, de quien es y como es Dios, de quien soy yo, quienes son mis hermanos, que es y como es la creación y cual es mi relación con Dios y con el resto.
Desde esta experiencia, ya no hay vuelta atrás. A tal punto que solo se desea una experiencia más y más profunda de Dios siendo Él el único sentido de nuestras vidas.
Con esto quiero hacerlos reflexionar, en que si en sus vidas hay una búsqueda del placer o de emociones, tengan estas la forma que tengan, profesional, sexual, social o religiosa, no importa… lo importante es que seguramente se encuentren dentro de esa carrera circular, y quizás, este sea el momento propicio para dejar de correr y comenzar a vivir en La Paz, La Felicidad y El Amor que Dios ya nos dio.
Todo esto puede parecernos que lo padecemos ocasionalmente, pero en realidad estamos viviendo en esos estados constantemente y solo ocasionalmente nos damos cuenta de ellos.
Siendo la mente la encargada de las percepciones y al mismo tiempo, donde sucede toda esta alteración, este conjunto da como resultado en nosotros una mala percepción de la realidad, provocando que estados como la paz, la felicidad y el amor, naturales de la propia creación, sean completamente imperceptibles.
Como parte de esa mala percepción, no reconocemos a Dios y a Su Amor, sabemos en teoría o como parte de un programa cargado en nuestra cabeza, que nos ama, pero si somos sinceros con nosotros mismos, en nuestra vida sentimos la falta de Dios, aunque tengamos la certeza de que Él está, sentimos que está en los otros, afuera, en el cielo, pero nunca en mí.
Sentimos que somos poca cosa para albergar a Dios, pero no queremos reconocerlo, nos duele. Nos averguenza vernos así, tal vez sea lo que le pasó a Adan y a Eva en el Paraíso cuando Dios se acercó y los encontró escondidos a causa de la verguenza, ya que estaban desnudos.
Entonces en lugar de buscar reordenar nuestra vida, de manera de conseguir una mayor percepción, como quien sale corriendo, buscamos al ”placer o la emoción”, cuanto mas excitante, eufórico y emotivo mejor. Sea este profesional, sexual, social o religioso, ¡no importa!, me haga llorar, impresionar, asustar o reir tampoco importa, lo importante es lo ”fuerte” que este sea.
Incluso en las charlas espirituales, cuanto mas fuerte mejor, no importa cuanta conversión dejaron en mi corazón, sino cuanta emoción acarreo, o mismo confundimos la presencia de Dios con algún estado emocional fuerte en nosotros.
Pero cuando la situación que nos brindaba placer o emoción, cede, el resultado es mas frustración o confusión por el supuesto alejamiento de Dios, al cual lo asociamos a un estado emocional.
Entonces consecuentemente iniciamos la búsqueda o esperamos un placer o emoción mucho mayor que el anterior, generando un estado de mayor ansiedad y de mayor deseo. Encerrándonos en una carrera de vida circular que no tiene final en sí misma.
La práctica de la meditación como oración, la ascética corporal y la ascética mental, brindan una salida de este círculo vicioso, permitiendo una mayor percepción y claridad en nuestra mente, permitiéndonos abandonar de ella todos los estados alterados sin volverlos a desear.
Esta percepción y claridad logrados nos permiten darnos cuenta a través de la experiencia, de la realidad en sí misma, de quien es y como es Dios, de quien soy yo, quienes son mis hermanos, que es y como es la creación y cual es mi relación con Dios y con el resto.
Desde esta experiencia, ya no hay vuelta atrás. A tal punto que solo se desea una experiencia más y más profunda de Dios siendo Él el único sentido de nuestras vidas.
Con esto quiero hacerlos reflexionar, en que si en sus vidas hay una búsqueda del placer o de emociones, tengan estas la forma que tengan, profesional, sexual, social o religiosa, no importa… lo importante es que seguramente se encuentren dentro de esa carrera circular, y quizás, este sea el momento propicio para dejar de correr y comenzar a vivir en La Paz, La Felicidad y El Amor que Dios ya nos dio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario